Quito. 24 nov 2000. El juicio político al superintendente de Bancos, Juan
Falconí, desembocó en graves denuncias y verdades a medias que merecieron
la censura pública para acusadores y acusado
Tres días de expectativa, 30 horas de discursos y una destitución, fue el
saldo del juicio al Superintendente
En la Superintendencia de Bancos, Juan Falconí Puig seguía por televisión
voto a voto el juicio político que en su contra se desarrollaba en el
Congreso Nacional. Lo acompañaban sus cuatro hermanos y sus asistentes.
Era la una de la mañana del viernes y pese a que recién se iniciaba la
votación, la suerte de Falconí estaba echada y él estaba consciente de
aquello. En el Congreso, mientras tanto, una tardía y tímida reacción del
Gobierno se hizo presente pasada la medianoche. Era Marcelo Santos,
secretario general de la Administración, que mediante llamadas
telefónicas a varios diputados intentaba cambiar lo que a esas alturas
era un hecho casi consumado. De nada sirvió la gestión, pues a las seis
de la mañana, Juan Falconí Puig fue censurado y destituido de su cargo.
"No me siento traicionado", dijo horas antes de conocer su suerte,
refiriéndose a la actitud del Gobierno y del presidente Gustavo Noboa
frente a su interpelación. De hecho, el presidente Noboa lamentó la
decisión del Congreso pero para él ésta solo significa la pérdida de una
batalla contra los banqueros, "Pero no la guerra. Y en la guerra contra
la corrupción seguiremos hasta el final", comentó Noboa al día siguiente
de la destitución.
GESTIONES
En realidad, el Superintendente siempre estuvo solo políticamente desde
los días preparatorios para su juzgamiento. "Nadie lo respaldó y fuimos
los primeros y únicos que nos hicimos presentes", relata uno de sus
hermanos al recordar los intensos días que tuvieron durante el feriado de
difuntos, preparando la intervención de Falconí en el Parlamento. "Es
increíble, pero Falconí no recibió el menor apoyo del Gobierno, ni una
radio que transmita el juicio, peor un canal de televisión que refute a
los canales de los banqueros", dijo Jorge Vivanco, ex presidente de la
Comisión Anti- corrupción. Otra señal negativa para sus asesores fue el
viaje del Presidente a Chile, justamente cuando comenzaba la
interpelación. ¿Cuál era la estrategia en medio de esa soledad que
cobraba mayor fuerza al interior del Congreso, en el que ningún bloque
apostaba de su lado? Pues la misma que cinco años atrás aplicó el ex
vicepresidente Alberto Dahik, que finalmente le valió el respaldo de la
opinión pública: atacar a sus interpelantes. Falconí lo reconoce, aunque
le incomoda la comparación. "A Dahik lo absolvieron pero hoy está prófugo
de la justicia por mal manejo de los gastos reservados. A mí me han
censurado por perseguir al sindicato de banqueros corruptos, pero yo me
quedo en el país". En todo caso, desde el histórico proceso al ex
Vicepresidente, ningún juicio político había despertado tal expectativa y
dejado tantas secuelas. ¿Cuál fue el factor determinante para la
destitución de Falconí? La decisión socialcristiana de unirse a la moción
del PRE, en principio solo en su objetivo. "Desde el momento en que se
permitió a Carlos Saúd participar en el proceso, se conoció la posición
socialcristiana", comenta un asesor de ese partido. ¿Por qué los
socialcristianos optaron por esa postura? En el Congreso se habla de una
reunión de Gabinete que resultó fatal para Falconí. El ex Superintendente
recuerda el encuentro y las denuncias que en el mismo realizó, referentes
a negociaciones beneficiosas de certificados de depósitos hechas por
algunos políticos. "Pero en una reunión de Gabinete se entiende que lo
que allí se diga, no tiene porqué salir de ese ámbito, pero evidentemente
eso no sucedió en aquella ocasión".
RAZONAMIENTOS
En lo formal, los socialcristianos razonaron su postura en el hecho de
que Juan Falconí finalmente no pudo desvirtuar las sospechas de tráfico
de influencias y conflicto de intereses que en los casos del pago al 100%
de un certificado de depósito por un millón nueve mil dólares, a una
empresa familiar de Falconí -Plainbridge- que cobró a Filanbanco, y en la
presión que habría ejercido ante el directorio del Banco Central a fin de
que se reciban bienes por dación en pago por la deuda de 2.5 millones de
dólares que e
La errada conducción del juicio político por parte del presidente Hugo
quvedo le podría el cargo
El banco Cofiec -también vinculado a la familia política de Falconí-
mantenía con el Banco Central. "La brillante exposición de Saúd no pudo
ser refutada", alegó José Alvear. Otros ex socialcristianos como Susana
González, quien se abstuvo en la votación, no piensan igual. "De lo que
se trata aquí es de una guerra de mafias que controlan a las cúpulas
partidistas. De haber sido posible, mi voto de destitución sería para
ambas partes", posición en la que coincidió Gilberto Vaca. En la
Democracia Popular, la decisión de oponerse a la destitución, había sido
tomada con anticipación. "Una vez ya nos equivocamos al aprobar la
creación de la Agencia de Garantía de Depósitos con dedicatoria para
Filanbanco, ley que fue modificada a conveniencia en el Hotel Oro Verde
de Guayaquil. Esta vez no podíamos seguirles el juego a sus ex
accionistas", refirió Raúl Hurtado, de la Democracia Popular. Esa
postura, no obstante, no involucraba un acercamiento con el Gobierno. "Si
al Gobierno le hubiera interesado mantener a Falconí, nuestro voto
hubiera sido por la censura. Pero como buscaban su salida, votamos para
su permanencia", explica el demócrata popular Ramiro Rivera. En tanto, en
la Izquierda Democrática, hubo intentos de sumarse a la moción, los que
fueron cortados de raíz por Rodrigo Borja. Al final, el incidente entre
diputados socialcristianos y socialdemócratas al momento de la votación
en el juicio, solo fue la evidencia de la eterna rivalidad entre sus
máximos líderes. "¿Por qué no votaron los socialcristianos por la
destitución del ex superintendente Jorge Egas Peña?", preguntaba el
diputado Carlos González, principal impulsador de ese juicio político el
año pasado.
El resto de movimientos políticos del Congreso no tuvo problemas en
unirse desde el comienzo a la camioneta del PRE, cabeza visible de una
mayoría que impone la agenda legislativa. El FRA, Pachakútik, los
disidentes de la DP y el MPD sellaron los 71 votos que excedieron con
comodidad los necesarios para la censura.
DESARROLLO
Comienzo de impacto. Esa fue la primera estrategia que presentó Falconí a
sus jueces, a sabiendas que acudía indefenso de acuerdos con los bloques
legislativos. "Por eso lo primero que pidió fue el levantamiento del
sigilo bancario", explica uno de los asesores del ex Superintendente,
pues "Con todo el país pendiente de la interpelación, ningún diputado se
iba a oponer de frente a la petición". En efecto, a una primera negativa
inmediata del presidente del Congreso, Hugo Quevedo y de los roldosistas,
se opuso una enérgica posición socialcristiana. "Si es hora de que por
fin se sepa la verdad en el país, pues que se sepa de una vez", expresó
el socialcristiano Xavier Neira. Y aunque el sigilo se levantó por
unanimidad entre los tensos diputados, la verdad respecto a quiénes se
aprovecharon con información anticipada para retirar sus fondos antes del
feriado bancario, se supo por gotas y solo el primer día del juicio. Así,
Falconí mencionó como beneficiados al ex diputado y actual prefecto de
Los Ríos, Jorge Marún, el diputado Simón Ubilla, el ex ministro Teodoro
Abdo y los ex funcionarios Ana Lucía Coronel, Patricio René Salvador,
Patrick Barrera y Roberto García Saltos. Y aunque el ex Superintendente
dejó en la secretaría del Congreso 60 carpetas, "En las que están todos
los nombres", según confirmó en una urgente rueda de prensa convocada en
la madrugada de su desti- tución, lo cierto es que en tales folios sólo
constan negociaciones legales y algunas ventajosas de certificados de
depósitos pagados en algunos casos al 100% de su valor nominal, hecho del
que fue acusado el propio Falconí con su empresa familiar Plainbridge.
Así, el baño de verdad dejó un poco de jabón por enjuagar. (Texto tomado
de la Revista Vistazo edición 16 nov.)
Falconí, desembocó en graves denuncias y verdades a medias que merecieron
la censura pública para acusadores y acusado
Tres días de expectativa, 30 horas de discursos y una destitución, fue el
saldo del juicio al Superintendente
En la Superintendencia de Bancos, Juan Falconí Puig seguía por televisión
voto a voto el juicio político que en su contra se desarrollaba en el
Congreso Nacional. Lo acompañaban sus cuatro hermanos y sus asistentes.
Era la una de la mañana del viernes y pese a que recién se iniciaba la
votación, la suerte de Falconí estaba echada y él estaba consciente de
aquello. En el Congreso, mientras tanto, una tardía y tímida reacción del
Gobierno se hizo presente pasada la medianoche. Era Marcelo Santos,
secretario general de la Administración, que mediante llamadas
telefónicas a varios diputados intentaba cambiar lo que a esas alturas
era un hecho casi consumado. De nada sirvió la gestión, pues a las seis
de la mañana, Juan Falconí Puig fue censurado y destituido de su cargo.
"No me siento traicionado", dijo horas antes de conocer su suerte,
refiriéndose a la actitud del Gobierno y del presidente Gustavo Noboa
frente a su interpelación. De hecho, el presidente Noboa lamentó la
decisión del Congreso pero para él ésta solo significa la pérdida de una
batalla contra los banqueros, "Pero no la guerra. Y en la guerra contra
la corrupción seguiremos hasta el final", comentó Noboa al día siguiente
de la destitución.
GESTIONES
En realidad, el Superintendente siempre estuvo solo políticamente desde
los días preparatorios para su juzgamiento. "Nadie lo respaldó y fuimos
los primeros y únicos que nos hicimos presentes", relata uno de sus
hermanos al recordar los intensos días que tuvieron durante el feriado de
difuntos, preparando la intervención de Falconí en el Parlamento. "Es
increíble, pero Falconí no recibió el menor apoyo del Gobierno, ni una
radio que transmita el juicio, peor un canal de televisión que refute a
los canales de los banqueros", dijo Jorge Vivanco, ex presidente de la
Comisión Anti- corrupción. Otra señal negativa para sus asesores fue el
viaje del Presidente a Chile, justamente cuando comenzaba la
interpelación. ¿Cuál era la estrategia en medio de esa soledad que
cobraba mayor fuerza al interior del Congreso, en el que ningún bloque
apostaba de su lado? Pues la misma que cinco años atrás aplicó el ex
vicepresidente Alberto Dahik, que finalmente le valió el respaldo de la
opinión pública: atacar a sus interpelantes. Falconí lo reconoce, aunque
le incomoda la comparación. "A Dahik lo absolvieron pero hoy está prófugo
de la justicia por mal manejo de los gastos reservados. A mí me han
censurado por perseguir al sindicato de banqueros corruptos, pero yo me
quedo en el país". En todo caso, desde el histórico proceso al ex
Vicepresidente, ningún juicio político había despertado tal expectativa y
dejado tantas secuelas. ¿Cuál fue el factor determinante para la
destitución de Falconí? La decisión socialcristiana de unirse a la moción
del PRE, en principio solo en su objetivo. "Desde el momento en que se
permitió a Carlos Saúd participar en el proceso, se conoció la posición
socialcristiana", comenta un asesor de ese partido. ¿Por qué los
socialcristianos optaron por esa postura? En el Congreso se habla de una
reunión de Gabinete que resultó fatal para Falconí. El ex Superintendente
recuerda el encuentro y las denuncias que en el mismo realizó, referentes
a negociaciones beneficiosas de certificados de depósitos hechas por
algunos políticos. "Pero en una reunión de Gabinete se entiende que lo
que allí se diga, no tiene porqué salir de ese ámbito, pero evidentemente
eso no sucedió en aquella ocasión".
RAZONAMIENTOS
En lo formal, los socialcristianos razonaron su postura en el hecho de
que Juan Falconí finalmente no pudo desvirtuar las sospechas de tráfico
de influencias y conflicto de intereses que en los casos del pago al 100%
de un certificado de depósito por un millón nueve mil dólares, a una
empresa familiar de Falconí -Plainbridge- que cobró a Filanbanco, y en la
presión que habría ejercido ante el directorio del Banco Central a fin de
que se reciban bienes por dación en pago por la deuda de 2.5 millones de
dólares que e
La errada conducción del juicio político por parte del presidente Hugo
quvedo le podría el cargo
El banco Cofiec -también vinculado a la familia política de Falconí-
mantenía con el Banco Central. "La brillante exposición de Saúd no pudo
ser refutada", alegó José Alvear. Otros ex socialcristianos como Susana
González, quien se abstuvo en la votación, no piensan igual. "De lo que
se trata aquí es de una guerra de mafias que controlan a las cúpulas
partidistas. De haber sido posible, mi voto de destitución sería para
ambas partes", posición en la que coincidió Gilberto Vaca. En la
Democracia Popular, la decisión de oponerse a la destitución, había sido
tomada con anticipación. "Una vez ya nos equivocamos al aprobar la
creación de la Agencia de Garantía de Depósitos con dedicatoria para
Filanbanco, ley que fue modificada a conveniencia en el Hotel Oro Verde
de Guayaquil. Esta vez no podíamos seguirles el juego a sus ex
accionistas", refirió Raúl Hurtado, de la Democracia Popular. Esa
postura, no obstante, no involucraba un acercamiento con el Gobierno. "Si
al Gobierno le hubiera interesado mantener a Falconí, nuestro voto
hubiera sido por la censura. Pero como buscaban su salida, votamos para
su permanencia", explica el demócrata popular Ramiro Rivera. En tanto, en
la Izquierda Democrática, hubo intentos de sumarse a la moción, los que
fueron cortados de raíz por Rodrigo Borja. Al final, el incidente entre
diputados socialcristianos y socialdemócratas al momento de la votación
en el juicio, solo fue la evidencia de la eterna rivalidad entre sus
máximos líderes. "¿Por qué no votaron los socialcristianos por la
destitución del ex superintendente Jorge Egas Peña?", preguntaba el
diputado Carlos González, principal impulsador de ese juicio político el
año pasado.
El resto de movimientos políticos del Congreso no tuvo problemas en
unirse desde el comienzo a la camioneta del PRE, cabeza visible de una
mayoría que impone la agenda legislativa. El FRA, Pachakútik, los
disidentes de la DP y el MPD sellaron los 71 votos que excedieron con
comodidad los necesarios para la censura.
DESARROLLO
Comienzo de impacto. Esa fue la primera estrategia que presentó Falconí a
sus jueces, a sabiendas que acudía indefenso de acuerdos con los bloques
legislativos. "Por eso lo primero que pidió fue el levantamiento del
sigilo bancario", explica uno de los asesores del ex Superintendente,
pues "Con todo el país pendiente de la interpelación, ningún diputado se
iba a oponer de frente a la petición". En efecto, a una primera negativa
inmediata del presidente del Congreso, Hugo Quevedo y de los roldosistas,
se opuso una enérgica posición socialcristiana. "Si es hora de que por
fin se sepa la verdad en el país, pues que se sepa de una vez", expresó
el socialcristiano Xavier Neira. Y aunque el sigilo se levantó por
unanimidad entre los tensos diputados, la verdad respecto a quiénes se
aprovecharon con información anticipada para retirar sus fondos antes del
feriado bancario, se supo por gotas y solo el primer día del juicio. Así,
Falconí mencionó como beneficiados al ex diputado y actual prefecto de
Los Ríos, Jorge Marún, el diputado Simón Ubilla, el ex ministro Teodoro
Abdo y los ex funcionarios Ana Lucía Coronel, Patricio René Salvador,
Patrick Barrera y Roberto García Saltos. Y aunque el ex Superintendente
dejó en la secretaría del Congreso 60 carpetas, "En las que están todos
los nombres", según confirmó en una urgente rueda de prensa convocada en
la madrugada de su desti- tución, lo cierto es que en tales folios sólo
constan negociaciones legales y algunas ventajosas de certificados de
depósitos pagados en algunos casos al 100% de su valor nominal, hecho del
que fue acusado el propio Falconí con su empresa familiar Plainbridge.
Así, el baño de verdad dejó un poco de jabón por enjuagar. (Texto tomado
de la Revista Vistazo edición 16 nov.)
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