México. 16.08.94. Los tres principales candidatos a la
presidencia de la República mantienen divergencias sobre el
Tratado de Libre Comercio (TLC) con Norteamérica, que ya antes de
su aprobación fue objeto de una cerrada discusión en torno a sus
efectos sobre la economía mexicana.

Las autoridades comerciales de México han señalado, ocho meses
después de la entrada en vigor del TLC, que habrá que esperar al
menos hasta el año 2000 para que se puedan reflejar los
beneficios del acuerdo con Estados Unidos y Canadá.

El presidente mexicano, Carlos Salinas de Gortari, dijo en
reiteradas ocasiones que el TLC, que entró en vigor el primero de
enero de 1994, no era una panacea para la economía, sino un
instrumento más para el crecimiento de México.

La oposición, encabezada por el candidato presidencial del
Partido de la Revolución Democrática (PRD), Cuauhtémoc Cárdenas,
mantuvo una postura crítica al TLC por sus formas de negociación
y sus cuestionadas promesas de crecimiento para el país.

Estancada en la segunda mitad de 1993, la economía mexicana se
reactivó en los ocho primeros meses de este año -el tiempo que
lleva en vigor el TLC- con un crecimiento del 0,4 por ciento, a
pesar de la insurrección del estado de Chiapas el 1 de enero,
cuyos líderes denunciaron al Tratado como un acta de defunción
para las etnias indígenas.

Según los pronósticos de la Secretaría de Comercio, encargada de
las negociaciones del TLC con Estados Unidos y Canadá, las
facilidades incluídas en el acuerdo permitirán que sus beneficios
sean completos para el año 2001.

Para 1994, se prevé un crecimiento económico del 1,8 por ciento
con una inflación del 6,6 por ciento y un aumento del 4,7 por
ciento en las exportaciones.

En pleno año electoral, los candidatos mantienen sus diferencias
sobre el acuerdo, sus beneficios y sus plazos, aunque coinciden
en buscar caminos para obtener el máximo beneficio del TLC en el
menor tiempo posible.

En declaraciones a EFE, Ernesto Zedillo, candidato del oficial
Partido Revolucionario Institucional (PRI) y uno de los
principales promotores del acuerdo cuando era secretario de
Estado, reiteró su opinión de que el TLC significará un aumento
de las exportaciones mexicanas.

"El TLC abre nuevas oportunidades de exportación al eliminarse
gradualmente los aranceles y establecer reglas claras", expresó
Zedillo, considerado uno de los economistas más brillantes del
gobierno de Carlos Salinas de Gortari.

Zedillo expresó su firme creencia en el libre comercio, "pero no
de un comercio injusto" y reiteró que los empresarios mexicanos
deben tener un trato justo y que su gobierno castigará las
prácticas desleales de comercio.

Diego Fernández de Cevallos, aspirante presidencial del Partido
de Acción Nacional (PAN), señaló a EFE que el Tratado "puede y
debe ser un instrumento adicional a los que tiene México para
mejorar".

Afirmó que tal vez esta mejoría no pueda verse a corto plazo
"porque no están dadas las condiciones, (porque) no tenemos nada
a corto plazo para tener realmente un aprovechamiento
trascendente del TLC".

Cevallos dijo que espera que sus beneficios "innumerables",
vengan en la medida en que el acuerdo puede ser un factor de
crecimiento económico, mejore la tecnología, facilite la llegada
de flujo de capitales y la modernización.

Propuso un esfuerzo del gobierno y la sociedad para mejorar la
infraestructura de caminos y ferrocarriles, porque "sin una buena
infraestructura no tenemos manera de competir" y de exportar.

La posición más crítica es todavía la de Cuauhtémoc Cárdenas,
candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD), quien
dijo a EFE que el TLC "aún no empieza a dar los frutos prometidos
por el Gobierno".

"El objetivo del TLC era que pudiera reactivarse la economía y
seguimos en el estancamiento; nos dijeron que empezarían a fluir
las inversiones extranjeras y hasta estos días no se ha visto
este repunte", explicó Cárdenas.

Cárdenas dijo que pugna por un intercambio comercial con
Norteamérica desde que el TLC estaba en negociación y se declaró
partidario de un Pacto de Desarrollo Continental más que de un
simple acuerdo, plan que apoya desde su asistencia al Consejo de
las Américas de febrero de 1991 en Nueva York.

La propuesta vincula "la expansión del comercio y de las
inversiones en la región a las necesidades de desarrollo de
América Latina".

EL PRD: UN PARTIDO JOVEN QUE PONE EN JAQUE AL SISTEMA

El Partido de la Revolución Democrática (PRD), en sus apenas seis
años de vida, y pese a sus querellas internas, ha puesto en jaque
al sistema político mexicano, al que ataca desde posiciones de
izquierdas.

Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, sus máximos
dirigentes, expulsados de las filas PRI, han logrado colocar al
PRD como la tercera fuerza política de México, inmediatamente
después del Partido de Acción Nacional (PAN).

EL PRD, con Cárdenas de candidato, figura en las encuestas para
las elecciones del 21 de agosto en tercer lugar en la intención
del voto, e incluso algunos observadores políticos no dejan de
prestarle atención y le conceden posibilidades de un sorpresivo
triunfo electoral.

Fundado el 5 de mayo de 1989, el PRD aglutinó desde el principio
a decenas de agrupaciones de diversos tendencias: expriístas, ex
comunistas, ex socialistas y numerosos grupos de la izquierda que
apoyaron a Cárdenas en su candidatura a la presidencia de la
República en las elecciones de 1988.

Varios de los grupos que formaron el PRD participaron en aquella
campaña electoral integrados en el entonces denominado Frente
Democrático Nacional (FDN), a favor de la candidatura de
Cárdenas.

En esa ocasión, Cárdenas fue el candidato presidencial de los
partidos de la Revolución Mexicana (PARM), del Frente Cardenista
de Recontrucción Nacional (PFCRN), del Popular Socialista (PPS) y
del Mexicano Socialista (PMS), que se agruparon en el FDN.

Además de esos partidos registrados, apoyaron a Cárdenas el
Partido Social Demócrata, el Partido Verde Mexicano, el Partido
Liberal, la Unidad Democrática, las Fuerzas Progresistas de
México, el Consejo Nacional Obrero y Campesino de México, y una
multitud de organismos sociales del movimiento urbano y
campesino.

Tras la campaña electoral de 1988 y ante la imposibilidad de
impedir lo que ellos consideraron un fraude, que le dio el
triunfo al candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari, Cárdenas
convocó a sus partidarios a construir lo que llamó entonces el
"Partido del seis de julio", fecha de los comicios de 1988.

Unos meses después, el 21 de octubre de ese año, apareció la
convocatoria de un numeroso grupo para fundar el nuevo partido.

Los núcleos que formaron el PRD fueron los miembros de la
Corriente Democrática del Partido Revolucionario Institucional,
los principales grupos comunistas y socialistas agrupados en el
Partido Mexicano Socialista, y otros grupos más reducidos de la
izquierda mexicana.

De acuerdo con diversos analistas políticos, este conglomerado de
facciones -autodenominadas corrientes- se han enfrentado entre sí
para mantener sus espacios de poder y decisión en los órganos del
partido y han impedido que el PRD se consolide como una
organización unificada y democrática.

La campaña electoral de Cuauhtémoc Cárdenas para los comicios del
próximo 21 de agosto, ha demostrado que el partido no tiene
capacidad de convocatoria, sino que está en manos del candidato,
que es quien ha mantenido la unidad interna entre los grupos que
lo formaron.

Desde su creación, el PRD se propuso conquistar el poder político
para instaurar un régimen democrático, retomar los postulados
originales de la Revolución Mexicana y hacer una revisión
exaustiva de las reformas que introdujeron los gobiernos priístas
a la Constitución, que data de 1917.

En la fundación del PRD, Cárdenas afirmó que "restauraremos la
República al fundar sus instituciones en una nueva cultura
política, de libertad, racionalidad y tolerancia" y agregó que
aspiraba a "una nación de hombres y mujeres libres e iguales ante
la ley y ante la vida una patria definida y solidaria".

El PRD obtuvo su registro legal como organización política como
herencia del registro que le cedió el Partido Mexicano
Socialista, el cual -a su vez- había conservado el obtenido por
el Partido Comunista Mexicano en marzo de 1978.

El PRD se propuso la democratización del estado y la sociedad,
respeto a la soberanía popular, a los derechos ciudadanos, la
supresión del partido de estado, abolir el corporativismo,
establecer el equilibrio de poderes federales, combatir la
corrupción y la ineficacia.

Además, se comprometió a restablecer el estado de derecho,
garantizar la seguridad pública, dar autonomía al municipio, a
los derechos humanos, democratizar la comunicación social,
otorgar su dignidad a las fuerzas armadas, y el establecimiento
de relaciones claras Estado-Iglesias.

Entre sus objetivos económicos, el PRD propone una política de
desarrollo, la reestructuración productiva, el impulso al campo y
la industrialización y un régimen jurídico que garantice los
derechos económicos de los mexicanos.

Asímismo se propone impulsar la inversión productiva y la
inversión pública, el ahorro interno, aumentar el gasto social e
impulsar el mercado interno, renegociar la deuda externa y el
Tratado de Libre Comercio con Norteamérica.

El PRD ha sido acusado de intransigente, inclinado a la
violencia, partidario de un sistema caduco que fue superado por
la historia, ataques que han pasado de la polémica política y de
la divergencia ideológica, a la agresión física y al asesinato de
más de 250 de sus militantes. (EFE) (10A)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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