Quito. 16 oct 2000. Cada vez llegan más desplazados colombianos al
Ecuador; sin embargo aún no cuentan con un refugio que reúna las
condiciones humanitarias.

LAGO AGRIO, Sucumbíos, (Gustavo Abad). Eran más de 20 hombres armados
hasta los dientes los que se pararon frente a la casa de Gustavo, un
agricultor colombiano de La Dorada, en el Putumayo.

Oiga paisa, díganos una cosa: ¿usted colabora con la guerrilla?, le
preguntaron. Como así que voy a colaborar con la guerrilla, contestó el
agricultor, a mí no me metan en problemas.

Allí se dio cuenta de que ellos eran paracas (paramilitares) que buscaban
guerrilleros.

Y Gustavo comenzó a dudar si se quedaba a pedirles que no le hicieran
daño o salía corriendo. Quiso gritarles que se fueran, pero los otros se
le adelantaron.

Tienes cinco minutos para largarte de aquí tú y tu familia, pendejo, le
dijo el jefe del grupo.

Luzdari, la mujer de Gustavo; Mailucena, la hija (de 7 años) y Mauricio,
el hijo (4), corrieron toda la tarde, llorando, maldiciendo su suerte. Y
al anochecer les dijeron que estaban cerca de Ecuador. Entonces, ya
entrada la noche, caminaron despacio, en busca de alimento y cobijo. Ya
se habían convertido en refugiados.

Eso ocurrió hace tres semanas. El sábado anterior, Gustavo estaba sentado
en el umbral de una vieja casa de madera, en las afueras de Lago Agrio,
que sirve como refugio de colombianos que comienzan a llegar a Sucumbíos.

Todo lo que gané en siete años de trabajo en mi finca lo perdí en cinco
minutos... estoy con la moral por lo bajo, pues, dijo.

Al sitio llega José, otro colombiano que llegó hace una semana al
refugio. Yo, en cambio, no sé si fueron los paras o los guerrilleros los
que mataron a mis tres hermanos, relata José. El domingo pasado, como por
la tardecita, yo iba llegando a mi casa cuando escuché los disparos. Los
tipos me siguieron, pero logré escapar.

José, al igual que la familia de Gustavo, lleva una muda de ropa.

Ahora está tratando de que las autoridades ecuatorianas le den un
salvoconducto de refugiado para trabajar. Aquí no nos han dicho qué va a
pasar con nosotros. Quiero decirles que no desconfíen, pues tienen la
dicha de que nadie los saca a bala de su casa.

Relato de un testigo

FRANCISCO DE ORELLANA, (Gustavo Abad). Cuando le pusieron el cañón de una
metralleta en la frente ni siquiera se le ocurrió pensar en una negativa
a los requerimientos de los secuestradores, que le repitieron una y otra
vez "llévanos donde están los gringos, llévanos donde están los
gringos...".

Lo anterior es el relato del chofer del campo petrolero de Pompeya
(Orellana), quien fue la primera persona en caer en manos de los
secuestradores.

El chofer dijo que 40 hombres, con ropa militar, aparecieron en Pompeya,
Allí lo obligaron a acompañarlo en una camioneta hasta Amoa, en donde
capturaron a cuatro técnicos mientras dormían.

En el camino se dedicaron a desactivar los sistemas de comunicación por
una distancia de aproximadamente 120 kilómetros hasta llegar al sitio
Ginta B, en donde dieron el segundo golpe. Allí capturaron a los seis
restantes y se apoderaron del helicóptero Super Puma.

Al final los secuestradores lanzaron consignas en contra del Plan
Colombia y de Estados Unidos y aclararon que no tenían nada en contra del
Ecuador.

Intensa búsqueda

PUYO, (Marcelo Gálvez y Elio Ortega). Mientras en Quito el Gobierno se
maneja con hermetismo, en la Amazonia los rastreos militares se
intensifican para dar con el paradero de los diez extranjeros
secuestrados.

El vicepresidente Pedro Pinto analizará hoy con el alto mando militar y
los ministros del ramo los detalles de este caso.

Al momento los militares manejan la hipótesis de que los secuestradores
serían ecuatorianos y por las características de sus movimientos se
asemeja al grupo que el año pasado ejecutó el secuestro de unos
extranjeros en la zona de Tarapoa.

Mientras, en la selva amazónica un helicóptero Super Puma y 200 comandos
Iwias de la IV División del Ejército Amazonas fueron dispuestos para la
búsqueda de los secuestrados.

El Crnel. César Molina, comandante de la BS-19 Napo, señaló que al menos
tres mil hombres realizan el rastreo.

Indicó que los puentes, las líneas de producción petrolera, el oleoducto
y centrales eléctricas se encuentran resguardadas.

El paso de colombianos se encuentra restringido por el puente San Miguel
en Sucumbíos.

Albergues en construcción

LAGO AGRIO, Sucumbíos, (Gustavo Abad). El padre Édgar Pinos es el
provicario de la iglesia de San Miguel de Sucumbíos y el encargado de
coordinar la adecuación de los albergues para los refugiados colombianos
que llegan a esa provincia.

Se calcula que un promedio de 200 personas salen diariamente del vecino
país en busca de refugio en Ecuador.

No todas se quedan en Sucumbíos. Algunas avanzan hacia Quito y retornan a
su país por otro sector de la frontera.

No obstante, los que se quedan necesitan una atención urgente, según
comenta Pinos.

Existen varios albergues en proceso de adecuación, pero son temporales.

Al momento se construyen los albergues permanentes, que estarán mejor
acondicionados, gracias a los fondos enviados por el Alto Comisionado de
las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

Pinos dijo que para los próximos tres meses se necesitarán 300.000
dólares para la atención de los refugiados, pero que esa cifra seguirá en
aumento según se incremente la llegada de desplazados colombianos. (Texto
tomado de El Universo)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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