Quito. 13 may 97. El contrato de remediación solo contempló
139 de las 632 piscinas con desechos. La empresa dice que
inclusive se ha superado lo estipulado.

Los resultados de la remediación ambiental en la Amazonia
afectada por la explotación petrolera no convencen a todos.

Mientras Texaco, la petrolera encargada de llevar a cabo este
proceso, según lo expuesto en unas declaraciones aparecidas en
diario Hoy el 30 de abril, afirma que "se está heredando al
país una cultura de manejo sustentable", los miembros de la
Unidad de Protección Ambiental de Petroecuador (UPA) solo
tienen críticas a lo desarrollado.

En mayo de 1995 Petroecuador, el Ministerio de Energía y
Texaco firmaron un convenio denominado "Contrato para la
ejecución de trabajos de reparación medioambiental". Este
documento se centra en la limpieza de piscinas de desecho,
superficies de terreno en las que se ha concentrado el crudo y
otros materiales, fruto de 26 años de explotación petrolera de
la empresa en 15 campos petrolíferos y 22 estaciones de
producción, ubicados en las provincias de Napo y Sucumbíos,
sobre un total de 479.974 hectáreas.

Las piscinas, con el transcurrir de los años, se convierten en
focos de contaminación permanentes, pues el agua lluvia
penetra libremente mezclándose con los desechos. El agua
derramada termina en esteros y lagos, afectando la vida
animal, vegetal y a las comunidades indígenas que la consumen
diariamente.

Según un análisis efectuado por la UPA, el contrato contempla
solo 139 de las 632 piscinas construidas por la empresa. ¿Qué
pasó con las 493 restantes?, simplemente no fueron tomadas en
cuenta. Además, la UPA ha cuestionado el trabajo cumplido en
las piscinas limpiadas. Iván Narváez, jefe de esta unidad,
enumera las críticas.

"La Texaco nunca reinyectó las aguas de formación asociadas al
crudo, la inversión para cumplir con este proceso debió llegar
a los 20 millones de dólares y apenas se ha invertido cuatro;
eso quiere decir que no se consideró la calidad de los
trabajos de reparación ejecutados".

El representante legal de la empresa en el país, Rodrigo
Pérez, indica que Texaco superó el número de piscinas tratadas
estipuladas en el convenio. "En tres meses más todo el trabajo
estará concluido. Hemos limpiado 246 piscinas y se han
reforestado las zonas afectadas. La empresa siempre reconoció
que existe un daño ambiental, y que estamos dispuestos a
remediarlo".

Para solucionar este conflicto se pondrá en marcha un proceso
de auditoría ambiental, cuyos resultados definirán si la
petrolera tendrá que repetir el trabajo de limpieza. Pero
¿cuáles son los alcances de la remediación?

La empresa Pecs-Desmi ha limpiado 70 de las piscinas dejadas
por la Texaco. Según su representante Francisco Ramón, se
consiguió dejar libre a la Amazonia de más del 50 por ciento
del crudo derramado en los tres últimos años.

"Este trabajo se realizó en 10 meses manteniendo en gran parte
del tiempo 32 fuentes de trabajo. La recuperación total
obtenida es de 50.000 barriles de crudo, el mismo que se ha
reutilizado para la producción o para transformarlo en
asfalto, como en el caso del tramo de la vía Lago
Agrio-Tipishca".

El método utilizado en la limpieza es el rociado a alta
presión de una disolución de agente biodispersante en agua.
Mediante un compresor y una manguera se inyecta aire en el
fondo de una piscina para ayudar a la mezcla de la disolución
con el crudo. Luego el crudo es evacuado y filtrado para
eliminar arena y otros sólidos.

Después de 60 días el fondo y la superficie de la piscina
quedan limpios y listos para la reforestación. Para Gustavo
Pinto, director del Instituto Superior de Investigaciones de
la Facultad de Geología Minas y Petróleos de la Universidad
Central, los resultados obtenidos no tomaron en cuenta un
factor: el contenido total de hidrocarburos resultantes en el
suelo luego de efectuada la limpieza.

"No existía una comprensión total del trabajo el momento de
firmar el convenio, pues en el país no existe una norma para
realizar este control".

En octubre, durante la realización de un Congreso de Geología
Minas y Petróleos, se mencionó la ausencia en los resultados
de las mediciones de este factor. La propia empresa fue
notificada para realizarlo. Según Pinto, solo desde hace ocho
meses atrás lo está cumpliendo.

Si se toma en cuenta que los laboratorios de la U. Central
trabajaron en la fase evaluatoria del proceso de remediación
desarrollado por la Texaco, es fácil comprobar que el eco de
inconformidad sigue creciendo.

El comienzo * El mayor problema que tienen las piscinas de la
Amazonia es el agua de formación que sale de las
profundidades, con un alto nivel de hidrocarburos, calor y
sales.

El crudo sale * La limpieza inicia retirando escombros y
basura, luego se hecha un agente biodispersante. Con una
manguera se inyecta aire en las piscinas para ayudar a la
mezcla.

La filtración * El fondo es removido. El crudo es filtrado
para evitar la presencia de arena y otros sólidos. Algunas
veces se lo utiliza para realizar asfalto en frío para las
carreteras.

Los daños * Una limpieza puede durar hasta seis semanas.
Petroecuador denuncia que la reforestación no avanza por las
filtraciones de crudo. La zona jamás recupera su estado
natural.

Seguros: un salvavidas difícil de utilizar * Las condiciones
en las que se realiza la explotación petrolera en América
Latina, no permiten que una aseguradora se haga responsable de
los daños ambientales causados por un derrame, como acontece
en otros países, especialmente en Estados Unidos.

Lo máximo a lo que se puede recurrir es a asegurar vehículos,
torres y en general la infraestructura para la exploración y
extracción de crudo. (Texto tomado de EL COMERCIO)
EXPLORED
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