Quito. 03.03.94. Oscar Arias, ex presidente de Costa Rica
(1.986-1.990), dirige en su país la Fundación Arias para la Paz y
el Progreso Humano y es también presidente de la agencia de
noticias IPS. La concesión en 1.987 del Premio Nobel de la Paz,
otorgó especiales credenciales a este líder político e hizo que
el mundo volteara a ver a Costa Rica. Presionado por quienes
esperaban un secretario centroamericano para la OEA, Arias estuvo
interesado en aquel foro, que pese a su marasmo, es una fruta
apetecida. Pero las cartas estaban echadas, y para él se trata ya
de un "capítulo cerrado".

Su partido, Liberación Nacional- que puso al mando del Estado a
controvertidos presidentes (Oduber, Monge)- reforma este año al
poder en la figura de Figuras, hijo del histórico caudillo
costarricense.

Crisis de liderazgo

-Hoy que la crisis de liderazgo se está convirtiendo en un tópico
en América Latina, hay quienes claman - frente al vacío de poder-
por un liderazgo fuerte. Fujimori o Yeltsin, por ejemplo, son
vistos como los "cowboys" de la Política en momentos de crisis.
¿Qué opina?

-Yo coincido en que en esta nueva etapa difícil, de transición,
que vivimos, los pueblos reclaman que se les señalen sus nortes,
que se definan los objetivos concretos. Pero el líder fuerte no
es aquel que viola la Constitución para por fuera de la Ley
lograr sus metas, sino aquel que sabe conducir a su pueblo, en
momentos de temores, porque sabe lo que quiere. Nuestros líderes
de hoy dejan mucho que desear si los comparamos con los de ayer,
con un Truman, un De Gaulle, un Adenauer. Hoy el lider no lidera,
sino que es liderado por eso que llaman opinión pública, y que se
mide a través de las encuestas. No hay líderes hoy con el coraje
y la claridad para ejercer el liderazgo. ¿Cuál era el resultado
de esa cultura de la encuesta de opinión?"

-Pero más allá de un problema de opinión pública, tiene todo esto
que ver con una centralización del poder mundial, a tal punto que
las decisiones se toman en el mundo de las corporaciones y las
altas finanzas, donde no hay posibilidad de democratización
alguna.

-Si bien eso es cierto, yo creo que la orientación del país la da
el gobernante. Sigo pensando que es el temor a qué dirá la
opinión pública lo que inhibe a los gobernantes a hacer cosas que
son impopulares en sus países pero necesarias para salvar a la
humanidad de los miles de desafíos que enfrenta. El Presidente
Bush, luego de ganar la guerra del Golfo, tenía una popularidad
que hacía improbable que le arrebataran la presidencia, sin
embargo la crítica de que había descuidado el frente interno le
hizo perder las elecciones. Clinton ganó por el acento que puso
en la solución de los problemas internos.Un lujo que un
Presidente de una superpotencia no se puede dar.

-Hay la emergencia de un nuevo tipo de liderazgo distinto del
tradicional. Fujimori es quizás el arquetipo de eso. En los
procesos electorales participan personajes como un Max Fernández
en Bolivia, o ahora en Panamá, un Rubén Blades. ¿Cómo caracteriza
usted estos fenómenos?

-La emergencia de estos personajes refleja el enorme desprestigio
en el que han caído los partidos políticos en nuestro medio. La
demagogia decía que el Príncipe si no le hace daño a su pueblo le
hace mucho bien. Yo tuve la fortuna de salir de la presidencia
haciéndole mucho bien a los costarricenses, por haber tenido el
coraje de interpretar las tradiciones de mi pueblo y por
enfrentarme a Washington cuando quería imponer la guerra en mi
país. Pacificamos Centroamérica y logramos un crecimiento
económico de 5% anual.

-Su gobierno, con el Programa de Ajuste Estructural, siguió el
camino de los organismos financieros internacionales, y si
hacemos una revisión de los gobiernos de algunos colegas
socialdemócratas suyos -Carlos Andrés Pérez y el "caracazo",
Alfonsín y la hiperinflación y el adelanto de las elecciones, Paz
Zamora y su modelo ortodoxo neoliberal- concluimos que el
proyecto socialdemocrata no existió.

-Yo le diría que la democracia no debe tener apellidos, hoy en
día ha perdido significado el que tengamos que usar el adjetivo
socialdemocrata o democratacristiano, para pensar tan solo en dos
movimientos políticos importantes. No digo que se están
desdibujando las ideologías, sino que estos nombres han perdido
buena parte de su sentido. En América Latina los políticos han
traicionado la confianza de los pueblos que los eligieron. Pero
yo creo que algunos hicimos lo que había que hacer. Los gobiernos
no pueden seguir financiando enormes déficit fiscales con emisión
monetaria de manera irresponsable, seguir atizando procesos
inflacionarios que castigan a los más humildes, promoviendo tipos
de cambio ideales que desestimulan al exportador. Esta es una
historia superada en América Latina. Todos estos equilibrios
macroeconómicos, no importa la ideología, deben manejarse con
enorme responsabilidad. Una política monetaria irresponsable
tiene consecuencias en Brasil así como en China Continental.

-Cuando se dice triunfalmente que la América Central de hoy,
luego de los procesos de paz, ya es otra, uno no puede menos que
dudar. Los viejos problemas persisten, la reconstrucción
económica y política es dura e incierta en Nicaragua, en El
Salvador. Guatemala aun vive en estado de guerra. ¿Como ve usted
la situación de hoy?

-Uno no siempre puede estar satisfecho con lo que se ha
alcanzado, uno se puede preguntar: por que no hicimos más. Sin
embargo, yo creo que, por ejemplo, la situación en El Salvador es
mil veces mejor que la que se vivía 7 ó 9 años atrás. El haber
logrado la mediación de Naciones Unidas en ese proceso de paz fue
determinante, eso aceleró el proceso de pacificación. Fue con el
presidente Freddy Cristiani que se logró que el ejército
salvadoreño aceptara la mediación de la ONU. Pero ¿podemos
confiar en que lo que se ha logrado es irreversible? Yo diría que
sí, lo que se ha avanzado es mucho y no va a ser posible echar
marcha atrás. ¿En qué otra parte del mundo se puede ver a un
guerrillero como Shakik Handal aspirando a ser alcalde de la
capital de su país? En Nicaragua, en el 90, se realizaron las
elecciones más libres en la historia del país, tan libres que
perdió el FSLN. Yo sí creo que la situación es otra, hoy los
presidentes se reúnen para tratar problemas que tienen que ver
con la paz, no con la guerra."

-¿Cómo ve la situación de Cuba a corto plazo?

-Quisiera ser más optimista de lo que soy con respecto a los
cambios que sueño para Cuba, pienso que no se están haciendo las
cosas correctamente. Yo propiciaría el diálogo entre el gobierno
de Fidel Castro y la oposición, y hablo de los cubanos que están
dentro así como los del exilio, para que sean los cubanos los que
definen el futuro de ese país. Como en Centroamérica, así como
habrá de suceder en Medio Oriente, el diálogo produce milagros.
De allí debería salir un compromiso de Fidel para elegir a los
constituyentes que habrían eventualmente de redactar una nueva
Constitución democrática par la Cuba del mañana. Pero creo que
nada de eso va a hacer Fidel Castro si no le regalamos unas
cuantas zanahorias. Por eso creo que la Ley Torricelli es un
error de Estados Unidos. Las sanciones económicas castigan a los
pueblos y no a los gobernantes. Me cuesta mucho justificar la
doble moralidad cuando se levanta el embargo a Vietnam para que
el inversionista norteamericano vaya a competir con el
inversionista de Japón, Singapur, Corea del Sur,. mientras que no
se le permite invertir una peseta en Cuba. De tal manera que si
se utilizara como incentivo el levantamiento del embargo, por un
lado, y la devolución de la base de Guantánamo, por otro, esto
permitiría que Castro justifique ante su pueblo el tomar otro
camino e iniciar una apertura económica y política. Porque la
libertad es indivisible. Pero este es el terreno de lo
hipotético: no veo a la administración del Presidente Clinton
dispuesta a rectificar en el corto plazo.

OEA: Capítulo cerrado

-Ud. ha condicionado la aceptación a su candidatura a la OEA
siempre que el canciller Niehaus retire la suya. ¿Es una fruta
apetecida la OEA?

-Desde hace unos ocho meses una serie de amigos míos en EEUU
-sobre todo intelectuales, senadores, diputados- me manifestaron
que les parecía incomprensible que si Costa Rica presentaba un
candidato a la OEA ese candidato no fuera yo. Desde entonces he
tenido mucha presión. Mis amigos me decían que lo que yo hago
desde la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano allá en
San José, lo podría hacer con mayor fuerza desde la OEA. Y eso me
motivó a considerar el asunto. Yo condicioné el que mi nombre se
considere para la OEA al retiro de la candidatura de mi
compatriota, el canciller Niehaus. Sería absurdo que hubiesen dos
candidatos de un mismo país y no permitiría que fuese otro
gobierno distinto al mío el que presentase oficialmente mi
candidatura. El presidente Calderón ha dicho que seguirá apoyando
a Niehaus aunque al final logren tan solo tres o cuatro votos.
Por eso para mí es un capítulo cerrado."

-A estas alturas se da por descontada la elección del presidente
Gaviria con el apoyo del TLC y tantos otros países de la región,
y se considera que el presidente colombiano podría darle el
impulso necesario a la OEA. ¿Cómo ve el futuro de la OEA?

- Yo creo que terminada la guerra fría el mundo tiene que avanzar
hacia la redefinición del cocepto de seguridad. En el futuro, la
seguridad no nos la van a dar los cánones.. La seguridad va
depender de que podamos terminar con el analfabetismo, la
pobreza, la droga, la desigualdad, la degradación del medio
ambiente. Yo sí creo que tenemos que pensar más y más en la
seguridad colectiva de los organismos internacionales, sea la
ONU, la OEA. Pero, en última instancia será la personalidad del
futuro secretario general la que defina si la OEA se ha de
convertir en el organismos que todos quisiéramos que fuese o si
seguirá siendo un organismo incapaz de responder a los retos de
hoy. (9A)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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