Hace pocas semanas, el Museo de la Ciudad presentó su proyecto "Divas de la Tecnocumbia", que en algunos sectores de artistas y estudiosos generó discusión.
Sin embargo, superada la coyuntural polémica, más allá de si hubo o no racismo, queda por reflexionar sobre el fenómeno de la tecnocumbia en sí.
¿De dónde surge este género musical calificado por muchos como de mal gusto? ¿Qué fuerzas han llevado a una multitud a escucharlo y seguirlo? ¿Es la tecnocumbia el sonido nacional o popular como muchos suelen proponer? ¿Qué elementos musicales constituyen este fritmo? Es eso lo que Esteban Michelena y Hernán Ibarra tratan de responder en sus textos. (BG)

Los datos

Los ídolos

Según la investigación realizada por Alfredo Santillán y Jaques Ramírez, auspiciada por el Museo de la Ciudad para su proyecto "Divas de la tecnocumbia", los principales ídolos populares de este género musical son: Rossy War, Sharon "la hechicera", Widinson, Hipatia Balseca y Azucena Aymara. A estos, Santillán agrega los nombres de María de los Angeles, Tierra Canela, Magia Latina, entre otros.

Los escenarios

Esta misma investigación clasifica a los espacios donde se presenta la tecnocumbia en: masivos, barriales y cerrados. Los primeros “son de gran alcance en cuanto a público y cartelera artística. En ellos se presentan por lo general entre 10 y 15 cantantes” y asisten más de 2 mil personas. Estos se realizan en el coliseo Julio César Hidalgo, coliseo Rumiñahui, Agora de la Casa de la Cultura, estadio del Aucas.

En los barrios

Los barriales se realizan en lugares públicos como coliseos, plazas, canchas deportivas de diferentes zonas de la ciudad. A estos asisten “entre 400 y 1 500 personas, la mayoría pertenecientes al barrio donde se realiza el espectáculo.” Los circuitos cerrados o discotecas son un nuevo sitio para estos conciertos y son exclusivos en la medida en que su infraestructura cubre una capacidad no mayor a 200 personas.

El público

Por lo general, a estos espectáculos asisten personas de diferentes edades y ambos sexos.
Según Santillán y Ramírez, sus “motivaciones principales para asistir son: la música, el baile, los/las artistas y el consumo de alcohol, lo que denominan como ‘el ambiente’ que se desarrolla en estos lugares.”
Sin embargo, estos espectáculos no son exclusivos para la tecnocumbia.

Los temas

Según la investigación, los temas recurrentes de la tecnocumbia, al igual que la rocola, se interesan por lo amoroso, “sobre todo, decepciones amorosas e infidelidades”.
Sin embargo, “existen otros aspectos que se han "redireccionado" en la tecnocumbia tales como la desestructuración de la pareja y la familia por motivos de la migración o las relaciones entre hombres y mujeres dentro de la esfera pública.”

Por la Internet

La tecnocumbia ha tratado esta temática a partir de la creación de canciones específicas. Como ejemplo, Azucena Aymara interpreta el tema "Por Internet":
"Por Internet todo mi cariño te lo mandaré, / por Internet un millón de besos te los mandaré. / Que te llegue a cualquier parte del mundo, / a España, a Europa, a Nueva York. / Más deprisa que el mismo pensamiento / yo te envío mi amor con mucho amor."

"Nos carcome un círculo vicioso..."

El ritmo se desarrolla entre divas y cantantes de Karaoke

Por sus antecedentes en el país, es desde la rocola desde donde se da una migración hacia la tecnocumbia o esta “música para ver”, que apela a un público que –con el boom rocolero agotado a principios de los 90- quedó listo para una variación y no una ruptura, que sí constituyen las bandas roqueras, surgidas en la misma década.
La tecnocumbia peruana provocó un fenómeno de masas, el rock no es rentable; la industria optó por lo seguro: tangas y siliconas desplazan a esos músicos de terno acompañando a unos cantantes gordos y dramáticos o a sufridoras voces femeninas. Simple: una vedettización de un repertorio "pegado" en una red de medios y una reducción de la "música" a su mínima expresión. Hay sí, una respuesta ante la imagen: precarios vídeos y coreografías registran la migración de ecuatorianos.
¿Cuándo, tras JJ hubo algo que quisiera erigirse en sonido nacional? La tecnocumbia no incluye referentes negros, andinos ni costeños; como música en serie que es, agrega, pero no fusiona. Los cubanos Eduardo Sánchez de Fuentes y Jorge Ibarra recuerdan: "no es la yuxtaposición de elementos sino su recreación lo que constituye la música popular y ojo con asumir como populares los repertorios de consumo masivo".
Por los imaginarios que estos cantantes construyen hay una responsabilidad no asumida. El estadounidense Leroy Jones escribió que el bebop (la edad más desenfadada del jazz), “lo creó el pueblo”. ¿Para qué? En el caso de los Parker y Coltrane -sacrificando su espacio en el mercado- como respuesta a la industrialización del jazz desde los negocios de los blancos. Cuando Paco de Lucía marcó el futuro al flamenco, expuso a su tradición a una batalla que dignificó a los gitanos y elevó su sonido como orgullo español.
Se trata de valores que en la tecnocumbia y la rocola ni chiflan, pues muelen un repertorio que acompaña el estado de las cosas. Me imponen el rotulito de "sudaca" que pronto será de "inviable registrado" o "paria planetario". ¿Y qué dice mi música? “Aquí... jodido, pero contento” (¡?) Torturar conceptos para hallar en la tecnocumbia a la música popular o el sonido nacional y hacer la vista gorda con sus carencias, es hacerle el juego a una industria que, agazapada en los traspatios, capitaliza las circunstancias.
“Divas...”: ¿Requiere esa cultura que promocionan la bendición del establecimiento al que cuestionan? ¿Supo el alcalde del riesgo? ¿Quiso sumar cinco centavitos de capital político acercándose a una mayoría despreciada pero que llena plazas? Salvo lo musical con La Grupa, imposible tragarse cómo Divas y cierta opinión trataron un tema digno de más respeto y ninguna "solidaridad".
El chiste costó $40 000, que salen de sus impuestos y del compatriota que se rompe el lomo en España... ¡oyendo tecnocumbias! Mejor, invertir en una escuela de capacitación para los ecuatorianos que sueñan darse el honor de ser artistas populares. Pero cantantes de verdad. ¡No de karaoke!
La demagogia no ha sido patente solo de la depredadora clase política ecuatoriana. De chanfle en chanfle y sin querer queriendo, como dice el Chavito; ante la sociedad y la opinión pública, a los protagonistas y consumidores de la tecnocumbia se les creó una expectativa y al final se les excluyó, "longeó" y abochornó. Nos carcome un circulo vicioso al que no hay nada que celebrar. Tampoco su banda sonora y peor su manipulación o experimentos irresponsables. ¡Dale no más! Si los aviones en nuestro país igual vuelan a ese grito.
¡Dale no más!
Ahí tienen.
Esteban Michelena
Periodista y escritor. Especialista en música popular. Ha publicado artículos sobre estos temas en varias revistas nacionales y extranjeras. Es autor de la novela Atacames tonic


"Es la creación de un espacio cultural"

La corriente musical es una nueva propuesta de consumo

La tecnocumbia es la fase superior de la ya histórica conexión de la cumbia colombiana con los géneros musicales andinos de Ecuador, Perú y Bolivia. Es un modo de denominar a la cumbia andina en un nuevo ciclo de producción y consumo desplegado a fines del siglo XX en el Perú y proseguido con características algo diferentes en Ecuador.
En los orígenes se halla la inicial transformación de los géneros regionales de la Costa atlántica a una música adoptada por otras regiones de Colombia. Ello ocurrió entre 1940 y 1950 por impulsos de la industria fonográfica y los circuitos radiales.
La influencia de la industria cultural colombiana hizo que se procesara una llegada de la cumbia a través de la forma de la big band, que fue exitosamente asumida por destacadas orquestas venezolanas. En el Ecuador, Blacio Jr., en Guayaquil y Salgado Jr., en Quito, fueron claramente en las décadas del cincuenta y sesenta las orquestas que divulgaron ritmos colombianos y antillanos.
Los sanjuanitos, yaravíes o pasacalles ecuatorianos y los huainos peruanos encontraban una nueva forma de musicalización que asumía el ritmo de cumbia. El aparecimiento de un nuevo tipo de conjunto musical con órgano y bajo eléctrico y percusión facilitaba la tarea. A esto se lo llamó cumbia andina.
En la década del setenta, el repertorio de las orquestas y conjuntos de música tropical incluía, básicamente, ritmos colombianos, algo de salsa, boleros, combinando, sobre todo al fin de las fiestas, ritmos ecuatorianos tropicalizados.
Con la aguda competencia de los discomóviles se advierte la declinación de orquestas y conjuntos en la década del ochenta. En ese escenario sobrevivían pequeños conjuntos musicales como el de Ricardo Suntaxi, que mantiene un público devoto entre los sectores populares. Es también un tiempo de penetración de la música folclórica boliviana. Un éxito de la cumbia andina peruana, "El aguajal" es representativo de esa década. Los huainos son cantados en los festivales rocoleros.
A finales del siglo XX se advierte una transformación de la cumbia andina peruana en lo que se ha denominado tecnocumbia. Se trata de la incorporación de elementos electrónicos de instrumentación y generación del sonido junto a un papel protagónico de figuras femeninas. Este nuevo estilo se propaga rápidamente hacia Ecuador y aparecen un elenco de nuevas figuras y otras antiguas provenientes de la canción rocolera. Aun más, conjuntos de clara raíz indígena, retoman ritmos tradicionales que adoptan la forma tecno. Incluso las bandas populares incorporan teclados y bajo.
La tropicalización de la música andina corresponde a la creación de un espacio cultural internacional que implica determinadas empresas culturales y públicas que expresan una nueva manera de generar y consumir la música. Detrás de la tecnocumbia, en realidad, existe un sólido aparato de promoción que incluye circuitos de radio, televisión y espectáculos. Su amplia acogida en los sectores populares urbanos y rurales evidencia un hecho de amplia difusión.
Por ello, la propuesta del Museo de la Ciudad supuso la creación de un experimento que promueve el vínculo de dos mundos de vida. El uno, proveniente de una sensibilidad de las capas medias ilustradas, y el otro, de un ascendente empresariado popular relacionados en un proyecto multicultural.
Más allá de las controversias y polémicas que ha generado el experimento, se encuentra aquello de que en la sociedad ecuatoriana hay mundos superpuestos donde los vasos comunicantes están social y culturalmente atravesados por fuertes barreras.

Hernan Ibarra
Sociólogo. Ha publicado varios libros y ensayos. Ha realizado estudios sobre música. Según él, la tecnocumbia es una "fase superior" de la cumbia colombiana

EXPLORED
en Ciudad QUITO

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