Quito. 09 ene 96. Más allá de reconocer la validez del modelo
implantado por el actual Gobierno, es preciso recordar que el
comportamiento de las tasas de interés activas, pasivas y
reales ha sido errático en los dos últimos gobiernos.

En efecto, si recordamos que la inflación promedio de 1989 fue
de 75,6% y las tasas activas promediaron el 48%, estas en
términos reales fueron negativas (-28%); es decir, el sector
empresarial obtuvo un crédito barato mientras los ahorristas
se descapitalizaron.

El siguiente año la inflación bajó drásticamente al 48,5% y
las tasas de interés subieron en promedio al 51% siendo estas
en términos reales positivas tan solo en el 2,5%. La
situación se mantiene en años siguientes en que las tasas de
interés reales oscilan entre el 4% y el 7%.

Fue 1994 el año en el que se revierte una tendencia histórica
de tasas pasivas negativas, pues los ahorristas venían siendo
afectados doblemente en el período 1989-1993 ya que por un
lado los intereses que recibían estaban por debajo de la
inflación con lo cual sus rendimientos eran negativos
llegándose en 1992 su peor momento ( menos 17,25%), hasta
convalidarse en el año 1994 en que sus rendimientos son
positivos en un 13% y alcanzando en el presente año la
situación más ventajosa porque sus tasas pasivas en promedio
superan en un 23% al índice de inflación.

Todo esto ha determinado, según señala el CEA, que los
sectores productivos que demandan crédito sientan la
imposibilidad de renovar las operaciones y la cartera vencida
se eleve deteriorándose además el patrimonio técnico del
sector financiero.

EL ESQUEMA DE LA REACTIVACION

Quito. 09 ene 96. Las autoridades monetarias han evaluado la
iliquidez prevaleciente para impulsar la reprogramación de los
pasivos de las empresas en un monto superior un billón de
sucres.

El plan tiene por objeto redescontar las operaciones de
crédito de corto plazo otorgadas por el sistema financiero
hasta el 30 de noviembre pasado y que fueron destinadas a
financiar activos fijos y capital de trabajo ya se trate de
actividades productivas, de la construcción y de servicios.
De esta manera se financiaría en plazos de hasta 5 y 6 años
según se trate de capital de trabajo o activos fijos, con
períodos de gracia de un año y 6 meses, respectivamente.

La Corporación Financiera Nacional como responsable de este
plan de reactivación ha diseñado formularios y requisitos muy
precisos ya sea para la evaluación y aprobación de los
descuentos así como respecto de las condiciones generales que
deben cumplir los beneficiarios finales que deberán llevar un
sistema de contabilidad y control interno adecuados al tamaño
y giro de sus negocios y presentar estados financieros
semestrales debidamente auditados mientras se encuentre
vigente la operación de crédito.

Por su parte, la instituciones financieras que intermedien en
estas operaciones deberán supervisar las actividades del
beneficiario final y el monto máximo de redescuento para cada
una de estas instituciones equivaldrá al 30% del patrimonio
técnico.

ESCEPTICISMO EN SECTORES PRIVADOS POR ALTAS TASAS PARA EL
BILLON DE SUCRES

¿A qué interés la reactivación?

En riesgo el programa de reactivación del Gobierno: las altas
tasas de interés, equivalentes a las que cobra el sistema
financiero, con las que el Gobierno ha puesto a disposición de
los sectores productivos la línea de crédito de un billón de
sucres para lograr la reactivación económica y superar la
iliquidez provoca que los sectores productivos se muestren muy
escépticos con las posibilidades reales de este programa.

Esto se puede interpretar de un estudio realizado por el
Centro de Estudios y Análisis (CEA) quienes señalan que "el
anuncio oficial dado por el Presidente de la República de
movilizar un billón de sucres para la reestructuración de los
pasivos de las empresas, ha generado una reacción paradójica
de optimismo e incredulidad".

En ese contexto, la consultora vinculada a los sectores
empresariales del país ubica la necesidad de revisar los
antecedentes mediatos e inmediatos de la crisis financiera que
afecta a importantes actividades productivas.

Tipo de cambio, inflación y tasas de intéres

El CEA señala que el modelo económico aplicado por el Gobierno
propuso una baja sostenida de la inflación con un anclaje
relativo del tipo de cambio por debajo de la inflación y una
flotación de las tasas de interés.

El reclamo de los exportadores fue insistente en 1994, porque
el deslizamiento del sucre frente al dólar americano fue
insuficiente y el índice efectivo real bajó de 87 a 85 puntos
entre enero y diciembre en promedio. Inclusive frente a
Estados Unidos el índice bilateral real bajó de 92 a 85,
situación que en algo se neutralizó, porque frente a Colombia
se elevó de 97 a 116.

Lo anterior determinó que para 1995 se proyecte una
devaluación del 12% que sumada la inflación internacional
permitirían a los exportadores mantener su nivel de
competitividad, frente a una inflación inicialmente programada
entre un 15% y un 17%.

Fue, dice el análisis de la consultora privada, la guerra con
el Perú lo que obligó a realinear tanto la banda de flotación
cambiaria cuanto la meta inflacionaria, pero las tasas de
interés subieron artificiosamente por decisión de la autoridad
monetaria para evitar la fuga de divisas y la situación
comenzó a corregirse, pues de una tasa real de 36% en el
primer trimestres bajó al 31% en el segundo y al 27% en el
tercero. Lamentablemente, la agudización de la crisis
energética y el efecto de la crisis política unidas a un alto
factor especulativo de determinados bancos empujó la tasa real
de interés al 37% a fines de diciembre, situación que ha
generado un problema de iliquidez, que es el problema que el
Gobierno intenta solventar con el programa del billón de
sucres.

CONCLUSIONES

Quito. 09 ene 96. El análisis conlleva varias conclusiones
comenzando por la advertencia de que "el problema de
iliquidez y altas tasas de interés ya no puede ser atribuible
a un rezago del tipo de cambio", y por lo tanto se hace
innecesaria una macrodevaluación.

1995, insiste el CEA, terminó confiriendo a los exportadores
por lo menos 10 puntos porcentuales por encima de la pérdida
competitiva que generó la inflación interna y ello de alguna
manera compensa el rezago del pasado.

El análisis de la ocurrido al cerrarse el ejercicio de 1995
lleva a la reflexión de que fue el mal manejo de la crisis
energética pero sobre todo la crisis política y la
especulación lucrativa lo que ha determinado el desbordamiento
paralelo de dos elementos fundamentales del modelo económico,
puesto que el sucre se depreció en 11% en apenas 90 días y las
tasas reales de interés subieron del 27% al 37%, así mismo en
los últimos 3 meses.

Sería absurdo pensar, por consiguiente, que esta situación se
mantenga en 1996 aún más, cuando el Gobierno ha decidido
cortar por lo sano este problema y reestructurar los pasivos
en plazos que pueden ser perfectamente asimilados por los
agentes económicos afectados.

El Gobierno nacional está obligado a propiciar el éxito de su
plan de reactivación y para el efecto las tasas de interés con
que se inicie el programa de reestructuración de pasivos no
pueden ser mayores, por todo concepto el 40%, lo que significa
que la Corporación Financiera Nacional para estructurar su
esquema de financiamiento debe partir de la tasa básica
referencial del Banco Central que hallándose actualmente en el
38% debería bajar consistentemente pues esta alcanzó niveles
del 24% antes de las crisis.

De esta manera, los sectores productivos sabrán que si pueden
producir para pagar sus créditos reprogramados e incluso
contribuir a seguir bajando la inflación.

Ningún programa de reactivación económica que parta de la
reestructuración de pasivos será eficaz si el sector
financiero no contribuye decididamente, de lo contrario la
cartera vencida e impagable lo liquidaría.

Por lo expuesto, dice el CEA, las nuevas líneas del programa
de reactivación deberían manejarse confiriendo a los bancos un
tope máximo de 4 puntos porcentuales, por sus costos de
intermediación y supervisión, pues los riesgos van a ser
asumidos por el Estado y no cabe lucrar conspirando frente al
desarrollo del país.

El gobierno y los aspirantes a la sucesión deben advertir que
el peor negocio para ambos es trastornar el año de transición.

Si no hay déficit fiscal, la inflación es controlada, el tipo
de cambio competitivo y las tasa de interés descienden, el
shock o síndrome del cambio desaparecerán y 1.996 podría ser
un auténtico año de reactivación económica. (Diario HOY)
(Economía)
EXPLORED
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