Quito. 6 feb 96. Jesús -abrigado por una delgada chompa roja
y una gorra azul algo empolvada- llega religiosamente a la
avenida De los Granados, siempre a las cinco y media de la
mañana. No puede retrasarse ni un segundo, porque junto a él
hay cientos de personas en su misma situación.

Jesús es cañarense. Vino a Quito hace cinco meses con la idea
de encontrar trabajo. Viéndole el rostro, con la piel pegada
a los huesos y las mejillas ajadas por el sol, tranquilamente
le daríamos unos 40 años de edad. Pero no, Jesús tiene solo 28
años, y ha trabajado desde los cinco, primero en la tierra y
hoy en la construcción, o en cualquier cosa que consiga...

Jesús Panapi es uno de los tantos desempleados que todos los
lunes y martes se agolpan en la avenida De los Granados,
buscando que algún trabajo les "caiga del cielo" para poder
sobrevivir la semana. Con él, en la misma vereda, esperan
niños desde los 12 años, ancianos de más de 70, mujeres,
jovencitas... Todos hacen de todo, pero principalmente
trabajan en la construcción; además son plomeros, carpinteros,
pintores de brocha gorda... Entre ellos no hay organización de
ningún tipo. No tienen tiempo; todos trabajan nueve horas de
lunes a sábado. Todos viven al día...

"Allá sí se encuentra trabajo. Pero ganaba cinco mil sucres
diarios. Hasta 10 me pagaban -dice Jesús-. Aquí me dan 100.000
a la semana; pero tengo que pagar mi cuarto en San Francisco
-100.000 al mes-, pagar la comida y guardar el resto para
mandar a la casa".

No todas las semanas hay suerte. A veces, Jesús tiene que
aceptar obras de dos o tres días, y así se las arregla. Hay
también que moverse hasta las otras veredas donde otros
desempleados se reúnen: la avenida 24 de mayo, el "Trébol"
-vía al valle de Los Chillos-, algunas calles de Calderón,
Carapungo, El Inca...

Claro que la vereda de la avenida De los Granados sigue siendo
la más atractiva y tradicional. Ahí, desde hace 10 años -según
nos cuenta un viejo "huésped" de la avenida- se han reunido
provincianos que llegan de Cotopaxi, Saquisilí, Ambato,
Tulcán..., pero también quiteños que vienen desde todos los
barrios marginales de la ciudad.

"Al principio aquí no había nada, ni casas, ni fábricas", dice
Manuel, un hombre de unos 50 años que ha pasado la mayor parte
de su vida trabajando como peón. "Nos reuníamos unas cinco o
10 personas, y nos rogaban para llevarnos a las
construcciones". Después llegó a contar, un lunes, hasta 500
personas, mientras que en los últimos meses se ha visto
rodeado hasta de mil desempleados.

Malos tratos, broncas y una división por raza

Muchos de los "huéspedes" de la avenida De los Granados se han
tenido que enfrentar, por lo menos una vez en su vida, a
empleadores pícaros que no les pagan lo que acordaron. O
simplemente no les pagan.

Otras cosas que se repiten son las "broncas", porque cuando
llega un carro buscando trabajadores, detrás hay cientos de
ellos, dispuestos a todo por ser los escogidos.

En la avenida Amazonas y El Inca, los trabajadores, en su
mayoría cargadores, decidieron desde un principio -año y medio
más o menos- separarse por raza. Así que, en la vereda derecha
se reúnen los desempleados negros, y en la vereda izquierda
los desempleados mestizos...

CRUELDAD EN EL MERCADO DE TRABAJO

Quito. 6 feb 96. "El gobierno tiene una curiosa forma de
definir la ocupación", dice la economista Zonia Palán. "Para
ellos, el ocupado es la persona que trabajó por lo menos una
hora en la semana del último censo", que es de donde se sacan
las proyecciones y después las cifras oficiales de empleo y
desempleo.

Según esto, casi todos estamos ocupados, no importa en qué ni
cómo, pero ocupados al fin y al cabo. Eso sí, no se toma en
cuenta que "el mercado de trabajo es cruel", como dice Zonia.
"Los trabajadores esperan con angustia. Pero el sector
empresarial no confía en la gente como la que espera en la
avenida De los Granados, y ésta, a su vez, no conoce las
necesidades de los empresarios". Así se produce el gran
desencuentro entre los desempleados y los posibles
empleadores.

Pero hay más crueldad todavía. "La gente que espera en la
vereda tiene la experiencia de la vida cotidiana, que es poco
valorada por la sociedad", dice Zonia.

El problema es serio: resulta dificilísimo, casi imposible,
disminuir el trabajo informal. Por eso, "lo mejor que podemos
hacer -dice Zonia Palán- es brindarle al sector informal
posibilidades de ejercer su trabajo con ventajas y dignidad...
una organización en microempresas, por ejemplo. Claro que
además haría falta que el gobierno tenga una estrategia de
política de empleo, cosa que no tiene. "Como están las cosas
el desempleo seguirá creciendo", asegura Zonia.

CIFRAS QUE HABLAN

- Las cifras oficiales dicen que, hasta finales de 1994, el
desempleo alcanzaba al 8.1% de la población. Sin embargo, en
la Agenda del Desarrollo de este gobierno se dice que el 15%
de la población económicamente activa está desempleada.
¿Contradicción?

El Informe Social, preparado por el Instituto Latinoamericano
de Investigaciones Sociales (ILDIS) habla de un 17% de la
población en el desempleo.

- Las cifras de subempleo son alarmantes. Según el Instituto
Nacional de Empleo (INEM), más de la mitad de la población se
encuentra hoy en día subempleada (55.3%).

- Entre el 10 de agosto de 1992 y el 30 de diciembre de 1994,
han salido del sector público 37.552 trabajadores, por
supresión de partidas, compra de renuncias, terminación
laboral...

- En el mundo ha pasado algo parecido. En 1994, el 30% de la
fuerza laboral mundial -unas 82 millones de personas- estaba
desempleada, en el marco de la peor crisis ocupacional desde
la Gran Depresión en 1930.

- Según estimaciones de la Organización Internacional de
Trabajo (OIT), aproximadamente 30 millones de
latinoamericanos, casi 9% de la población total, carecen de
empleo fijo. Se trata del mayor índice la desocupación de la
región en las últimas décadas.

- El desempleo en el caso de los jóvenes es aún mayor que el
del resto de la población económicamente activa. Se estima que
sobrepasa el 50 por ciento.

- Los pronósticos sobre desempleo son preocupantes incluso en
los países más ricos. Solo en Estados Unidos, 90 millones de
puestos de trabajo -de un total de 140 millones- podrían
desaparecer por causa de la robotización y la informatización.
(DIARIO HOY) (P. 5-B)
EXPLORED
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