El presidente Álvaro Uribe se reunirá mañana en Cali con al menos 22 mil indígenas para escuchar sus pedidos

BOGOTÁ.- Las seis explosiones registradas el pasado jueves en diferentes puntos de la capital colombiana han causado desconcierto en las autoridades.

Hasta este momento, no se sabe a ciencia cierta quiénes fueron los autores de estos atentados que dejaron un saldo de 16 heridos. Mientras la Policía culpó a la guerrilla de las FARC, la Alcaldía local dijo que pudo ser un plan para desacreditar la protesta sindical que movilizó a los trabajadores públicos en reclamo de aumentos salariales.

Los explosivos fueron colocados en basureros cerca de las embajadas del Perú y de Alemania, de una sucursal del banco estadounidense Citibank y de un local McDonalds.

El general Rodolfo Palomino, comandante de la Policía en Bogotá, dijo que las características de estos atentados cumplen el patrón idéntico de las de la guerrilla.

Pero el alcalde de la capital, Samuel Moreno, expresó que las explosiones no tuvieron relación con la huelga pacífica de empleados estatales.

Entre tanto, los 22 mil indígenas que avanzan por las calles hacia Cali, en reclamo de tierras y como protesta a las matanzas de las que han sido objetos durante los últimos años, se reunirán mañana con el presidente Uribe para lograr acuerdos.

Inicialmente, los indígenas se iban a reunir con Uribe en Popayán, pero el líder indígena Daniel Piñacué afirmó que se cambio de locación porque la marcha debe llegar a su destino final que es Cali.

El mandatario, entonces, confirmó su viaje a Cali para escuchar las exigencia de los aborígenes colombianos.

La movilización indígena inició el lunes pasado con 10 mil personas; en el transcurso de los días, se han ido sumando más integrantes de las diferentes comunidades colombianas. El martes pasado, durante la caminata, tuvieron un enfrentamiento con la Policía, el cual dejó dos muertos.

La Policía confirmó haber disparado armas de fuego en contra de los manifestantes, pero dijeron que la muerte fue ocasionada por la explosión accidental de las armas artesanales portadas por los aborígenes. Los indígenas, por su parte, denunciaron que la Policía los mató.

Pero un informe de Médicina Legal publicado en el diario El Tiempo aclaró que la muerte de uno de los indígenas no fue ocasionado por la fuerza pública, sino por proyectiles tipo esquirlas (pedazos de una granada) que llegaron al cráneo del fallecido.

Desde ayer, los indígenas empezaron a sentir calambres y dolores de cabeza y estómago, como resultado de las largas caminatas. (VET-AFP-Internet)

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