Entrevista

Antanas Mockus. Político, filósofo y matemático colombiano. Magíster en Filosofía (Universidad Nacional de Colombia), licenciado en Matemáticas y Filosofía de la Universidad de Dijon, doctor Honoris Causa de la Universidad de París XIII, y de la Universidad Nacional de Colombia. Fue alcalde de Bogotá en dos ocasiones, candidato a la Vicepresidencia (1998) y la Presidencia de la República (2006 y 2010)

¿Qué percepción tiene del nuevo descabezamiento de las FARC?
El tiempo corre a favor de la sociedad y del Estado. Cada vez, hay más tecnología que hace más difícil que las FARC sobrevivan. Se los puede infiltrar, rastrear.
Jurídicamente, la justicia transicional permite celebrar acuerdos generosos, pero la Corte Penal Internacional puede revisar esos acuerdos. Si a eso se añade el rechazo social que hay en Colombia hacia ellos, tiene una derrota clara al frente. Si aprovecharan este tiempo, podrían verse todavía como gente que tomó la iniciativa para buscar la paz.

¿Usted cree que están aún a tiempo de algo así?
Sí. Pero con el tiempo, la sociedad puede volverse implacable. Según un estudio, la gente común y corriente odia más a las FARC que a los paramilitares, lo que es toda una paradoja.

Mucho se debatió acerca del futuro de guerrilla. ¿Cuál es su lectura?
Creo que ellos tienen un negocio con la droga que les requiere dominio territorial, por lo menos en algunos espacios de la geografía colombiana. Creo que la rentabilidad de la droga es suficiente como para permitirles reproducirse. Creo que, entre ellos, deben haber algunos realmente orientados por la ideología marxista pero otros son cínicos totales. Lo que pasa es que es demasiado dinero en una sociedad llena de vulnerabilidades como la corrupción.

¿Qué sensación le dejó a usted la muerte de "Alfonso Cano"?
No me alegro con la muerte de nadie. Lo que sentí es que "Cano" perdió la oportunidad y "Tirofijo" (Manuel Marulanda) también. Los sucesores van a abarcar menos trayectoria y menos tiempo. Quien empezó una guerra con ciertos ideales puede ayudar a terminarla con esos ideales. Si nos queda un poco de gente más bien parecida a mercenarios, pues será una paz pragmática y ellos tendrán que aceptar la justicia y responder por los muertos y desaparecidos.

¿En cuál de los dos bandos está alias "Iván Márquez", el posible sucesor de "Cano"?
No sé y cualquier juicio me parece arriesgado. "Cano" se suponía que era más político, pero dentro de esos grupos, el que es más político le toca mostrar crudeza militar para que el grupo los soporte. Las derrotas que han sufrido las FARC últimamente van causando miedo. Pero en alguna gente, ese miedo se combina con odio: el miedoso cargado de odio se convierte en una fiera. Lo que me da esperanza y me da temor es que la sociedad desquiere a las FARC como nunca antes. El rechazo es unánime.

Incluso el expresidente Álvaro Uribe volvió a hablar de una posición benigna del presidente Correa con las FARC. ¿Usted lo consideró una omisión ?
Sí. Entiendo la simpatía que a veces han tenido las FARC internacionalmente, pero me irritaba mucho. Cuando hay mucha destrucción de por medio, los simpatizantes externos son un lío, salvo que se les dé un manejo como los que se les dio en México a los que simpatizaban con los zapatistas. En Colombia, es como si nos hubiéramos dado los pretextos de crueldad extrema para persistir en que el otro no tiene remedio. En Colombia, hay una pena de muerte simbólica.

¿Qué consecuencias tuvo esa lectura?
Durante muchos años, en Colombia, había una especie de complejo de la izquierda legal frente a la ilegal. El comandante que está en la montaña era el berraco y el que estaba en la ciudad organizando sindicatos era un facilista. De hecho, el uso de la violencia ha retrasado los cambios en la sociedad colombiana. Por ejemplo, posibilitó que haya una contrarreforma agraria total, porque mientras unos se disparan, otros aprovechan la confusión para comprar la tierra al precio que quieren. El jueguito de las FARC ha salido caro.

¿Cómo ve las relaciones bilaterales entre el Ecuador y Colombia?
Ahora que me sumergí en el Buen Vivir, entiendo más la dificultad. En Colombia, las FARC, tal vez sin proponérselo, han debilitado toda perspectiva de izquierda. Los partidos no han podido recuperar la confianza de la ciudadanía. Tal vez ahora, por fin, venga una generación de jóvenes que sí pueda ser de izquierda sin tener que estar en el dilema lucha armada sí o lucha armada no. En mi generación, muchos decidimos no ser de izquierda por cobardía material frente al uso de la violencia y al uso de las armas y las bombas.

¿Y la Unasur?
La relación más difícil es con el presidente (Hugo) Chávez y esa marcha relativamente bien, en buena parte, por pragmatismo. Nuestros países no pueden darse el lujo de tener malas relaciones, cuenta mucho en términos de empleo y de producción. (PRN)
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