Quito. 14.01.94. Durante estos últimos años, el tema de los
Centros Históricos ha cobrado vigencia en el concierto de América
Latina. Ha ocurrido por la propia degradación que van sufriendo,
por los problemas de identidad que genera el modelo aperturista
que se implanta, por las políticas privatizadoras que tienden a
reducir la presencia del Estado, entre otras.

Es un tema obligado de debate en la región. De allí que en estos
días y gracias a la nuevamente edificante presencia de gente
suscitadora como Hernán Crespo y de instituciones especializadas
como la UNESCO, el IILA y el Municipio de Quito se hayan dado
cita expertos de distintos lugares de Latinoamérica, España e
Italia para revisar los problemas y las alternativas que se están
planteando en algunos países de la región.

Quito y sus áreas históricas son un escenario extraordinario para
esta reunión, en tanto es un gran laboratorio para extraer
conclusiones sobre su funcionalidad y las políticas posibles. Por
ello quiero compartir 7 hipótesis que surgen de la reflexión de
una experiencia práctica de gestión.

1. De la temporalidad a la historicidad

¿Cuándo el Centro Histórico se convierte en objeto específico de
estudio e intervención dentro de una ciudad? Responder esta
pregunta supone reconocer su carácter histórico, pues tiene un
origen y un desarrollo y, también, requiere remitirse a la
historia, para conocer cuándo se configuran las áreas históricas
y cuándo se diferencian éstas de la ciudad y de la centralidad
urbana.

Los histórico no es un momento y mucho menos el referido a su
nacimiento. La búsqueda de las condiciones de origen en el marco
de la concepción idílica de que "todo tiempo pasado fue mejor",
conduce a que el propio fenómeno pierda su dinámica, a que se
congele su devenir. Para ello se desarrollan posiciones
conservacionistas, que utilizan una jerga en la que el prefijo
"re" juega un rol central: restauración, rescate, reconstrucción,
rehabilitación, revitalización, reconquista, etc.

El período colonial aparece como la fuente determinadora de la
cualidad de Centro Histórico, al extremo de que se asocia centro
histórico a centro nacional, con lo cual lo colonial pierde su
condición de relación social histórica y se restringe a lo
espacial. El Centro Histórico, así como ni comienza ni termina en
la colonia, tampoco se reduce y concluye en lo espacial. Su
redefinición implica un reconocimiento de la presencia de una
ciudad multitécnica portadora de procesos históricos
contradictorios y conflictivos que tiene miles de años de
existencia en permanente transformación.

2. De la especialidad a la territorialidad

Lo central es definido como un espacio o escenario que, en la
relación con lo histórico por la concepción espacialista- es la
parte determinante. Así, los atributos que definen la cuestión
central no son las relaciones sociales y así los valores urbanos
y arquitectónicos.

Se privilegia lo espacial a través de la consideración
monumental: arquitectura aislada, inicialmente religiosa y luego
civil; arquitectura en un entorno urbano exterior como una plaza;
y, el entorno urbano como monumento (estructura urbana).

Toda ciudad y toda la ciudad son históricas, porque todo lo que
ocurre en ella y ella misma son historia. Es la historia la que
construye la ciudad. Ello significa que cada rincón, cada porción
de la ciudad y la ciudad como un todo son históricas. Mientras la
historia construye las cualidades de la centralidad y sus formas,
son ciertas centralidades que se forman las que especifican las
condiciones que definen a los centros históricos.

Esto significa que, por ejemplo, la organización comunal, las
festividades culturales y lo natural, deben inscribirse también
en esta consideración.

3. De herencia a patrimonio

En el concepto de Centro Histórico debe aparecer la noción de
heredad, para que lo patrimonial recupere su condición histórica
y su sujeto social. Su rescate significa responder a las
preguntas de quién, o sea el sujeto social al que le pertenece, y
para quien, o sea el destinatario final.

El sujeto social patrimonial se define en relación al Estado y al
área propiamente dicha. En el primer caso tenemos las políticas y
declaraciones de custodia nacional y mundial realizadas por los
estados nacionales y por ciertos organismos internacionales
(UNESCO). En la segunda, están los que se reclaman ser los
genuinos habitantes o trabajadores, y los que plantean que la
rehabilitación sólo se garantizará a través de la participación
de ellos. Pero también están los grupos sociales externos a la
zona, tales como el capital que plantea la "reconquista", o los
sectores medios que plantean la "toma".

Si se parte de que lo patrimonial hace referencia al sujeto
patrimonial que lo produce, transforma y lega, podemos convenir
que las ciudades, en su totalidad y en sus partes, concentran un
valor y un conjunto de recursos que deben transmitirse
socialmente hacia el futuro. En la base de la propuesta está
presente la necesidad de construir el derecho a la ciudad
democrática y un sentido de responsabilidad generacional de cara
al futuro.

4.- En la ciudad son los centros históricos los que más cambian.

La ciudad es el producto más extraordinario que ha creado la
humanidad no sólo por los beneficios que trae, sino también
porque mientras más se la consume más se reproduce. Está en
permanente producción y nunca se acaba de construir. Por este
carácter y porque los centros históricos son los lugares donde se
produce la mayor suma de valor al pasado, no son ni pueden ser
inmutables.

Los centros históricos son la parte más dinámica de la ciudad, el
lugar que más cambia. Allí radica una de sus cualidades más
importantes, porque lo que hace es condensar la historia al ser
la síntesis de múltiples procesos urbanos de cambio y el anclaje
hacia los futuros. Su futuro no puede detenerse y es por ello que
las propuestas deben seguir esta línea de transformación.

5. El ámbito de la diversidad

Los Centros Históricos -por definición- concentran la diversidad,
son heterogéneos y deben seguir siendo para que no mueran. Tienen
y deben tener múltiples funciones urbanas, ser policlasistas, ser
multiculturales y sumar historias. Son un lugar de encuentro del
pasado con el futuro, un escenario de tensión entre la riqueza de
su cultura y la pobreza económica de su gente.

Por ello, diseñar políticas alternativas para los centros
históricos significa trabajar en un objetivo contradictorio:
desarrollo/conservación, que en épocas de crisis llega al extremo
de sobrevivencia/preservación.

6. Legitimidad e identidad

Los Centros Históricos por ser síntesis de la historia urbana,
acumulan la simbología de múltiples poderes y tener un sujeto
patrimonial, construyen o destruyen identidades. Por ello la
gestión urbana y el gobierno de la ciudad debe necesariamente
tener una política frente al Centro Histórico, de tal manera que
pueda construir su propia legitimidad y fortalecer las múltiples
identidades que tienen los sujetos patrimoniales al asumir su
derecho a la ciudad.

7. Planificar la ciudad construida

El urbanismo y la cultura urbana que hemos heredado fueron
construidos para la expansión urbana. Por eso sinónimo de
urbanizar ya no es producir ciudad nueva donde previamente no
existía. Hoy más que nunca se ve la necesidad de planificar lo
existente, de urbanizar lo urbano, de diseñar la centralidad.

Corolario: Generalmente las ciudades tienen en su centro
histórico al origen de su vida y así como se desarrollaron con el
paso de los años, hoy deberán retomar sus pasos desde estas
raíces. El renacimiento de la ciudad sólo se logrará si se
planifica desde el centro -con el máximo respeto a su historia y
a sus gentes- en base a la movilización de los recursos que le
son propios a la nación. (10B)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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