Perú. 01.10.93. El líder de Sendero Luminoso está encarcelado y
la guerrilla ha perdido fuerza en las ciudades pero aún es
poderosa en zonas remotas. He aquí una semblanza de una región
selvática aterrorizada por la guerrilla.

Los jóvenes guerrilleros maoístas clavaron al líder indígena
Mario Zumaeta desnudo en una cruz, le sacaron los ojos, le
cercenaron la lengua y lo castraron. Finalmente, lo destriparon,
burlándose: '¿Dónde está tu Dios ahora?'.

La atrocidad cometida por Sendero Luminoso ocurrió en noviembre
de 1989 durante un ataque a Cutivireni, una aislada misión
franciscana sobre el río Ene en la selva amazónica, al oriente de
Perú.

La destrucción de la misión marcó el comienzo de una guerra
brutal contra los nativos asháninkas, cuyos 50.000 miembros
forman uno de los grupos indígenas más grandes de los bosques
tropicales de América del Sur.

Cutivireni es hoy una solitaria guarnición formada por cerca de
80 soldados y un campamento para mil asháninkas que buscaron allí
refugio de la guerrilla.

Al lugar, denominado por los indios como 'zona roja', solamente
se puede llegar utilizando un pequeño avión o helicóptero.

Los rebeldes controlan los bosques y el río Ene, que en el pasado
unía a los poblados asháninkas. Incluso el ejército teme
aventurarse por el río.

Sendero Luminoso ha hecho lo que ni los conquistadores españoles,
ni los barones del caucho, ni los codiciosos colonos de la sierra
hicieron: esclavizar a miles de asháninkas, que vivieron libres
como el viento durante siglos en su remota selva.

'Ellos son inocentes en el verdadero sentido bíblico', dijo el
reverendo Mariano Gagnon, un misionero católico de Nueva
Inglaterra, que trabajó en Cutivireni por 22 años hasta que fue
obligado a salir del lugar. 'Ellos creen todo lo que les dicen.
No son capaces de pensar que uno les está mintiendo'.

Esta situación favoreció a Sendero Luminoso. Así como lo hicieron
diez años antes con los campesinos quechuas de la sierra, los
guerrilleros dedicaron varios años a adoctrinar a profesores
bilingues, que gozan de gran respeto en los poblados indígenas en
la selva.

Luego, los profesores convencieron a muchos asháninkas de que la
revolución armada pondría fin a siglos de explotación blanca.

'Ellos prometieron lo más hermoso', dijo Jaime Velásquez, de 34
años, un profesor de Cutivireni y vocero de los refugiados.

'Ellos les dijeron: Ustedes van a tener carreteras, aviones,
grandes empresas, buenas casas. En vez de eso trajeron muerte,
destrucción, más pobreza'.

Los guerrilleros de Sendero Luminoso llegaron a la selva
amazónica a mediados de la década de 1980, escapando de la
represión militar en la sierra donde nació el movimiento maoísta.

En 1989, los jefes rebeldes decidieron que había llegado el
momento de obligar a los asháninkas a sumarse a la lucha armada.

Algunos grupos se fugaron, internándose en la selva amazónica,
una región escabrosa con desfiladeros encubiertos con neblina e
imponentes cataratas. Los indios que no pudieron escapar o
rehusaron empuñar las armas fueron asesinados o sometidos a
esclavitud para producir alimentos para los rebeldes.

'Ellos nos dijeron: Si ustedes no se unen a nosotros, entonces
vamos a tener que matarlos y también a sus hijos y a todos sus
parientes porque eso significa que el semen de ustedes es para
los ricos', relató Pablo Mejía, de 34 años, que pasó cuatro años
con Sendero Luminoso, hasta que logró escapar con su familia en
mayo pasado.

Desde 1989, los guerrilleros han matado a un millar de nativos.
En una sola noche de agosto mutilaron a machetazos a por lo menos
55 hombres, mujeres y niños en ataques a media docena de aldeas.

'Sendero tuvo que cometer genocidio para que el estado vuelva
sus ojos sobre esta región', afirmó Carlos Mora, un antropólogo
que trabajó con los asháninkas hasta que fue demasiado peligroso
seguir con ellos.

El ejército entró al valle del Ene a mediados de 1991 y
estableció una base en las ruinas de la incendiada misión de
Cutivireni. Pronto, pequeños grupos de asháninkas enflaquecidos,
desnutridos y enfermos comenzaron a salir de la selva para
refugiarse allí.

Alrededor de 6.000 asháninkas han escapado del control de Sendero
Luminoso o han sido rescatados por patrullas mixtas de militares
y nativos desde 1991. Pero se cree que 5.000 más siguen en manos
de los guerrilleros.

Unos 300 guerrilleros, veteranos y fuertamente armados, y
guerreros asháninkas conquistados para la revolución merodean la
selva que rodea a Cutivireni y otros campamentos de refugiados.

Una tarde reciente tres docenas de asháninkas armados con fusiles
y arcos y flechas dentadas formaron tres filas bajo las palmeras
de este campamento, ubicado en una meseta. En pocos minutos
salieron caminando descalzos sin hacer ruido por una trocha
angosta que llevaba a la selva, situada a 60 metros más abajo.

Patrullaron hasta el amanecer, en alerta para descubrir la
presencia de guerrilleros.

Las patrullas han traído cierto grado de tranquilidad a los
asháninkas concentrados en el campamento. Pero las condiciones de
hacinamiento han provocado nuevos problemas.

Acostumbrados a vivir dispersos en comunidades de algunas decenas
de familias, los asháninkas tienen pocas defensas contra
enfermedades como la influenza, malaria y cólera. Un brote de
sarampión mató a 26 personas en el campamento el año pasado.

Sin embargo, en Cutivireni la vida de los asháninkas está
volviendo paulatinamente a la normalidad. Viven en chozas con
techo de paja y duermen sobre plataformas de madera elevadas o
sobre esteras.

La mayoría se despierta a las cuatro de la mañana al tenue sonido
de suaves golpes. Las mujeres ya están trabajando en la oscuridad
golpeando bolas de algodón con palos para ablandarlas e hilar
para tejer 'cushmas,' túnicas sueltas que llegan hasta el
tobillo, que usan tanto los hombres como las mujeres.

Antes del amanecer, las mujeres prenden las fogatas para
sancochar yuca, que es la base de la dieta de los asháninkas.

Los hombres han preparado los terrenos cercanos para sembrar
yuca, plátanos y frijoles. También han comenzado nuevamente a
adentrarse en la selva para pescar y cazar, pero no van muy
lejos. El peligro de una emboscada está siempre presente.

Los asháninkas han conservado orgullosamente su idioma y
costumbres por mucho más tiempo que otras tribus que han sido
absorbidas por la cultura occidental. Pero el mundo exterior se
está entremetiendo poco a poco.

Las mujeres aún pintan sus caras con puntos y rayas utilizando
una pasta roja obtenida de un arbusto conocido como achiote. Pero
algunos de los hombres ahora prefieren usar pantalones cortos y
camisetas donadas que llevan la figura de Batman y otros motivos
similares. Algunos incluso calzan zapatos Reebok.

Los niños tallan en madera las avionetas monomotor que traen
alimentos y medicinas donados por la iglesia católica, quizá
soñando en el día en que ellos también puedan volar como aves.

En mayo el gobierno instaló un grupo electrógeno y una antena
parabólica para que los niños se entretengan viendo televisión.
Cada tarde los soldados ponen un televisor al borde de la plaza
central de la misión.

Una noche reciente, docenas de niños y niñas se sentaron frente a
la luz deslumbrante del televisor y observaron atentamente un
programa de dibujos animados en que Popeye el Marino salvaba por
décima vez a su novia Olivia. A veces cuchichearon entre sí, pero
pocas veces rieron.

Octavio Zolezzi, un ecólogo que aboga para que el gobierno
declare parque nacional la región asháninka, dijo mientras miraba
la escena: 'Ven el mundo de fantasía de la televisión y empiezan
a pedir cosas: relojes, radios, prendas. Se convierten en
consumidores'.

Mientras los asháninkas luchan contra Sendero Luminoso y se
esfuerzan para mantener su modo de vida, sobre sus cabezas se
ciernen más nubes que presagian tormenta.

Los nativos se han enterado de que 1.500 colonos planean invadir
el valle del Ene para apropiarse de terrenos, una vez que se
vayan los guerrilleros.

'No estamos en guerra con Sendero Luminoso, para entregar
después nuestras tierras a los colonos. No vamos a tolerar eso.
Eso significará más guerra', afirmó el vocero Velásquez. (AP)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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