Quito. 10.05.93. Viernes 23 de abril de 1993. El agua fuente se
rompe. Todos los cuidados no impidieron que a las 27 semanas y
media de embarazo, Eryka Arteaga de Rodic entre con contracciones
al quirófano de la maternidad Enrique Sotomayor. Veinte médicos
se movilizan para recibir "cinco bebés" que pugnan por salir de
la descomunal barriga de Eryka. Con la mirada nerviosa y la mano
fuertemente agarrada a la de su esposo Mirko, se inicia el parto.

Ella "siempre quiso tener hijos". Quién diría que hace
exactamente cinco años, en el mes de abril -y por casualidad-
conociera al que iba a ser su marido en una parrillada de
Guayaquil. De aquel encuentro vino la amistad, y después el
matrimonio. Pero las aspiraciones de ser madre de Eryka se vieron
frustradas por dos ocasiones, por esto acudieron al consultorio
de Guillermo Wagner. El tratamiento resultó, las inyeccciones de
Pergonal produjeron la ovulación ansiada. A la semana de
concebir, Eryka se sintió mal, "es la vejiga", pensó. Pero la
primera ecografía se expresó en las palabras de Wagner: "son
cuatro bebés". No lo pudo creer. La segunda ecografía lo
confirmó, pero aumentó el número. Ahora eran cinco. Así las
cosas, se extremaron los cuidados en el embarazo, primero para
nutrirse -los niños se comían todo- y luego para madurar los
pulmones de los bebés.

"Lo más importante son ellos", era el pensamiento constante de
Eryka y Mirko. Armados de valor, las molestias eran menos,
siempre estuvieron concientes del riesgo inmenso que implica un
alumbramiento múltiple desde su concepción hasta el post parto es
inmenso. Pero ellos iban a luchar.

Durante esos meses Mirko se acercaba a la barriga con ternura
para escuchar todas la voces que habían allí. Mientras tanto
Eryka trataba de espantar los fantasmas que le decían que alguno
de ellos podía morir.

­POR FIN SOY MADRE!

En el quirófano todo estaba saliendo sincronizadamente. Y cómo
no. Un mes antes se habían sostenido reuniones con el equipo de
José Gómez Rosales, director de neonatología y los pediatras y
enfermeras que ahora secaban el sudor de la frente de los
doctores en el parto. Uno por uno fueron saliendo, hasta que
después de dos mujeres y tres varones, Wagner dijo "hay otro
más". Al verlo tan robusto y con melena, Mirko pensó "este fue un
gol y tiene la pinta Maradona, así es que se llamará Diego
Armando".

Así, a los 28 años, Eryka Arteaga, la mayor de seis -qué
casualidad- hermanos, se convirtió en madre. ­Y de qué manera!.

"Ya me siento como mujer realizada, lo que uno aspira como mujer
es tener sus propios hijos", dice.

-¿Cómo fue esta experiencia para tí Eryka?

-Algo indescriptible. En verdad me siento realizada.

-¿Tuviste emociones encontradas?

Sí. Tu sabes que uno se pone mal porque de todas formas los niños
pueden no responder a los cuidados.

-¿Piensas en el futuro con los bebés?

-Sí. Aunque todavía no los tengo conmigo todo el tiempo, desde
ahora me siento responsable. A veces me pongo a pensar como si
estuviera en la casa. Me veo sacándolos a pasear, cuidándolos.

-¿Qué piensas ahora que eres madre ­y de seis!?

Lo que todas las madres han de sentir. No es algo sencillo, es
una responsabilidad, pues tienes que educar bien a tus hijos, de
eso depende el comportamiento futuro de ellos.

-¿Te sentías preparada?

-Sí. Siempre he sido responsable, pues como la mayor me tocó
cuidar a mis dos hermanos pequeños. Yo era de las personas que
prefería no comerme los helados para llevarle a mis hermanos. A
mi me gusta dar y ayudar.

Eryka, como otras madres, piensa que es una bendición de Dios el
ser madre. "Si el me mandó esto es porque sabe que los voy a
ciudar bien".

-¿Que darías por tus hijos?

-Igual que lo que dio mi madre por nosotros, todo.

UN ESFUERZO CONJUNTO

Dice un refrán que los niños vienen con el pan bajo el brazo. En
este caso se cumplió, pues el costo total del alumbramiento
asciende a los 300 millones de sucres, cosa que "sin la ayuda de
la Junta de Beneficencia, no hubiera sido posible", dice Mirko,
el padre de los séxtuples, quien está radicado en el país desde
1978 y tiene ya un hijo de 13 años producto de su primer
matrimonio.

Diferentes manifestaciones y reacciones se están presentando a
raíz del nacimiento de los seis niños Rodic-Arteaga, pues se
trata de una familia con recursos medios que no podría afrontar
la manutención de seis bebés. Sin embargo, la solidaridad ha
llegado por diferentes conductos. Filanbanco -por intermedio de
Pedro Gómez Centurión, gerente general- ha donado un millón de
sucres mensuales en una libreta de ahorros por un año. Asímismo
se han hecho presentes el Banco del Azuay, Johnson & Johnson,
Banco Internacional, entre otros. Una estación de televisión
realizará una campaña a favor de los recién nacidos.

"QUE TODO SALGA BIEN"

Lo único que Eryka y Mirko quieren es que todo salga bien para
los niños, pues aún continúan luchando por su vida. Tiene que
pasar un mes hasta que se estabilice su condición.

Si Dios quiere, en un futuro próximo la familia Rodic Arteaga
multiplicará por seis todo lo que tenga que ver con sus hijos.
Las pelotas, la ropa, los pañales, los biberones y el cariño.

A Eryka quizás no le agrade la idea de hacer todo seis veces.
Pero, todo esfuerzo vale la pena con tal de escuchar -seis veces-
en el día la palabra "mami".
EXPLORED
en Ciudad N/D

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