Quito. 14 abr 2000. La cláusula de confidencialidad que rige
dentro de Castle Rock enrarece la información sobre el caso. Un
informante anónimo desmintió a la productora.

Cinco días después de la trágica muerte del estadounidense Will
Gaffney en un accidente de trabajo, mientras cumplía su papel de
doble en el rodaje de la película "Prueba de vida", las
interrogantes en torno al hecho se multiplican y las certezas se
diluyen. Las diferentes versiones son contradictorias y están
enrarecidas por un entorno de secretismo hermético en el que ya no
solamente incurre la compañía productora, Castle Rock, sino
incluso ­y esto es insólito­ la Policía Nacional y los
integrantes de organismos de servicio público.

El accidente, como se dio a conocer, sucedió el pasado domingo,
alrededor de las 09:00 (la llamada de auxilio al 911 se registró a
las 09:10), en el kilómetro 29 de la vía a Chiriboga, al sur de
Quito. La camioneta Chevrolet amarilla, de placas PDN 070, estaba
siendo utilizada para la filmación de una escena de la película y
cayó a un abismo de "aproximadamente 25 metros", según el parte
policial. El conductor, Álvaro Valencia, y cuatro de sus
acompañantes, recibieron heridas de las que se recuperan en el
Hospital Metropolitano de Quito, mientras que Gaffney encontró la
muerte.

El silencio y el hermetismo envolvieron el caso desde el primer
momento. La noche del domingo, los responsables de la producción
de la película se negaron a confirmar siquiera lo sucedido. Sí lo
hizo el Servicio de Investigaciones de Accidentes de Tránsito
(SIAT), cuyo parte policial recoge las declaraciones de Álvaro
Valencia: "al tomar una curva la dirección no funcionó". Castle
Rock no hizo suya esta explicación. De hecho, la productora se
mantuvo firme en su negativa a proporcionar información hasta el
lunes a las 16:00. A esa hora, la prensa fue convocada a una
conferencia en el Swissotel, donde Camilo Luzuriaga, del Grupo
Cine, leyó un comunicado pero se negó a contestar preguntas.

El comunicado en cuestión decía, en resumen, que se trataba de un
accidente "insólito e inesperado", que se produjo durante el
rodaje de una escena que no entrañaba ningún riesgo: una camioneta
circulando a menos de 22 kilómetros por hora por un camino rural,
en condiciones perfectas de clima y visibilidad. También dijo
Luzuriaga que una ambulancia de Utim, que acompaña siempre al
equipo de rodaje durante la filmación, actuó inmediatamente.

Eso es todo lo que la productora tiene que declarar sobre el
accidente hasta que no se concluya la investigación
correspondiente, explicó ayer a este Diario la relacionadora
pública de Castle Rock para este proyecto, Cid Swank. Su
asistente, Roberto Izurieta, dijo que los testigos del accidente
(entre los que se encuentran varios miembros del equipo de
producción) "son libres de hablar" con los medios y pueden
confirmar la versión entregada en la conferencia de prensa. Sin
embargo, un minuto después, se contradijo, cuando dejó claro que
"nadie está autorizado a dar entrevistas", incluyendo a Cid Swank.

Mientras tanto, el conductor herido, Álvaro Valencia, declaraba
telefónicamente, en su habitación del Hospital Metropolitano bajo
resguardo policial: "me dijeron que no hable con ustedes". Con
palabras parecidas se han excusado de proporcionar información
todos los profesionales ecuatorianos contratados por Castle Rock y
consultados por este Diario. Ellos aducen una imposibilidad
contractual: una cláusula de confidencialidad cuya violación
podría ponerlos en aprietos legales.

Solo uno de ellos, testigo presencial del accidente, se decidió a
romper el silencio, pero lo hizo bajo la condición de que su
nombre no sea divulgado: "es que nos tienen amenazados con un
juicio", explicó. Según él, la versión de Castle Rock
proporcionada en la conferencia de prensa es totalmente falsa. Se
trataba, dice, de una escena de riesgo, la camioneta no iba a 22
kilómetros por hora, sino a toda la velocidad que le permitía el
pésimo estado del angosto camino a Chiriboga, que corre junto a un
barranco profundo. "Era una escena de persecución en la que un
grupo de guerrilleros llevaba a un hombre secuestrado, y el auto
que iba atrás forzaba a la camioneta a acelerar. En la paila iban
cuatro personajes custodiando a Will Gaffney, quien "llevaba las
manos atadas y estaba encapuchado" cuando "el carro no pudo tomar
la curva".

Al ser confrontado con esta versión un importante miembro del
equipo de producción, la desmintió iracundo y aseguró que ese
testigo está buscando causar un perjuicio. Pero quien dijo esto
tampoco quiso que su nombre sea revelado. ¿Es todo una invención
del informante anónimo o alguien desea ocultar una negligencia?
Hay un detalle en el que su versión coincide con un dato
proporcionado por el 911 y se contrapone al comunicado oficial: no
hubo auxilio médico inmediato. El servicio del 911 "llegó antes
que la ambulancia de Utim", aseguró la persona que desempeñaba el
turno de despachador de ambulancias la tarde del martes. Pero esta
persona tampoco quiso dar su nombre

¿Secretismo en el 911? No solamente. También la Policía Nacional
está actuando en este caso, desde ayer, de una manera inusual, al
negarse a proporcionar información sobre el proceso de la
investigación, "por pedido de los peritos estadounidenses" que
están a cargo. Las palabras son del teniente de apellido
Solórzano, quien maneja el caso en el SIAT. Mientras tanto, el
parte policial parece no tener destino fijo: en el SIAT se informó
que la Unidad de Vigilancia Sur lo tiene. En la Unidad de
Vigilancia Sur se dijo que está en poder de SIAT.

Lo que no tiene la Policía, y no tendrá por el momento, es la que
podría ser una prueba decisiva: el rollo de película con el que se
filmó la escena trágica. Castle Rock lo conserva. Primero,
confirmó Cid Swank, habrá que mandarlo a revelar. La funcionaria
aseguró que la Policía sí conocerá la película, pero dijo no saber
cuándo.

La confidencialidad que rige en Castle Rock, lo cual es normal en
el proceso de producción de una película, comienza a invadir otros
espacios, lo cual es extraño en el proceso de investigación de un
accidente de tránsito, que constituye por definición un suceso
público. Queda la sensación de que existe el interés por torpedear
las labores de información. Roberto Izurieta, quien se desempeñó
como traductor en la entrevista que mantuvo este Diario con Cid
Swank (la única relacionadora pública que opera en el Ecuador y no
habla español), admitió que trató de entorpecer el diálogo: "sí,
puede ser", dijo. (Texto tomado de El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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