Ser profesor en Alemania se ha convertido, desde el pasado sangriento
viernes de Erfurt, en una profesión de alto riesgo. El ex alumno del Liceo
Gutenberg, Robert S., de 19 años de edad, expulsado por falsificar
justificaciones médicas, acabó ese fatal día con el mito que se mantenía en
la sociedad alemana: que una matanza de esta índole solo era posible en
Estados Unidos. Ese viernes toda la nación alemana se vio conmocionada por
el terrible suceso que, según las palabras del canciller Gerhard Schröder,
"sobrepasa toda la capacidad de imaginación de los alemanes".
El profesor de Historia Rainer Heisse, del cuerpo docente del Liceo
Gutenberg, lugar de la matanza, logró evitar que murieran más personas. El
mismo relató, un día después, el insólito encuentro con el joven asesino:
"Mientras evacuaba a los alumnos que corrían por el colegio, asustados por
los disparos - varios estudiantes habían visto morir a sus maestros frente
a ellos- , me encontré en el pasillo con Robert S., que se quitó el
pasamontañas". El profesor reconoció a su ex alumno: "¿Robert? ¿Fuiste tú el
que disparó? ¿Qué crees que estás haciendo?", le increpó. Con asombrosa
precisión, el maestro relata los hechos a los periodistas, repite cómo dijo
a Robert, apuntándose al propio pecho con los dedos: "¡Ahora también puedes
matarme a mí; pero mírame a los ojos cuando lo hagas!". Ich habe keine Lust
mehr, für heute reicht es, le responde el ex alumno: "¡Ya no tengo ganas,
por hoy ha sido suficiente!". "Entonces, déjanos hablar Robert." "Sí, señor
Heisse".
El profesor deja que Robert ingrese primero al aula, lo empuja hacia adentro
y lo encierra con llaves. Luego continúa evacuando a los alumnos que aún
permanecen en el establecimiento. Poco después, Robert se suicida.
Toda la nación está de duelo por lo sucedido en Erfurt. En sus diversas y
complejas manifestaciones y motivos, el tema de la violencia no deja a
nadie indiferente. Las autoridades alemanas y la sociedad civil, sin
embargo, se mueven entre lo cotidiano y la incomprensible violencia. Pocas
horas después, al día siguiente, ya muchos no quieren hablar del tema.
Pero otros discuten las razones más simples para el crimen: violencia en los
medios de comunicación, en la televisión, los videojuegos; conjeturan sobre
el motivo de la venganza, piden el endurecimiento de la legislación para un
mayor control de armas, aluden a la educación en la familia, la formación
de los maestros... Pero nadie, ni los sicoanalistas más calificados, ni
todos aquellos expertos llamados a dar su opinión, pueden dar una
explicación de lo sucedido.
Warum? (¿Por qué?), está escrito en casi todos los carteles que se
encuentran al lado de las miles de flores que se han colocado frente a la
entrada principal del Liceo Gutenberg. Esa es la voz de los familiares en
estado de shock, que difícilmente podrán digerir este hecho en los próximos
años. Es difícil trazar límites en un país en donde todos piden más
libertades. ¿Convertir a las escuelas en fortalezas? ¿Ayudaría eso en algo?
¿Qué pueden hacer los maestros con jóvenes, que, después de un fin de semana
en donde se han emborrachado, se han golpeado con algunos amigos, se ven
enfrentados con la aburrida realidad de un colegio en donde el profesor no
hace más que tratar de tapar los huecos de la falta de educación dentro de
la familia?
Los educadores más efectivos hoy son la vida cotidiana, la vida en las
calles, y los mass media. Y esos educadores están contaminados de
violencia y represión, de maldad y muy poca comunicación...

*Estudiante universitario ecuatoriano radicado en Alemania
EXPLORED
en Ciudad QUITO

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