Quito. 12 oct 2000. La ausencia de un adecuado sistema de
perfeccionamiento de los maestros provoca vacíos académicos en el aula.
La falta de recursos es un limitante.

Para que la reforma curricular se consolide, urge un cambio de mentalidad
en los maestros. Esa es la sentencia de los especialistas luego de cuatro
años de proceso.

Este cambio demanda además una renovación en la metodología de enseñanza.
Hasta ahora, la mayoría de profesores, sobre todo fiscales, se ha
preocupado de cómo enseñar y no qué enseñar, reconoce el director de la
Dirección Nacional de Mejoramiento Profesional (Dinamep), Rafael Albuja.

Después de 4 años de aplicado el nuevo plan de estudios, que busca
desarrollar el pensamiento y creatividad de los alumnos, aún no es
posible medir sus alcances. Sin embargo, los criterios de varios
directores de escuela, profesores y autoridades del Ministerio coinciden
en un punto: la escasa capacitación docente ha sido el principal
limitante para que la reforma camine.

A tal punto que Georgina Ortiz, jefa de la Dirección de Mejoramiento
Profesional del Azuay, se atreve a sostener que la instrucción no siempre
es la más efectiva. "En la mayoría de los casos, la capacitación llegó al
maestro, pero no se plasmó en el aula. Por ejemplo, cuando se termina el
curso, lo que los profesores quieren es un certificado para ascender
económicamente y no más. De esta manera, difícilmente se puede evaluar el
trabajo que ellos desempeñan con los alumnos".

Con el mismo criterio se maneja Wilson Vélez, director de la Escuela
Fiscal Miguel Ángel Estrella, al insistir que "cuando el Ministerio de
Educación determina que el profesor tiene que asistir a un curso para el
ascenso de categoría, no debe hacerlo por obligación, sino por necesidad,
por gusto y motivación".

Paco Bonilla, vicerrector del Colegio María Angélica Idrobo, en Quito,
señala que la reforma curricular para los 10 años de educación básica
tiene muchos vacíos académicos. Una de las causas es la exagerada
proliferación de textos escolares que con el pretexto de estar "apegados
a la reforma" han impuesto diferentes modos de enseñanza en el aula.

Según Bonilla, el sector educativo también carece de un organismo rector
que se encargue de capacitar masivamente en los contenidos de la reforma.
Su aseveración es real: la última capacitación nacional organizada por el
proyecto educativo EB/Prodec, con fondos del Banco Mundial, se realizó
hace dos años (ciclo 1997-1998) y solo la mitad de los 120 mil maestros
fiscales se benefició.

Los talleres hicieron énfasis en las estrategias metodológicas, es decir
cómo los maestros pueden desempeñarse mejor en el aula desarrollando
actividades con los niños y niñas. El master Rafael Albuja cree que luego
de que los maestros se han capacitado en el cómo enseñar hoy es necesario
capacitarlos en el qué. Asegura que muchos maestros aún no tienen la
suficiente seguridad académica y científica para manejar las áreas de
Lenguaje y Cálculo, las principales asignaturas de la reforma junto a la
de Ciencias Naturales y Estudios Sociales.

Ortiz también sostiene que estos cambios educativos implican una mayor
preparación para el maestro. "Tiene que leer más, instruirse. De lo
contrario seguimos en la forma tradicional, de rutina, como era antes".
Vélez y Ortiz creen que los maestros fiscales y particulares tienen que
concientizarse que esto demanda una inversión significativa y que no se
la debe desperdiciar.

Tanto docentes como especialistas afirman que el Ministerio debería tomar
más en cuenta a los actores de este proceso de reforma -los maestros- y
motivarlos a través de la multiplicación de talleres de capacitación.
Albuja reconoce por ejemplo que el perfeccionamiento docente no puede ser
masificado por la falta de recursos económicos. Cada año la Dinamep
apenas recibe 8 000 dólares (200 millones de sucres) para esta labor,
cuando un solo curso de capacitación cuesta un promedio de 10 dólares por
maestro.

Aracely Moreno, presidenta de la Unión Nacional de Educadores (UNE), dice
que este exiguo presupuesto que el Estado asigna a la capacitación
docente es el principal freno de la reforma. "Hace dos años que los
profesores de los establecimientos fiscales no saben lo que es una
capacitación organizada por el Ministerio de Educación. De hecho, el
Estado apenas entrega menos de 20 centavos de dólar (4 600 sucres) al año
para cada maestro".

Los cursos organizados por la Dinamep en realidad son pocos tomando en
cuenta el universo de maestros fiscales y particulares: 150 mil a nivel
nacional. Albuja reconoce que cada año entre 3 000 y 4 000 profesores de
todo el país acuden a los cursos de ascenso de categoría de 120 horas,
que organizan las direcciones de mejoramiento profesional de cada
provincia.

En Azuay, en lo que va del año, la Dinamep impartió 47 cursos para 2 506
profesores. En la actualidad, esa institución brinda asistencia a 400 de
los 8 500 docentes que tiene la provincia.

Ortiz asegura que el factor económico es un serio limitante para que los
educadores no participen de los cursos de capacitación y, por lo tanto,
no conozcan sobre la reforma curricular. Además de los 10 dólares, los
maestros gastan en alojamiento, comida, pasajes y materiales de trabajo.
"Estamos buscando instituciones que nos ayuden a financiar los
seminarios, porque son costosos. Claro que comparado con los 25 ó 36
dólares que pagan en las instituciones privadas, todavía es económico",
afirma Ortiz.

Julio Machuca, vicerrector del Colegio Experimental Benigno Malo,
considera que la falta de capacitación profesional impidió que la reforma
se aplique en forma inmediata en su plantel. "Del Ministerio debieron
enviar personal para los seminarios y talleres de capacitación. En
realidad, solo se dio para los de Lenguaje y Comunicación y Matemáticas.
En el resto de materias los profesores no conocen qué es lo que tienen
que tratar. Por eso, seguimos con el mismo programa de los años
anteriores".

El ministro de Educación encargado, Gabriel Pazmiño, reconoce que a la
reforma le ha faltado decisión política para instaurar un adecuado
sistema de capacitación y evaluación docente.

El modelo no tomó en cuenta la infraestructura

María Elena León, educadora con 34 años de experiencia y vicerrectora del
Colegio María Auxiliadora, afirma que la clave para la innovación en la
enseñanza radica en la forma de pensar de los educadores.

"Cuando la preparación no es suficiente, entra el trabajo de autogestión
de cada institución. Los profesores que recibieron su preparación en la
universidad, ¿cómo no van a estar en capacidad de leer un libro,
interpretarlo y transmitir a sus estudiantes?".

Precisamente, la autogestión desempeñó un papel muy importante en la
Unidad Educativa María Auxiliadora, de Cuenca. Esta institución, por
ejemplo, consiguió el apoyo de la Federación de Establecimientos
Católicos del Ecuador (Fedec). "Recibimos una preparación eficiente,
gracias al financiamiento del colegio. El mismo plantel se preocupó de
preparar a los maestros, tanto al comienzo como al final del ciclo
lectivo".

La falta de recursos económicos resultó hasta ahora, otro de los factores
con que se tropezó la reforma curricular. Los establecimientos azuayos
carecen de la suficiente infraestructura. Rolando Quezada, jefe de la
división de currículo de la Dirección de Educación del Azuay, asegura que
"no hay dinero para crear nuevas partidas y dar paso a la apertura del
octavo, noveno y décimo grados en cada plantel. El Estado debería
entregar los recursos para eliminar el vacío que hoy existe a nivel
educativo".

Los estudiantes que terminan el séptimo año de básica tienen dificultades
para ingresar al octavo año. (Texto tomado de El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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