Quito. 10.12.93. El sistema financiero ecuatoriano está por
iniciar un proceso de profundas transformaciones tendientes a
modificar su estructura y adecuarla a las actuales tendencias de
la economía mundial y los cambios registrados en otros países del
continente.

Este proceso se pretende cristalizar con las reformas a las leyes
financieras que el Gobierno está por enviar al Congreso Nacional,
a través del proyecto de Ley General de Instituciones
Financieras, que sustituye las actuales normas legales que rigen
a los bancos, compañías financieras, intermediarias financieras,
emisoras de tarjetas de crédito, etc.

El marco de desarrollo de la banca en los últimos veinte años, ha
llevado a sostener de forma bastante generalizada, y más bien
intuitiva, que el sector estaba sobredimensionado y que era
ineficiente en la movilización de recursos, aspectos que se
reflejaban en un margen de intermediación alto

Pero un trabajo reciente que será publicado por MULTIPLICA
(asesora económica y financiera de reciente creación ) y
circulará en los próximos días, realiza una exploración empírica
sobre este tópico, con el fin de establecer parámetros objetivos
que permitan evaluar el desarrollo, la escala, y eficiencia de la
banca ecuatoriana; y presentar algunos elementos para el debate
sobre la reforma de la estructura del sistema financiero
ecuatoriano.

La investigación de Fidel Jaramillo Buendía, José Samaniego Ponce
y Roberto Salazar Córdova, trae resultados reveladores que serán
insumos muy importantes en la discusión respecto al proyecto de
ley.

El trabajo contiene una primera sección que describe la
estructura y evolución del sistema bancario durante los años 80;
en los capítulos segundo y tercero se discuten los conceptos de
escala y eficiencia y se realiza una aproximación empírica para
su medición; la cuarta sección presenta las conclusiones de esta
investigación; y finalmente se incluye también un anexo con la
descripción de la base de datos utilizada. Los principales
elementos y conclusiones de este estudio se presentan en esta
página.

Bancos más grandes, los más eficientes

Los resultados del trabajo de Jaramillo, Samaniego y Salazar
muestran evidencia empírica sobre la existencia de deseconomías
de escala en el sistema bancario ecuatoriano privado. Un
incremento del 100% en la utilización de los insumos, apenas se
traduciría en incrementos de la producción bancaria de entre el
47% y el 65%, dependiendo de la definición de producto utilizada.

A la sombra del Estado

El crecimiento del sector financiero estuvo cobijado en buena
parte por el Estado a través de sus líneas de crédito
subsidiadas, controles administrativos sobre la tasa de interés y
la asignación de crédito y subsidios directos; el más célebre de
todos probablemente fue la sucretización de la deuda, y la
posterior ampliación de plazos y eliminación de todo riesgo
cambiario.

Existieron una serie de barreras institucionales y legales para
que los bancos hayan preferido mantener el status quo. Tanto el
ingreso como la salida de instituciones bancarias se
caracterizaron por innumerables fricciones. La autorización de
nuevas entidades ha estado severamente restringida, mientras que
el proceso de liquidación es extremadamente largo y costoso. Ello
hace que para las entidades existentes haya un valor de la opción
de permanecer en el sistema ("option value"), pese a que
operativamente no se justificaría su presencia. Esta conclusión
apuntaría hacia la necesidad de eliminar barreras y/o fricciones
a la entrada y salida para que se facilite un reajuste de la
estructura del sistema bancario ecuatoriano, se aproveche la
escala y se gane en eficiencia.

Además se encontró una correlación positiva entre eficiencia y
tamaño de la firma. Ello significaría que los bancos más grandes
serían los más eficientes. Este resultado no contradice la
posible existencia de rendimientos decrecientes a escala en el
sistema bancario. Una interpretación de estos resultados
señalaría que los bancos más grandes son los que se encuentran
más cercanos al nivel de producción óptima, una frontera de
producción que se caracteriza por exhibir deseconomías de escala.

Por otra parte, se encontró una relación positiva entre
eficiencia y variables que miden la productividad del banco; pero
también se observó una relación negativa entre eficiencia y
variables que capturan la rentabilidad del banco. Antes de
aceptar esta última evidencia como una muestra concluyente de que
existe una relación inversa entre estas dos variables, se podría
cuestionar la validez de utilizar las utilidades reportadas por
los bancos como un reflejo fiel del concepto de rentabilidad.

Marco de tratamientos más homogéneo

Si bien existe la posibilidad real de que se presente un sesgo en
la información sobre utilidades, en este trabajo se ensaya la
hipótesis de que dadas las trabas institucionales y legales
existentes y descritas anteriormente, los bancos se han
convertido en verdaderos centros de costos y han trasladado las
actividades más rentables hacia otras empresas filiales. Ante
dichas barreras, se crearon una serie de instituciones filiales
como compañías de arrendamiento mercantil, intermediarias
financieras, etc., que podían realizar las actividades vedadas
para los bancos.

Ello podría explicar la existencia de un sistema bancario con
activos y personal muy significativo, pero que no muestra mayor
dinámica en su producción y resultados, estos últimos más bien
canalizados a través de empresas filiales, incluyendo sucursales
u "off-shores" en el exterior. Un ejemplo clarísimo fue la
expansión de las actividades de "factoring" de intermediarias
financieras debido a la imposición a los bancos de un margen fijo
entre tasas activas y pasivas.

Igualmente, esta conclusión subraya la importancia de crear un
marco de tratamiento más homogéneo entre las entidades del
sistema financiero que evite que los bancos sigan fungiendo como
centros de costos, mientras que otras entidades filiales absorban
los renglones más rentables. Un tratamiento homogéneo permitirá
aprovechar las diferentes oportunidades del mercado, no por
resquicios de carácter legal o institucional, sino por
habilidades propias de las instituciones financieras y su
capacidad de generar nichos en el negocio de manera eficiente y
competitiva.

EFICIENCIAS Y RENDIMIENTOS

Tal como los textos de economía básica lo definen, economías o
rendimientos crecientes a escala se refieren a aquellas técnicas
de producción que al incrementar proporcionalmente los insumos de
producción, aumentan el producto más que proporcionalmente. De
igual manera, deseconomías o rendimientos decrecientes a escala
se refieren a aquellas técnicas de producción que incrementan su
producto menos que proporcionalmente ante incrementos
proporcionales en la utilización de insumos. Finalmente,
economías constantes a escala son aquellas que ante incrementos
proporcionales en el uso de insumos, aumentan proporcionalmente
su producción.

Evidentemente, una economía que registre rendimientos crecientes
a escala podría incrementar su nivel de producción a la vez que
sus costos promedios declinen y el nivel de bienestar de la
sociedad mejore. De allí que existe una razón económica para
incentivar la expansión de aquellos sectores que registren
rendimientos a escala.

En contraste, la eficiencia económica se refiere a la manera en
que una firma combina insumos para generar cierto nivel de
producción, dada una determinada tecnología. Usualmente, se
define como ineficiencia económica a la cantidad de producto de
una firma que es inferior a la producción óptima.

La idea central es que pueden existir firmas que al combinar los
insumos con una tecnología dada, obtengan una cantidad inferior
al producto óptimo. La distancia entre la producción de la firma
y la producción óptima respectiva, es precisamente definida como
ineficiencia económica.

Consecuentemente, existe una clara diferencia entre escala y
eficiencia económica. Mientras que el concepto de rendimientos a
escala indica cómo reacciona la producción frente a variaciones
en la utilización de insumos; el concepto de eficiencia económica
refleja cuán lejos o cuán cerca de la producción óptima está una
firma que utiliza una combinación de insumos y una tecnología
determinada.

La aplicación empírica de esta metodología exige una definición
de producto bancario. Existe un amplio debate al respecto. En el
trabajo se examinaron las tres principales: volumen de crédito;
volumen de crédito más volumen de contingentes;, y volumen de
crédito más volumen de depósitos (monetarios, de ahorro y a
plazo). También se incluyó la definición de producto como la suma
del volumen de crédito, contingentes y depósitos.

Mientras que las primeras dos definiciones destacan el rol de la
banca como asignador de financiamiento, las dos últimas hacen
mayor énfasis en el rol de intermediación financiera.

FUERTE CRECIMIENTO BANCARIO

En los últimos 25 años, el sector financiero del Ecuador ha
experimentado varias fases de diversas características y
resultados.

Durante la década de los 70, se produjo una expansión
impresionante de este sector, especialmente de los activos fijos
y personal. Este crecimiento estuvo cobijado en buena parte por
un Estado boyante, que lo apoyó a través de líneas de crédito
subsidiadas, controles administrativos sobre tasas de interés y
asignación del crédito y subsidios directos.

Durante los años 80, el sistema bancario tuvo que enfrentar una
severa crisis y un costoso e inacabado proceso de ajuste
económico. La economía se desenvolvió en un marco de alta
inflación, recesión e inestabilidad en la política monetaria, en
un proceso lento de desregulación de la política económica,
mientras que el obsoleto sistema regulatorio de la banca no tuvo
reformas de fondo que favorezcan su desarrollo.

El mercado monetario se contrajo, mientras que el tamaño físico
de la banca creció apreciablemente por una tendencia hacia el
sucursalismo, la diferenciación del producto y la provisión de
servicios complementarios, además de enfrentar la competencia de
otros intermediarios financieros. La productividad por hombre
ocupado se redujo y se mantuvieron altos índices de capital
inmovilizado, en gran parte por causa de inversiones onerosas.

La inflación generó una disminución del plazo de las operaciones
que repercutió en los costos operativos por el aumento del
volumen de transacciones y el valor de los insumos. Por otro
lado, la inestabilidad monetaria dificultó el manejo de la
liquidez y la solvencia de la cartera. Las inversiones en
tecnología sofisticada y la provisión de servicios
complementarios impusieron un recargo en los costos operativos
medios de la banca que se reflejaron en el alto margen
financiero.

Los bancos se convirtieron en centros de costo y las firmas
debieron buscar negocios complementarios o crear instituciones no
reguladas para aumentar sus ingresos.

Por su parte, el marco regulatorio del sistema bancario mantuvo
en esencia la estructura vigente durante las últimas cinco
décadas -desde la Misión Kemmerer- sin introducir reformas que
favorezcan un desarrollo sólido y adecuado a la nueva realidad.
Persistieron una serie de controles administrativos, fricciones
para la constitución de nuevas entidades y para la liquidación de
existentes, y un tratamiento que segmentaba el acceso a
diferentes líneas de negocio de acuerdo a criterios
discriminatorios. (3A)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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