de Informe Confidencial
Quito (Ecuador). 14 abr 96. La pregunta central que nos
hacemos los consultores políticos en cada proceso electoral es
"¿que puede mover la intención de voto de la gente en esta
elección?" En cada país, en cada provincia, en cada proceso,
las motivaciones son diversas.

Es difícil comparar las actitudes de los ecuatorianos de estos
días con los de anteriores procesos democráticos. En ese
entonces la política se hacía sin contar con mediciones
científicas que permitan apreciar las similitudes y
diferencias. Era una actividad en la que participaban de
manera activa reducidos grupos de la población que decían que
respondían a motivaciones "ideológicas". La gran masa
aceptaba simplemente lo que esas élites decían y hacía
"bulto".

Los líderes políticos eran, como norma general, gente
"ilustrada". Pertenecían al reducidísimo grupo de "doctores"
a los que respetaban las élites urbanas. Algunos dicen que
ellos sí luchaban por ideas y no por simples necesidades como
lo hacen los líderes actuales. Los unos rompían lanzas en
defensa de la Iglesia y sus principios y los otros defendían
las ideas liberales. Obscurantismo e ilustración se
enfrentaron durante décadas en un mundo que parecía guiarse
por las ideologías.

En la década del veinte aparecieron otras ideas. Algunos
intelectuales, maestros y hombres que viajaban trajeron las
ideas marxistas al país.

A la usanza de la época, el Coronel Juan Manuel Lasso,
terrateniente, aristócrata y tesorero fundador del Partido
Socialista, sacaba a los indios de sus haciendas con carteles
escritos en un idioma que no entendían, respaldando al
proletariado internacional. Ni bueno ni malo, era la forma en
que se hacía la política en ese tiempo. Unos pocos ilustrados
que polemizaban usando a sus subordinados para las batallas.

El marxismo no solo fue un movimiento político. Trajo también
una serie de aportes importantes para la comprensión de la
sociedad. Entre otros, el de que detrás de las "ideologías",
siempre existen intereses concretos. Según Marx, los juegos
de las ideologías solo pueden entenderse cuando se los vincula
con lo real; la economía que es la determinante "en última
instancia" de lo que ocurre en la sociedad.

Inspirados en estas ideas, algunos intelectuales del país nos
dijeron que la ideología conservadora era realmente una
máscara de los intereses de los terratenientes serranos que
defendían su modelo de explotación y que las ideas liberales
representaban a una nueva burguesía agroexportadora cuyos
intereses chocaban con los de los latifundistas del interior.
El pensamiento de izquierda desmitificó las ideologías y
trató de comprender la lógica de la historia desde los
intereses concretos.

En los últimos años, después del ruidoso fracaso del
"socialismo real" muchos pensadores de izquierda han
reivindicado a las ideologías.

Prefieren no saber demasiado de lo"práctico", de lo real.
Plantean utopías, sueños ideológicos supuestamente
desvinculados de toda realidad concreta. Si aplicamos el
marxismo clásico, esa ideología etérea debería ser una máscara
para defender intereses concretos, de grupos concretos.
Habría que ver cuáles son esos grupos y cuáles los privilegios
en juego.

En ese contexto, no hay razón para que veamos con desprecio
cómo los electores se definen por intereses inmediatos.
Vivimos una sociedad en que la democracia se ha extendido de
manera enorme y en la que ya hay más doctores que señores.
Amplios sectores de la población se expresan y defienden
directamente sus intereses. No necesitan decir que luchan por
los intereses del país y la liberación de todos los oprimidos
del mundo frente al imperialismo, para buscar sus pocos
privilegios. Simplemente, plantean a los políticos un canje
utilitario de su voto.

Los electores quieren una vida mejor

Muchos electores pretenden que su vida sea mejor, que sus
hijos puedan comer y educarse como ellos no lo hicieron. Ven
por la televisión cómo viven los habitantes de otros países
más afortunados y quieren consumir mejores productos, y vivir
con más comodidad. El voto se transforma en una forma de
buscar la satisfacción de necesidades reales con
transparencia, sin las viejas máscaras de las ideologías.

Los encuestadores políticos tratan de buscar en esos mundos
para averiguar cuáles pueden ser las propuestas que muevan los
votos de los electores. Cuando son principiantes, preguntan
"¿cuál es el principal problema del país?" y en todo país
descubren con entusiasmo que son el costo de la vida, el
desempleo y la falta de seguridad.

Se puede también preguntar sobre las necesidades más sentidas
de la gente. A nivel mundial el agua ocupa un lugar
prominente. En un país como el nuestro la falta de calles y
caminos y la falta de luz reciben también numerosas menciones.

El deplorable estado de nuestros servicios de salud, hace que
la gran mayoría prefiera que se construya en su barrio un
hospital y no una escuela. Esta es otra forma de preguntar
que ayuda a explorar las necesidades de los electores.

Para obtener resultados útiles, se integran diversas técnicas,
preguntas, entrevistas a profundidad y grupos de enfoque.
Todo eso, para saber cuál es la aspiración que puede mover el
voto del elector en una época en que las ideologías parecerían
haberse vuelto transparentes, para simplemente dejar que los
intereses concretos que estaban detrás de ellas, se enfrenten
en una democracia en la que el voto es cada vez más
utilitario. (Diario HOY) (9A)
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