Quito. 20.08.95. La pintura de Lucho Plaza, así se lo conoce,
se inscribe en una suerte de testimonio, porque ella quiere
dejar constancia de la inmersión de un arte -del suyo- en el
mundo prehispánico, en sus elementos humanos, así como ese
arte quiere dejar constancia de la destrucción de la
naturaleza por manos del hombre de ahora. La pintura de Plaza
definitivamente se volvió ecologista. de allí la búsqueda de
los colores oscuros, porque con ellos quiere simbolizar los
tiempos oscuros del hombre para el próximo milenio. Además,
Plaza Febres Cordero es un arqueólogo silencioso que hurga en
un pasado milenario lleno de esplendor y cuyos resultados -de
sus excavaciones- han sido entregados en donación a museos
públicos y privados.

Es así mismo el médico cuya labor humanista -es dermatólogo-
se centra en la solidaridad con sus pacientes de escasos
recursos económicos. Cosa rara en estos tiempos monetarizados.

Vinculado a familias de alta condición social y económica,
nuestro entrevistado (guayaquileño y con 45 años a cuestas) es
la sencillez personificada. este diálogo transcurrió entre
cuadros, objetos arqueológicos y una sinceridad tan ausente en
nuestros discursos intelectuales y oficiales.

Un pintor siempre es parte de una búsqueda incesante de
creatividad, de trabajo silencioso, de encuentros y
desencuentros. Se que pintas desde muy niño. ¿Qué motivaciones
humanas, sociales y artísticas te llevan al mundo de la
plástica?

Yo pinto desde muy niño, porque una necesidad interior me lo
dictaba.

Pinto y gano concursos en el colegio. Luego de graduado me
marcho a España a estudiar medicina, pero sigo pintando.
Regreso a mi país y sigo pintando. Creo que mi vocación era
ésa y me entregué de lleno al arte.

Llegó luego el momento en que creí conveniente confrontar mi
trabajo con la crítica y con el público y eso ocurrió en 1984.
El acopio de experiencias y vivencias te enfrenta con nuevas y
ricas posibilidades artísticas. Enfrentas desafíos, en todos
los niveles, tanto de la experimentación formal cuanto en la
búsqueda de temas, colores, etc.

Te inicias pintando a lo Rendón, casi que eras un copista del
maestro. Pero tú me has dicho que nunca habías visto un cuadro
de Rendón ¿Un caso de memoria asociativa?

Puede ser. Debe haber algo de eso que tú señalas. Desde unos
quince años atrás es mi relación con el arte ecuatoriano, con
su cultura; y es cuando por mi acercamiento con Aracely
Gilbert y otros familiares, que escucho hablar sobre el arte
de Rendón, sobre su carácter, sobre el sentido de su humildad,
de su apego a la naturaleza, elementos éstos que me
emparentaban con Rendón. Pero sin la calidad del maestro.

Luego un crítico me dijo que debía afirmar mi propio estilo.
Dejé esa figuración rendoniana, pasando a un expresionismo
abstracto, hasta llegar a pintar lo que conoces. Una pintura
ecologista que me hace sentir muy bien.

La búsqueda de la originalidad no es tan fácil, demanda
sacrificios, rupturas...

Me costó mucho sacrificio crear algo muy mio, que yo lo
sintiera muy propio, donde no se percibieran las influencias,
aunque éstas no tienen nada de negativo. Mi experiencia
europea, norteamericana, me permitió sacarme los lastres
artísticos y un trabajo de taller, de laboratorio, exigente,
me hizo encontrar mi camino.

Para un pintor tiene mucha significación el haber estado en
otras geografías. Visitar galerías, museos enriquece su visión
del mundo.

¿Como influyó esa nueva realidad en tu trabajo artístico?

Mucho, mucho. Siempre he dicho que los gobiernos deberían
becar a los artistas a Estados Unidos, Europa, para que toda
esa universalidad del arte pueda servirle de provecho. En mi
caso personal cuando estuve en el extranjero visité galerías,
museos, talleres, luego visité Egipto, Grecia y el
conocimiento de esas culturas enriqueció mi cosmovisión. Y qué
hago al regresar a mi país. No pinto ni copio las vanguardias
ni los modelos europeos, todo lo contrario, me sumerjo en mis
raíces, en la prehispánico, busco la naturaleza, busco al ser
humano de aquí y trato de hacer un arte con raíces, con
sustento ecuatoriano. Claro está que no es tan fácil.

Por que esas tonalidades oscuras, grises, etc. ¿Acaso
anunciando los tiempos oscuros para la especie humana en el
próximo milenio?

No se como explicártelo, habría que calar en mi interioridad.
Pero déjame decirte algo que nunca he dicho a nadie: cuando te
preguntan si eres feliz, la mayoría de la gente dice que sí.
Yo en cambio no soy un hombre feliz.

Me recuerdas una frase de Gallegos Lara. El decía que "aspirar
a ser feliz en el Ecuador es una canallada, porque siempre un
minuto de felicidad se la robamos a alguien". Mas o menos esa
es la frase.

Completamente de acuerdo. No puedo ser feliz mientras vea a la
especie humana sufriendo. Cuando veo que unos hombres
aprisionan a otros, que les producen dolor. Cuando hay mucha
maldad, mucha soledad, no puedo ser feliz.

Acaso al haber perdido la fe en el ser humano quieres
recuperarla a través del arte.

No soy nadie para hacerlo. Pero en mi pintura trato de
expresar lo que siento, lo que soy, lo que llevo adentro. Soy
un ser atormentado por tanta infelicidad alrededor mio.

Entonces, ¿Una visión atormentada del porvenir?

No, yo creo que el porvenir hay que mirarlo con la esperanza
de un mañana mejor. Hay pintores que miran la vida de otra
manera, en cambio yo trato de pintar mi mundo conforme lo ven
mis ojos. La naturaleza es la inspiración para todo y para
todos. Y eso me lleva a pintarla. Y ojalá que mi mensaje
estético tenga receptividad básicamente en el espectador.
Porque si éste ve un manglar destruido, un árbol derribado,
tierra erosionada, entenderá que el mundo se le está acabando.

Pero eres médico y tiene la posibilidad de salvar vidas...

Y lo hago constantemente. Trato de ser útil en ese sentido. A
mi consultorio acuden a diario gentes de escasos recursos
económicos, a quienes muchas veces no les cobro. No quiero
hacer propaganda de algo que considero que es un deber mio el
ser útil a mis semejantes. ¿Acaso esa no es la obligación de
un médico, de un pintor, de un profesor, de cualquier
profesional? ¿o es que debemos pensar solamente en función de
honorarios?

¿Como es la relación entre el pintor y el médico?

De lo mejor. Ambos personajes se llevan bien. Y lo que es más:
existe una relación espiritual que en determinados momentos me
da una paz interior. Y esa paz es la que necesita un creador.

¿Te interesa el mercado del arte?

Me tiene sin cuidado. Pero si alguien quiere comprar algún
cuadro mío no tengo problemas en venderlo. Pero no me
desespero si no vendo.

¿Como ves la crítica pictórica en nuestro país?

Respetable y de alto nivel profesional.

¿Y si ella te es adversa?

Tiene todo el derecho. No me enojo, ni le quito el habla al
crítico.

¿Que significa para ti ser director del museo Nahin Isaias de
Filanbanco?

Poder estudiar y descifrar parte de ese legado histórico de
nuestros pueblos ancestrales. Estar en un museo quiere decir
recobrar el pasado vívidamente, críticamente. El museo es algo
vivo, donde renace el pasado al contacto con los niños, los
jóvenes, los adultos. Gran parte de mi tiempo lo dedico al
estudio de la arqueología, a la pintura y a la medicina. Allí
por ahora, las constantes de mi vida.

En ese lugar que sabe a HISTORIA VIVA, donde vibran nuestras
raíces, allí, en esa soledad creadora, Lucho Plaza y sus
duendes prefiguran el advenimiento de un arte del futuro,
solidario.(3B)
(Diario HOY)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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