Quito. 15 mar 97. Uno de los personajes más pintorescos del
bucaramato fue el director financiero-administrativo de la
Presidencia de la República, Enrique Villón Ramírez.

Cuando recorría las dependencias del Palacio de Gobierno,
llamaba la atención su atildada pinta de "Pedro Navaja" de
aparente jefe de los guardaespaldas del presidente Abdalá
Bucaram.

Villón combinaba conjuntos de color blanco, incluidos chaleco
y zapatos, con camisas y pañuelos negros o rojos. En ocasiones
vestía pantalones beige y chaquetas de colores ladrillo,
morado, rosado... Los primeros botones de las camisas
abiertos, dejaban al descubierto una gruesa cadena de oro que
colgaba de su pecho.

Los vistosos atuendos, el porte alto, la tez morena, la raya
al medio que partía su alborotada cabellera blanca, las
infaltables gafas oscuras, los zapatos claros y el andar
pausado, le daban un aire de misterio. Aunque se lo veía a
diario pocos sabían que ese hombre, que parecía sacado de una
película de policías y mafiosos, era el director
Administrativo-Financiero de Carondelet.

Villón era un asiduo visitante de la sala de Prensa de la
Presidencia, donde su esposa mataba los días cortando
periódicos en un pequeño rincón contiguo a la oficina de
Fernando Artieda.

Todo empezó hace 18 años...

Ingeniero comercial de profesión, la amistad con Abdalá
Bucaram habría de marcar a Enrique Villón por el resto de la
vida. Se conocieron hace dieciocho años, cuando Jaime Roldós
ganó la Presidencia de la República, y Abdalá fue designado
Intendente General de Policía del Guayas. Hombre esencialmente
discreto y sin ansias de figuración política, Villón había
entrado a trabajar en la Gobernación del Guayas, bajo las
órdenes del entonces gobernador Carlos Hildalgo Villacís. Fue
ahí cuando empezó todo. Desaparecido el CFP, fue de los que
acompañó a Abdalá en la fundación del Partido Roldosista y en
la campaña para la alcaldía de Guayaquil en 1984.

Cuando Abdalá ganó, lo llevó a la dirección financiera del
Municipio, cargo en el que se mantuvo aun después de que
Bucaram abandonara el cargo para huir a Panamá.

Villón, en cambio, permaneció en la dirección financiera por
todo el período: cuatro años en que desfilaron tres alcaldes:
Bucaram, el independiente Gino Norero, y Jorge Perrone
Galarza, de las listas del FRA.

"Es un hombre agradable, simpático, pero definitivamente no
era honrado", según lo describe un contratista de obra pública
municipal que admite que tuvo que pagarle a Villón para
agilitar el trámite de su cheque. Eran los tiempos de la
alcaldía de Perrone, un período marcado por la corrupción y el
desorden.

En el período siguiente la historia de Enrique Villón se
muestra confusa. Aún cuando algunos medios de comunicación lo
sitúan trabajando para la alcaldía de Elsa Bucaram, ello no es
del todo claro.

En todo caso, si fue funcionario municipal en el período
88-92, no desempeñó ningún papel clave.

Lo cierto es que en ese lapso la dirección financiera fue
desempeñada por el cuñado de Abdalá, Adolfo Pulley, perseguido
luego penalmente por la Contraloría, y hasta hace poco
funcionario de las aduanas durante el gobierno roldosista.

El ser reemplazado del cargo produjo en Villón un fuerte
resentimiento. Rumores no confirmados afirman que la enemistad
llegó a tal punto, que Villón fue víctima de una agresión
física por parte de los "Pepudos", a tal punto que terminó en
una clínica. En todo caso, un testigo de esa época asegura que
él "no quería saber nada de Bucaram ni de los roldosistas".

"Un muerto de hambre..."

Fuera del Municipio, Villón se dedicó a administrar un
edificio en condominio. Ejercía su profesión y testigos
aseguran que hacía trámites en la Jefatura de Rentas del
ministerio de Finanzas durante el anterior régimen. Y lo
cierto es que era un hombre pobre.

"Era un muerto de hambre", dice con verdad Alfredo Adum, "una
persona que andaba con ternos de hace 20 años, que vivía en
Los Sauces (una ciudadela de clase media al norte de
Guayaquil)". "Se levantaba a las seis de la mañana", cuenta
una vecina apenada porque al momento de su detención, Villón
estaba a punto de ser padre. "Es un hombre sencillo que iba a
comprar la leche acompañado de su pequeña hija y que no se
metía con nadie".

En realidad, Villón era conocido como un "don juan". "Su gran
debilidad eran las mujeres", dice otro vecino, "con la vida
que él llevaba no había presupuesto que alcance". "En el
municipio lo conocían como Alain Vilón (en referencia al actor
francés Alain Delon), porque se creía irresistible".

Casado en últimas nupcias con la ciudadana peruana Julia
Aguilar Pinedo, embarazada de siete meses, quien lo acompañó a
Quito cuando Villón fue llamado para ejercer de jefe
financiero de la Presidencia de la República.

Aunque con el poder de quien trabaja junto al jefe de Estado e
incluso llega a manejar los fondos de gastos reservados,
Villón mantuvo la principal característica de su personalidad:
la discreción.

Su nombre solo apareció en los periódicos cuando el presidente
de la Corte Suprema lo sindicó por peculado. Nunca podría
imaginar que llegaría a ser noticia internacional. (DIARIO
HOY) (P. 6-A)
EXPLORED
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