Quito. 26.01.92. Hacia el año de 1.979 y mientras se realizaba
en Francia una competencia de alas delta, aficionados al
paracaidismo de salto libre empezaron a brincar desde el peñón
de Grenoble; las espectaculares maniobras también marcaban el
más remoto origen de un nuevo deporte aéreo: una distinta
forma de paracaidismo que, amén de no precisar el hasta
entonces indispensable aeroplano, permitiría -poco después-
también planear y dirigir plenamente la trayectoria del paracaídas.

Nacían, poco después, los "parapentes", una mezcla entre alas
delta y un paracaídas convencional de salto libre que, a
apesar de aparecer en el último año de los setentas, había
sido concebido y diseñado 20 años atrás, en 1.959, cuando el
profesor Samuel Gutte -en plena Segunda Guerra Mundial- había
desarrollado el estudio de un perfil aerodinámico flexible ultraliviano,
compuesto por celdas que se inflan con el aire, provocan la sustentación
requerida y, evidentemente, mantienen en vuelo al parapente.

A la vez paracaídas y planeador, el novedoso parapente
(paracaídas de montaña, paraglider, gleitschirm) permite
disfrutar un vuelo plácido y absolutamente dirigible con un
aterrizaje tan suave como bajar de un escalón y no tan rudo
como la tradicional rodada o arrastrada que suponía aterrizar
en un paracaídas tradicional.

Sin embargo de su notable juventud, este nuevo y relajante
deporte ha tenido un desarrollo rápido y sostenido. Los
modelos pioneros lograban una relación de tres a uno, en tanto
avanzaban o planeaban tres metros con el descenso de un metro.
Hoy existen modelos que a más de poder ser elevados a
voluntad, rinden en relación de 25 metros de planeo por uno
de descenso, de modo que en países como Suecia, España,
Inglaterra, Francia, entre otros que se caracterizan por su
montañosa geografía, se han registrado vuelos de hasta 200
kilómetros y varias horas de duración.

¿Y en Ecuador?

"Acá no estamos tan lejos. Vuelos igualmente espectaculares se
pueden hacer desde la playa de Crucita, por ejemplo, dice
Fabián Rojas, fanático parapentista ecuatoriano mientras
desglosa y explica la historia y detalles de "esta pasión inexplicable".

Rojas, un arquitecto que cuando no está en la obra mejor mira
la ciudad desde su cómodo y manso parapente, es, junto a su
colega Jaime Carrera, uno de los más firmes propulsores de
este deporte aéreo.

"Ahora te contamos todo y porqué hacemos lo posible para que
al fin nuestro deporte "vuele alto", advierte Rojas, mientras
enseña fotos de varios de sus alumnos en acción.

No hace falta explicar nada

VOLAR... POR VOLAR

"Volar. Volar es la cosa. Para vencerse a uno mismo, por
romper el mito de que estamos atados a tierra..." filosofa
Rojas sobre el parapente y sus circunstancias.

-Pero, interviene Carrera, volar por volar. Sin más
explicaciones sino esa: el vuelo por el vuelo, por el placer y
sensaciones que supone.

Tras varias consideraciones histórico-romántico-filosóficas,
que incluyeron desde análisis sicológicos hasta el accidentado
mito de Icaro y Dédalo, los dos voladores amigos abordan más
detalles de su deporte.

"Creo que uno de los problemas que afecta su definitiva
consolidación está en el costo de los equipos. El mío, de
segunda mano, llega a costar más de un millón de sucres y los
más sofisticados superan los 4 mil dólares.

-Es decir que, en verdad los que vuelan, son pocos...

-Ni tanto, esgrime Rojas. Nosotros, mediante el club Los
Halcones, hemos graduado en los últimos meses unos sesenta
pilotos, entre ellos desde una mujer, Carmen Salinas, hasta 50
oficiales del GIR. En la mayoría de casos, nosotros alquilamos
el equipo, por lo que el costo del curso es de 150 dólares, un
precio acequible si tomamos en cuenta el costo del equipo que
nosotros arriesgamos y que en Europa solo una parte del curso
supera los 500 dólares.

-¿Tienen apoyo de alguna federación deportiva?

-Ahí está el problema: nosotros, a pesar que tenemos ya siete
años con esto de las alas delta y parapentismo, aun no
logramos el reconocimiento oficial como club ni su
indispensable personería jurídica.

Es increíble pero nos duele que, pese haber presentado
estatutos en tres ocasiones, la respuesta haya sido la misma: nula.

Hasta el año 85 nosotros, los pilotos de alas delta, por citar
un ejemplo, sabíamos y teníamos el mismo equipo que un colega
en Estados Unidos. Pero allí nos quedamos y ahora la brecha es
casi indescontable, es que como "cuerpo del delito" muestra
tarjetas de crédido emitidas en los Estados Unidos que otorgan
descuentos y facilidades a los miembros de ese club.

El último vuelo empieza en tierra

Después de lamentar y prometer que se hará todo lo posible por
que el parapentismo y alas delta logren su consolidación,
Rojas y Carrera vuelven con una mochila liviana, como la de
una carpa mediana, máximo.

Y desenvuelven el parapente, mirando al paso mi cara de sorpresa.

-Es una de las ventajas: sus pesos están entre 8 y 12 libras y
ya con la práctica uno puede llevar uno y hasta dos pasajeros
e incluso acoplarse a un pequeño motorcito, expone un
satisfecho Rojas.

-El peso, puntualiza Carrera, está en relación de la
envergadura del piloto. Pero en equipos como el nuestro pueden
volar desde niñas de 15 años (100 libras de peso) hasta gordos
de 200 libras si se lo proponen, pues no existe ningún riesgo
en ese específico contexto.

Rojas añade, con su mismo rostro orgulloso, que las
aplicaciones del parapentismo en la vida diaria son tantas
como nubes en el cielo...

-Mira un cuartel, una hacienda a adonde no puedes entrar por
tierra. Para eso está el aire pero si saltas de un avión ya no
eres tan sorpresa como se supone: ahi un parapente.

-Y no solo eso, se anima Carrera, tareas de búsqueda y
rescate; toma de fotos aéreas, publicidad escrita en los
parapentes, entre otros son los muchos usos que tendría este
deporte, al menos si calculas que una hora de helicóptero
cuesta más o menos 2 mil dólares y que una avioneta sin piloto
supone un desembolso de 300 dólares...

Un parapente guiado por un experto puede alcanzar velocidades
de hasta 42 kilómetros por hora y requiere de una mínima de 12
kilómetros por ese lapso.

-Y no te demoras en aprender casi nada. Prácticamente en dos
fines de semana ya puedes decir que has volado y sin pasaje...

-Ya. Pero y de accidentes no cuentas...

-Los hay, dice un decidido Carrera, pero es por imprudencia:
Dédalo se mató por no obedecer la experiencia de Icaro. Hay
accidentes como en cualquier deporte, pero en sí, el parapente
es incluso más seguro y fácil de manejar que el alas delta y
el paracaídas tradicional.

Rojas muestra unas manillas de su cuidado parapente.

-Es fácil: tirando estas anillas halas una serie de cuerdas
conectadas entre sí que permiten virar, sin riesgo alguno, a
cualquier lado e incluso frenar, subir, lo que tú quieras.

-Ah, un detalle: para volar en parapente es básico no haber
ingerido licor 12 horas antes y haber dormido bien las ocho
horas normales, finaliza Carrera.

Al tanto, Rojas enseña fotos en donde se le ve volando con uno
de sus hijos.

-Papi vuela, Supermán es cuento, dice el chico.

Rojas explica que Crucita es uno de los tres mejores lugares
que para este tipo de deportes tienen las costas del Pacífico
Sur, según publicaciones extranjeras citadas por el volador
Rojas.

-Imagínate, finaliza Carrera: hasta por ese lado turístico
nuestro Ecuador tiene cualquier cantidad de montañas y sitios
apreciados y difundidos a nivel mundial para paracticar estos
deportes, pero qué va, acá falta mucho por hacer, que dejen
hacer, sobre todo, dice citando nuevamente las dificultades
que han tenido para adquirir personería jurídica y oficializar
su club y deporte que a pesar de ser de altura aún no logra su
último y definitivo vuelo... (8B)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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