Quito .25.12.94. Ha pasado el tiempo en el que las mujeres
debían demostrar que eran tan o más capaces que los hombres;
pasaron los días en los que su ámbito de trabajo se reducía a
las tareas domésticas o a las profesiones "para mujeres". La
capacidad de las mujeres está más que probada y, sin embargo,
persisten barreras que hasta hoy no han podido ser derribadas
como, por ejemplo, aquella que nos separa del poder político.
En el Ecuador, como prácticamente en toda Latinoamérica, los
porcentajes de mujeres que llegan a ocupar importantes cargos
públicos o de liderazgo político son mínimos... ¿por qué?
"La sociedad ecuatoriana ni siquiera se plantea el poder
político como una responsabilidad social de la mujer; no
espera que las mujeres tengan mayor poder ni que la
gobiernen", nos explica Lily Rodríguez, coordinadora de
investigación del Centro de Promoción y Acción de la Mujer,
CEPAM.
Según Lily, esa actitud social se va generando en los inicios
mismos de la educación que mujeres y hombres recibimos cuando
niños...
- ¿Cómo evaluaría la situación de la mujer frente al poder
político en nuestro país?, le preguntamos.
Para empezar, creo que hay una concentración desigual del
poder en algunas élites económicas y políticas constituidas,
coincidentemente, por blancos y mestizos. Fuera queda la
mayoría de la población ecuatoriana, los indígenas, minorías
como los negros, y las mujeres... porque, aunque hay mujeres
con poder económico, rara vez tienen también el poder
político. Al excluir a amplios sectores de la población, estas
élites pierden legitimidad y capacidad de generar consensos.
Pero a esta exclusión que sufrimos las mujeres,
particularmente, hay que añadirle un ingrediente histórico: no
solo se nos excluye por ser pobres, ser negras o indígenas...
sino por el hecho intrínseco de ser mujeres. Ser mujer en el
Ecuador significa no solo exclusión del poder político formal,
sino una permanente situación de subordinación frente a los
varones, y de discriminación frente a las oportunidades del
"desarrollo": empleo, mejor calidad de vida, tiempo libre,
etc.
Y no es que la legislación ecuatoriana no se haya preocupado
de este asunto, la misma Constitución establece igualdad entre
todos ayudar y colaborar con cada gran mujer.
COMO Y CUANDO ACCEDER AL PODER POLITICO
Recién nomás el 16 y 17 de diciembre pasados se realizó la
Conferencia Nacional de la Mujer precisamente sobre este tema.
Ahora las organizaciones de mujeres empiezan a tomar en serio
la participación política... Hace años decíamos que no nos
interesaba, que la política es corrupta; teníamos una idea
purista y además creíamos que las mujeres podíamos resolver
por nosotras mismas nuestros problemas y los de la sociedad en
conjunto. Ahora sabemos que mientras estemos fuera de donde se
toman las decisiones nada va a cambiar, y sentimos que es
nuestra responsabilidad ocupar esos espacios de decisión.
Vamos a entregar propuestas de las mujeres a los frentes
políticos que se están conformando con miras a las elecciones;
creo que los frentes políticos deberían recoger estas
propuestas, así como las de otros movimientos sociales
(ecologistas, de derechos humanos, etc.) incluso como una
medida contra el desgaste que sufren: este contacto podría ser
para ellos una forma de revitalizarse y se abriría un espacio
para la negociación. Los partidos indefinidos deberían empezar
por acercarse a conversar con los movimientos sociales.
- ¿Cree usted Lily que para asegurar una mayor participación
de la mujer en la política sea necesario fijar cuotas
obligatorias en las listas de los partidos, por ejemplo? ¿No
sería mejor dejar que el proceso de lucha de las mujeres
llegue por sí solo a lograr una participación igualitaria en
la política?
Lo ideal sería no tener que fijar cuotas; sin embargo, la
práctica demuestra que es necesario. El tema es bastante
controversial: las cuotas no implican que las mujeres que
estén dentro de ellas respondan realmente con responsabilidad
y compromiso a la causa de las mujeres; pero, de otro lado,
creo que es una forma de "discriminación positiva":
considerando que se parte de desigualdades, es necesario tomar
medidas para alcanzar el equilibrio.
¿Qué partido va a invitar a las mujeres a participar en
igualdad de condiciones? Yo me inclino porque la Ley de
Partidos sea reformada en el sentido de que la inclusión de
las mujeres en las listas se haga en forma equitativa.
Las cuotas no necesariamente van a significar una toma de
conciencia por parte de mujeres y hombres, pero a lo mejor
hagan falta. El tema se está discutiendo en otros países,
entre ellos Chile; y en Argentina se definió ya que el 30% de
las listas presentadas por los partidos debe estar conformado
por mujeres.
- ¿Y en los ámbitos que no tienen que ver con la elección
popular?
Hasta ahora la elección se hace con criterios muy subjetivos.
Ahí la propuesta sería que para determinados cargos se
presenten ternas en las que estén hombres y mujeres. No se
trata de que siempre sean elegidas las mujeres, sino de que la
capacidad sea el criterio de selección por encima de los
criterios que ahora priman.
SE REQUIERE UN CAMBIO EN LAS INSTITUCIONES DE LA SOCIEDAD
¿Qué tendremos que hacer las mujeres para no quedarnos en la
antesala del poder político?
El problema, como vimos, viene desde las etapas de
socialización temprana, y por esos tiene que haber un cambio en las
instituciones de la sociedad que influyen en esas etapas: la
familia, las instituciones educativas, los medios de
comunicación deberán adoptar como objetivo la educación para la
democracia.
Esto nos puede posibilitar un cambio a largo plazo, pero debe
ir articulado con cambios en los adultos, en los modelos que
estamos proponiendo a las nuevas generaciones: éste es un asunto que
los líderes políticos deben plantearse.
También en las organizaciones hay que empezar a discutir
seriamente el asunto: todavía hay mujeres que se conforman con
ser secretarias, tesoreras, encargadas de asuntos sociales...
esto nos va a ayudar para que rompamos temores e inseguridades
y para que asumamos nuevos retos.
Pero, además, hay que preguntarse: ¿qué mujer puede salir a
participar activamente en la vida política mientras lo
doméstico sigue siendo considerado una responsabilidad exclusivamente
suya?
Si los esposos y los hijos no colaboran con ella, ¿cómo podrá
lograrlo?
Siempre se dice que detrás de todo gran hombre hay una gran
mujer. Ojalá haya grandes hombres, generosos, que sean capaces
de ayudar y colaborar con cada gran mujer. (7A)
debían demostrar que eran tan o más capaces que los hombres;
pasaron los días en los que su ámbito de trabajo se reducía a
las tareas domésticas o a las profesiones "para mujeres". La
capacidad de las mujeres está más que probada y, sin embargo,
persisten barreras que hasta hoy no han podido ser derribadas
como, por ejemplo, aquella que nos separa del poder político.
En el Ecuador, como prácticamente en toda Latinoamérica, los
porcentajes de mujeres que llegan a ocupar importantes cargos
públicos o de liderazgo político son mínimos... ¿por qué?
"La sociedad ecuatoriana ni siquiera se plantea el poder
político como una responsabilidad social de la mujer; no
espera que las mujeres tengan mayor poder ni que la
gobiernen", nos explica Lily Rodríguez, coordinadora de
investigación del Centro de Promoción y Acción de la Mujer,
CEPAM.
Según Lily, esa actitud social se va generando en los inicios
mismos de la educación que mujeres y hombres recibimos cuando
niños...
- ¿Cómo evaluaría la situación de la mujer frente al poder
político en nuestro país?, le preguntamos.
Para empezar, creo que hay una concentración desigual del
poder en algunas élites económicas y políticas constituidas,
coincidentemente, por blancos y mestizos. Fuera queda la
mayoría de la población ecuatoriana, los indígenas, minorías
como los negros, y las mujeres... porque, aunque hay mujeres
con poder económico, rara vez tienen también el poder
político. Al excluir a amplios sectores de la población, estas
élites pierden legitimidad y capacidad de generar consensos.
Pero a esta exclusión que sufrimos las mujeres,
particularmente, hay que añadirle un ingrediente histórico: no
solo se nos excluye por ser pobres, ser negras o indígenas...
sino por el hecho intrínseco de ser mujeres. Ser mujer en el
Ecuador significa no solo exclusión del poder político formal,
sino una permanente situación de subordinación frente a los
varones, y de discriminación frente a las oportunidades del
"desarrollo": empleo, mejor calidad de vida, tiempo libre,
etc.
Y no es que la legislación ecuatoriana no se haya preocupado
de este asunto, la misma Constitución establece igualdad entre
todos ayudar y colaborar con cada gran mujer.
COMO Y CUANDO ACCEDER AL PODER POLITICO
Recién nomás el 16 y 17 de diciembre pasados se realizó la
Conferencia Nacional de la Mujer precisamente sobre este tema.
Ahora las organizaciones de mujeres empiezan a tomar en serio
la participación política... Hace años decíamos que no nos
interesaba, que la política es corrupta; teníamos una idea
purista y además creíamos que las mujeres podíamos resolver
por nosotras mismas nuestros problemas y los de la sociedad en
conjunto. Ahora sabemos que mientras estemos fuera de donde se
toman las decisiones nada va a cambiar, y sentimos que es
nuestra responsabilidad ocupar esos espacios de decisión.
Vamos a entregar propuestas de las mujeres a los frentes
políticos que se están conformando con miras a las elecciones;
creo que los frentes políticos deberían recoger estas
propuestas, así como las de otros movimientos sociales
(ecologistas, de derechos humanos, etc.) incluso como una
medida contra el desgaste que sufren: este contacto podría ser
para ellos una forma de revitalizarse y se abriría un espacio
para la negociación. Los partidos indefinidos deberían empezar
por acercarse a conversar con los movimientos sociales.
- ¿Cree usted Lily que para asegurar una mayor participación
de la mujer en la política sea necesario fijar cuotas
obligatorias en las listas de los partidos, por ejemplo? ¿No
sería mejor dejar que el proceso de lucha de las mujeres
llegue por sí solo a lograr una participación igualitaria en
la política?
Lo ideal sería no tener que fijar cuotas; sin embargo, la
práctica demuestra que es necesario. El tema es bastante
controversial: las cuotas no implican que las mujeres que
estén dentro de ellas respondan realmente con responsabilidad
y compromiso a la causa de las mujeres; pero, de otro lado,
creo que es una forma de "discriminación positiva":
considerando que se parte de desigualdades, es necesario tomar
medidas para alcanzar el equilibrio.
¿Qué partido va a invitar a las mujeres a participar en
igualdad de condiciones? Yo me inclino porque la Ley de
Partidos sea reformada en el sentido de que la inclusión de
las mujeres en las listas se haga en forma equitativa.
Las cuotas no necesariamente van a significar una toma de
conciencia por parte de mujeres y hombres, pero a lo mejor
hagan falta. El tema se está discutiendo en otros países,
entre ellos Chile; y en Argentina se definió ya que el 30% de
las listas presentadas por los partidos debe estar conformado
por mujeres.
- ¿Y en los ámbitos que no tienen que ver con la elección
popular?
Hasta ahora la elección se hace con criterios muy subjetivos.
Ahí la propuesta sería que para determinados cargos se
presenten ternas en las que estén hombres y mujeres. No se
trata de que siempre sean elegidas las mujeres, sino de que la
capacidad sea el criterio de selección por encima de los
criterios que ahora priman.
SE REQUIERE UN CAMBIO EN LAS INSTITUCIONES DE LA SOCIEDAD
¿Qué tendremos que hacer las mujeres para no quedarnos en la
antesala del poder político?
El problema, como vimos, viene desde las etapas de
socialización temprana, y por esos tiene que haber un cambio en las
instituciones de la sociedad que influyen en esas etapas: la
familia, las instituciones educativas, los medios de
comunicación deberán adoptar como objetivo la educación para la
democracia.
Esto nos puede posibilitar un cambio a largo plazo, pero debe
ir articulado con cambios en los adultos, en los modelos que
estamos proponiendo a las nuevas generaciones: éste es un asunto que
los líderes políticos deben plantearse.
También en las organizaciones hay que empezar a discutir
seriamente el asunto: todavía hay mujeres que se conforman con
ser secretarias, tesoreras, encargadas de asuntos sociales...
esto nos va a ayudar para que rompamos temores e inseguridades
y para que asumamos nuevos retos.
Pero, además, hay que preguntarse: ¿qué mujer puede salir a
participar activamente en la vida política mientras lo
doméstico sigue siendo considerado una responsabilidad exclusivamente
suya?
Si los esposos y los hijos no colaboran con ella, ¿cómo podrá
lograrlo?
Siempre se dice que detrás de todo gran hombre hay una gran
mujer. Ojalá haya grandes hombres, generosos, que sean capaces
de ayudar y colaborar con cada gran mujer. (7A)
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