Quito. 20 feb 2000. Gustavo Noboa había creado sus distancias con
Jamil Mahuad, cuya permanencia como Presidente de la República
-según un cercano colaborador del entonces Vicepresidente- tenía
los días contados. La sucesión estaba lista desde noviembre e
inclusive Noboa contaba ya con su plan de gobierno y una lista
de posibles ministros.

Mientras la imagen de Mahuad caía por el despeñadero, su
credibilidad era nula y su inacción notoria, Noboa sentía que era
un convidado de piedra de ese gobierno. Más de una vez se
olvidaban de convocarlo a las sesiones de gabinete y jamás se
tomó en cuenta su opinión para las decisiones trascendentales.

Por eso, cuando Jamil Mahuad lo llama para que lo acompañe en la
cadena nacional en la que iba a anunciar la dolarización, Noboa
se negó. Hasta ahora me usaste para la foto y el video, pero
nunca más, le habría dicho. Y es que hasta cuando Noboa, se subió
al avión en Guayaquil al caer la tarde de ese domingo 9 de enero
invitado por Jaime Durán y luego por el mismo Presidente, sabía
que Mahuad tomaría una decisión: dolarización o renuncia. Por eso
fue a Quito con su familia y asesores, y ya había elaborado
algunas ideas para su discurso de posesión.

Anteriormente, durante el mes de marzo de 1999, cuando se decretó
el feriado bancario, del que no se enteró hasta el anuncio, le
había advertido: Sacúdete Jamil, que nos caemos. Paralelamente,
Noboa necesitaba ir marcando distancias con el Presidente, ante
las indagaciones de ciertos actos reñidos con la ética, cuyo
detonante fue la denuncia del banquero Fernando Aspiazu sobre su
contribución de 3,1 millones de dólares para la campaña. El
equipo íntimo de Noboa comenzó a hacer el seguimiento del caso
y descubrió, además, que Aspiazu ejercía presiones sobre algunos
de los colaboradores íntimos del Presidente, de quienes tenía
filmaciones comprometedoras que revelarían asuntos personales
poco edificantes. Además, se descubrió también que varias otras
asignaciones de campaña no figuraban en la lista presentada por
Ramón Yulee y Eduardo Mahuad al Tribunal Supremo Electoral.

Sin conspirar, Noboa estaba listo a reemplazar al Presidente
Mahuad. Cuando se reunieron después del anuncio de la
dolarización, Noboa le dijo firmemente: No conspiro contra el
Presidente, para eso tendría que volver a nacer.

Así llegó al viernes 21 de enero. El Vicepresidente se hallaba
trabajando en su oficina de Corpecuador en Guayaquil. Comenzada
la mañana habló con su amigo Rodolfo Barniol y quedaron en
reunirse por la noche, a las 19h00, para comer, en compañía de
las viejas. Lleva las dos botellas de vino italiano que me
ofreciste por Navidad, le dijo bromeando a Barniol.

A las 14h00, recibió el pedido del Alto Mando de las Fuerzas
Armadas de trasladarse a Quito. Vas a meterte a la boca del lobo,
cuidado Gustavo, le advirtieron sus amigos que veían el peligro
de una guerra civil y temían por la seguridad del Vicepresidente.
Mi deber es estar allí donde está el problema, respondió Noboa
y, a las 19h00, llegó a la capital en un avión de la Marina. En
la base aérea se vivieron momentos de tensión, especialmente con
la tropa. El edecán del Vicepresidente tuvo que llamar para
confirmar con el alto mando que no había una orden de detención
contra Noboa, y entonces pudieron salir de la base, montando un
operativo especial para que María Isabel de Noboa salga primero,
al tiempo que se engañaba a la prensa y a la policía sobre el
movimiento del Vicepresidente. Sólo más tarde se enteraron de que
Mahuad también estaba en la base.

De ahí se dirigió a su departamento, en Bellavista, donde estaban
su esposa, su hijo Pablo, su yerno Gustavo González, Marcelo
Santos, Rodolfo Barniol y Juan Manrique. Posteriormente llegaron
Osvaldo Hurtado, Mauricio Dávalos, René Bucaram, Raúl Patiño,
Andrés Terán e Iván Viteri. Reunidos alrededor de la mesa del
comedor, comenzaron a dicutir sobre la conveniencia de que Noboa
se presentara en la televisión, tesis acaloradamente defendida
por Hurtado y rebatida por algunos de los presentes, quienes
sostenían que aquello constituía un riesgo demasiado alto, porque
no se sabía si contra Noboa se había dictado orden de prisión o
si, incluso, se iba a atentar contra su vida. Todo esto en medio
de los sobresaltos de los sucesos que veían en la televisión.

Primó la tesis de Hurtado de el país mecería el riesgo, y entre
todos redactaron un comunicado que fue el que más tarde leyó en
Ecuavisa. En el canal, el fotógrafo Arcadio Arosemena les avisó
que ya había un triunvirato formado por Vargas, Gutiérrez y
Solórzano.

Regresaron al departamento de Noboa y allí vieron por televisión
que la noticia que les había dado Arosemena era cierta. Hurtado,
demudado por la ira, denostaba contra tamaño absurdo. Otros
volvieron a temer por la vida de Noboa y consideraron que debían
trasladarse a un lugar más seguro.

Entre las 23h40 fueron a la casa de Bucaram y, paralelamente, se
planeó un operativo para que, si las cosas se complicaban, Noboa
pudiera salir de Quito al día siguiente.

A las 03h30 Barniol recibió una llamada de uno de los edecanes
de Noboa para que, con Marcelo Santos y Juan Manrique, fueran al
Ministerio de Defensa. Allí se encontraron con Noboa, quien había
preferido dejar a María Isabel en la casa de Bucaram, por temor
a lo que pudiera suceder.

Los militares dijeron que Noboa debía asumir la Presidencia, ya
que el general Mendoza se había sacrificado en aras de que el
plan fraguado entre los indígenas y los coroneles, fracasara.
Añadieron que en vista de que Mahuad había ido a la Embajada de
Chile, se había creado un vacío de poder. Desde la noche anterior
Mahuad y Noboa no habían hablado para nada.

Noboa aceptó una taza de café y un vaso con agua mineral, que fue
lo único que se llevó a la boca en las últimas 24 horas.

Inmediatamente se comenzó a redactar el discurso de asunción del
mando, sobre las ideas que ya había preparado dos semanas antes.
Barniol fungía de mecanógrafo, mientras Manrique y Santos
intervenían en la redacción. Hacia las 05h30, Noboa le pide a su
hijo que vaya a ver a María Isabel, en tanto que sus asores,
absortos en el discurso, recién se daban cuenta de que no habían
escrito el decreto 001, de posesión, que fue redactado de
urgencia. A las 06h55, Noboa recogió de prisa los papeles y se
dirigió a la sala donde estaba reunido el Comando Conjunto. Allí
asumió el cargo de Presidente de la República.

Luego del acto y por consejo de los militares no se dirigió a
Carondelet. Tampoco descansó en una habitación que le ofrecieron,
sino que ocupó las oficinas del Comando Conjunto para trabajar.
Allí fue donde oyó la intervención que Mahuad, pasadas las 10h30,
hizo en Ecuavisa. Mientras esperaba que el Congreso se reuniera
en Guayaquil, pidió una lista de todos los jefes de destacamento
que habían apoyado el orden constitucional, para luego llamarlos
y agradecerles personalmente.

Eran las 12h00 del sábado y tenían hambre. Sus colaboradores
hicieron una vaca y lograron recolectar dos millones de sucres,
con lo que mandaron a comprar comida. Les trajeron pollo, arroz
y papas mal cocidas por el apuro.

Se comenzaron a barajar los nombres para el gabinete, mientras
se discutía sobre el tema monetario. Se desechó la posibilidad
de ir esa tarde al Palacio de Gobierno, por lo que, a las 18h00,
todos se retiraron a sus casas. (Texto tomado de El Universo)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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