Quito. 26.04.93. El periódico The New York Times, uno de los de
mayor tiraje en los Estados Unidos, publicó en la edición del
martes 23 de marzo del presente año, un artículo del periodista
James Brooke relacionado con el progreso en la investigación de
vacunas contra el paludismo. En dicho artículo se destaca el
trabajo realizado por un grupo de científicos ecuatorianos en la
evaluación de la vacuna SPf66. El grupo, dirigido por el Dr.
Fernando Sempértegui, realizó sus investigaciones en La T. un
pequeño caserío localizado en el corazón de la Provincia de
Esmeraldas.

Las investigaciones comenzaron en septiembre de 1990 y
concluyeron en septiembre de 1992. En la I, el grupo dirigido
por Sempértegui administró tres dosis de la vacuna a 468
voluntarios que fueron objeto de un riguroso seguimiento durante
un año para corroborar la seguridad de la vacuna y para evaluar
el efecto protector frente a la enfermedad. Los dos principales
resultados de esta investigación han sido comentados por el New
York Times: el efecto protector es del 67 % y la vacuna es segura
para el uso en humanos, pues solamente ocasiona ligeras molestias
inmediatas en el sitio de aplicación, como ocurre con las vacunas
que actualmente se usan en niños para protegerlos de otras
enfermedades.

El aporte del grupo ecuatoriano es de enorme trascendencia en la
lucha contra el paludismo, enfermedad que ha recrudecido en el
mundo. Estimaciones recientes, citadas por el periodista Brooke,
indican que un 40% de la población mundial está en riesgo. Cada
año enferman 300 millones, de los cuales solo en el Africa mueren
más de un millón. En América Latina es uno de los más graves
problemas de salud pública puesto que las medidas convencionales,
que consisten en el rociamiento de las casas con insecticidas y
en el tratamiento de los casos, no han controlado la enfermedad.
Esto se debe a que los mosquitos han desarrollado resistencia a
los insecticidas y el paraíso ha desarrollado resistencia a los
medicamentos. En el Brasil, de 52.460 casos reportados en 1970,
la frecuencia se incrementó espectacularmente a 560.000
reportados el año anterior. Nuestro país registra
aproximadamente 60.000 casos al año y predomina en las provincias
de la costa, especialmente en la de Esmeraldas.

Ante esta situación mundial, la necesidad de nuevas formas de
lucha contra el paludismo se ha vuelto imperiosa. Diversos
centros científicos han estado empeñados en el desarrollo de
vacunas, pero el proceso ha sido difícil porque el parásito es
complejo tanto en su estructura cuanto en su forma de ataque.
Sin embargo, en esta carrera mundial, el científico colombiano
Manuel Elkin Patarroyo ha logrado el progreso más notable como lo
acaba de reconocer el Dr. Geoffrey A. T. Targett, jefe del
Departamento de Parasitología de la Escuela de Higiene y Medicina
Tropical de Londres, quien dice "Patarroyo es el mejor hasta
ahora. La gran prueba que sigue es probar la vacuna en el
Africa".

El Dr. Patarroyo ha trabajado por más de 10 años en un instituto
que él organizó en uno de los viejos edificios del hospital San
Juan de Dios, en Bogotá. Durante ese tiempo ha logrado el apoyo
regular de los gobiernos que han entendido la trascendencia de su
trabajo, lo que le ha permitido constituir un centro científico
de excelencia con más de 50 científicos y técnicos calificados.
El resultado de este esfuerzo colectivo, ejemplar para nosotros,
es la vacuna SPf66 desarrollada en ese instituto.

Los primeros ensayos de la vacuna en animales (monos Aotus) y en
voluntarios tuvieron resonancia internacional, tanta, que los
resultados fueron publicados por la revista Nature, una de las
más exigentes y prestigiosas en el mundo. La vacuna mostraba
protección y era segura. Esto ocurría en 1987. Vendría luego
años amargos, cargados de críticas y de críticas y de dudas en la
comunidad científica, especialmente en Europa y Estados Unidos.
Las dudas se precipitaron sobre Patarroyo cuando inició su
vacunación en poblaciones del departamento de Tumaco, al sur de
Colombia, porque sus ensayos fracasaron debido a fallas
metodológicas. Patarroyo, un excelente científico de
laboratorio, no tenía experiencia en trabajos de campo. En
palabras del Dr. Targett "Patarroyo es brillante en muchos
aspectos, pero no es bueno para diseñar ensayos de campo". Sin
embargo, muchas dudas se debieron también a que la vacuna
provenía de un colombiano, tercer mundista, que pretendía
ganarles la carrera a los grandes de la ciencia radicados en los
países desarrollados. Como admite el Dr. W. Ripley Ballou, jefe
de Inmunología del Instituto Walter Reed, de Washington, "hubo
muchas dudas porque la investigación sobre malaria venía de una
persona desconocida de un país del tercer mundo".

Sin doblegarse, en 1990 el Dr. Patarroyo y su equipo decidieron
reiniciar los ensayos con la asesoría de expertos internacionales
en salud pública. En julio de ese año, el Dr. Fernando
Sempértegui discutió con el Dr. Patarroyo y con el Dr. Oscar
Noya, del Instituto de Inmunología de Venezuela, las
características que deberían tener los nuevos ensayos de la
vacuna. Se estableció entonces un proyecto común que debía
ejecutarse simultáneamente en los tres países: Colombia, Ecuador
y Venezuela.

En septiembre de 1990, el grupo ecuatoriano dirigido por el Dr.
Sempértegui había ya elegido la localidad para el estudio después
de considerar en el terreno varias posibilidades. La localidad
debía reunir todos los requisitos que señala la Organización
Mundial de la Salud para evaluar una vacuna contra el paludismo.
El sitio elegido fue La T, un pequeño pueblo de 600 habitantes,
distante 50 Km. de Quinindé. La investigación arrancó con el
patrocinio del Dr. Plutarco Naranjo, Ministro de Salud Pública,
un entusiasta por los trabajos de Patarroyo.

Durante dos años el grupo ecuatoriano continuó adelante, pese a
las limitaciones financieras y materiales. En La T no había
energía eléctrica ni agua potable y, además del paludismo, la
oncocercosis, la leishmaniasis y otras parasitosis amenazaban a
los investigadores que residían en el lugar. Pero los resultados
llegaron y pronto serán publicados por la revista inglesa
Vaccine, una de las más rigurosas en el campo de las vacunas.
Simultáneamente aparecerá el ensayo paralelo efectuado por el Dr.
Patarroyo en una localidad colombiana llamada La Tola.

Los ensayos que se acaban de concluir en Colombia y Ecuador han
derrotado el escepticismo que pesaba sobre Patarroyo. Según el
Dr. Ballou, del Walter Reed "Patarroyo enfrentó a sus detractores
y continuó adelante. Ahora él ha conseguido inmensa
credibilidad".

De esta manera, el Ecuador ha contribuido a evaluar una nueva
arma de lucha contra el paludismo, arma promisoria que, tal como
van las cosas, pronto será aplicada ampliamente en el mundo
contra la forma más mortal de paludismo: la causa por el
Plasmodium Falciparum. Precisamente, el Instituto Walter Reed
empezará pronto los ensayos en Tanzania y en Tailandia. Según el
Dr. Howard Engers, jefe del Programa de Malaria de la
Organización Mundial de la Salud, con esta vacuna "vamos por el
camino correcto".

El grupo ecuatoriano estuvo constituido por Fernando Sempértegui,
Bertha Estrella, Fernando Moscoso-J., Luis Pedrahita-C., Denise
Hernández, José Gaybor, Olmedo Mancero, Silvio Arias, Rodolfo
Bernal, María E. Córdova y Jorge Suárez.

Diferentes personas e instituciones apoyaron la investigación:
Fundación de Ayuda a la Salud, Dra. Enriqueta de Naranjo,
OPS/OMS, Dr. Italo Barragán, Dr. Víctor Reyes L., Servicio
Nacional de Erradicación de la Malaria e Instituto de Inmunología
de Bogotá.
EXPLORED
en Ciudad N/D

Otras Noticias del día 26/Abril/1993

Revisar otros años 2014 - 2013 - 2012 - 2011 - 2010 - 2009 - 2008 - 2007 - 2006 - 2005 -2004 - 2003 - 2002 - 2001 - 2000 - 1999 - 1998 - 1997 - 1996 - 1995 - 1994 1993 - 1992 - 1991 - 1990
  Más en el