Quito. 31 ene 98. Los jefes de cada contingente son
responsables de su personal. Para custodiar el equipo de
comunicaciones se conformó dos turnos.

"No coloque nada bajo los asientos, no abra ni cierre ventanas
durante el vuelo, no fume ni dentro ni cerca del helicóptero".
Estas indicaciones son parte de las normas de seguridad que se
cumplen antes de abordar las múltiples naves que existen en
Patuca, base de la Misión de Observadores.

Cuatro helicópteros Blackhawk del Ejército brasileño se
utilizan para los patrullajes y verificaciones en las zonas
desmilitarizada y Alfa, y para emergencias médicas en Patuca.
También lleva a los observadores desde la Brigada de Selva
Cóndor 21 (Patuca) a Macas y Cuenca. Para todos los vuelos,
por más cortos que sean, se observan normas de seguridad. La
primera en un briefing (reunión de orientación) y otro de
vuelo. El objetivo es evitar accidentes por imprudencia.

La Momep tiene su reglamento, aprobado en el 95 y reformado
dos veces. La reunión de orientación se efectúa en una sala
especial, a las 09h00 de lunes a sábado; el domingo se cumplen
las misiones suspendidas por las condiciones del clima.

En la sala de vuelo, el coronel Luis Henríquez, jefe del
contingente chileno, dio inicio a la misión del 23 de enero.
Henríquez vestía su uniforme de fatiga y con un puntero
indicaba las áreas por visitar. Hablaba rápido. Por ello, los
oficiales de Ecuador, Brasil, Perú y Ecuador prefirieron
fijarse en los mapas para conocer la ruta. El chileno, al
darse cuenta de lo que pasaba, intentó explicar más lentamente
pero todo fue imposible: con la rapidez que cambió su tono de
voz lo volvió a retomar. Al final se limitó a decir, "bueno,
saben ya cuáles son los puntos que vamos a atacar, como yo lo
llamo".

El turno fue del estadounidense Ziprich. El sargento experto
en meteorología explicó, en un castellano casi perfecto, las
condiciones del clima: "creo que hará un bonito día y el
despegue puede ser a las 11h00". "Permiso mi coronel", con
esta frase pidió autorización el piloto brasileño Chaveigato,
comandante de la nave. A él no le hizo falta el puntero.Usó su
dedo índice para explicar la ruta, los puestos por verificarse
y en los que se sobrevolaría. Antes de concluir, con
preocupación, pidió a los tripulantes estar con media hora de
anticipación en el helipuerto.

Luego de casi 15 minutos de reunión, las sillas ubicadas en la
carpa se quedaron vacías; todos volvieron a sus oficinas a
seguir con sus tareas diarias que, a menudo, son interrumpidas
por el sonido agudo del timbre que fija el tiempo para
llamadas internacionales. Todos los observadores y el grupo de
apoyo de Argentina, Brasil, Chile y EE.UU., tienen 15 minutos
diarios para hablar a su país de origen.

Ya en el helipuerto, con solemnidad, Chaveigato inició el
briefing de vuelo. Su tarea se facilitó aunque las
explicaciones se dieron en portugués y partes en "portuñol"
como se le denominó en la Momep a la combinación de ese idioma
con el español. Sin que nadie se percate del movimiento del
ingeniero de vuelo, ya se encontraba en el interior de la
nave, quien en forma simultánea indicaba en la práctica cómo
se debe abrochar el cinturón de seguridad, el uso de los
protectores de oídos, la prohibición de ubicar objetos bajo de
los asientos y que el descenso debe ser por los costados para
evitar el calor del rotor de cola y la hélice.

La seguridad es un tema prioritario en la Momep. Sin embargo,
las normas por su aplicación diaria, son casi inadvertidas
para los observadores de Ecuador, Perú de los cuatro Garantes
y del Grupo de Apoyo. Aunque la seguridad es una labor de
todos, parten del criterio que cada uno es responsable de su
propio bienestar. Los jefes de los contingentes están a cargo
de su personal.

Todos tienen libertad para caminar por la Brigada militar y
por Patuca, población que tiene una calle de cerca 1.600 kms.
de largo y ocho metros de ancho, polvorienta en verano y
fangosa cuando llueve. En la plaza central no hay mucho que
ver, las casas, en su mayoría descuidadas, están cubiertas por
hojas de picay, helechos... No obstante, es muy visitada por
los militares y los observadores por los famosos y baratos
helados de Salcedo que vende doña María. Cada uno cuesta mil
sucres.

Para abandonar la Brigada deben reportar a los jefes de los
contingentes. Méndez, un pueblecito escondido entre la selva,
en su mayoría de casas mixtas madera-cemento, que dejan ver el
escaso progreso que alcanzó desde que se inició con la
construcción de la vía Guarumales-Méndez, que comunicará a
Patuca, con Cuenca. Para este recorrido se necesitará tres
horas. En la actualidad por la carretera alterna, ocho horas.

La presencia de los observadores llama la atención a sus
habitantes. El más querido es el sargento Cruz, quien en sus
horas libres pone música en una discoteca del lugar. A las
09h00 de todos los viernes, la llegada de Cruz es esperada. El
tiene los compactos con temas de moda, más de 200. Su entrada
se da entre gritos y saludos, él levanta la mano y rápido
empiece su hobby, en el largo salón que parece una cancha, los
jóvenes empiezan a bailar.

Entre las recomendaciones de seguridad constan: no salir solo
en sectores urbanos ni rurales. No pueden bañarse o cruzar los
ríos de la región, como efectuar excursiones o patrullas de
reconocimiento en la selva. Esta norma está dirigida más para
el personal, en cuyos países no tienen selva: Argentina y
Chile. Según Carlos Taisha, propietario de una tienda-bar en
Patuca, cuando estaban los "americanos" las noches eran
alegres por todos los lados se escuchaba sus risas. "los de
ahora no salen muchos".

Las minas aún amenazan

Coangos y PV1 parecen oasis en medio de la tupida selva de la
Amazonia, donde las aves ponen el tono musical. Los paisajes
invitan a investigar y gozar del aire puro. Sin embargo, por
seguridad los observadores deben conformase con lo que miraran
desde los helicópteros y con lo que sus ojos alcanzan a ver
desde las instalaciones militares, pues aún hay peligro de
campos minados

Los relevos, dependiendo del clima se hacen cada siete días,
los soldados ecuatorianos permanecen dos meses. Los
observadores presentan un informe que luego será comprobado e
investigado por los siguientes oficiales.

De esta manera todas las versiones son comprobadas.

La jornada de los observadores empieza a las 07h30, el
desayuno se sirve por separado mientras uno lo prepara, los
otros se encargan de la limpieza de las habitaciones y de los
baños.

Los patrullajes casi siempre se inician en Patuca luego de las
11h00, lo que permite encontrarlos en estas labores. La misión
del 23 llegó a las 13h00, el ruido de los motores delató la
presencia del helicóptero que aterrizó en Coangos, desde donde
se divisa la Cordillera del Cóndor. El capitán Astudillo (E)
cocía el almuerzo: sopa chorreada y fideos con tomate y carne,
menú que casi se queman, por la orden se salir a formar. De
entre la tupida selva se veía, rápidamente aumentar el número
de soldados en el patio.

Muchos que habían estado sembrando yuca, piña, verde, y papa
china, y que por el intenso calor lo hacían con el dorso
desnudo apresuraban sus movimientos para colocarse la camiseta
camuflaje. Al paso también cambiaban las palas por los fusiles
para estar en la inspección.

La información se clasifica en cuatro clases
La seguridad se amplía a las comunicaciones. Toda materia o
información clasificada que se considere sensible, no se
transmite por teléfono, se utiliza otros sistemas de mayor
control.

Los medios disponibles son teléfono, fax, satélite y
radioeléctricas. Al oficial responsable de comunicaciones se
le denomina J-6, quien autoriza el envió de faxes. Los jefe de
contingente no están limitados por la disposición.

La presencia de una gran antena evidencia que el centro de
comunicaciones opera desde el patio de la base de la Momep.
Sus permanentes vigilantes son los especialistas
estadounidense David Valdez, Youna Michel y Jemes Lilliech. El
centro está permanente contacto Panamá, EE.UU. y con los
Centros de Observadores Permanentes (COP) en Coangos, PV1 y
Bagua, a través del satélite. El objetivo es conocer, en estos
últimos el clima y las posibilidades de vuelo en las zonas.

Todas las misiones aéreas son registradas por los sistemas de
comunicación de la aviación. Los helicópteros reportarán su
posición cada 15 minutos por radio y por comunicación
satelital.

En caso de emergencia permite adoptar las medidas necesarias.
Cerca al helipuerto siempre hay una nave lista, un médico y
dos enfermeros de combate.

Los observadores en Patuca, Méndez y hasta muchos en Macas,
son reconocidos no solo por sus gorras blancas y negras sino
también por los carros que utilizan: seis Chevrolet Rodeo y
una buseta blanca. El jefe del contingente de EE.UU. posee un
carro de su país. El Grupo de apoyo tiene seis jeep Hamer y un
camión.

En la Brigada es una norma que se cumple el no conducir a más
de 20 kilómetros. Para esto hay doble razón: la seguridad de
la población y porque el seguro no cubre en totalidad en caso
de accidente. Se mantiene un deducible 750 dólares por daños
parciales y de cerca de 1.500 dólares por pérdida total.

Cuando hay responsabilidad el país de origen del observador
debe pagar.

La información también tiene seguridad. Se le clasifica en
secreta, reservada, confidencial y pública. Las tres primeras
se guardan en cajas y archivadores que "adornan" las oficinas.
El ingreso a las instalaciones tiene restricción y la limpieza
se hace en presencia de algún observador.

Las computadoras no están cerca a las ventanas, los disquetes
se guardan en lugares seguros, todos tiene una clave
secretísima. Al final de cada jornada se verifica que ningún
aparato eléctrico este conectado. (Texto tomado de El
Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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