Colaboración de Fausto Yépez

Quito. 09. ene 97. Usted sólo necesita dirigir
un oficio al ministro de Gobierno, patrocinado
por un abogado; adjuntar el acta constitutiva,
celebrar tres asambleas entre sus
correligionarios y sacar fotocopia de las cédulas
de identidad de los socios. Se agrupa todo esto
en una carpeta y se la envía. Y listo: usted
tiene ya su propia iglesia. El trámite parece
demasiado fácil, y lo es.

Alrededor de 1.000 grupos religiosos y sectas
funcionan en territorio ecuatoriano. La mayoría
de ellas (730) están registradas en el
Ministerio de Gobierno y Cultos, mientras que
cerca de 250 más tienen sus solicitudes en
estudio.

En estos grupos se entremezclan los católicos,
protestantes, evangelistas, grupos religiosos
norteamericanos, asiáticos y musulmanes, y otros
varios, como los guardianes del santo sepulcro
de Jerusalén, la asociación de médiums y
espiritistas, la fraternidad blanca universal o
los seguidores del Templo de Iniciados Místicos.

No existe control ni seguimiento sobre el
crecimiento de los grupos religiosos, llámense
iglesias, cultos, sectas, fraternidades
cristianas o fundaciones, ni los aparatos del
Estado tienen claro cómo manejar tan "espinoso"
asunto. Disímiles y variados son los grupos.
Aunque la mayoría de fieles son católicos, las
iglesias protestantes como los episcopales,
luteranos o presbiterianos, se instalaron en
el país desde la revolución liberal. Éstas son
llamadas las iglesias históricas porque tienen
el tronco común de la reforma de Lutero y
Calvino en el siglo 16.

Pero el gran crecimiento de nuevas iglesias
llegó tras la década de los 60 y se incrementó
notablemente en los 80. Fueron las llamadas
iglesias pentecostales, evangélicas,
bautistas, y otros grupos no evangélicos, como
los mormones, bahaís, Hare krishnas o Testigos
de Jehová, las que empezaron a ocupar un papel
protagónico en la "nueva fe" de los
ecuatorianos.

La Ley de Cultos, dictada en 1937, no se ha
reformado y ha permitido la calificación de
los más disímiles grupos religiosos. Por ello
es que entre el ministro de Gobierno y la
Conferencia Episcopal Ecuatoriana se han
cruzado sendos proyectos de reglamento a la
Ley de Cultos. Hasta que este instrumento
legal no esté aprobado se habría detenido
cualquier trámite o solicitud de nuevas
iglesias y cultos, aunque oficialmente se
dice que las carpetas continúan en estudio.
La última en ser aprobada fue la Iglesia
Nativa Americana de Itzachilatlan del
Ecuador. Este grupo religioso agrupa a los
llamados shamanes, que ofician los ritos
indígenas de curación y adoración a la
naturaleza. Tiene sedes en los países
andinos, en México, Centroamérica y
Estados Unidos.

La ausencia de reglamento, se justifica en
el Ministerio de Gobierno, determinó que la
aprobación o no de nuevos cultos dependa
exclusivamente de la política del gobierno
de turno.

"El reglamento se elabora para poner ciertas
cuestiones que son fundamentales y que no van
contra la libertad de cultos; por ejemplo, es
preciso que una asamblea de creyentes tenga
un número aceptable (de miembros) y una
presencia nacional, y que defina claramente
sus objetivos para evitar conflictos con
otras iglesias existentes", dice Frank Vargas
Pazzos, ministro de Gobierno y Cultos.

Este reglamento también habría sido un pedido
de las iglesias históricas que funcionan en
el país.

Luego de la emisión de este reglamento se
convocaría a una "cumbre" de todas las
iglesias para que ellas lo discutan.

Cree Vargas Pazzos que debe existir absoluta
tolerancia frente a las diversas creencias
de los ecuatorianos, pero no tanta como para
permitir que cada persona tenga su propia
iglesia: "Debe haber requisitos mínimos para
que una iglesia funcione, como tener una
muestra social amplia que la practique y la
apoye, y que se haya probado que esta iglesia
está fortaleciendo la moral y la fe del
pueblo. Se puede interpretar como un atentado
a la libertad de creencias impedir que tres
personas quieran poner una iglesia, pero no
cualquier persona, por mucha libertad de
culto que exista, puede decir: yo soy una
iglesia".

El secretario de la Conferencia Episcopal,
monseñor Antonio Arregui, no coincide
plenamente con las intenciones del ministro
Vargas: "No sería adecuado que cada una de
estas entidades tuviera que detallar cuál
es su visión del mundo o su propuesta para
los ciudadanos, y que el Ministerio diga
que eso le parece bien o mal". Para la
Iglesia Católica es preciso determinar que
las entidades sean efectivamente religiosas
"ya que es sabido que una entidad de ese
orden tiene ventajas fiscales, que a
algunos les puede parecer interesante".

Así es. Con la aprobación del Ministerio,
las iglesias y grupos religiosos pueden
solicitar el ingreso al país de pastores,
misioneros y voluntarios. A ellos, el
Estado les concede la visa 12-VII. Pueden
recibir donaciones nacionales e
internacionales, tienen exoneración de
aranceles para cualquier importación de
bienes tanto de uso institucional como
personal, y la exoneración de todo tipo
de impuestos.

La jerarquía católica ecuatoriana ha
recomendado en su proyecto de reglamento
que la entidad en cuestión carezca de
fines de lucro, sin embargo, sostiene que
lo único que tendría que hacer el gobierno
es mandar a publicar los estatutos de la
entidad religiosa sin que haya un trámite
de aprobación, porque "debe haber garantías
de libertad religiosa. El reglamento que
hemos propuesto es profundamente respetuoso
de la libertad de cultos y salvaguarda el
fenómeno religioso para que no haya otros
intereses que lo manipulen".

Arregui considera que el país no debe
cerrarse al mensaje religioso de cualquier
parte. No le preocupa el incremento de los
grupos religiosos porque "la mayor parte
de ellos son solo un membrete, y entre los
grupos religiosos nos conocemos quienes
son los serios". Otra propuesta de la
iglesia católica es que no se permita que
una entidad religiosa se tome el nombre de
otra sin haber consultado por lo menos a
los "detentadores del nombre". Con ello,
se refiere a varias otras iglesias que han
tomado de manera inconsulta la denominación
de católicas. Así mismo, según esta
recomendación, se definirían exactamente
los términos evangélico o protestante, para
tantos grupos religiosos que detentan ese
nominativo pero no tienen relación alguna
entre sí.

EL MERCADO DE LO RELIGIOSO

El secretario general del Consejo
Latinoamericano de Iglesias, CLAI, Felipe
Adolf, tiene una gran colección de cruces,
de diversas partes del mundo, que,
suspendidas de una pared tratan de reflejar
el espíritu de tolerancia con todos quienes
son la Iglesia de Cristo. Para este
argentino de 51 años, pastor protestante
de la iglesia congregacional, es necesario
un reglamento a la Ley de Cultos, "pero que
tenga equidad".

Adolf cree que no pueden darse criterios
absolutos en cuanto a la conformación o
actividad de grupos religiosos, como el
querer evitar, en palabras del ministro
Vargas, que dos o tres personas hagan una
iglesia. En contraposición, el secretario
del CLAI cita las palabras de Cristo en la
Biblia: "Donde hay dos o tres que se reúnan
en mi nombre, ahí estaré yo en medio de
ellos". Esos dos o tres, de manera honesta,
son una comunidad de creyentes y por tanto
una Iglesia. No importa el número, ni nada
en la Biblia dice que deben estar en todo
el territorio nacional, dice Adolf.

La proliferación religiosa, dice Adolf,
responde a un tipo de sociedades cada vez
más informales, en donde la gente escoge,
con la misma libertad que escoge un partido
político un sindicato o un gremio, a su
iglesia o grupo religioso donde manifestar
su fe. "Escoger la fe religiosa es parte de
la decisión humana".

El secretario del CLAI, que agrupa a las
iglesias protestantes históricas, quiere
tomar a la gente en serio aunque no este de
acuerdo a ciertas expresiones religiosas.
"La gente no es engañada; de alguna manera
siente que tal o cual grupo -aunque nos
parezca fanático- expresa lo que la gente
siente. Y no quiero decir que todos los
que no pertenecen a las iglesias serias
son engañados".

Para las fuentes consultadas, que haya
personas, como en los partidos políticos,
que se estén aprovechando de la fe de los
demás, es distinto. Y en muchos casos hay
gente que busca vivir de lo religioso y
en lugar de poner una tienda pone una
Iglesia. En las nuevas iglesias cree un
18% de ecuatorianos, que es la media de
América Latina.

De por medio están el respeto a la
diversidad y libertad de los ecuatorianos,
pero también la necesidad de evitar abusos
contra la nobleza de un pueblo que es,
ante todo, creyente. (FUENTE: REVISTA
VISTAZO N. 705)
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