Quito. 06 nov 96. Por las viejas oficinas de la Administración y por
los pasillos de las nuevas instalaciones de la Subsecretaría de
Aduanas, deambula gente. Hay de todo: agentes de aduanas que pugnan
por el visto bueno del funcionario para desaduanizar mercaderías,
tramitadores, palanqueadores o personas que buscan un cargo.
A los agentes de aduanas se les distingue fácil: llevan celular,
y los más modestos cargan radio o buscapersonas. Los tramitadores
son discretos: ofrecen sus servicios en voz baja. Las gestiones
en las oficinas no son fáciles. Hay más controles que en los
propios recintos aduaneros. El acceso a las antesalas de
despachos de los funcionarios está restringido y las puertas son
custodiadas por el Servicio de Vigilancia Aduanera. La mercadería
no puede salir de los recintos aduaneros sin autorización del
administrador.
Como otros agentes, el último viernes, Fernando Vásconez se sumó
a la caza de una firma que le permita concluir un trámite que
comenzó dos semana atrás para retirar papel importado. Luego del
papeleo -declaración de importación, autoliquidación para el pago
de los impuestos, revisión de datos en el Departamento de
Comprobación de la Aduana-, a Vásconez no le queda más que
madrugar para esperar.
Su nombre debe aparecer en una lista que se publica en un
franelógrafo en la planta baja del edificio de la Administración
de Aduanas, junto a las instalaciones del puerto marítimo, en el
extremo sur de Guayaquil.
En la parte externa, frente a una hilera de ventanillas
enrejadas, a diario, decenas de usuarios tratan de ingresar sus
formularios de las declaraciones de importación o de confirmar si
su documentación recibió la aprobación del Departamento de
Comprobación. Un sistema de circuito cerrado que debía indicar el
listado de los documentos con las respuestas (aprobación,
observaciones, etc.) no sirve.
El trámite toma entre 48 y 72 horas. A diario se presentan no
menos de 300 declaraciones. En el franelógrafo aparecen solo los
números de contenedores, bultos o paquetes, los nombres de los
agentes y de los importadores o consignatarios de las
mercaderías, para los despachos autorizados por el Administrador.
Los jefes de los equipos de aforo, acompañados de un par de
soldados, de miembros del servicio de vigilancia aduanera y de
los despachadores, abren a diario un promedio de 50 contenedores.
Con los paquetes de las declaraciones aduaneras en mano, van de
módulo en módulo (patios y bodegas) para localizar los
contenedores asignados, mientras los interesados se disputan los
turnos de revisión de la mercadería. Ahí se confirma que el
contendido de cada contenedor es igual a lo declarado en los
documentos de importación. Ya no importa el certificado de
inspección en origen que otorgan las verificadoras
internacionales.
Tras la reunión entre las asociaciones de agentes de Aduanas y el
administrador Xavier Aguirre, éste se comprometió a agilitar los
trámites. En la práctica, se viene aplicando la reliquidación del
valor de las mercaderías y el reajuste de pagos de impuestos.
Pueden haber hasta tres ajuste del valor declarado en el DUI
(Documento Unico de Importación) por los importadores, así haya
certificación de las verificadoras. El poder de los aforadores
llega al punto que ellos ponen el visto bueno para la salida de
los contenedores, ubicados en su mayoría en patios y bodegas de
la Autoridad Portuaria de Guayaquil, hoy administrados por 23
empresas privadas vía concesión.
Esos contratos y la participación de operadores portuarios le han
cambiado la cara al puerto de Guayaquil. Los espacios para
almacenar contenedores y las bodegas para las mercaderías frente
a los atracadores ya no están identificadas por números. Hoy
tienen los nombres de las empresas concesionarias: Aretina,
Comexport, Condescargo...
Como esas empresas están vinculadas a operadores privados y a las
agencias navieras, el manejo y cuidado de mercaderías en bultos o
"containerizadas" dentro del puerto, es responsabilidad casi
total del sector privado.
La demora sigue
Al parecer, el sistema informático está archivado. En el
Departamento de Comprobación de la Aduanas, la revisión
documental se realiza manualmente.
"Eso es incongruente, cuando se tiene que utilizar un sistema
informático y de autoliquidación", sostiene Washington Ruiz.
Un trámite legal que no debería tomar más de una hora, se lleva
hasta tres días.
La demora, sostiene, se debe en un exceso de celo en el manejo de
documentos que son revisados varias veces por distintos
empleados. Es este departamento se comprueban los datos de la
autoliquidación para el pago de impuestos.
LOS PROBLEMAS
La denuncia * Según el presidente de la Asociación de Agentes de
Aduanas, Aparicio Valero, en Autoridad Portuaria de Guayaquil se
retrasa la salida de los contenedores.
Hay preferencias * Existe atención con determinadas preferencias,
"lo que está generando muchos reclamos".
El punto crítico * Es la evasión en las declaraciones de
importación por un valor inferior a los 3 mil dólares. Esa es
mercadería que no es verificada en origen.
Sí, hay problemas * Según los agentes de aduanas, puede haber un
control eficiente pues son conocidos los importadores que cometen
irregularidades.
Poca credibilidad
La obligatoriedad de aforar en destino toda mercadería de
importación y la reliquidación de los valores para pagar
impuestos, pone en duda la labor de las verificadoras.
Según los contratos que el Ministerio de Finanzas y Crédito
Público mantiene con las verificadoras, esas empresas tienen la
obligación de verificar en origen las mercaderías con valor
superior a los tres mil dólares y aforar en el país a las de
menos de ese valor.
Según Washington Ruiz, del Comité de Aduanas y Puertos de la
Cámara de Comercio de Guayaquil, lo que se está haciendo es
restar credibilidad a esas empresas. Actualmente se encuentra
suspendida la operación de Cotecna, por una supuesta
irregularidad al certificar el valor de una mercadería
aparentemente subfacturada. (FUENTE: EL COMERCIO, P. B-1)
los pasillos de las nuevas instalaciones de la Subsecretaría de
Aduanas, deambula gente. Hay de todo: agentes de aduanas que pugnan
por el visto bueno del funcionario para desaduanizar mercaderías,
tramitadores, palanqueadores o personas que buscan un cargo.
A los agentes de aduanas se les distingue fácil: llevan celular,
y los más modestos cargan radio o buscapersonas. Los tramitadores
son discretos: ofrecen sus servicios en voz baja. Las gestiones
en las oficinas no son fáciles. Hay más controles que en los
propios recintos aduaneros. El acceso a las antesalas de
despachos de los funcionarios está restringido y las puertas son
custodiadas por el Servicio de Vigilancia Aduanera. La mercadería
no puede salir de los recintos aduaneros sin autorización del
administrador.
Como otros agentes, el último viernes, Fernando Vásconez se sumó
a la caza de una firma que le permita concluir un trámite que
comenzó dos semana atrás para retirar papel importado. Luego del
papeleo -declaración de importación, autoliquidación para el pago
de los impuestos, revisión de datos en el Departamento de
Comprobación de la Aduana-, a Vásconez no le queda más que
madrugar para esperar.
Su nombre debe aparecer en una lista que se publica en un
franelógrafo en la planta baja del edificio de la Administración
de Aduanas, junto a las instalaciones del puerto marítimo, en el
extremo sur de Guayaquil.
En la parte externa, frente a una hilera de ventanillas
enrejadas, a diario, decenas de usuarios tratan de ingresar sus
formularios de las declaraciones de importación o de confirmar si
su documentación recibió la aprobación del Departamento de
Comprobación. Un sistema de circuito cerrado que debía indicar el
listado de los documentos con las respuestas (aprobación,
observaciones, etc.) no sirve.
El trámite toma entre 48 y 72 horas. A diario se presentan no
menos de 300 declaraciones. En el franelógrafo aparecen solo los
números de contenedores, bultos o paquetes, los nombres de los
agentes y de los importadores o consignatarios de las
mercaderías, para los despachos autorizados por el Administrador.
Los jefes de los equipos de aforo, acompañados de un par de
soldados, de miembros del servicio de vigilancia aduanera y de
los despachadores, abren a diario un promedio de 50 contenedores.
Con los paquetes de las declaraciones aduaneras en mano, van de
módulo en módulo (patios y bodegas) para localizar los
contenedores asignados, mientras los interesados se disputan los
turnos de revisión de la mercadería. Ahí se confirma que el
contendido de cada contenedor es igual a lo declarado en los
documentos de importación. Ya no importa el certificado de
inspección en origen que otorgan las verificadoras
internacionales.
Tras la reunión entre las asociaciones de agentes de Aduanas y el
administrador Xavier Aguirre, éste se comprometió a agilitar los
trámites. En la práctica, se viene aplicando la reliquidación del
valor de las mercaderías y el reajuste de pagos de impuestos.
Pueden haber hasta tres ajuste del valor declarado en el DUI
(Documento Unico de Importación) por los importadores, así haya
certificación de las verificadoras. El poder de los aforadores
llega al punto que ellos ponen el visto bueno para la salida de
los contenedores, ubicados en su mayoría en patios y bodegas de
la Autoridad Portuaria de Guayaquil, hoy administrados por 23
empresas privadas vía concesión.
Esos contratos y la participación de operadores portuarios le han
cambiado la cara al puerto de Guayaquil. Los espacios para
almacenar contenedores y las bodegas para las mercaderías frente
a los atracadores ya no están identificadas por números. Hoy
tienen los nombres de las empresas concesionarias: Aretina,
Comexport, Condescargo...
Como esas empresas están vinculadas a operadores privados y a las
agencias navieras, el manejo y cuidado de mercaderías en bultos o
"containerizadas" dentro del puerto, es responsabilidad casi
total del sector privado.
La demora sigue
Al parecer, el sistema informático está archivado. En el
Departamento de Comprobación de la Aduanas, la revisión
documental se realiza manualmente.
"Eso es incongruente, cuando se tiene que utilizar un sistema
informático y de autoliquidación", sostiene Washington Ruiz.
Un trámite legal que no debería tomar más de una hora, se lleva
hasta tres días.
La demora, sostiene, se debe en un exceso de celo en el manejo de
documentos que son revisados varias veces por distintos
empleados. Es este departamento se comprueban los datos de la
autoliquidación para el pago de impuestos.
LOS PROBLEMAS
La denuncia * Según el presidente de la Asociación de Agentes de
Aduanas, Aparicio Valero, en Autoridad Portuaria de Guayaquil se
retrasa la salida de los contenedores.
Hay preferencias * Existe atención con determinadas preferencias,
"lo que está generando muchos reclamos".
El punto crítico * Es la evasión en las declaraciones de
importación por un valor inferior a los 3 mil dólares. Esa es
mercadería que no es verificada en origen.
Sí, hay problemas * Según los agentes de aduanas, puede haber un
control eficiente pues son conocidos los importadores que cometen
irregularidades.
Poca credibilidad
La obligatoriedad de aforar en destino toda mercadería de
importación y la reliquidación de los valores para pagar
impuestos, pone en duda la labor de las verificadoras.
Según los contratos que el Ministerio de Finanzas y Crédito
Público mantiene con las verificadoras, esas empresas tienen la
obligación de verificar en origen las mercaderías con valor
superior a los tres mil dólares y aforar en el país a las de
menos de ese valor.
Según Washington Ruiz, del Comité de Aduanas y Puertos de la
Cámara de Comercio de Guayaquil, lo que se está haciendo es
restar credibilidad a esas empresas. Actualmente se encuentra
suspendida la operación de Cotecna, por una supuesta
irregularidad al certificar el valor de una mercadería
aparentemente subfacturada. (FUENTE: EL COMERCIO, P. B-1)
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