Egipto. 03.10.93. En la noche cálida a las orillas del Nilo, la
luna parece iluminar más que nunca. Poco a poco nos vamos
acercando al lugar de donde proviene la música. Un pueblo de
casas de adobe nos da una bienvenida desolada... una callejuela
nos conduce a una especie de gran explanada donde todos sus
habitantes y demás invitados, alrededor de un millar, bailan
desaforadamente al ritmo de la orquesta sobre las no tan
desiertas arenas del Sahara. Es el tercer y último día de los
festejos de un matrimonio nubiense.

Los hombres visten sus tradicionales túnicas blancas
-"galabiyah"- y quizás por una ley que no está escrita son los
autorizados para bailar. Las mujeres, la mayoría de negro entero
porque es el color que demuestra su condición de esposas frente a
las solteras, observan sonrientes. Los novios, él de smoking y
ella de blanco impecable, están instalados como en un altar que
tiene como fondo nada menos que un gran poster de un verde
jardín, tipo Versalles, y semicubiertos por un toldo con luces.

La orquesta en una especie de bote, imitación de feluka -barca de
la época faraónica-, pintada de vivos colores y adornada con
luces tintileantes. Enseguida nos ofrecen una alfombra de paja
para que nos sentemos en la arena y al calor de la música, el
whisky y el hachís nadie parece notar que somos colados de último
momento.

La invitación vino así de pronto. En un restaurante a las orillas
del Nilo en Asuán, al sur de Egipto, Zoheir -mitad egipcio y
mitad nubiense- se acercó a conversar con nosotros e
inmediatamente la literatura latinoamericana y Gabriel García
Márquez nos dieron la afinidad necesaria. La invitación tenía su
condición, desde la medianoche hasta las cinco de la mañana, pues
el matrimonio era en un pueblo al otro lado del Nilo y por
supuesto no se puede llegar caminando ni coger un taxi.

"No se preocupen, todo el personal del restaurante viene con
nosotros, así que la feluka nos recogerá aquí a medianoche", fue
la frase con la que Zoheir nos convenció. En segundos, la
curiosidad y la aventura vencieron al miedo de ir a un lugar
remoto donde no hay ventanilla para que los turistas puedan
comprar su ticket.

Sentados en medio de la multitud, parece que la misma alfombra
nos hubiera transportado a esta especie de mundo árabe-africano
que se descubre ante nuestros ojos. Un pueblo nubiense que data
desde la época de los faraones en el antiguo Egipto -miles de
años antes de Cristo-, cuando fue "colonizado" o sometido a la
esclavitud por primera vez por la sed del oro y piedras
preciosas. En ese entonces era llamado "país de Coush" y también
proveía al imperio de mercenarios para sus guerras de conquista.

Siglos después, sería islamizado por los árabes. La región nubia
se extiende desde el sur de Egipto hasta Sudán y era llamada por
los griegos Etiopía. Su presente no ha cambiado mucho en el
Egipto contemporáneo. Es un pueblo pobre que se dedica a la
agricultura y que prefiere asentarse en el desierto para
aprovechar al máximo la tierra cultivable a las orillas del Nilo.

Rico en tradiciones, su música es reconocida en el mundo árabe,
aunque no se les reconozca su idioma, hablado por alrededor de
200 mil personas, pues en las escuelas se aprende árabe.

"Nos oprimen, nos oprimen, el gobierno nos oprime, nos quitaron
nuestra tierra y ya no podemos regresar a ella", dice el
estribillo de una canción que toca una de las cuatro orquestas
venidas desde El Cairo -pues allá hay quien pague por su arte.

Como en señal de aprobación los que bailan repiten con ardor las
palabras y alzan sus bastones. Debido a que su idioma se mantiene
como dialecto hablado, los nubienses recurren a la música para
contar su historia. Esta, la de la canción, data de los años
sesenta, cuando 60 mil nubienses fueron despojados de sus tierras
durante la construcción de la presa de Asuán. Como dice el
estribillo, ya no pueden regresar a su tierra porque ahora ésta
forma parte del lago Nasser, el segundo lago artificial más
grande del mundo.

La UNESCO colaboró para salvar los monumentos de Ramses II y su
esposa Nefertaris de la inundación, pero los nubienses perdieron
definitivamente sus tierras.

La fiesta continúa, como si el cantar su triste realidad les
brindara alegría. La madre de la novia, la única que puede darse
el lujo de bailar entre los hombres, comienza a lanzar sal y
perfumes a los invitados. Es la forma como debe de expresar su
felicidad, explica Zoheir. En reciprocidad, los invitados se
presentan ante los novios para hacer sonar sus dedos, también
como demostración de regocijo.

Algunos niños derrotados por el cansancio duermen mientras la
multitud baila casi sobre ellos. Cada veinte minutos hay un
indicio de pelea entre los invitados, pero los más viejos,
esgrimiendo sus bastones, llaman al orden y la calma regresa. El
whisky y el hachís siguen pasando de mano en mano, aunque no haya
banquete.

¿Cómo reconciliar estas tradiciones con el islamismo, una
religión que no permite estos desafueros? ... Bueno, dice Zoheir,
supongo que algunos no consideran a los nubienses totalmente
musulmanes y hay sus diferencias. Por ejemplo, jamás una pareja
nubiense entra a la mezquita para casarse. Además, es una
tradición tan vieja que difícilmente puede ser cambiada.

Con el recrudecimiento del fanatismo musulmán ahora en Egipto,
los "hermanos musulmanes" han intentado entrar a los pueblos
nubienses para imponer su religiosidad. Pero no ha dado
resultado, cuenta Zoheir. "Una vez lo intentaron aquí -dice
sonriendo- pero fueron sacados a golpes y piedras por los
habitantes del pueblo, y luego entregados a la policía". "Por
eso, son casos excepcionales los de nubienses integrados al
movimiento fundamentalista".

El amanecer llega lentamente y pasadas las cinco, nuestros
anfitriones buscan desesperadamente al chófer que debe estar
durmiendo su borrachera por alguna parte. Otro asume la tarea y
nos lleva en un taxi hasta la feluka en las orillas del río. Los
rayos de sol comienzan a iluminar la montaña de arena y roca
donde se ven las entradas de tumbas de nobles del Egipto antiguo.

En el pueblo, la orquesta de turno sigue tocando, como si el día
no hubiera llegado.

Las tierras de Nubia

NUBIE, región de la Africa del nor-este, comprende Egipto y
Sudán, el valle del Nilo en la zona de las cataratas. Una parte
importante de la población ha sido desplazada por la creación del
lago Naser al sur de la primera catarata. Se trata de una zona
desértica que se extinede desde Asúan hasta Khartoum (Sudán), en
la que los ríos favorecen el cultivo del algodón, dátiles y caña
de azúcar.

El pueblo de Nubia fue sometido paulatinamente por el reino de
los faraones desde alrededor del III milenio AC. Desde las
primeras dinastías del imperio, los faraones establecieron un
protectorado e importaron de esta región oro, madera y
mercenarios para su ejército. En la época de los faraones. Nubia
era llamada "país de Coush" y luego los griegos la llamaron
Etiopía. (6C)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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