Quito. 12 ene 97. Los familiares se quejan
de la poca colaboración de la Policía.
Esta aduce falta de recursos y tecnología.
No existe un cuerpo policial especializado.

Cuando una persona desaparece siempre deja
un halo de misterio. ¿Por qué desaparecen?
¿Adónde les llevan? ¿Qué les hacen? ¿Dónde
están?

Las interrogantes de los familiares
siempre se repiten. Para ellos lo peor
es la angustia. "Queremos saber, por lo
menos si está muerta", decía el tío de
una de las desaparecidas.

Hay muchos matices en una desaparición.
Desde aquellas que se les atribuye al
Estado, hasta el menor de edad que huye
de su casa. Pero también hay quienes
desaparecen sin aparente razón
justificada.

Como Soledad Robles, quien desapareció un
23 de marzo. Dijo que iba a terminar una
tarea escolar donde una amiga.

Sus padres ni siquiera se fijaron en la
ropa que llevaba. La familia Robles
recibió llamadas anónimas que alentaban
alguna esperanza, pero solo se trató de
una broma pesada.

Lo cierto es que Soledad, que al momento
de su desaparición tenía 15 años, no ha
regresado todavía a su casa.

Un caso similar es el de Juan Carlos
Rivadeneira, quien desapareció cuatro
días antes de cumplir 16 años. Era un 6
de agosto y salió de su casa entre las
siete y las diez de la mañana.

Al igual que Soledad Robles, Juan Carlos
no tenía una razón para irse de su casa.

Pero también hay casos en que las
personas simplemente huyen y sus
familiares lo saben. El problema es que
no regresan.

Amparo Chalá huyó de su casa un 18 de
octubre. Pese a los esfuerzos de sus
padres por encontrarla no hay ninguna
pista. Su padre, Joel Chalá, acudió a
la brigada de menores de la OID, pero
nunca sintió una verdadera ayuda de la
Policía.

La relación con la Policía, en estos
casos, es motivo de conflicto. Los
familiares siempre se quejan de que los
agentes solo hacen una mínima
investigación. Pero en esta institución
se defienden con el argumento de la
falta de personal y recursos.

La consecuencia: los familiares se
sienten solos. Sin saber donde está su
hijo, ni tener quien les ayude, al menos
como ellos quisieran en todo momento.

Al respecto, Pablo De la Vega de DNI,
sugiere la creación de un cuerpo
especializado en la Policía que se
dedique al seguimiento de casos de
personas desaparecidas, como existe en
las policías sueca o británica (Scotland
Yard).

Pero en la Policía hay otra queja: se
reciben las denuncias de desapariciones,
pero casi nunca se avisa cuando la
persona es encontrada. Por ello, solo
reaccionan cuando hay presión de los
familiares.

La presión policial tuvo mucha
influencia en el caso más sonado de
1996: la desaparición de Verónica
Orbe.

Fue un 25 de abril, Verónica y su novio
Stalin Padilla fueron a casa de éste.
Según Padilla, la chica desapareció en
unos siete minutos. En el tiempo en que
él fue a buscar una chaqueta.

La débil coartada de Padilla hizo dudar
a los padres de Orbe, quienes iniciaron
un proceso legal en su contra. Si bien
hay dudas en el testimonio de Padilla,
tampoco hay pruebas concluyentes: no
aparece el cuerpo de la joven. Mientras
tanto, Padilla se encuentra preso desde
el mes de junio.

Pero si hay algo en común entre las
desapariciones es la juventud de los
ausentes. Casi siempre son menores de
edad.

¿Hay redes de maltrato infantil?

El maltrato y el abuso sexual es una de
las causas por las que los niños y
jóvenes huyen de sus hogares. Así lo
explica Pablo De la Vega, de Defensa
del Niño Internacional (DNI). "Esos
niños salen a las calles y se
convierten en las víctimas más fáciles
de fenómenos sociales".

La gran mayoría de casos de
desapariciones de menores se da en
hogares de una clase social baja. Las
desapariciones en las clases media y
alta serían minoritarias, explica De
la Vega.

¿Dónde terminan estos niños y jóvenes?
Según informes internacionales de DNI
existen redes de prostitución y
explotación laboral infanto-juvenil.
"En estas redes hay todo un sector de
poder. Hay pequeñas expresiones de
mafia organizada".

Para evitar esto, De la Vega sugiere
un mayor control en la Policía de
Migración.

Pero también están las adopciones
ilegales que pueden ser el origen de
problemas más profundos como el uso
de niños para el tráfico de órganos.
"Resulta muy complejo demostrar que
los niños desaparecen y que son usados
en ese sentido. Hay denuncias difíciles
de probar. De todas formas las
organizaciones Mundial y Panamericana
de la Salud han mostrado su
preocupación sobre este tema".

Otra hipótesis: los jóvenes van a una
secta religiosa fundamentalista; ésta
los priva de todo contacto con su
familia, esto se da en otros países.
En Ecuador no se conoce ningún caso.

DNI solo recibe denuncias de
desapariciones en casos excepcionales.
Por ejemplo, los raptos de niños por
padres que se encuentran separados.
Se recurre al sistema judicial o se
utiliza la mediación entre las
partes.

Algunos regresan pero no avisan

Edgar Vaca, jefe de la Ofician de
Investigación del Delito (OID), de
Pichincha dice que las denuncias que
recibe la Policía son tramitadas,
clasificadas de a cuerdo a la causa:
desapariciones voluntarias o
involuntarias.

En caso de haber sospechas de rapto
o secuestro, las denuncias pasan a
la Unidad de Antisecuestros y
Extorsiones (Unase), a la brigada
de menores o a la de delitos en
contra de las personas de la OID.

Las denuncias reportadas superan
las 1.000, solamente en el año
pasado. Sin embargo, las personas
solamente dejan la denuncia en la
Central de Radio pero a los pocos
días no llaman ni se preocupan.

Según Vaca de estos casos un 90
por ciento aparece pero luego de
tres días o de varios meses.

Pero hay una infinidad de hechos
que van desde la desaparición de
ancianos pasando por personas que
padecen de epilepsia, enfermedades
mentales, parejas que huyen para
estar alejados de sus padres y
hasta por problemas de hogar.

Luego de una semana o hasta de
meses regresan con sus parientes,
luego de haberlos hecho sufrir.
Pero cuando llegan nadie se
preocupa de comunicar a la
Policía para llevar estadísticas.

Mientras que en otros casos la
gente simplemente no quiere
colaborar en las investigaciones.

Pero también hay situaciones de
personas de quienes nunca más se
volvió a saber noticias. Tres
ejemplos concretos: Guillermo
Bossano, José Valencia y
Verónica Orbe, en Quito.

En un porcentaje menor aparecen
luego de unos meses pero en las
morgues. Unos por que se
suicidaron o los cuerpos fueron
encontrados abandonados. (FUENTE:
EL COMERCIO)
EXPLORED
en

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