Guayaquil. 11 abr 99. El aprovechamiento de los nuevos mercados
surgidos con la depresión económica, la reducción creativa de
costos y un buen manejo de los CD
La crisis económica que afecta a Ecuador ha comprimido el mercado
de una manera alarmante. No en vano, cerca de 140.000 trabajadores
han quedado desempleados y ya suman 400 las empresas que se han
visto obligadas a cerrar sus puertas. Sin embargo, la depresión
hace surgir necesidades nuevas en el mercado que se traducen en
nichos todavía sin explotar, y una política empresarial racional y
creativa puede lograr la supervivencia en medio del temporal
económico.
Las claves en un mercado recesivo son dos: bajar los precios y
reducir los costos. La demanda es la primera víctima de la
imparable pérdida de poder adquisitivo, que ha reducido el valor
del salario real a la mitad del percibido por un ecuatoriano en
1982. La gente no puede gastar simplemente porque no tiene plata.
Esta carestía fomenta, por ejemplo, el mercado de la horticultura
familiar. En la misma línea, los negocios de reparación y
mantenimiento se aceleran, ya que los clientes no compran artículos
nuevos, sino que arreglan los que ya tienen. Otros nichos que se
abren son el de los hipermercados y las tiendas de mayoreo, que por
su mayor volumen de negociación son capaces de ofrecer un precio
más asequible para el mermado bosillo de los ciudadanos. Resulta
vital atender las nuevas necesidades del cliente, por ejemplo,
produciendo artículos en envases más pequeños para abastecer la
economía de emergencia de los ciudadanos.
En Ecuador, la crisis ha venido acompañada de un desplome del
sistema financiero y una profunda desconfianza en los bancos. Luis
Jácome, presidente del directorio del Banco Central, calcula que
hay 3 billones de sucres "debajo del colchón". Esta situación
impulsará el negocio de las cajas fuertes e incluso el del
transporte de plata.
Pero, como es lógico, toda inversión precisa de un financiamiento.
Alberto Rigail, director del Instituto Ecuatoriano del Mercado de
Capitales (IMCE) estima que "el dinero de los bancos es muy caro y,
además, el préstamo está restringido, por lo que para hacer
inversiones mediano plazo es más conveniente acudir al mercado de
capitales, el de las acciones". Rigail destaca otras cuatro
posibilidades que brillan en tiempo de crisis: los contratos de
Joint Venture o asociación con empresas extranjeras; los
Eurocentros, que son proyectos de asociación con empresas europeas
financiados por la Unión Europea; los ingresos del comercio
exterior, mucho más estables que los internos y, finalmente, un
manejo creativo de los recién nacidos certificados de depósitos
(CD).
El uso inteligente de los CD se muestra imprescindible en estos
momentos de profunda iliquidez. Las posibilidades de los papeles
son, por un lado, cancelar las deudas con el propio banco que emite
el depósito, con otro banco a través de un canje y también
comprando uno del banco con el que mantenemos las obligaciones.
Para hacerlos efectivos existe la posibilidad de la venta bursátil,
pero el descuento es grande: alrededor de un 70%. Otras de las
posibilidades son la aceptación de los títulos como medio de pago,
el abono de derechos arancelarios, el de impuestos y el pago a las
tarjetas de crédito, este último con el inconveniente de que las
casas del "dinero plástico" sólo aceptan CD emitidas por su banco
y para gastos realizados antes del 15 de marzo.
Los papeles también traen aparejados algunos riesgos. Marco López,
director de la Bolsa de Valores de Guayaquil, advierte del peligro
de que los CD sean utilizados como medio para el blanqueo de
dinero. La reducción de costos es la otra vía irrenunciable para
sobrevivir a la crisis. Según Rigail, "aumentar los ingresos en
situaciones de recesión es muy complicado, además de que acarrea un
inevitable incremento de los costos; sin embargo, reducir los
gastos es muy factible". El director del Imce destaca que entre el
15 y el 20% de los gastos de operación de las multinacionales
responden a la ineficiencia y que en Ecuador esta cifra es mucho
más alta. "El 30% de las ocasiones se trabaja para hacer algo que
no sirve, por lo que resulta más rentable trabajar 7 meses al año
y tener 3 de vacaciones", concluye.
Entre las estrategias para lograr este propósito figuran las
fusiones, que posibilitan en ahorro a través de economías de
escala, las alianzas con los proveedores, que permiten negociar un
mejor precio al aumentar el volumen de compras y la "tercerización"
de servicios. Este último método consiste en contratar servicios
exteriores para todas aquellos departamentos de una empresa que no
consistan en la labor productiva principal. Así, un banco puede
contratar una compañía que se encargue del sistema informático,
puesto que su núcleo es la captación y colocación de depósitos. De
la misma forma, otra compañía puede dejar el servicio de reparto en
manos de servicios externos, ya que todas estas acciones suponen un
ahorro importante.
Otras de las vías es la asociación horizontal, que consiste en el
aprovechamiento de las capacidades e instalaciones de una empresa
para desempeñar diferentes labores. Así, por ejemplo, en Israel las
piscinas se utilizan para uso humano en temporada, como
piscifactoría y también como recurso para el riego. Alberto Rigaíl
acerca la muestra: "En Ecuador ya ha surgido una empresa que
aprovecha la plantación de mangos para obtener miel: las abejas
polinizan las plantas y, además, se obtienen dos productos con
costes razonables", explica.
En la misma línea, la utilización de papel reciclado para las
comunicaciones internas, el uso de la intranet en vez de las copias
y muchos otros usos racionales pueden frenar los gastos y hacer la
empresa más competitiva sin grandes sacrificios. Olmedo Farfán,
decano de Economía de la Universidad Espíritu Santo destaca que
"quien decide afrontar la crisis a través del despido de los
trabajadores no es un buen empresario, porque no emprende los
cambios estructurales necesarios". También Mauro Toscanini,
homólogo de la Católica, resalta el "efecto boomerang" de los
despidos que, con el tiempo, generan una notable reducción en la
demanda. Toscanini reconoce que, en la difícil situación actual,
hay gente que puede salir muy beneficiada: "Ahora, quien tiene un
poco de liquidez, puede hacerse multimillonario, adquiriendo bienes
a la tercera parte de su precio real", concluye.
Los Paises no quiebran
En los años 80, Bolivia superó una crisis mucho más complicada que
la de Ecuador, un país potencialmente mucho más rico". Así resume
René Fernández, ex minstro boliviano de Planeamiento afincado en
Guayaquil, las posibilidades ecuatorianas de recuperarse
económicamente. "El país tiene un problema social, que es el
desigual reparto de los ingresos. El 20% de la población maneja el
53% de los recursos, mientras que al 40% le corresponde sólo el
14", explica el economista.
En el caso boliviano, el PIB cayó un 21% de 1982 a 1985, la
inflación llegó a niveles anuales del 5000% y los flujos
financieros externos quedaron reducidos a 0 en 1984. "La crisis
coincidió con el derrumbe del estaño, rubro del que Bolivia es
monoproductora, y la empresa minera estatal despidió a 30.000
empleados, el 84% de la plantilla", destaca Fernández. En 1985,
mediante un decreto supremo, el gobierno tomó medidas durísimas: se
recortó el déficit fiscal, se aplicó un sistema cambiario mixto de
flotación y minidevaluaciones, se redujeron los aranceles al 10% y
se congelaron los salarios.
Los ingresos perdieron las dos terceras partes de su valor
adquisitivo, los pueblos quedaron desiertos por las migraciones y
el impacto social fue enorme.
Con el ajuste, en 1992, la inflación bajó al 10%, el déficit del
sector público cayó del 37% al 3.5, las exportaciones crecieron de
560 millones de dólares en 1987 a 926 en 1991y el servicio de deuda
externa pasó del 40% del PIB al 22. Nunca se condonó. En la fase
final, se produjo la privatización. "Fueron necesarios 16 años de
ajuste y 5 gobiernos con planes económicos homogéneos para sacar al
país de la crisis", concluye el ex ministro. (Texto tomado de El
Expreso)
surgidos con la depresión económica, la reducción creativa de
costos y un buen manejo de los CD
La crisis económica que afecta a Ecuador ha comprimido el mercado
de una manera alarmante. No en vano, cerca de 140.000 trabajadores
han quedado desempleados y ya suman 400 las empresas que se han
visto obligadas a cerrar sus puertas. Sin embargo, la depresión
hace surgir necesidades nuevas en el mercado que se traducen en
nichos todavía sin explotar, y una política empresarial racional y
creativa puede lograr la supervivencia en medio del temporal
económico.
Las claves en un mercado recesivo son dos: bajar los precios y
reducir los costos. La demanda es la primera víctima de la
imparable pérdida de poder adquisitivo, que ha reducido el valor
del salario real a la mitad del percibido por un ecuatoriano en
1982. La gente no puede gastar simplemente porque no tiene plata.
Esta carestía fomenta, por ejemplo, el mercado de la horticultura
familiar. En la misma línea, los negocios de reparación y
mantenimiento se aceleran, ya que los clientes no compran artículos
nuevos, sino que arreglan los que ya tienen. Otros nichos que se
abren son el de los hipermercados y las tiendas de mayoreo, que por
su mayor volumen de negociación son capaces de ofrecer un precio
más asequible para el mermado bosillo de los ciudadanos. Resulta
vital atender las nuevas necesidades del cliente, por ejemplo,
produciendo artículos en envases más pequeños para abastecer la
economía de emergencia de los ciudadanos.
En Ecuador, la crisis ha venido acompañada de un desplome del
sistema financiero y una profunda desconfianza en los bancos. Luis
Jácome, presidente del directorio del Banco Central, calcula que
hay 3 billones de sucres "debajo del colchón". Esta situación
impulsará el negocio de las cajas fuertes e incluso el del
transporte de plata.
Pero, como es lógico, toda inversión precisa de un financiamiento.
Alberto Rigail, director del Instituto Ecuatoriano del Mercado de
Capitales (IMCE) estima que "el dinero de los bancos es muy caro y,
además, el préstamo está restringido, por lo que para hacer
inversiones mediano plazo es más conveniente acudir al mercado de
capitales, el de las acciones". Rigail destaca otras cuatro
posibilidades que brillan en tiempo de crisis: los contratos de
Joint Venture o asociación con empresas extranjeras; los
Eurocentros, que son proyectos de asociación con empresas europeas
financiados por la Unión Europea; los ingresos del comercio
exterior, mucho más estables que los internos y, finalmente, un
manejo creativo de los recién nacidos certificados de depósitos
(CD).
El uso inteligente de los CD se muestra imprescindible en estos
momentos de profunda iliquidez. Las posibilidades de los papeles
son, por un lado, cancelar las deudas con el propio banco que emite
el depósito, con otro banco a través de un canje y también
comprando uno del banco con el que mantenemos las obligaciones.
Para hacerlos efectivos existe la posibilidad de la venta bursátil,
pero el descuento es grande: alrededor de un 70%. Otras de las
posibilidades son la aceptación de los títulos como medio de pago,
el abono de derechos arancelarios, el de impuestos y el pago a las
tarjetas de crédito, este último con el inconveniente de que las
casas del "dinero plástico" sólo aceptan CD emitidas por su banco
y para gastos realizados antes del 15 de marzo.
Los papeles también traen aparejados algunos riesgos. Marco López,
director de la Bolsa de Valores de Guayaquil, advierte del peligro
de que los CD sean utilizados como medio para el blanqueo de
dinero. La reducción de costos es la otra vía irrenunciable para
sobrevivir a la crisis. Según Rigail, "aumentar los ingresos en
situaciones de recesión es muy complicado, además de que acarrea un
inevitable incremento de los costos; sin embargo, reducir los
gastos es muy factible". El director del Imce destaca que entre el
15 y el 20% de los gastos de operación de las multinacionales
responden a la ineficiencia y que en Ecuador esta cifra es mucho
más alta. "El 30% de las ocasiones se trabaja para hacer algo que
no sirve, por lo que resulta más rentable trabajar 7 meses al año
y tener 3 de vacaciones", concluye.
Entre las estrategias para lograr este propósito figuran las
fusiones, que posibilitan en ahorro a través de economías de
escala, las alianzas con los proveedores, que permiten negociar un
mejor precio al aumentar el volumen de compras y la "tercerización"
de servicios. Este último método consiste en contratar servicios
exteriores para todas aquellos departamentos de una empresa que no
consistan en la labor productiva principal. Así, un banco puede
contratar una compañía que se encargue del sistema informático,
puesto que su núcleo es la captación y colocación de depósitos. De
la misma forma, otra compañía puede dejar el servicio de reparto en
manos de servicios externos, ya que todas estas acciones suponen un
ahorro importante.
Otras de las vías es la asociación horizontal, que consiste en el
aprovechamiento de las capacidades e instalaciones de una empresa
para desempeñar diferentes labores. Así, por ejemplo, en Israel las
piscinas se utilizan para uso humano en temporada, como
piscifactoría y también como recurso para el riego. Alberto Rigaíl
acerca la muestra: "En Ecuador ya ha surgido una empresa que
aprovecha la plantación de mangos para obtener miel: las abejas
polinizan las plantas y, además, se obtienen dos productos con
costes razonables", explica.
En la misma línea, la utilización de papel reciclado para las
comunicaciones internas, el uso de la intranet en vez de las copias
y muchos otros usos racionales pueden frenar los gastos y hacer la
empresa más competitiva sin grandes sacrificios. Olmedo Farfán,
decano de Economía de la Universidad Espíritu Santo destaca que
"quien decide afrontar la crisis a través del despido de los
trabajadores no es un buen empresario, porque no emprende los
cambios estructurales necesarios". También Mauro Toscanini,
homólogo de la Católica, resalta el "efecto boomerang" de los
despidos que, con el tiempo, generan una notable reducción en la
demanda. Toscanini reconoce que, en la difícil situación actual,
hay gente que puede salir muy beneficiada: "Ahora, quien tiene un
poco de liquidez, puede hacerse multimillonario, adquiriendo bienes
a la tercera parte de su precio real", concluye.
Los Paises no quiebran
En los años 80, Bolivia superó una crisis mucho más complicada que
la de Ecuador, un país potencialmente mucho más rico". Así resume
René Fernández, ex minstro boliviano de Planeamiento afincado en
Guayaquil, las posibilidades ecuatorianas de recuperarse
económicamente. "El país tiene un problema social, que es el
desigual reparto de los ingresos. El 20% de la población maneja el
53% de los recursos, mientras que al 40% le corresponde sólo el
14", explica el economista.
En el caso boliviano, el PIB cayó un 21% de 1982 a 1985, la
inflación llegó a niveles anuales del 5000% y los flujos
financieros externos quedaron reducidos a 0 en 1984. "La crisis
coincidió con el derrumbe del estaño, rubro del que Bolivia es
monoproductora, y la empresa minera estatal despidió a 30.000
empleados, el 84% de la plantilla", destaca Fernández. En 1985,
mediante un decreto supremo, el gobierno tomó medidas durísimas: se
recortó el déficit fiscal, se aplicó un sistema cambiario mixto de
flotación y minidevaluaciones, se redujeron los aranceles al 10% y
se congelaron los salarios.
Los ingresos perdieron las dos terceras partes de su valor
adquisitivo, los pueblos quedaron desiertos por las migraciones y
el impacto social fue enorme.
Con el ajuste, en 1992, la inflación bajó al 10%, el déficit del
sector público cayó del 37% al 3.5, las exportaciones crecieron de
560 millones de dólares en 1987 a 926 en 1991y el servicio de deuda
externa pasó del 40% del PIB al 22. Nunca se condonó. En la fase
final, se produjo la privatización. "Fueron necesarios 16 años de
ajuste y 5 gobiernos con planes económicos homogéneos para sacar al
país de la crisis", concluye el ex ministro. (Texto tomado de El
Expreso)
Más en el