La división indígena tiene dos frentes: el Ministerio de Bienestar Social y el despacho del subsecretario de Agricultura. El ministro Antonio Vargas y Bolívar González se han constituido en la base social de las marchas a favor del Gobierno. En tanto, el subsecretario Luis Pachala ha mermado la influencia de los caciques. Los opositores aseguran que hay un plan de esos dos sectores para lograr el control total del movimiento indígena

Las dos caras de la división indígena

Bolívar González aparenta ser la cabeza de la línea dura del régimen

"Si los pelucones ponen 10 mil personas, nosotros ponemos 40 mil indios". En esos términos, Bolívar González, subsecretario de Desarrollo Institucional del Ministerio de Bienestar Social (MBS), caracterizó su poder de convocatoria frente a la movilización anunciada por los sectores de oposición al régimen en enero.
Los pronunciamientos de ese tipo se han reiterado en otras ocasiones y han dado la pauta a que la oposición y otros sectores de opinión consideren que, en efecto, el grueso de la base social del régimen está en el poder de convocatoria del ministro Antonio Vargas y el controvertido subsecretario, como se hizo hincapié a la hora de la contramarcha en Quito, el 16 de febrero.
Pero ¿que tan cierta es esa fuerza? Según el subsecretario González, a quien se le atribuye el verdadero control de este Ministerio, ese respaldo popular es real y se basa en el trabajo realizado por el ministro Vargas a través de 3 000 obras pequeñas y en su supuesta capacidad de liderazgo.
Otro apoyo clave, dice, es la asistencia de “30 cerebros”, en referencia al equipo humano de trabajo que rodea al ministro, en donde el subsecretario González tiene su peso específico, pues se desempeña como vocero oficial y ejecutor de las acciones del Ministerio. De hecho, no hay gestión que se realice sin su conocimiento previo.
Ese protagonismo encarna el estilo en esta Cartera, pues él mismo se ha encargado de decir que el ministro Vargas tiene otro eje de acción con los recorridos por el país para conocer las demandas sociales. En efecto, esa es la característica que mueve a las actividades de ambos funcionarios y que han motivado más de una sospecha entre los opositores, al señalarse que los objetivos que se esconden en este Ministerio son, fundamentalmente, los de apagar todo intento de protesta desde las calles.
Parte de esa estrategia sería mantener con perfil bajo los movimientos de Vargas y sus contactos, en donde parece está la clave de su acción. El hermetismo que rodea su agenda se apoya en la reserva de sus hombres cercanos y el mapa de los aliados, sobre todo a la hora de armar una marcha.
BLANCO Y NEGRO tuvo acceso a algunos detalles de la organización, como las fichas que mueve para realizar convocatorias. La base de estos movimientos ha sido los hombres cercanos a Vargas, que han estado con él en su mayoría desde tiempos de la Conaie: Ángel Gende (ex dirigente Tsáchila), Carlos Cuji (chofer), el arquitecto N. Proaño y Alberto Zimbaña, (hasta hace poco director del ORI).
Ese equipo tiene sus interlocutores en provincias. En Cotopaxi están Manuel Miningalli, Juan Choloquinga y Alfredo Toaquiza; en Chimborazo e Imbabura, dirigentes de base de la Federación de Indígenas Evangélicos (Feine); en Tungurahua, Juan Tisantuña, Segundo Chiluisa y los directivos de Chibuleo; en Santo Domingo, Ángel Gende y William Aguavil, quien últimamente se habría separado del grupo; en la Amazonía, José Quenamá (Cofán), los ex diputados de Pastaza Héctor Villamil (con quien hizo las paces recientemente) y de Napo José Avilés, el dirigente huaorani Juan Onamenga y los dirigentes secoyas.
Según los opositores, la presencia de "figuras", como Quenamá, o ex dirigentes forma parte del juego de imagen, para aparentar fuerza. Y aunque la Conaie, en un comunicado, admite la fortaleza de la convocatoria, señala que es artificiosa, por cuanto está "inspirada en ofrecimientos de proyectos, entrega de combos alimentarios y un sinnúmero de acciones de corte asistencialista". Eso en parte pudo manifestarse en las quejas tras la marcha del 16 de febrero.
Este manejo ha generado protestas y al parecer es causa del malestar interno dentro del movimiento, sobre todo por los términos usados por el subsecretario González para referirse a los indios.
Uno de los aliados del régimen, Marco Murillo, presidente de la Feine, cuestiona el manejo clientelar del Ministerio y considera que Vargas no ha cumplido con las expectativas de atención social. De ahí que los rumores de cambio se atribuyeran a fuentes internas del Gobierno, pues habría presiones de organismos externos por cambios, a causa de decisiones controversiales, como la reciente intervención de la Fundación Mariana de Jesús.
Frente a ello, González reitera que su objetivo es propiciar la atención social, por invitación del ministro Vargas, quien, entre otros dirigentes del sector indígena, apoyó la acción de cobro de la AGD, cuando González estuvo en esa dependencia. Y el Gobierno da signos de respaldo, integrando a este Ministerio, desde enero, al ex ministro de Turismo Hernán Plaza, como coordinador nacional del Bono de Desarrollo. (LB)

“La clave de la gestión está en el equipo. Aquí hay 30 cerebros. Si el Ministerio pasa a ser el mejor, es obvio que eso puede despertar celos”.

Luis Pachala cree en un reagrupamiento y refortalecimiento de los indios

El subsecretario de Agricultura, Luis Pachala, dejó el anonimato el fin de semana pasado, mientras corrían los rumores de que sería el reemplazo del ministro de Bienestar Social, Antonio Vargas. Y saltó a la luz pública no tanto por ese hecho sino por las aseveraciones del subsecretario Bolívar González, quien lo describió como un “señor chiquito”, cuyo mérito había sido “chocar un carro (oficial) después de salir de un cabaré”.
En esa polémica de los cambios no se hizo referencia de los antecedentes políticos de este funcionario, como el de haber sido uno de los mentores de la entrega del bastón del mando al presidente Lucio Gutiérrez, a pocos días de posesionarse, que es un acto simbólico de importancia entre los indígenas, o el de haber ideado la entrega de "picos y palas", que tanto molestó a los aliados del movimiento Pachakutik y a la cúpula de la Conaie, y que fue uno de los detonantes de la posterior ruptura.
Pocos medios de comunicación mencionaron que, en su calidad de subsecretario del Ministerio de Bienestar Social, trabajó, hasta mayo de 2004, con las organizaciones de base de la Conaie y de otras organizaciones, lo que habría permitido al presidente llegar hasta las comunidades sin tener a los dirigentes históricos como intermediarios. Esa práctica se inauguró a principios del Gobierno, y tuvo un momento clave en agosto de 2003 al llegar a Guamote, que es considerado bastión de la Conaie. Hasta ese cantón de la provincia de Chimborazo, la comitiva presidencial llegó con 1 500 medidores de agua; pese al boicot del alcalde de Pachakutik, la recepción fue masiva.
A Pachala también se le atribuye la organización de la marcha de apoyo al presidente durante el paro de la provincia de Cotopaxi, en diciembre de 2003, y permitir que Lucio Gutiérrez se metiera en la misma "boca del lobo" con el respaldo de unas 10 mil personas, en una acción considerada desafiante para los dirigentes de la Ecuarunari.
Esta estrategia de ir directamente a las comunidades fue una medida que le ha permitido decir ahora al subsecretario que, desde un principio, su trabajo fue “romper los caciquismos, pero no los principios del movimiento indígena”, a los que dice mantenerse firme.
Ese hecho, a pesar de que González minimiza su presencia, ha permitido que sectores de base le brinden su respaldo y dirigentes de organizaciones provinciales y aún regionales de la Conaie estén “reflexionando” sobre su posición de unificar a las organizaciones y volver a fortalecer al movimiento indígena, según comentó un alto directivo de esa organización.
Su trabajo junto al presidente se remonta al año 2000, cuando Lucio Gutiérrez estaba confinado a causa del golpe de Estado del 21 de enero. Pachala y dirigentes de la Fedepicne, como Ricardo Guambo (hoy secretario de Asuntos Indígenas), Jorge Vaca y Olmedo Puaquisa, apoyaron la campaña presidencial desde el Mercado Mayorista, considerado un fortín de Sociedad Patriótica.
A Pachala y a esos dirigentes se los vincula con el bucaramismo. No obstante, resta importancia a ese hecho y dice haber dialogado con militantes de todos los partidos, menos el PSC.
Jorge Guamán, diputado de Pachakutik, lo señala como unas de las piezas clave del Gobierno en la tarea de división del movimiento, y de ser un factor de disuasión en momentos de conflictos internos entre los grupos indígenas que apoyan al régimen, como el actual, en que hay fuertes críticas al ministro Antonio Vargas.
Sobre el incidente del carro del MBS siniestrado, dice que él fue el primero en reportar el hecho al ministro Patricio Acosta y al presidente, a través de informes que señalan que la denuncia fue un pasquín y que se trató de un accidente de trabajo.
Su perfil profesional, economista titulado, le ha valido la confianza del Gobierno para que realice viajes a foros internacionales, como la reunión de la ONU en Ginebra a nombre del Ecuador, en el mes de mayo de 2004.
La trayectoria de Pachala le ha permitido sobrevivir al interior del régimen, pese a los continuos encuentros con el ministro Vargas y su subsecretario. El propio González se encarga de recrear eso al decir que sus asesores, que "no pasan de 50 desertores de la Feine, todas las semanas lo posesionan como ministro de Bienestar Social".
Algo que, sin embargo, parece incomodar a más de uno, sobre todo tras la gestión en el Ministerio de Agricultura, en donde ha topado conflictos y temas casi tabú. Uno de ellos, el haber intercedido durante una incursión policial de la hacienda El Prado, en Cayambe, incautada en el operativo "Ciclón", y que era reclamada por las comunidades campesinas del sector. (LB)

“Mi tarea, desde el principio, fue el romper con los caciques, pero no con los principios del movimiento indígena, que los mantengo”

Una Conaie "paralela" se cocina a fuego lento

Hay dos posiciones entre los sectores que apoyan al Gobierno: los que respaldan al ministro Vargas y aquellos que califican su gestión de asistencialista

El jueves pasado, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) lanzó una proclama en la que denuncia la supuesta intención del Gobierno, a través del ministro Antonio Vargas y su subsecretario Bolívar González, de crear una organización indígena "paralela" a partir de la convocatoria a un congreso extraordinario.
El vicepresidente de la Conaie, Santiago de la Cruz, asegura que esa sería la última acción de una serie de medidas aplicadas por el régimen para desmantelar a la organización, con la idea de asegurarse el control total del movimiento indígena. Esta operación estaría apoyada por una serie de "figuras" o ex dirigentes del sector indígena para darle visos de legitimidad.
Eso iría acompañado de un plan para 2006 a través de proyectos de entidades gubernamentales de apoyo al sector indígena y que están controladas por el régimen, como el Consejo de Desarrollo de Pueblos del Ecuador (Codenpe), que es dirigido por Nelson Chimbo, dirigente de Amauta Jatari, el movimiento que auspició la candidatura presidencial del ministro Vargas.
Como antecedentes de esta operación se señalan la intención de boicotear el último congreso de la Conaie, en diciembre en Otavalo, y el intento posterior de seguidores de Vargas de tomarse la sede de la entidad, en Quito, que dificultó la posesión del nuevo consejo de gobierno, presidido por el dirigente histórico Luis Macas.
Pero ¿cuáles son los signos de querer aplicar la Conaie "paralela"? La respuesta, según fuentes del ministerio de Bienestar Social, está en la división entre los grupos que apoyan al Gobierno. De manera particular, entre aquellos que respaldan al ministro Vargas y los que cuestionan su tarea por considerar que ha tenido una orientación asistencialista y de poca atención del desarrollo. Y entre estos últimos, algunos que creen en una reunificación del movimiento indígena, respetando las instancias actuales, con miras a enfrentar al futuro gobierno con una organización revitalizada.
Según las mismas fuentes, los rumores de la remoción de Vargas, la semana pasada, fueron motivadas en esas divergencias, las mismas que se tradujeron en el supuesto nombramiento como titular de Bienestar Social de Luis Pachala, actual subsecretario de Agricultura, quien supuestamente estaría capitalizando el malestar contra Antonio Vargas y el respaldo de las bases que están por que se mantenga la estructura del movimiento indígena.
Otro signo de la puja es el intenso muñequeo a nivel de la Confederación de Indígenas de la Amazonía (Confeniae), filial de la Conaie, cuya presidencia está en disputa entre José Quenamá (apoyado por el ministro) y Luis Vargas (dirigente achuar que tiene apoyo de la Conaie). El desenlace de esa puja sería determinante: si se ratifica a Luis Vargas, la posición del ministro Antonio Vargas perdería fuerza dentro del propio régimen, así como de su "plan político", que hasta ahora resulta un misterio.
Al respecto, el subsecretario Bolívar González aseguró que trás la gestión no hay un proyecto político sino solo "una convicción de servicio". (LB)

PUNTO DE VISTA
El pecado original de los indios


En enero de 2000, el movimiento indígena cometió el pecado original. Según parece, jamás dejará de pagarlo.
Al involucrarse en el golpe de Estado en contra del ex presidente Jamil Mahuad dejó de ser la conciencia crítica de un país mestizo, culpable de injusticias históricas contra los indios, para convertirse en un actor más, aunque importante, de la escena política.
El pecado de la "gran" política lo volvería a seducir en la campaña presidencial de 2002 y en 2003, en que participó del Gobierno de Lucio Gutierrez, hasta que se consumaron traiciones mutuas.
Los dirigentes medios, incluso algunos dirigentes históricos del movimiento indígena, probaron la fruta prohibida y, desde entonces, jamás volverían a ser los mismos. Y ya no lo son, en la oposición al régimen de Gutiérrez, o en su apoyo: este informe corrobora la sujeción a políticas asistenciales que ejecuta el Estado, al pragmatismo que obligan las necesidades insatisfechas en las bases del indigenado y a la manipulación que sirve a motivaciones políticas del mandatario y su círculo íntimo.
Así, el Ministerio de Bienestar Social se ha convertido, según parece, en el organismo "antimarchas" del Ejecutivo, para lo que se instrumentalizan a los indios "gobiernistas", los proyectos de carácter social y, en especial, los planes de vivienda, más ilusorios que reales del polémico subsecretario González. ¿Hay salida para el movimiento indígena a corto plazo? Esa es la pregunta de difícil contestación. (DCM)(Blanco y Negro)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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