Solo en Quito, en enero de 2005, ocurrieron 21 secuestros y en lo que va del año ya se han producido seis de los llamados secuestros express. La situación preocupa a empresarios y autoridades policiales. Sin embargo, los niveles de violencia no se reducen, aunque se sabe que la percepción de inseguridad es mucho más alta que la realidad. Con todo, los gastos en la "industria" de la seguridad ya son parte del presupuesto familiar.

Ahora el robo es a plena luz

Según el Observtaorio Metropolitano de Seguridad Ciudadana, las zonas donde hubo más asaltos a domicilios en 2004 fueron La Floresta, el centro histórico, La Mariscal, Cumbayá y Chillogallo

Tuvieron todo el tiempo del mundo: se bebieron una botella de whisky Ballantine"s, revisaron cajón por cajón y se llevaron las cobijas, almohadas, juegos de sábanas nuevos, una computadora, una licuadora, dos televisores, una contestadora telefónica, un equipo de sonido empacado y sacaron el colchón (que no alcanzaron a robarlo). Y no cargaron la refrigeradora porque en la camioneta ya no entraba nada más.
Fueron tres ladrones (dos hombres y una mujer). Tuvieron toda la comodidad para robar a la luz del día. Según la versión de un vecino, el hecho ocurrió a las 12:30 del miércoles 13 de julio. María Ascuntal se enteró por una amiga que su vivienda (la casa número 1 de la manzana I, del barrio de La Ofelia) había sido asaltada.
Según los testigos, la mujer se quedó de "campana" en la calle para avisar a sus colegas.
La Ofelia está entre las zonas de mayor riesgo en robos a domicilio y a locales comerciales, del Distrito Metropolitano.
Lo que más duele a María es que se llevaron su pequeño lote de joyas que, días atrás, había retirado del Monte de Piedad. Las tenía guardadas en una caja de madera, que ni siquiera llamaba la atención.
Esto lleva a la conclusión, a la afectada, de que el robo a su casa duró más de una hora, ya que se dieron el lujo de buscar en todas partes. Registraron los cajones de los armarios, donde encontraron un DVD empacado, que ni siquiera fue usado, y de uno de ellos sacaron cortes de casimires finos que María guardaba para hacerles ternos a su hijo. Allí dejaron las telas más baratas.
Cuando la dueña de casa realizó un recuento de todo lo que le faltaba, encontró que, en la estantería de los licores, donde guardaba ocho botellas de whisky de diferentes marcas, los delincuentes se llevaron las dos botellas más caras y se bebieron una.
La vivienda es de una sola planta, los ladrones ingresaron por la puerta del garage, rompieron las dos chapas metálicas y entraron al primer departamento de propiedad del hijo de María, César Lara. Ahí se cruzaron al departamento de María, rompieron una ventana superior de aproximadamente 30 cm x 50 cm.
Según la versión del vecino de enfrente, él vio a los sospechosos y, cuando les preguntó que hacían, de inmediato los delincuentes forzaron la entrada principal, rompieron la chapa y supone que huyeron.
Entonces, el vecindario fue alertado y llamaron a la Policía. Luis Pérez, ex presidente del Comité Pro Mejoras de barrio, cuenta que llegó un uniformado después de una hora y media: "Dijo que si el robo no superaba los $3 000 no se podría hacer nada".
La denuncia está hecha y, según la afectada, el daño supera los $5 000. María supone que su casa estuvo vigilada. Sale todos los días a las 08:30 y regresa a las 19:00. Su hijo no pasa mucho tiempo en la vivienda ya que es profesor universitario y siempre está dando clases o viajando. Hace siete años ya le robaron su casa, pero solo se llevaron un televisor.
Los vecinos del barrio cuentan que en los últimos años la situación ha empeorado. Tanto que hace tres semanas fue desmantelado el dispensario médico de la zona, se llevaron todos los utensillos y las medicinas. Según Pérez, se calcula que el robo asciende a $3 000.
Ahora, el médico que atendía allí (cobraba $2 por cada consulta) está sentado en el consultorio sin poder hacer nada. Los enfermos tienen que ir a otros sitios.
Para Laura de Mantilla, presidenta del barrio, los principales sospechosos son los adictos y jóvenes viciosos. Ellos protagonizan peleas y, para solventar su vicio, roban y asaltan. Asegura que la última vez avisó a la Policía de este problema. Se ofreció a llegar cinco minutos después de cada llamado, "pero siempre asoman después de una hora cuando todo ha pasado".
En La Ofelia, por seguridad, los vecinos suben los muros. Pérez colocó rejas en las ventanas y puertas y ahora instala una segunda puerta en la entrada principal. (PAG)

Las cifras no cambian

En el cuarto informe del Observatorio Metropolitano de Seguridad Ciudadana de Quito, se registra que, en 2004, los delitos, y en especial los asaltos a domicilios, el 15% se produce en las tardes y el 12%, en las noches. El resto se realiza en las madrugadas y en las mañanas. Este organismo hizo una comparación con 2003, y se concluye que los robos a viviendas se mantienen en un mismo número, ese año se produjeron 2 138, mientras que en 2004 fueron 2 113.
Pese a que la mayoría de asaltos son en el norte, en el sur las zonas más conflictivas son Chillogallo, Chilibulo, la Mariscal Sucre. (PAG).

El secuestro crece y se agudiza

Las estadísticas indican un incremento considerable de "retenciones" y también la presencia, en Pichincha, de secuestros express. Las autoridades mantienen reserva sobre estos hechos por su gravedad

El secuestro, el asalto a locales comerciales y a viviendas son los delitos que más preocupan a la ciudadanía y a las autoridades. Incluso, en Quito, ya se teme porque han empezado a ocurrir los secuestros express.
Sobre el secuestro, las estadísticas indican una situación preocupante: en enero de este año ocurrieron 36 a escala nacional (solo en Pichincha 21). En febrero: 19. En mayo: 20.
Los jefes de la Unidad Antisecuestros (Unase) mantienen reserva sobre estos casos, pero, en los círculos empresariales hay mucha preocupación y se comenta mucho sobre el tema.
Por ejemplo, hace un mes, un empresario fue secuestrado en la vía a Guápulo, una zona de alto tráfico, en horas de la noche: los secuestradores dejaron al auto encunetado, con la radio a todo volumen y allí permaneció dos horas sin que nadie se "comidiera" en averiguar qué pasaba.
Sobre la existencia de secuestros express, la Unase no ha brindado información. En el Observatorio de Seguridad Ciudadana de Quito están recopilando la información que saldría en el próximo informe.
Se conoció extraoficialmente que, hasta ahora, en las oficinas del Ministerio Público que funcionan en los Centros Metropolitanos de Equidad y Justicia (Cemej), se han reportado seis casos entre enero y junio. Son tipificados como robos express, en los cuales los delincuentes se acercan al vehículo de una persona, le quitan artículos del carro, dinero y obligan a los parientes a que entreguen bienes a cambio del secuestrado. En todas las denuncias, las personas han sido liberadas el mismo día.
Por otro lado, Juan Flores, jefe de la brigada de Propiedad de la Policía Judicial de Pichincha, asegura que los asaltos a domicilios cada vez se producen con más violencia: apuntan con armas a la cabeza de las víctimas, ingresan con ellas a su hogar, las amarran y amenazan de muerte si denuncian a la Policía, pues las tienen ubicadas. Luego, se llevan todo. El efecto: un hecho traumático para padres e hijos, que no se supera inmediatamente y, además, se "inyecta" un miedo permanente. Algunos optan por cambiar de domicilio y vender sus casas.
Otra maña es hacerse pasar por empleados de las empresas municipales (agua potable, luz eléctrica u obras públicas) o de las telefónicas. Cuando se abre la puerta, ingresan violentamente.
En edificios y condominios, se utilizan otras formas: tapan los ojos de pez de las puertas, se desconecta la luz y, cuando salen los inquilinos, rompen puertas y seguridades. Si existe resistencia, no dudan en agredir físicamente o con armas de fuego. Por ahora, no existen víctimas fatales en este tipo de asaltos. Las bandas tienen de 4 a 5 personas, entre hombres y mujeres, que vigilan a sus víctimas alrededor de una semana.
El asalto a los locales comerciales es mucho más violento y rápido. En el primer semestre de este año ya se produjeron 304, 75 más que en el mismo período de 2004 y 28 más que en el último semestre del año pasado, cuando en diciembre ocurre un incremento considerable de asaltos. Ahora, los delincuentes no temen nada: entran en tiendas, farmacias, ferreterías, joyerías, locales de celulares y no solo que amenazan con pistola, sino que golpean, humillan, manosean y se llevan lo más valioso. (OP-PAG)

El costo de la seguridad

En el Ecuador existe un grupo de 650 personas que se dedica a vigilar y recopilar información sobre los sitios más peligrosos del país, cuáles son las zonas más seguras, por qué carreteras viajar, etc. Esta información se vende a los principales empresarios por $900 mensuales.
Javier Escobar, de la empresa Sudamérica Seguros, afirma que el Ecuador invirtió aproximadamente $460 millones en seguros, esto, dividido para 12 millones de habitantes, da como resultado un consumo per cápita de $38, de los cuales del 10% al 15 % fueron seguros de vida y el resto de vehículos, industria y casa. (PAG)

El secuestro express agobia a guayaquileños

La polémica se plantea porque esta infracción no está tipificada en el Código Penal, pero los jueces plantean otras opciones. La Policía no especifica en sus partes

Los secuestros express en Guayaquil son cada día más comunes y el escenario se asemeja más al mexicano y colombiano, donde esta "industria" delincuencial llega a cometer anualmente 8 000 y 800 casos, respectivamente.
En este año, en Guayaquil se han producido 197 casos. Es decir, un caso diario, según las denuncias presentadas en la Fiscalía. Con todo, cifras de la Escuela Superior Politécnica (Espol) señalan que la tendencia está bajando a dos secuestros semanales. La razón: los operativos combinados entre militares y policías y por la colaboración en 40 puntos de guardias privados.
El secuestro express generalmente se ejecuta sin seguimiento previo, como ocurre en los otros secuestros: dos o tres individuos, a bordo de uno o dos vehículos, interceptan a sus víctimas que circulan en un auto. Bajo amenazas las retienen por un período corto, durante el cual los delincuentes les exigen dinero, arrebatan las joyas e incluso las conducen a cajeros bancarios para obligarlos a hacer retiros. En algunos casos cometen robos y asaltos con los secuestrados. Piden rescates de entre $5 000 y $30 mil a sus familiares, aunque la Unidad Antisecuestros (Unase) señala que la mayoría de las liberaciones ocurre pagando menos de $5 000.
En ciertos días ocurren dos y tres denuncias diarias, como lo reseña el comandante de Policía del Guayas, Víctor Cozar Muñoz. Y acotó algo más: "Nuestra duda es que la cifra sea mucho mayor por aquellas víctimas que no denuncian los ataques por amenazas de sus agresores".
Según un agente de la Policía Judicial, los uniformados tienen dificultad para capturar a los miembros de estas bandas ya que operan en vehículos con películas antisolares, se comunican con teléfonos celulares e incluso algunos tienen radios con la frecuencia de la Policía. "Entonces aparentemente no está pasando nada, pero en el interior del auto los plagiados, que van entre los secuestradores, son amenazados y al final pagan el rescate", indicó.
Y si la Policía captura a los autores de este tipo de delitos, en el Código Penal no está tipificada su sanción. El término "secuestro express" no está incluido en la jurisdicción y al elaborarse los informes debe ponerse bajo otro que esté tipificado y tenga relación, de lo contrario no habrá sanción.
A criterio del juez primero de lo Penal del Guayas, Ángel Rubio Game, debe ser considerado como robo agravado o robo calificado: "Este delito guarda mucha relación y es sancionado con reclusión de seis a 12 años y, en caso de que ocasione muertes, llega a los 25 años".
En lo que va de 2005, la Policía Judicial detuvo a 38 supuestos autores de plagio temporal. Según la misma institución, 23 han sido extrañamente liberados. El titular de la Corte Superior de Justicia, Gustavo von Buchwald, niega la cifra y asegura que solo a ocho se les dio la libertad de manos de tres jueces que están siendo investigados por el Consejo Nacional de la Judicatura. (BMS)

Punto de Vista

A la Policía le toca cambiar de estrategia

El efecto más dramático de la inseguridad es el miedo: no se puede trabajar en paz si se teme que, al regresar al hogar, se hayan llevado todo. Y el otro efecto pernicioso para una sociedad es el encierro y la improductividad: vivir metido en la casa, en el barrio o en la oficina y destinar mucho dinero para protegerse de todo mundo.
No se puede trabajar para alimentar la industria de la seguridad si los niveles de asalto, robo y secuestro, en vez de disminuir, aumentan. Parecería que mientras más insegura es una ciudad, hay alguien que se está haciendo rico (no precisamente los ladrones).
Y el argumento de que la pobreza genera la delincuencia ya no cabe en los análisis sociológicos en este campo. Las bandas son más temerarias y no de gente con necesidades básicas insatisfechas. La acción estatal debe ser otra: crear nuevos y novedosos mecanismos de control (más trabajo de inteligencia y más tecnología y capacitación técnica para los policías) para prevenir y fundamentalmente reducir los índices delincuenciales. Se debe insistir en mejorar los niveles de respeto a los derechos ciudadanos y profundizar la participación comunitaria.
La lucha contra el crimen organizado no es asunto de batidas. Ya se agotó ese esquema. Conviene llegar a la médula: los núcleos delictivos no están en las calles ni las cantinas. O sea, concentrar los esfuerzos para desarticular a los grupos delictivos en la raíz y en sus "nidos": muchos centros de alto consumo, diversión suntuaria y gasto excesivo de dinero en lujos "raros". Por algo hay que empezar. (OP)(Blanco y Negro)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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