LOS SATELITES ECOLþGICOS

Quito. 06.05.92. Los ojos electrónicos de los satélites
especializados, que orbitan la Tierra a cientos de kilómetros de
altura, brindan información crucial sobre los principales
problemas ecológicos, con una precisión, alcance y capacidad sin
precedentes, y son el primer paso de un sistema de observación
ambiental.

Los océanos, los polos, la contaminación, la deforestación y el
ozono atmosférico son los principales objetivos del "ERS 1"
europeo, puesto en órbita hace menos de un año.

El ingenio de la Agencia Espacial Europea (AEE) transmite
información sobre las corrientes y vientos oceánicos, los
movimientos y dimensiones de los hielos árticos y antárticos, la
contaminación marina costera, incluidos los vertidos de petróleo,
así como el estado de la deforestación mundial.

ORBITA

El "ERS 1" observa, desde una órbita casi polar a 785 kilómetros
de altura, los fenómenos relacionados con el efecto invernadero y
los cambios ecológicos producidos por la influencia humana o
natural, y sobre todo el mar, que cubre tres cuartas partes del
globo y se lo considera el principal agente climático.

Para ello, el ingenio más complejo, voluminoso y pesado de la AEE
y prototipo de una generación de satélites activos en la
microgravedad, emplea instrumentos capeces de medir de noche y a
través de las nubes, condiciones que dificultan la observación de
los bosques tropicales y los hielos polares, y que pueden
atravesar el follaje y capas de arena de hasta cuatro metros.

Su principal instrumento es el radar SAR, que permite obtener
imágenes terrestres o marinas de alta resolución, con tal
profusión que no puede almacenarla a bordo y solo se emplea
durante 10 minutos por órbita.

Además posee equipos para medir el nivel y la temperatura de las
aguas marinas, así como la altura y movimiento de sus olas, la
velocidad y dirección del viento, y la cantidad de vapor que se
genera, claves para conocer el efecto del aumento de la
temperatura en el mar y la evolución climática.

El satélite, de 2.3 toneladas y alimentado por energía solar, se
da 14 vueltas diarias al planeta, transmitiendo 750 veces más
información por segundo que un "Meteosat".

LA NASA

Estados Unidos opera la mayor red occidental de satélites de
telecomunicaciones y teledetección, civiles y militares; ha
aprobado importantes inversiones en la vigilancia ecológica desde
el espacio y cumple un papel clave dentro del futuro sistema
mundial de observación ambiental "Misión al planeta Tierra".

A mediados de septiembre, el transbordador espacial "Discovery"
puso en órbita el "Satélite de Investigación de la Alta Atmósfera
UARS", para estudiar en profundidad el estado de la capa de ozono
durante 20 meses, en la empresa ecológica más costosa emprendida
por la NASA.

El ingenio de seis toneladas, valorado en más de 600 millones de
dólares y situado a 615 kilómetros de altura sobre el ecuador
terrestre, controla en su recorrido el 90 por ciento de la capa
ozónica que rodea la Tierra y filtra las radiaciones
ultravioletas del Sol protegiendo la vida sobre el planeta.

El ozono, que deriva del oxígeno y se produce en la alta
atmósfera debido a las reacciones químicas causadas por los rayos
solares, ha disminuido alarmantemente en los últimos años, debido
a los gases procedentes de aerosoles y diversas actividades
industriales, según los expertos.

MISTERIOS DEL OZONO

Un satélite estadounidense, el "Toms", descubrió en 1976 un
agujero en la coraza atmosférica sobre la Antártida, y otros dos
ingenios artificiales -el satélite metereológico "Nimbus 7" de
EEUU y la nave "Meteor 3", de la ex URSS- han vigilado la
evolución del fenómeno, pero sin la precisión del "UARS".

Este aparato, proyectado en la década de 1980, efectúa controles
a alturas entre 15 y 100 kilómetros, en columnas verticales, algo
imposible hasta ahora, y envía datos sobre la captación de la
energía solar, la dinámica de los vientos y el intercambio entre
la alta y la baja atmósfera.

También mide con enorme precisión y brinda una visión
tridimensional de los compuestos químicos que afectan el ozono,
como los clorofluocarbonos, el metano y los óxidos de nitrógeno,
lo que permitirá obtener datos vitales sobre el grado y ritmo de
deterioro del parasol ozónico, sin el cual la vida puede volverse
imposible en el planeta.

MISIþN AL PLANETA TIERRA

El "UARS" representa la aportación de EEUU -igual que el "ERS 1
lo es de Europa- al proyecto "Misión al planeta Tierra", un
esfuerzo multinacional para estudiar el cambio climático.

El programa prevé crear un sistema de observación ambiental para
aumentar la información sobre los problemas de mayor impacto
global, como la destrucción del ozono atmosférico, el efecto
invernadero, las lluvias ácidas y los procesos de erosión y
desertización.

EEUU lanzó en 1972 el primero de sus "LANDSAT" de observación
terrestre, que han permitido corregir mapas de Sudamérica y
Africa, identificar yacimientos minerales y mantos de petróleo y
elegir el mejor momento para los cultivos difíciles.

NUEVAS TEORþAS

Las observaciones de artefactos emtereológicos y científicos de
la NASA han permitido elaborar una nueva teoría según la cual el
polvo de los desiertos africanos ha fertilizado la selva
amazónica durante milenios, al ser transportado por los vientos a
través del Océano Atlántico.

También han permitido establecer que el desierto del Sahara
pierde terreno en vez de expandirse, contra lo que se pensaba, y
sufre variaciones periódicas de su superficie.

Satélites norteamericanos permiten estudiar las influencias
climáticas de las emisiones de humo y hollín procedentes de la
quema del petróleo de Kuwait o de la nube de ceniza que lanzó el
volcán filipino Pinatubo.

Además han descubierto en Yucatán (México) el posible lugar donde
cayó el meteorito que acabó con la vida de los dinosaurios y
otras especies hace 65 millones de años, y acaban de captar el
desprendimiento de la Antártida de un enorme iceberg, que navega
a la deriva, desintegrándose por el Atlántico.

TECNOLOGþA

Los satélites de teledetección son similares a los de uso militar
que actuaron como espías electrónicos durante la reciente guerra
del Golfo y permitieron medir su impacto ecológico en la zona y
el planeta.

Los vigías espaciales teledirigidos utilizan sensores
fotográficos, escáneres similares a los usados en medicina,
sistemas infrarrojos y radares, que les permiten captar
información en las distintas bandas del espectro
electromagnético, tanto visibles como invisibles.

Situados en un lugar fijo sobre el planeta o sobrevolando sus
polos, los ingenios de percepción remota captan imágenes con un
detalle muy superior al del ojo humano y también las emisiones de
calor terrestre, de noche o a través de las nubes, generando
señales que se tratan en potentes ordenadores y brindan millones
de datos.

También se emplean en oceanografía, para controlar la
contaminación de las costas y calcular la turbiedad de las aguas
y la temperatura oceánica, y en el campo forestal para
inventariar bosques y detectar incendios.

Los satélites de teledetección se usan con fines
medioambientales, como catalogar los usos de suelos y vegetación
y calcular los efectos de los distintos tipos de contaminación y
de la actividad del hombre.

DIAGNþSTICOS

Los satélites descubren la ubicación de animales, lo que permite
proteger a las especies en peligro de extinción, al relacionar
las características de los hábitats de determinadas especies con
los índices de vegetación observados.

También han desvelado las zonas donde se crían, alimentan e
infectan plagas como las langostas, zancudos y la mosca "tse
tse", lo que ayuda a combatirlas.

Para ello, los expertos relacionan los datos sobre los hábitats
de los insectos y las lluvias que necesitan para proliferar con
las imágenes obtenidas desde el espacio. (1c)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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