Negocios de toda clase, especialmente de comida, han sido instalados en la Atenas del Ecuador. Comerciantes del país vecino llegaron por turismo y decidieron quedarse en el país

Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados, (Acnur), en el Ecuador existen alrededor de 135 mil refugiados colombianos; de ellos, unos 4 000 están en Cuenca.

Los paisas, como se les conoce, se abrieron oportunidades de trabajo en la ciudad y las ganancias son enviadas como remesas a sus familiares que se quedaron en el hermano país.

Los negocios de comida son los que sobresalen en la ciudad, como pizzerías, comidas rápidas, comidas típicas; sin embargo, también se abrieron campo en los sectores de la construcción, limpieza, arte callejero. Otros estudian en las universidades.

En una misma cuadra de la calle Honorato Vásquez, de Cuenca, existen tres restaurantes de propietarios colombianos. Diariamente, la mayoría de comensales del local "La Frijolada", llegan desde las 12:00, el 96% de clientes son colombianos. "Yo vengo acá porque saboreo la comida de mi tierra", dijo Fabio Rojas.

Blanca Libia Gallegos es la dueña del local. Llegó desde Medellín hace dos años como turista junto a sus nietos y se quedó a trabajar. Ella tiene 57 años pero no ha perdido sus fuerzas para laborar desde las 05:00, p    ues a las 07:00 ya está atendiendo a sus clientes. El plato fuerte de la casa es la frijolada, que, como su nombre lo indica, lleva frijoles con plátano, arroz, chicharrón.

Gallegos indicó que vende al menos 60 platos diarios, cuyo precio unitario es de $1,60; además, vende también las famosas bandejas paisas, los domingos, en $3,50.

"Los colombianos somos buena gente y trabajadores", recalcó la dueña del restaurante.

En la calle también está la gente colombiana con toda su alegría y vendiendo empanadas hechas con mote molido, carne y papa, acompañadas de café traído desde el país vecino.

Ramón Nieto vino desde el departamento de Antioquia. "Somos cafeteros", dijo con una amplia sonrisa, señalando que llegaron a Cuenca por turismo, pero se enamoraron de la cuidad y se quedaron, también para estudiar. "Tengo mis dotes de poeta y escritor a más de vendedor", indicó Ramón, que junto a su amigo Leonardo Contreras venden alrededor de 40 empanadas diariamente. "Lo que hacemos es trabajar de manera digna, mostrando nuestra gastronomía", indicó. Él sirve las empanadas con un "tintico" de su país. "A veces, nos sentimos un poco rechazados por ser colombianos, pero cada uno es diferente".

Mientras tanto, Rosa Angarita, enfermera de Cali, llegó a Cuenca con sus cuatro hijos. En un inició, trabajó cuidando personas, pero luego se empleó en una empresa de aseo. "Gano el básico, pero estoy bien", señaló.

FAMILIAS. La ciudadana colombiana contó que al inicio tuvo muchos problemas, especialmente con sus hijos en la escuela, donde le discriminaban. "El profesor le decía que los colombianos son ladrones, traficantes y matones. Mi hijo se sentía mal y tuve que denunciarlo", dijo la mujer, quien logró que el maestro sea separado de su trabajo.

Su hijo Johnny Morena trabaja en la construcción y gana $100 semanales, que son enviados a Colombia para ayudar a la familia que se quedó viviendo en la Sucursal del Cielo, como denominan los colombianos a la ciudad de Cali. (RMT)
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