Quito. 18 nov 99. Oficinas, autos helicópteros, mansiones que
pueden competir con las de los banqueros de Nueva York. Un
reportaje a los monumentos del derroche bancario en el país.
Dejándose tentar por el derroche y la suntuosidad, las oficinas
de algunos bancos ecuatorianos son lujosos monumentos que se
levantan en medio de un país desangrado por una profunda crisis.
Fuera del país, las millonarias inversiones en infraestructura
no son una práctica aconsejable. Basta echar una mirada a los
edificios de los bancos extranjeros en el Ecuador, cuyas oficinas
sobrias reflejan la búsqueda de la productividad en función del
espacio y no del confort.
Pero no sólo las oficinas son reflejo de la irresponsabilidad de
los banqueros al despilfarrar recursos que provienen del ahorro
nacional en esas proporciones. Gustos caros y suntuosidad propia
de reyes han sido trasladados a su vida personal.
Frente a esta realidad tan solo existe una ley en trámite en el
Congreso Nacional, que permitiría embargar los bienes personales
de los banqueros cuando sus instituciones se declaren en
bancarrota; pero de aprobarse esta ley no tendría efecto
retroactivo.
Fernando Aspiazu, del Banco del Progreso, está preso. Nicolás
Landes, del Banco Popular, tiene orden de prisión. Roberto
Isaías, de Filanbanco y Álvaro Guerrero, de La Previsora, no
tienen acción penal en su contra. Estos banqueros quebrados son
algunos de los actores protagónicos de la debacle financiera que
ha llevado al Estado a hacerse cargo del 60 por ciento de la
banca del país, gastando más de 1.500 millones de dólares en este
salvataje, un monto superior a la actual reserva monetaria.
EL BÚNKER DE ASPIAZU
En el tercer piso del edificio matriz del Banco del Progreso en
Guayaquil, su ex presidente ejecutivo, Fernando Aspiazu,
construyó lo que sería un fortín, cuyas puertas, ahora solo se
abren con la presencia de un notario. Una vez cumplido el trámite
legal de levantar los sellos de las oficinas que fueron
clausuradas a pedido de los actuales administradores de la
Agencia de Garantía de Depósitos, Vistazo tuvo acceso al
cautivante mundo de las oficinas del ex banquero.
Previamente, en el cuarto de control del edificio inteligente,
se han dado las instrucciones para que se enciendan las luces que
alumbran los 1.600 metros cuadrados ocupados por las oficinas de
Aspiazu y sus más cercanos colaboradores. Se calcula que solo el
espacio que ocupaban está avaluado en aproximadamente dos
millones de dólares, ya que el metro cuadrado de la exclusiva
ciudadela Kennedy Norte de Guayaquil tiene un valor de 1.200
dólares.
Aquí sobra el espacio para el arte. En la sala principal lucen
10 cuadros del pintor Antonio Del Campo y hay otra sala dedicada
a Kingman. Los muebles de estilo europeo nos transportan al viejo
continente. Luego de que el notario Humberto Moya, una a una,
procedía a la apertura de las numerosas puertas que comunican a
las antesalas, se llega a la oficina principal, la cual puede
comparársela con el gran salón de un palacio. El toque
napoleónico lo ponen los grandes jarrones del siglo XVIII. No
eran necesarias las cortinas porque en esta fortaleza con paredes
dobles, no hay ventanas. Dos juegos de muebles blancos con un par
de grandes lámparas de cristal, alfombras, cuadros,
enciclopedias, espejos con esmeradas ornamentaciones,
esculturas... El único elemento funcional es el teléfono ubicado
sobre el elegante escritorio cuyo pequeño tamaño contrasta con
las grandes dimensiones de la sala.
La luz del sol ingresa únicamente por la puerta de la oficina
principal que conduce a la terraza. Un ascensor particular
comunica a las oficinas con el estacio- namiento privado y con
el helipuerto ubicado en la cubierta del edificio de 15 pisos.
En la sala de sesiones está una mesa redonda de madera al estilo
del legendario rey Arturo, donde se realizaban las reuniones de
directorio.
Los actuales administradores del Banco admiten que los bienes
pertenecen al patrimonio familiar de Aspiazu ya que no constan
como parte de los activos de este Banco, cerrado desde marzo.
Existe una petición de la familia para que algunos de estos
muebles y cuadros les sean devueltos, pero aún no hay la demanda
formal.
Una vez concluida la diligencia, el notario procedió a poner
nuevamente el sello de clausura a cada una de las puertas. Henry
Rumbea, administrador de la AGD a cargo del banco estatal,
atiende en el quinto piso en una oficina de discretas
dimensiones.
LA GALAXIA DEL SULTÁN
Al parecer los grandes espacios son la pasión de algunos
banqueros. Álvaro Guerrero, ex presidente ejecutivo del Banco La
Previsora, a quien se lo conoce como "El sultán de la galaxia",
se reservó para él y sus principales colaboradores el piso 19 del
primer edificio inteligente del país y el más alto de la costa
del Pacífico Sur. Los 1.500 metros cuadrados que ocupaban
estarían avaluados en tres millones de dólares, considerando que
el promedio del metro cuadrado en este edificio ubicado en el
centro de Guayaquil, se cotiza sobre los 2.000 dólares.
El lugar posee grandes ventanales con vista al río Guayas y al
recién inaugurado Malecón 2000. El arte y las antigüedades tienen
su espacio, los cuadros de Hernández y Almeida lo demuestran, así
como la urna de plata que data de 1896. Varias salas de sesiones
integran el conjunto, destacándose el salón de directorio cuya
elegancia supera a la del salón de gabinete presidencial en
Carondelet.
Desde fines de octubre las oficinas están ocupadas por la actual
administración de la AGD encabezada por Antonio Bejarano, quien
de acuerdo al departamento de Relaciones Públicas "se encuentra
diseñando las estrategias a seguir por lo que no atiende a la
prensa".
El edificio, inaugurado en 1995 tiene 35 niveles, incluidos los
estacionamientos subterráneos y el helipuerto, 11 pisos los ocupa
el Banco, cuatro son del exclusivo Bankers Club, 10 de parqueo
y 10 fueron destinados a oficinas particulares, de los cuales un
50 por ciento no se ha vendido.
GRANDES PASIONES
No solo las oficinas eran los grandes lujos de los banqueros.
El máximo personero del pequeño Banco del Agro, Finagro, Marcos
Espinel, tenía un helicóptero para su uso personal. Finagro fue
uno de los primeros en ingresar a la AGD para saneamiento. Uno
de los directores del Banco, en carta enviada a Espinel días
antes del cierre, mostraba su extrañeza porque el aparato era
usado por los funcionarios para salir de la matriz en Babahoyo
y dirigirse a almorzar al Bankers Club, en Guayaquil, aterrizando
en el helipuerto del edificio del Banco La Previsora.
El helicóptero, que fue devuelto antes de entrar en saneamiento,
era un Robinson R44 Astro. Es un aparato para cuatro pasajeros
movido por un motor a pistón, que en el mercado tiene un precio
aproximado de 275.000 dólares.
La pasión de Nicolás Landes, ex presidente del Banco Popular,
eran las casas y los caballos. En los registros de la
Superintendencia de Compañías, el banquero no tiene acciones en
empresa alguna. La casa en que vivía, ubicada en la avenida de
los Conquistadores, en el sector de Guápulo en Quito, estaba a
nombre de la Inmobiliaria Guadalupe de la cual su esposa,
Catalina Echavarría, funge como administradora. La inmobiliaria
se constituyó con el fin de poner a nombre de la empresa una casa
avaluada sobre dos millones de dólares. El Banco Popular otorgó
un préstamo a la Inmobiliaria Guadalupe para que la adquiera y
construya en una propiedad de 22 hectáreas, en la que hay una
pista de equitación y una caballeriza.
El pasado 18 de septiembre, Landes salió del país a raíz de las
denuncias hechas en su contra. Su afición por la equitación
impidió que abandone los caballos que tenía en Guápulo: el mismo
fin de semana salieron de Quito. En las oficinas del Ministerio
de Agricultura del aeropuerto Mariscal Sucre de Quito no está
registrada la salida de los animales. Se piensa que pudieron
salir por la frontera con Colombia vía terrestre.
Su pasión por el lujo no queda allí. Ahora vive en el noroeste
de Miami, en una casa situada en Golden Beach, cuyo valor es de
1.7 millones de dólares, de acuerdo a los registros del condado.
La casa aparece a nombre de Mondi Corporation, según lo publicó
el periódico Nuevo Herald de Miami.
Pocas personas supieron de los movimientos de Landes. "Era el zar
del Banco. El único en autorizar cada movimiento que se realizaba
y siempre fue la última palabra en todo", dice uno de sus ex
colaboradores.
Solamente ocho personas eran de su extrema confianza, las mismas
que salieron del Banco luego de la intervención del Estado a
través de la AGD. Éstas eran el uno por ciento de los empleados
existentes en el Banco. Sin embargo, los exorbitantes sueldos que
ganaban consumían el 15 por ciento del egreso por rol de pagos
en el Banco. Cada uno tenía sueldos de entre 12 y 15 mil dólares
mensuales.
MIAMI REFUGIO DE BANQUEROS
"Mientras el gobierno de Ecuador desembolsaba los primeros 150
millones de dólares para salvar Filanbanco, Roberto Isaías,
entonces propietario del Banco, registraba en Miami un Rolls
Royce Bentley convertible, hoy estacionado en su mansión de
Cocoplum", publica el Nuevo Herald en una reciente edición. El
Estado emitió más de 800 millones de dólares para el salvataje
de este Banco.
La nota agrega que al ser consultado sobre la compra del
automóvil en medio de la debacle de su Banco, Isaías respondió
indignado al reportero: "Su pregunta es penosa".
El auto está avaluado en 120.000 dólares y la casa, de acuerdo
a los registros del condado de Cocoplum, tiene un valor de 1.6
millones de dólares.
Miami se ha convertido en el refugio de los banqueros
ecuatorianos que quiebran sus bancos. Además de Isaías y Landes
allí también estarían, de acuerdo a la publicación del Nuevo
Herald, algunos miembros de la familia Ortega, ex dueños del
Grupo Continental intervenido por el Gobierno a mediados de los
90. Leonidas Ortega, ex presidente del Banco, tiene en Miami a
su nombre un Mercedes Benz modelo 97, avaluado en 45 mil dólares.
El Nuevo Herald declaró a Miami como el refugio de banqueros que
quiebran en Ecuador. (Texto tomado de La Revista Vistazo)
pueden competir con las de los banqueros de Nueva York. Un
reportaje a los monumentos del derroche bancario en el país.
Dejándose tentar por el derroche y la suntuosidad, las oficinas
de algunos bancos ecuatorianos son lujosos monumentos que se
levantan en medio de un país desangrado por una profunda crisis.
Fuera del país, las millonarias inversiones en infraestructura
no son una práctica aconsejable. Basta echar una mirada a los
edificios de los bancos extranjeros en el Ecuador, cuyas oficinas
sobrias reflejan la búsqueda de la productividad en función del
espacio y no del confort.
Pero no sólo las oficinas son reflejo de la irresponsabilidad de
los banqueros al despilfarrar recursos que provienen del ahorro
nacional en esas proporciones. Gustos caros y suntuosidad propia
de reyes han sido trasladados a su vida personal.
Frente a esta realidad tan solo existe una ley en trámite en el
Congreso Nacional, que permitiría embargar los bienes personales
de los banqueros cuando sus instituciones se declaren en
bancarrota; pero de aprobarse esta ley no tendría efecto
retroactivo.
Fernando Aspiazu, del Banco del Progreso, está preso. Nicolás
Landes, del Banco Popular, tiene orden de prisión. Roberto
Isaías, de Filanbanco y Álvaro Guerrero, de La Previsora, no
tienen acción penal en su contra. Estos banqueros quebrados son
algunos de los actores protagónicos de la debacle financiera que
ha llevado al Estado a hacerse cargo del 60 por ciento de la
banca del país, gastando más de 1.500 millones de dólares en este
salvataje, un monto superior a la actual reserva monetaria.
EL BÚNKER DE ASPIAZU
En el tercer piso del edificio matriz del Banco del Progreso en
Guayaquil, su ex presidente ejecutivo, Fernando Aspiazu,
construyó lo que sería un fortín, cuyas puertas, ahora solo se
abren con la presencia de un notario. Una vez cumplido el trámite
legal de levantar los sellos de las oficinas que fueron
clausuradas a pedido de los actuales administradores de la
Agencia de Garantía de Depósitos, Vistazo tuvo acceso al
cautivante mundo de las oficinas del ex banquero.
Previamente, en el cuarto de control del edificio inteligente,
se han dado las instrucciones para que se enciendan las luces que
alumbran los 1.600 metros cuadrados ocupados por las oficinas de
Aspiazu y sus más cercanos colaboradores. Se calcula que solo el
espacio que ocupaban está avaluado en aproximadamente dos
millones de dólares, ya que el metro cuadrado de la exclusiva
ciudadela Kennedy Norte de Guayaquil tiene un valor de 1.200
dólares.
Aquí sobra el espacio para el arte. En la sala principal lucen
10 cuadros del pintor Antonio Del Campo y hay otra sala dedicada
a Kingman. Los muebles de estilo europeo nos transportan al viejo
continente. Luego de que el notario Humberto Moya, una a una,
procedía a la apertura de las numerosas puertas que comunican a
las antesalas, se llega a la oficina principal, la cual puede
comparársela con el gran salón de un palacio. El toque
napoleónico lo ponen los grandes jarrones del siglo XVIII. No
eran necesarias las cortinas porque en esta fortaleza con paredes
dobles, no hay ventanas. Dos juegos de muebles blancos con un par
de grandes lámparas de cristal, alfombras, cuadros,
enciclopedias, espejos con esmeradas ornamentaciones,
esculturas... El único elemento funcional es el teléfono ubicado
sobre el elegante escritorio cuyo pequeño tamaño contrasta con
las grandes dimensiones de la sala.
La luz del sol ingresa únicamente por la puerta de la oficina
principal que conduce a la terraza. Un ascensor particular
comunica a las oficinas con el estacio- namiento privado y con
el helipuerto ubicado en la cubierta del edificio de 15 pisos.
En la sala de sesiones está una mesa redonda de madera al estilo
del legendario rey Arturo, donde se realizaban las reuniones de
directorio.
Los actuales administradores del Banco admiten que los bienes
pertenecen al patrimonio familiar de Aspiazu ya que no constan
como parte de los activos de este Banco, cerrado desde marzo.
Existe una petición de la familia para que algunos de estos
muebles y cuadros les sean devueltos, pero aún no hay la demanda
formal.
Una vez concluida la diligencia, el notario procedió a poner
nuevamente el sello de clausura a cada una de las puertas. Henry
Rumbea, administrador de la AGD a cargo del banco estatal,
atiende en el quinto piso en una oficina de discretas
dimensiones.
LA GALAXIA DEL SULTÁN
Al parecer los grandes espacios son la pasión de algunos
banqueros. Álvaro Guerrero, ex presidente ejecutivo del Banco La
Previsora, a quien se lo conoce como "El sultán de la galaxia",
se reservó para él y sus principales colaboradores el piso 19 del
primer edificio inteligente del país y el más alto de la costa
del Pacífico Sur. Los 1.500 metros cuadrados que ocupaban
estarían avaluados en tres millones de dólares, considerando que
el promedio del metro cuadrado en este edificio ubicado en el
centro de Guayaquil, se cotiza sobre los 2.000 dólares.
El lugar posee grandes ventanales con vista al río Guayas y al
recién inaugurado Malecón 2000. El arte y las antigüedades tienen
su espacio, los cuadros de Hernández y Almeida lo demuestran, así
como la urna de plata que data de 1896. Varias salas de sesiones
integran el conjunto, destacándose el salón de directorio cuya
elegancia supera a la del salón de gabinete presidencial en
Carondelet.
Desde fines de octubre las oficinas están ocupadas por la actual
administración de la AGD encabezada por Antonio Bejarano, quien
de acuerdo al departamento de Relaciones Públicas "se encuentra
diseñando las estrategias a seguir por lo que no atiende a la
prensa".
El edificio, inaugurado en 1995 tiene 35 niveles, incluidos los
estacionamientos subterráneos y el helipuerto, 11 pisos los ocupa
el Banco, cuatro son del exclusivo Bankers Club, 10 de parqueo
y 10 fueron destinados a oficinas particulares, de los cuales un
50 por ciento no se ha vendido.
GRANDES PASIONES
No solo las oficinas eran los grandes lujos de los banqueros.
El máximo personero del pequeño Banco del Agro, Finagro, Marcos
Espinel, tenía un helicóptero para su uso personal. Finagro fue
uno de los primeros en ingresar a la AGD para saneamiento. Uno
de los directores del Banco, en carta enviada a Espinel días
antes del cierre, mostraba su extrañeza porque el aparato era
usado por los funcionarios para salir de la matriz en Babahoyo
y dirigirse a almorzar al Bankers Club, en Guayaquil, aterrizando
en el helipuerto del edificio del Banco La Previsora.
El helicóptero, que fue devuelto antes de entrar en saneamiento,
era un Robinson R44 Astro. Es un aparato para cuatro pasajeros
movido por un motor a pistón, que en el mercado tiene un precio
aproximado de 275.000 dólares.
La pasión de Nicolás Landes, ex presidente del Banco Popular,
eran las casas y los caballos. En los registros de la
Superintendencia de Compañías, el banquero no tiene acciones en
empresa alguna. La casa en que vivía, ubicada en la avenida de
los Conquistadores, en el sector de Guápulo en Quito, estaba a
nombre de la Inmobiliaria Guadalupe de la cual su esposa,
Catalina Echavarría, funge como administradora. La inmobiliaria
se constituyó con el fin de poner a nombre de la empresa una casa
avaluada sobre dos millones de dólares. El Banco Popular otorgó
un préstamo a la Inmobiliaria Guadalupe para que la adquiera y
construya en una propiedad de 22 hectáreas, en la que hay una
pista de equitación y una caballeriza.
El pasado 18 de septiembre, Landes salió del país a raíz de las
denuncias hechas en su contra. Su afición por la equitación
impidió que abandone los caballos que tenía en Guápulo: el mismo
fin de semana salieron de Quito. En las oficinas del Ministerio
de Agricultura del aeropuerto Mariscal Sucre de Quito no está
registrada la salida de los animales. Se piensa que pudieron
salir por la frontera con Colombia vía terrestre.
Su pasión por el lujo no queda allí. Ahora vive en el noroeste
de Miami, en una casa situada en Golden Beach, cuyo valor es de
1.7 millones de dólares, de acuerdo a los registros del condado.
La casa aparece a nombre de Mondi Corporation, según lo publicó
el periódico Nuevo Herald de Miami.
Pocas personas supieron de los movimientos de Landes. "Era el zar
del Banco. El único en autorizar cada movimiento que se realizaba
y siempre fue la última palabra en todo", dice uno de sus ex
colaboradores.
Solamente ocho personas eran de su extrema confianza, las mismas
que salieron del Banco luego de la intervención del Estado a
través de la AGD. Éstas eran el uno por ciento de los empleados
existentes en el Banco. Sin embargo, los exorbitantes sueldos que
ganaban consumían el 15 por ciento del egreso por rol de pagos
en el Banco. Cada uno tenía sueldos de entre 12 y 15 mil dólares
mensuales.
MIAMI REFUGIO DE BANQUEROS
"Mientras el gobierno de Ecuador desembolsaba los primeros 150
millones de dólares para salvar Filanbanco, Roberto Isaías,
entonces propietario del Banco, registraba en Miami un Rolls
Royce Bentley convertible, hoy estacionado en su mansión de
Cocoplum", publica el Nuevo Herald en una reciente edición. El
Estado emitió más de 800 millones de dólares para el salvataje
de este Banco.
La nota agrega que al ser consultado sobre la compra del
automóvil en medio de la debacle de su Banco, Isaías respondió
indignado al reportero: "Su pregunta es penosa".
El auto está avaluado en 120.000 dólares y la casa, de acuerdo
a los registros del condado de Cocoplum, tiene un valor de 1.6
millones de dólares.
Miami se ha convertido en el refugio de los banqueros
ecuatorianos que quiebran sus bancos. Además de Isaías y Landes
allí también estarían, de acuerdo a la publicación del Nuevo
Herald, algunos miembros de la familia Ortega, ex dueños del
Grupo Continental intervenido por el Gobierno a mediados de los
90. Leonidas Ortega, ex presidente del Banco, tiene en Miami a
su nombre un Mercedes Benz modelo 97, avaluado en 45 mil dólares.
El Nuevo Herald declaró a Miami como el refugio de banqueros que
quiebran en Ecuador. (Texto tomado de La Revista Vistazo)
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