Manuel Chulca solo puede escuchar la procesión de Viernes Santo. Su sobrina Marcela le relata todos los detalles. Ella se encarga de traerlo hasta el centro de Quito, desde hace ocho años. El se moviliza con un bastón en la mano derecha. Ayer, en la izquierda llevó una figura de madera de Jesús del Gran Poder. La pieza tiene 30 años de antigüedad. Es la primera vez que la lleva a este ritual. “La saque a dar una vuelta, lo único que pido es por la vida de los que me rodean”, dice con tristeza y como si rezara.
A las 11:55 sobre el Centro Histórico caía una ligera llovizna. Aproximadamente 1 200 feligreses participaron en este ritual, entre cucuruchos, verónicas y voluntarios.
A diferencia de otros años, dice la gente, esta vez hubo menos público y curiosos en las calles. Sin embargo, las escenas son las mismas: látigos, cruces, maderos y cadenas en los cuerpos de penitentes. Muchos de ellos se flagelaron a lo largo de las calles Bolívar, Venezuela, Manabí, Vargas Y Benalcázar.
Manuel Chulca se instaló en la calle Bolívar. Desde la vereda sintió la procesión durante casi cuatro horas. Su alivio era un bote de agua, pues ayer decidió hacer ayuno.
Como él, miles de personas tienen su propio rito. “Yo no quería que ni hijo participe, pero ya lo hace desde hace tres años. El pide por la vida y salud de toda la familia. Esta tradición la aprendió de su padre”, cuenta María Chicaiza, quien despidió con un beso a su hijo Roberto, de 13 años, en la puerta de la iglesia de San Francisco.
Entre los feligreses se confunden decenas de fotógrafos, entre aficionados y profesionales.
Pete Oxford, fotógrafo profesional, se encantó con un hombre que representaba a Jesucristo: tenía una corona de alambre de púas sobre una peluca negra, una bata blanca y a cuestas una cruz de más de 300 libras. Su cámara no dejaba de disparar, cuando lo perdía de vista se abría paso entre la multitud. Tomó más de 500 fotos. Oxford trabaja en el país desde hace 18 años y cuenta que en tres semanas sacará una revista sobre el Ecuador, dejó espacio para dos imágenes sobre la Semana Santa.
El centro histórico estuvo intransitable para los peatones. En la esquina de la calle Mejía y Venezuela nadie quería perderse el paso de los cucuruchos con el torso descubierto. Y en el ambiente se escuchaba el canto mariano de 50 verónicas que contagiaba a los transeúntes y a los hombres y niños que llevaban cadenas atadas a sus pies.
Los ‘gringos’ curiosos se encumbraron en los pilares de La Catedral. Para ver mejor la procesión, la alternativa ideal fue la plaza de La Basílica, que con su desnivel permitió la vista de más de 2 000 mil personas, con la ventaja que había espacio para sentarse y descansar.
Cuando aparece la figura de Jesús del Gran Poder la gente deja las aceras y corre para tratar de tocarla. En ese intento no mide consecuencias y termina empujándose.
A algunas personas no les gustó la urna con la que se protege a la figura religiosa. “Está ahí encerrado en una urna de vidrio con metal”, dijo Verónica Molina.
En el ajetreo, los arranchadores y carteristas se dejan ver inmediamente. Actúan en grupos de más de cinco personas. (PAG)


Católicos recorren los pasos de Jesús

La fe religiosa congregó a los cuencanos en tres procesiones realizadas en Cuachapala, Turi y Pacha


Miles de personas acudieron ayer a las diferentes celebraciones del Viernes Santo en Azuay. En el cantón Guachapala, el vía crucis congregó a más de 4 000 personas en un trayecto de 3 kilómetros cuesta arriba.
Así mismo, en la parroquia de Turi, en las afueras de Cuenca, la escenificación de la pasión, crucifixión y muerte de Jesucristo convocó a unas 1 000 personas. Julio Pintado, oriundo de la localidad, es quien, desde hace 28 años, lleva la cruz en sus hombros en un trayecto de aproximadamente 2,5 kilómetros.
El recorrido empezó en el sector de los Tres Puentes desde las 09:00 de la mañana. "Todo esto lo hago por Dios, porque él me ha ayudado mucho", dijo Pintado, quien asegura que mantendrá esta tradición durante los próximos años.
"Cuando me muera quiero que alguien siga estos mismos pasos para salvar nuestra religión católica", señaló el hombre que, vistiendo un atuendo de Jesús y cargando una cruz, da los primeros signos de cansancio al arribar a la cuarta estación.
Niños, jóvenes y ancianos acompañaron a los actores durante todo el trayecto. Piedad Romero, de 63 años, siguió todo el recorrido, pese a que, desde la autopista Cuenca-Azogues, el camino es empinado hasta llegar al Teatro Romano, que fue construído hace 10 años.
"Estoy cansada y no me importa hacer este sacrificio, si Dios hizo uno mayor por nuestros pecados", señaló Romero, al tiempo de pasar su mano por su rostro bañado en sudor.
Ya en el Teatro Romano, al pie de la iglesia, los 40 protagonistas de la pasión (quienes se preparan durante un mes) escenificaron los últimos momentos de la vida de Jesucristo, mientras los turistas y visitantes aplaudían a los actores. La obra terminó pasadas las 14:00.
Otro sector donde se realiza la tradicional procesión del Viernes Santo es Paccha, parroquia del cantón Cuenca. Durante todo el día, el santuario recibió la visita de sus feligreses. Se calcula que más de 5 000 personas estuvieron en este lugar.
Mientras tanto, al cierre de esta edición, en Cuenca se ultimaban los detalles para, a las 19:00, dar inicio al vía crucis que parte del parque San Blas hacia la Catedral de la Inmaculada. (RMT)


Una procesión por la paz mundial y la salud

"Más allá de la penitencia, lo importante es reconciliarse con Jesús y celebrar su muerte y resurección"

Aferrado a un manojo de rosas rojas que, con dificultad, logró arrebatar de los pies de la escultura de Jesucristo, José Mieles clamaba por la sanación de su madre. Su propósito era dárselas a su progenitora para que se las frote en las piernas, alivie sus dolores causados por la artritis y vuelva a caminar.
A su lado caminaba descalza y con una vela encendida Vicky Tomalá, de esta manera ella agradecía a Dios el milagro de haber librado a su hijo de una bronquitis aguda.
Ellos formaban parte de la multitud de fieles católicos que ayer se volcaron a las calles para participar en la Procesión del Cristo del Consuelo, una de las mayores de Latinoamérica que se realiza en Viernes Santo.
La peregrinación inició a las 07:00 desde la parroquia Cristo del Consuelo en la calle Lizardo García y recorrió 15 cuadras hasta llegar a la calle Azuay, al templo Espíritu Santo, donde la imagen de Jesucristo crucificado permanecerá hasta mañana, Domingo de Resurrección.
La gente llegó de diversos sectores del país y copó cada una de las cuadras. Muchos empujaban por estar cerca de la imagen del Cristo. A María Bonilla no le importó aguantar las pisadas, ese fue su sacrificio para estar en gracia con Dios, comentó.
Congregaciones religiosas portaban cartelones alusivos a la paz mundial. También se hizo visible una gran cruz en la que pedían al presidente Lucio Gutiérrez solución a la crisis que viven diversos sectores sociales del país, como cárceles, docentes y jubilados.
Miembros del Cuerpo de Bomberos refrescaban a la muchedumbre con chorros de agua, aunque esto no agradó a quienes terminaron completamente mojados.
Los actos de fe y devoción se mezclaron con el movimiento comercial. A lo largo de todo el recorrido, vendedores ambulantes ofrecían refrescos, afiches, inciensos, gorras y escapularios; mientras en la parte posterior de la parroquia Espíritu Santo se instalaron decenas de comedores donde la gente se servía bollos, guatitas y la tradicional fanesca.
El padre Gerardo Villegas Gónzalez se mostró complacido por la afluencia del público, pero resaltó que lo importante del Viernes Santo no es participar en la procesión ni hacer penitencias, sino reconciliarse con Jesucristo desde cualquier lugar del mundo y celebrar el triunfo de su muerte y resurrección con las que libró a la humanidad de sus pecados. (MAP)


CONMEMORACION

En el Vaticano

Como un simple sacerdote, sentado sobre su trono con ruedas detrás de un biombo (diseñado para la ocasión), el papa Juan Pablo II confesó ayer a 11 pecadores de diferentes nacionalidades en la Basílica de San Pedro, como lo ha hecho desde hace 25 años. Por la tarde, el pontífice presidió la liturgia del Viernes Santo que evoca la pasión de Cristo y, entrada la noche, se trasladó al Coliseo, para el vía crucis nocturno. (AFP)

El otros lugares

En el barrio La Unión, en el sector de La Magdalena al sur de la ciudad, la tradicional procesión, que cumplió el séptimo año, se realizó en horas de la tarde.
Así mismo, en ciudades aledañas, como Cayambe y Machachi, se efectuaron procesiones nocturnas simbólicas que fueron organizadas por los feligreses.
En Machachi se representó el vía crucis de Jesucristo hasta su crucificción. (PAG)

En Papallacta

El Municipio de Quijos escenificó el vía crucis y la crucifixión de Cristo en la laguna de Papallacta, como una muestra de protesta por la contaminación causada por el derrame de crudo, hace un año. "La población ha padecido una serie de problemas y pérdidas económicas a causa de la desatención", dijo el alcalde Renán Balladares.
El tránsito vehicular se interrumpió por el lapso de dos horas. (GC)

LOS PORMENORES

Los participantes

Desde las 05:00, más de 500 personas hacían fila en la puerta del colegio San Andrés, en Quito, para ingresar con los tiquetes que costaron $2 a reclamar sus trajes de cucuruchos. Las puertas se abrieron a las 07:00.
Los ternos violetas solo alcanzaron para 400 personas. La procesión arrancó a las 12:00 en medio de una pequeña llovizna. A las 12:30 se detuvo en la Plaza Grande por 10 minutos. (PAG)

La seguridad

La Policía Nacional dispuso un operativo de 500 uniformados, comandados por 8 oficiales, en Quito. Solo en la iglesia de San Francisco se ubicaron 400 uniformados, quienes se encargaron de controlar el orden de salida de los participantes.
Por su parte, la Cruz Roja y la Defensa Civil destinaron a 80 voluntarios, quienes socorrieron a los participantes y a los expectadores, con agua y primeros auxilios. (PAG)

El tránsito vehicular

Desde las primeras horas de la mañana, el trolebús facilitó el transporte hacia el centro histórico, tanto del sur como del norte.
Quienes se transportaron en vehículo propio optaron por estacionarlos en lugares apartados.
Una de las zonas de conflicto fue el ingreso a La Marín y la calle Guayaquil, que en ciertos momentos era ocupada en su totalidad, incluíido el carril del trolebús. (PAG)
EXPLORED
en Ciudad QUITO

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