Tras dos años de experiencia, el resultado no es del todo alentador: el 20% de los locales de los centros comerciales del ahorro están cerrados, algunos están siendo readjudicados y otros sirven de bodegas. Las causas: la competencia asiática, el cambio de cultura de consumo de los capitalinos con el centro, entre otros. Al parecer, el Municipio de Quito no contempló estas posibilidades y ahora busca otras alternativas.

Hay ya 1 070 locales cerrados

Desde febrero de 2000, el Banco Solidario otorgó los primeros 1 894 créditos por un monto de $ 1 885 000. En agosto de 2002 se entregaron 200 créditos y a los feriantes de martes y sábado les concedió un préstamo de $ 2 000 000

De los 5 232 locales comerciales ubicados en los 10 Centros Comerciales del Ahorro, construidos por el Municipio de Quito, 1 070 cerraron sus puertas. De estos, algunos son readjudicados y otros están vacíos.
Hay varios factores: se redujo considerablemente la asistencia de compradores al centro, la competencia de los mayoristas de la antigua fábrica Cablec, al sur de la ciudad, la presencia de ambulantes en varios sectores, la construcción de otros centros comerciales y la proliferación de negocios de productos de origen asiático.
De hecho, en el Municipio como entre los comerciantes se advierte el riesgo de que el centro histórico se convierta en un "barrio chino".
Los ejemplos más representativos de los cierres son los centros Montúfar, El Tejar y La Merced. Todos suman 1 715 locales, de los cuales 504 están cerrados. En el caso de La Merced, en varias ocasiones se ha intentado reubicar a ciertas asociaciones, pero no ha dado resultado.
Por ello, el Municipio quiere dar un giro a esta situación: un camino es crear otras alternativas de negocios, como artesanías, bisutería y hasta facilitarles a los comerciantes la importación directa.
Con todos estos problemas, el Municipio construyó un octavo centro en La Marín. Luis Montalvo, director de la Unidad Ejecutora del Comercio Minorista del Municipio, cuenta que el Fondo de Salvamento (Fonsal) ya realiza un estudio de mercado para encontrar una solución definitiva. En el centro histórico hay siete centros y está por abrirse el San Martín.
Los administradores de los centros comerciales son los encargados de tomar lista todos los días, a veces hasta tres veces, para constatar la presencia del propietario. Caso contrario, los dueños de los locales son sancionados con cierres parciales, multados o se les quita el negocio.
Siete administradores de los centros comerciales dan su versión: los locales se cierran, porque su socios salen a vender en otros sitios o hay familias con varios locales y por ello no les afecta abrir o no.
Luis Duarte, administrador del Centro Comercial Hermano Miguel, asegura que los vendedores no están acostumbrados a trabajar en puestos fijos.
Y como algunos locales están siendo readjudicados, se revela una contradicción, pues el Municipio de Quito obligó a los beneficiarios de puestos que en siete años no podían venderlos.
Es que este es un tema de larga historia. En la Alcaldía de Roque Sevilla (1998-2000), ocurrieron los primeros acercamientos con los comerciantes, para que abandonen las calles. El punto de conflicto fue crear las condiciones óptimas de trabajo a los informales, pues vendían a la intemperie y que eran controlados y chantajeados por las mafias.
La administración de Paco Moncayo construyó nueve centros comerciales y el 24 de mayo de 2003 los vendedores dejaron las calles. Se abrieron con el eslogan de los BBB (Bueno, Bonito y Barato) y luego de que la cadena Santa María reclamó la "propiedad intelectual" del eslogan, cambiaron por Centros Comerciales del Ahorro.
La Municipalidad apoyó con asesoría y personal especializado en administración de empresas. Ese apoyo se mantiene hasta hoy, ya que de los 10 centros, nueve son manejados por administradores del Cabildo. Asimismo se encargan de invertir en publicidad, y de los pagos de las planillas de agua y luz.
Para John Caicedo, miembro de la Federación de Pequeños Comerciantes Autónomos de Quito, la publicidad no ha funcionado y ese es el principal problema: "El Municipio tiene una guía mensual. Allí presenta los eventos y los sitios más importantes del centro histórico, ni siquiera aparecemos en el mapa", critica.
El efecto del cierre es: muchos propietarios alquilan el puesto, lo cual está prohibidio, los utilizan como bodega, porque tienen varios negocios en distintos centros comerciales. Por tanto, ¿la intención del Municipio se está perdiendo en menos de dos años de fundado el proyecto?
Incluso, para la banca se puede crear un problema a futuro. Santiago Ribadeneira, presidente del Banco Solidario, ve con inquietud lo que está ocurriendo. Aunque su entidad apoyó el proceso, asegura que su banco hasta ahora no tiene problemas de cartera, pues ha logrado cobrar un 90% de los créditos.
Se prestaron $3 885 000 en 3 000 créditos para construir la caseta o el local, las adecuaciones (lámparas, baldosas, ventanas o vitrinas) y para el pago de la cuota correspondiente al Municipio por el piso del centro comercial. (OP/PAG)

El centro comercial San Martín se construye desde agosto de 2004, y se ofreció que sería entregado en abril de este año. Según el Fondo de Salvamento (Fonsal), falta ultimar detalles eléctricos y llegar a acuerdos definitivos con la asociación. Por su parte, ellos no quieren entrar, pues temen reducir sus ganancias como ocurre en otros sitios.

El proyecto de reubicación del comercio informal nace en 1995 en la administración de Jamil Mahuad, y las primeras conversaciones se llevaron a cabo cuando Roque Sevilla llegó a la Alcaldía, esta vez no se llegaron a acuerdos concretos.

Hace dos años, la administración de Paco Moncayo hace una alianza entre el Banco Solidario y las asociaciones para que, mediante microcréditos, los comerciantes obtengan el financiamiento para poder adquirir sus propios locales comerciales.

La Municipalidad vio la posibilidad de adecuar los parqueaderos que se encontraban en la zona denominada Ipiales y allí implementó los centros comerciales del ahorro. (PAG))

"Todas las ventas se cayeron"

Según la Federación de Pequeños Comerciantes Autónomos de Quito, el proyecto benefició solo a 6 000 vendedores; todavía hay 4 000 que deambulan y comercian en diversos sectores

"Los comerciantes de los Centros Comerciales del Ahorro están inconformes: de 10 entrevistados esta semana, ocho dijeron que sus ventas han bajado considerablemente desde que dejaron las calles, uno dijo que estaba bien y el último prefirió no hablar del tema.
Lida Carrasco, de 55 años, adquirió los locales 106 y 107 del nivel C del centro comercial El Tejar; vende zapatos. Antes tenía un puesto en la esquina de las calles Mejía y Chile: "Desde que nos pasamos acá no vendemos casi nada. En Navidad solo vendí dos pares. Al inicio de clases, uno".
Para adquirir los puestos hizo dos préstamos al Banco Solidario de $1 950 cada uno, a tres años plazo, en cuotas mensuales de $77,90 por cada uno. En los tres años, por cada préstamo desembolsará $2 804,4: "Del un puesto estoy retrasada con cinco cuotas y del otro, con tres". Desde hace tres meses, para pagar la deuda, vende mercadería guardada.
Ahora la situación se complicó. Hace tres meses, su marido sufrió un derrame cerebral y quedó en estado vegetativo. Como tiene que cuidarlo no va a trabajar a su local. Cuenta que lo cura solo con aguas aromáticas. No le alcanza el dinero para las medicinas. A esto se suma que del Banco ya le llamaron a su garante a decirle que si no se acerca a pagar al menos una cuota le embargarán el carro.
Por todo esto se enfermó: sufre de fuertes dolores de cabeza o estrés, que trata de aliviar con una que otra pastilla.
La situación se repite con Josefa Maza, viuda y propietaria de los locales 275 y 276, del mismo centro comercial. "Me siento como ahogada, como encerrada en un sitio, tengo desesperación, a veces quiero salir corriendo". Tiene un puesto de flores artificiales, mercadería avaluada en $ 1 000. Las ventas bajaron desde que ingresó al centro comercial, el 24 de mayo de 2003. En 15 días, máximo vende $5. "Esto no sirve para sobrevivir. Si subsisto es por mis tres hijos que tengo en España, cada mes se turnan para mandarme $200".
Mensualmente paga $140 de arriendo, luz y agua. Ella adquirió sus locales de contado, con la ayuda de sus hijos, uno de ellos es dueño de un local. Vive con su hijo menor, estudiante de Agronomía en la Universidad Central del Ecuador. En él gasta $5 diarios para pasajes ya que a veces tiene clases en Tumbaco. "No he cerrado ni un solo día, trabajo desde hace 30 años, antes en la calle Mires y Olmedo, pero ahora sí quiero volver a la calle".
Las bajas ventas se repiten en otros centros comerciales. A Mercedes Chasipanta, propietaria del local 193 de venta de ropa y CD, del centro comercial Ipiales del Sur, solo los fines de semana le va bien, y a veces en toda la semana solo vende $5. En una ocasión hizo $2. "En el centro comercial hay muchos locales que pasan cerrados porque no se vende y los compañeros mejor se van a otras ferias, tienen préstamos que pagar". Chasipanta explica que su negocio no le alcanza para pagar las cuotas ($43 mensuales) y por eso los jueves opta por ir a la feria de Saquisilí.
Por ejemplo, algunos comerciales los lunes se van a Ambato, el martes, a Cablec (feria de mayoristas en el sur de Quito, donde les arriendan locales de $10 a $20 el día) y los miércoles y jueves, a Tulcán.
En Cablec, los 2 000 comerciantes que vendían en la calle Chimborazo los martes y sábados se compraron la antigua fábrica y se trasladaron allá. El reclamo del resto de comerciantes es que ahí no se respetan los horarios de atención.
Carlota Chulca, tesorera del centro comercial Granada, afirma que en Navidad, por ejemplo, la venta bajó totalmente debido a que en Cablec se abrió durante todo el mes. Ella esperaba recuperar las pérdidas de todo el año con lo que vendería en esa época.
"A estos problemas se suma la competencia de las plataformas informales que se abren en la Panamericana Sur", comenta Chulca. (PAG)

OTRO TESTIMONIO

Las deudas no solo con el banco

Marlene Pillajo (nombre ficticio de una comerciante del centro comercial Granada, quien no quiso ser identificada por miedo a las represalias) asegura que tiene deudas en tres sitios: en el banco debe $1 500, al chulco, $2 000 y a la fábrica de jeans otros $2 000; tiene cinco hijos, el penúltimo se salió de la universidad porque no podía pagarla y el último dejó el colegio.
"Por ejemplo, yo compro a $10 un pantalón y lo vendo a $12 para ganar algo, pero ni así no se vende; a veces no hago nada en todo el día, es desesperante porque no saco ni para comer, peor para las deudas". Explica que a algunos compañeros no abren sus locales para no atender a los cobradores. (PAG)

"A los comerciantes les toca ser más competitivos"

Una de las soluciones a intentar es la organización de los vendedores ambulantes que están en varias zonas de Quito, como la av. Diez de Agosto, La Michelena, La Atahualpa y las paradas de semáforos alrededor de los c. comerciales

Para la reactivación de los Centros Comerciales del Ahorro hay varias propuestas de los comerciantes y del Municipio capitalino.
Fernando Carrión, concejal por el partido Quito en Acción, considera que el proyecto de reubicación de los comerciantes es emblemático, directamente ligado con la recuperación del centro histórico de Quito. Por eso la importancia de su sostenibilidad.
El principal problema a atacar es de orden cultural, apunta Carrión: la gente está acostumbrada a la compra callejera y eso corresponde "a una vieja tradición de la cultura serrana que es la de la feria".
Para él, en un primer balance, el proyecto ha sido positivo, pero "hay que ver si es que puede sostenerse en el tiempo". Para eso, la responsabilidad radicaría en el Municipio, entidad encargada de buscar una política económica y una salida a esta situación cultural.
La solución más inmediata sería hacer de los comerciantes importadores directos, para eliminar a los intermediarios y garantizar más ganacia, ya que comprarían a precios más bajos la mercardería.
Se organizarían por giros de ventas y se realizarían compras al por mayor. Luis Montalvo, de la Unidad Ejecutora del Comercio Minorista, sugiere: "Por ejemplo, todos los vendedores de zapatos se unirían y comprarían directamente a las fábricas o se crearía una entidad que pueda ser importadora directa".
Pero los comerciantes primero quieren solucionar problemas más inmediatos, como el pago de los préstamos que realizaron para la compra de sus locales.
Angelita Vega, administradora del centro comercial El Tejar, pedirá a los bancos la reducción, por lo menos a la mitad, de las cuotas mensuales. "No les alcanza para cancelar ni la cuota de $10, que sirve para gastos generales, peor para los préstamos", explica.
Pagar los locales beneficiará a los propietarios. Santiago Ribadeneira, presidente del Banco Solidario, confía en que luego de esa cancelación los comerciantes podrán acceder a créditos más altos para mejorar sus negocios o tendrán la posibilidad de utilizar sus puestos como garantía.
John Caicedo, de la Federación de Pequeños Comerciantes Autónomos de Pichincha, tiene su propio proyecto: primero, mantener la línea de buses que recorra todos los centros comerciales del centro histórico y tener acceso a microcréditos con tasas de interés más bajas que la de los bancos. Caicedo argumenta que esa sería la única manera para que puedan ser competitivos. "Por último, hacer campañas de publicidad más intensas. Si el Municipio gasta $300 mil en un spot publicitario, podemos transformar ese dinero en boletines informativos, donde podamos integrar el turismo a nuestra actividad comercial". (PAG)

PUNTO DE VISTA
Una rendición de cuentas muy urgente


El comercio informal planteó varios retos a Quito: su integración a un circuito que garantizara transparencia en la gestión, rindiera cuentas al fisco, facilitara la convivencia y pudiera "demoler" la cultura de la venta callejera.
Si bien el alcalde capitalino, Paco Moncayo, fue el realizador de la reorganización del mercado en el centro histórico, este proyecto fue el resultado de un proceso largo, lleno de problemas y debates. Por eso, cuando vive la fase de aplicación, parecería que no se tomaron en cuenta todas las condiciones y lógicas del mercado. En ese sentido, hace falta una respuesta inmediata a los problemas que destaca este informe.
Por un lado, el Municipio no puede perder el control de la reorganización. Luego, tampoco tiene la obligación de "apadrinar" a comerciantes privados, que cuentan con ganancias o pérdidas, intereses y necesidades concretas.
Asimismo, los comerciantes deben dejar de demandar privilegios frente a los otros actores del mercado. Si ya se les construyeron los centros comerciales, es su obligación y responsabilidad hacer de su negocio un asunto rentable. No puede primar la lógica de la venta callejera.
Municipio y comerciantes deben estar conscientes de que todo lo que se hizo fue con dinero, también, de los quiteños. Y por eso debe haber fiscalización, transparencia y rendición de cuentas. En caso contrario, tendríamos "elefantes blancos" con altos costos financieros. (OP) (Blanco y Negro)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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