Ayer en su BLANCO Y NEGRO dibujó HOY un croquis a "tres lápices de palidez y espanto", de la situación de la filial del IESS de Guayaquil. Se mencionaron unas cuantas de las numerosas corruptelas que ocurren allí, en un intento de investigación que debería ir mucho más allá y extenderse a lo que ocurre en todas las filiales. Y, por cierto, abarcar lo que ocurre en la Matriz del IESS en Quito, que debe de ser como para llorar de indignación.
Menudean en la institución que debería servir y proteger a sus aportantes y jubilados, los delitos contra su patrimonio, que no es de unos cuantos vivos y ni siquiera del Estado, simple administrador, sino de sus afiliados. Pero en la que ocurre lo mismo que en otras entidades en donde el sentido de propiedad se pierde, se diluye en el concepto gelatinoso de la propiedad pública. Sea cual sea la entidad, Ministerio, institución, aduana o bodega estatales, lo que allí se cobra o se recibe por afiliaciones, bienes producidos o servicios prestados, no es patrimonio del Estado y por lo tanto del pueblo, sino de muchos de quienes fungen de administradores. Ese saco roto es bolsa particular de cada quien.
Entonces los desvíos de dineros a cuentas particulares; entonces las joyas empeñadas 20 o 30 veces más por otros receptores del inmoral laberinto, luego de que su primero y necesitado propietario las dejare allí a cambio de un magro préstamo de sobrevivencia; entonces las drogas que desaparecen de los estantes y aparecen en farmacias particulares; entonces los terrenos abandonados y las propiedades que rentan una miseria pero permanecen en manos de validos, parientes o amigos; entonces cualquier depredación posible porque los recursos de esa institución son de quien sea lo bastante vivo como para aprovecharse de una heredad que nadie cuida porque de nadie es a fin de cuentas. El Estado paquidermo no alcanza a ser guardián, porque sus burócratas viven pendientes del uso y abuso del poder antes que de la eficiente y correcta administración del país.
Dicen que la solución está en entregar la entidad a la empresa privada, y sus recursos a eficientes administradores particulares del dinero ajeno. Quizá. Lo creeríamos si no estuviese tan cercano el recuerdo de la eficiencia con que esos administradores particulares hicieron leña de los recursos de la gente, durante años de saqueo a los fondos depositados en ciertos bancos podridos en sus bóvedas y registros por las malas artes de quienes se acostumbraron a ver en la propiedad ajena posesión privada. Pero tiene razón Magdalena León en su artículo de ayer sábado: la razón para tanta corrupción, que no es exclusiva de nuestros atrasados países, está en que el dinero y la supremacía económica son los únicos referentes, la única medida del éxito. El hacer hace mucho no cuenta para los ambiciosos ejecutivos del sistema; solo cuenta el tener. Y a eso se le rinde culto y se le sacrifica todo: honor y dignidad, justicia y equidad. Pero el ejemplo viene del norte y de arriba; de los Enron, los Cheney, los Bush, los Aspiazus...
EXPLORED
en Autor: Omar Ospina - [email protected] Ciudad Quito

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