CALI.- La anunciada liberación para mañana del ex diputado colombiano Sigifredo López, rehén de la guerrilla de las FARC desde 2002, también cerrará un doloroso capítulo para las familias de otros 11 compañeros de secuestro que fueron asesinados en junio de 2007.

Aunque feliz por el pronto regreso de su esposo a la libertad, Patricia Nieto asegura que su corazón tiene "un inmenso dolor" y que no se imagina el momento en que López abrace a sus hijos, mientras que las familias de los 11 diputados "no van a tener a sus seres queridos".

Para Nieto, como para las esposas y familiares de los diputados, la muerte de los 11 partió en dos la historia de los secuestros políticos y fue el detonante para que el país y el mundo se movilizaran por fin para lograr la libertad de muchos de esos rehenes.

Nieto aseguró que desde ese momento, "la muerte fue mi compañera. La tenía ahí al ladito, como esperando en qué momento me iba a tocar el turno de la noticia del fallecimiento de Sigifredo".

Por eso, en vísperas de su regreso a casa, asegura que "la felicidad no es completa".

"Es un cruce de sentimientos, es al mismo tiempo una frustración, es un momento muy doloroso. Esas muertes nos marcaron para el resto de la vida. Una cosa es antes de la muerte de los diputados y otra vivir la vida, vivir la felicidad después de esas muertes", dice Nieto con un dejo de tristreza.

Esa misma mezcla de sentimientos, la vive con su propio drama Fabiola Perdomo, esposa de Juan Carlos Narváez, quien en el momento de su secuestro se desempeñaba como presidente de la Asamblea del departamento de Valle (suroeste) y murió con sus 10 compañeros el 18 de junio de 2007.

Aunque inicialmente las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) acusaron a un grupo armado no identificado de la muerte de los diputados, después reconocieron que la masacre fue originada por una falla de seguridad de la facción que los custodiaba.

Con lágrimas en los ojos y tras narrar cómo durante el último año se aisló físicamente con su hija Daniela, Perdomo dijo que sólo quiere abrazar a López, como un último abrazo a su esposo.

"Espero que abrace a Patricia, a sus hijos y darle un abrazo como yo hubiera querido dárselo a Juan Carlos. Va a ser como el abrazo de despedida a Juan porque es la última persona, esa persona que estuvo con él los últimos días y que me podrá contar muchas cosas", precisó.

Según Perdomo ahora las preguntas para López son diferentes a las que tenía hace un año. "Hoy las preguntas son distintas, ya no quiero que me cuente cómo murieron ni qué pasó", señala.

"Hoy las preguntas son cómo fueron esos cinco años y medio con Juan Carlos, de qué hablaban. Si Juan Carlos pudo ver a Daniela en las revistas y en los medios de comunicación. Si la pudo ver crecer, qué pensaba de mí, qué quería, qué sueños tenía, para ver si al menos puedo hacer realidad uno de ellos. Eso es lo que espero", explicó la mujer.

Perdomo confesó que siente "envidia" y así se lo manifestó a Claudia Rujeles, esposa del ex gobernador Alan Jara, liberado el martes por las FARC y de quien se hizo gran amiga.

"Siento envidia. Pero es una envidia sana, y ella lo entendió. Uno no lo puede ocultar, no lo puede negar, uno es un ser humano y lo mismo sienten las otras familias, todas coincidimos y preguntamos lo mismo: por qué nosotros".

López es el último político secuestrado que le queda a las FARC de un grupo de rehenes que pretende canjear por unos 500 rebeldes presos, incluidos tres en Estados Unidos. (AFP)
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