Quito. 12.06.95. Si los bosques se extinguen, la naturaleza se
vuelve subversiva. Su comportamiento es preocupante cuando se
ensaña con la salud de la gente. La leshmaniasis es una de
esas enfermedades que aumentan por culpa del hombre.

Muchos mitos sobre esta enfermedad se desmoronan. En el
Ecuador se creía que era una de esas dolencias de la selva de
Esmeraldas, que no matan pero deforman.

Está comprobado. Ya se instaló en las provincias orientales,
en el noroccidente de Pichincha y en otras zonas templadas de
la Sierra: en Alausí y Paute hay leshmaniasis.

También se creía que era una enfermedad de los madereros que,
a diario, se adentran en el bosque húmedo tropical, pero ya
está merodeando las casas de madera. Ahora sus víctimas son
las mujeres y los niños. Dejó de ser una enfermedad
ocupacional.

Sin duda, ésta es una de las enfermedades que agudiza y
extiende el hombre, cuando en su afán de satisfacer
necesidades básicas o responder a grandes intereses
económicos, depreda los bosques y obliga a los insectos
(lutzomia así se llama el mosquito) trasmisores de la
leshmaniasis a buscar otro albergue.

A falta de árboles, donde viven los perezosos, ardillas rojas,
zarigüeyas y otros roedores reservorios de la enfermedad
(últimamente se ha visto hasta en los perros), las rendijas de
las casas de madera son otros sitios predilectos para
sobrevivir y procrearse.

Si la ecología cambia, cambia la conducta del vetor y se
vuelve peridomiciliario: es la conclusión de los especialistas
en enfermedades tropicales.

A las cinco de la tarde comienza su ataque. Esa es la hora en
la que los pequeños de la familia recogen leña para prender
fuego. El humo los ahuyenta, cuenta Susana Miño, una madre de
siete hijos, que vive cerca al pueblo de La T y a quien las
picaduras del insecto le dejó cicatrices en las rodillas.

Contrariamente a otras enfermedades tropicales, cuya
incidencia está bajando, la leshmaniasis va en aumento, por la
destrucción del bosque húmedo tropical, el cual se extiende en
el 65 por ciento del territorio nacional.

Un trabajo que está realizando un grupo de investigadores del
Ministro de Salud, a cargo de Rodrigo Armijos, comprobó en
Pedro Vicente Maldonado, al noroccidente de Pichincha, que las
personas que viven en casa de ladrillo o concreto tienen menos
riesgos de sufrir picaduras.

Los mosquitos tienen una excelente capacidad de adaptación a
diferentes tipos de clima, viven 40 días, cuelan hasta una
altura de un metro 50 y en el caso del noroccidente volvieron
a los ocho años.

De 1990 a 1994 se reportaron 9.629 casos. Sin embargo, se
estima que el subregistro es muy alto. De estas cifras están
ausentes todos los casos que nunca se tratan o los que van al
médico particular.

Una forma de control del Ministerio de Salud ha sido
monopolizar la distribución de los medicamentos, solo así se
puede comprobar si la enfermedad va en aumento, dijo Nelson
Vásconez, jefe de Epidemiología del Ministerio de Salud.

En lo que va de este año, se reportaron 101 casos en el cantón
Eloy Alfaro y en la zona de Borbón, en Esmeraldas. Las
campañas de fumigación contra el mosquito del paludismo ayudan
a eliminar al responsable de la leshmania. Los epidemiólogos
hablan de dos tipos de cepas: brasilensis y mexicana. La
principal en la zona oriental y la otra en la zona costera.

El tratamiento cuesta

La leshmania no tiene cura. No se ha inventado una vacuna
inmunizadora. Solo hay un tratamiento a base glucantime,
ampollas que se traen desde Francia, que son la única
alternativa desde hace 50 años. Con cierto pesimismo, los
médicos creen que el único remedio es que se deje de agredir a
la selva. Realmente es mala suerte para los habitantes de las
zonas cálidas tener una picadura del mosquito, cada ampolla de
glucantime vale un promedio de 11.000 sucres y para completar
el tratamiento hay que aplicarse 20. Si las picaduras
reinciden hay que comenzar el tratamiento. Si no se completa
existe el riego de reactivación. Quienes han sufrido de
leshmaniasis cuentan que la vacuna es muy dolorosa y las
reacciones, a veces, llevan a la cama.

El dolor y el costo hace abandonar el tratamiento por lo menos
a la mitad de pacientes, cuenta Washington Bemúdez, encargado
del Programa de Leshmaniosis del Ministerio de Salud, en
Esmeraldas.

En el noroccidente de Pichincha, los investigadores, dirigidos
por Armijos, comprobaron que solo el siete por ciento se había
tratado con glucatime.

La falta de reservas en los dispensarios del ministerio es
otra de las razones por la que los pacientes no acuden en
busca de tratamiento. Ellos saben que no se van a morir,
aunque las huellas que deja la enfermedad causa un verdadero
impacto social: provoca la pérdida de la autoestima,
principalmente en las mujeres. Así lo demostró un estudio
sicológico de Margaret Weigel, quien comprobó que si una niña
de la familia está enferma, se hace todo lo posible para
librarla de lo que se considera una maldición.

HAY UNA ESPERANZA

Un subordinado de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
está trabajando en Brasil, Venezuela, Irán y Ecuador en la
búsqueda de un biológico, que por fin inmunice contra la
enfermedad, que amenaza a 350 millones de personas en el
mundo.

En América, se extiende desde el sur de Estados Unidos hasta
el norte de Argentina. En ecuador, aparece en 1920, desde
aquel año, 17 provincias han reportado casos, con excepción de
Carchi, Tungurahua, Los Ríos y Galápagos. Esmeraldas es la de
mayor incidencia.

Ecuador es el país que está más adelantado en las
investigaciones. Está por terminar la segunda fase. La
eficacia es de 91.8. Esto aumenta las esperanzas, porque
después de Brasil ocupa el segundo lugar.

Se está trabajando con 2.000 personas en las parroquias de
Pedro Vicente Maldonado, San Miguel de los Bancos, Pacto y en
la vía Quevedo.

Armijos comentó que se escogió a estos pueblos porque aquí hay
una mezcla de seis especies de leshmania: mexicana,
panamensis, ecuadoriense, colombianse.

LA EVOLUCION DEL MAL

* Cuando el mosquito contagia de la enfermedad a una persona
el primer síntoma es el aparecimiento de un pequeño granito,
que causa comezón pero nada más.

* A los diez o quince días de que se produjo la picadura se
levanta una especie de costra, casi no hay comezón, pero queda
una lesión erosiva granulomatosa.

Los bordes de la huella son rojovinosos. Es importante saber
que esa especie de sarna no salta a otra parte del cuerpo.

* Si no hay tratamiento la herida va agravandose.

Puede llegar a cubrir buena parte del brazo, la pierna o la
cara, depende de donde le haya picado la lutzomia. Cuando
llega a comprometer partes internas de la piel, las cicatrices
nunca desaparecen.

* Si la picadura fue muy cercana a la boca o nariz, poco a
poco va apoderándose de estos órganos.

La enfermedad se puede convertir en cepa brasilensis, una de
las más recias de curar.

El peligro mayor es que se forme una metástasis, que puede
llegar a curar, incluso, la muerte.

TIPO DE ENFERMEDAD

Cutánea. El la más común y menos agresiva. Afecta a la piel de
las manos o las piernas y la herida se va extendiendo en el
cuerpo. Si no hay tratamiento a tiempo puede degenerar en
mucocutánea.

Mucocutánea. Suele ser más profunda. Se ubica muy cerca de la
nariz y la boca, sin tratamiento llega a deformar el rostro
severamente. Es una especie de lepra. Puede causar la muerte.
Se mete en el paladar, lo destruye y el paciente muere de
neumonía.

Viceral. Es la más grave. Los casos son muy raros, en el país
no se ha presentado ninguno. Se le ve más en Europa.

Difusa. Solo en Venezuela se encontraron casos. No hay remedio
que la cure. Es mortal. (EL COMERCIO. P-C1)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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