El FMI tiene razón cuando afirma que el fondo de estabilización contenido en
la Reforma Fiscal, tal como fue aprobado finalmente por el Congreso,
constituye una forma disfrazada de preasignaciones en lugar de un mecanismo
de ahorro y reducción de la deuda externa ecuatoriana.
La percepción del FMI coincide con opiniones expresadas en distintos
espacios de opinión y análisis a raíz de la aprobación de la Ley por parte
del Congreso. Dicho fondo estableció cuatro usos posibles de los excedentes
de ingresos que generarán las nuevas exportaciones de crudo pesado: a)
recompra de la deuda externa, b) pago de la deuda al seguro social, c)
inversión para estimular la producción, y e) fondo de estabilización para
hacer frente a choques externos. El Congreso no estableció porcentajes fijos
para cada uno de esos destinos, dejó el tema a discreción del presidente de
la República.
Si se analizan los cuatro posibles usos del fondo, solo el primero y el
último se ajustan al objetivo de un fondo de estabilización. El primero,
porque constituye, a la larga, un mecanismo de ahorro nacional mediante la
reducción del peso de la deuda externa sobre la economía ecuatoriana. Y el
cuarto, porque deja a la economía nacional protegida frente a eventuales
impactos externos, especialmente por caída de los precios internacionales
del petróleo. Este último punto es crucial, dadas las inflexibilidades que
introdujo la dolarización en la economía del país.
El FMI tiene razón cuando sostiene que todos los gastos del Estado deberían
incluirse dentro del presupuesto general. De no ser así, se corre
efectivamente el peligro de convertir al Fondo de Estabilización en un
presupuesto paralelo al general, una caja chica de la que puede disponer el
Gobierno dentro de los cuatro usos establecidos, sin otro límite que la
discrecionalidad del presidente de la República.
De ser aprobada como se definió por el Congreso -y no objetada por el
Ejecutivo en el veto parcial- la reforma fiscal tendrá un efecto contrario
al buscado: aumentará potencialmente el gasto preasignado en lugar de
disminuirlo hasta eliminarlo. Si recordamos la propuesta original de Reforma
Fiscal planteada por el actual gobierno, uno de los principales objetivos
era justamante la eliminación de las preasignaciones, por constituir formas
rígidas y poco eficientes de gasto público. Este objetivo se dejó de lado
por parte el Congreso. El segundo propósito de la reforma era el Fondo de
Estabilización, acogido pero modificado en partes fundamentales de su
concepto original.
El FMI ha reaccionado sobre el alcance de la reforma fiscal y ha puesto
serias objeciones que ponen en peligro la posibilidad de un acuerdo.
Siempre, entre el Ecuador y el FMI se ha interpuesto una lógica opuesta de
entender las necesidades, las posibilidades y la viabilidad de ciertas
reformas económicas. No siempre hemos coincidido con los tiempos y los
alcances planteados por el FMI. Esta vez, vuelven a escenificarse las
discrepancias. Un acuerdo no será fácil, más aún cuando el ministro de
Economía, Carlos Julio Emanuel, ha dicho que la reforma fiscal no es parte
de los compromisos de este año con el FMI. Dicho de otra forma, que se las
arregle el próximo Gobierno. Todo hace pensar, dado el escenario existente,
que un acuerdo con el Fondo quedará diluido hasta que llegue el próximo
Gobierno. Se cumple de modo riguroso la advertencia lanzada por el actual
presidente: "No dejaré la mesa tendida a nadie". Esa frase, que pareció
lanzada al aire, empieza a cumplirse de un modo rigurosamente exacto...
EXPLORED
en Ciudad QUITO

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