Quito. 18.02.91. No deja de llamar la atención que en momentos
en que el frente económico concurre al Congreso Nacional, para
defender el paquete de medidas económicas el actual y el
anterior Presidente de la Junta Monetaria, se traten de
desviar la atención pública hacia el pasado, a fin de culpar a
la sucretización de la deuda privada y a las tasas de interés
preferenciales por el déficit operacional de Banco Central que
alcanza a la increible cifra del 3,5% del PIB, según lo
denunció el ex Ministro de Finanzas, Jorge Gallardo, quien
dijo que la indiferencia por adoptar correctivos desde hace 5
meses es la causa del déficit cuasi-fiscal y la inflación.

Al parecer, los personeros del Banco Central creen que los
ecuatorianos podrían continuar asimilando acusaciones que se
remontan al pasado, cuando la realidad económica que vive el
país está demostrando que es el gigantismo del Estado el que
genera distorsiones en las políticas monetaria, cambiaria y
crediticia y provocan una inflación y recesión sin precedentes
en la histoira del Ecuador.

Por lo tanto, es preciso aclarar algunos hechos históricos.
Fue el desbordante crecimiento del gasto público por encima de
las posibilidades de financiamiento interno lo que provocó un
endeudamiento externo agresivo. El Presupuesto delEstado
creció entre 1972 y 1979 en un 330 %, al pasar de 6.500
millones, mientras la inflación acumulada bordeaba el 120 % .
El desbordamiento presupuestario se agravó con el advenimiento
del régimen democrático, que resolvió contratar créditos
externos incluso para financiar bienes y servicios locales.

Ante el temor de que la inflación corroa a la economía interna
se contrajo el crédito y la expansión monetaria, obligando al
sector privado a endeudarse en dólares, agudizándose un
proceso de endeudamiento externo que determinó que el gobierno
en 1983 diseñe el mecanismo de sucretización o
refinanciamiento de la deuda externa privada, ya que la crisis
provocó una devaluación del 200 %.

El tipo de cambio era el de intervencion a la fecha de
suscripción del convenio. Los créditos en sucres se otorgaron
a plazo entre 18 y 36 meses y se estableció una comisión de
riesgo cambiario que variaba en función del plazo y del tipo
de mercado en que se negociaron las divisas provenientes del
crédito externo. De esta forma, las operaciones las pactadas
en el mercado oficial pagaban una comisión de riesgo de 20
sucres por dólar a 18 meses y 3 adicionales por cada trimestre
supletorio (total 38 sucres). En el otro extremo de las
operaciones pactadas en el mercado libre pagaban 40 sucres a
18 meses y 7 adicionales por cada trimestre supletorio,
alcanzando así 82 sucres por dólar a 36 meses.

Los créditos de estabilización recibieron un período de gracia
de 18 meses y una tasa de interés promedio del 18 %, mientras
la comisión de riesgo cambiario debía cancelarse al
vencimiento y no pagaba interés. Los gobiernos de todos los
países de América Latina optaron por mecanismos similares para
asumir la deuda privada y fueron mucho más generosos que en el
Ecuador, porque se lo hizo al tipo de cambio del momento del
crédito, sin ningún tipo de comisión de riesgo cambiario como
en el caso de Venezuela.

Con el propósito de facilitar el pago de la deuda
sucretizada -ya que podían quebrar miles de empresas
ecuatorianas-, en 1984 se prolongaron los plazos de pago y de
período de gracia hasta 7 años, con lo cual la mayor carga
financiera se dio en 1989 y 1990. Lo propio hizo el actual
gobierno, pues para financiar el alza salarial dictada al
inicio de su mandato, propuso un impuesto del 10 % anual sobre
la renovación de la comisión de riesgo cambiario, pero el
Congreso Nacional elevó al 15 % dicho impuesto y con esas
nuevas reglas debió vivir el sector privado en el actual
régimen, aunque más tarde se suspendió la renovación de los
créditos de estabilización, dándose un nuevo golpe a la
economía empresarial.

Por todo lo anterior, las acusaciones del anterior y actual
Presidente de la Junta Monetaria son infundadas, más aún si se
habla de créditos preferenciales. Para nadie es desconocido
que la suctretización de la deuda ecuatoriana es un activo del
Banco Central, pue el valor de la deuda privada en el mercado
secundario es de apenas 15 centavos de dólar. Desde 1987 se
ha dejado de pagarla y apenas se sarisface el 30 % de los
intereses, situación que incluso ha permitido que el Banco
Central genere ingresos del 50 % entre el valor de compra y el
nominal de los papeles de la deuda eucatoriana.

También resulta irónico que el Banco Central se queje de ser
explotado por el sector privado, si el encaje bancario le
reporta recursos sobre los que no reconoce ningún tipo de
interés al igual que sobre importantes recursos de las pólizas
de acumulación.

En conclusión, sería útil que los dirigentes y ex-dirigentes
de la Junta Monetaria respondan con argumentos convincentes
las denuncias del ex Ministro Gallardo, antes de dispararse
contra un sector privado que se siente agredido con un nuevo
estilo de política económica en la que prevalece el
viseralismo y el odio, antes que la rectificación oportuna.
(Opinión Semanal. pag. 8).
EXPLORED
en Ciudad N/D

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