Quito. 15 jun 99. Washington Fernando Aguirre dijo al programa
La Televisión que no ha contado todo lo que sabe sobre el
asesinato del diputado Jaime Hurtado. Vistazo hurgó en su vida
y encontró pistas que podrían ser claves para esclarecer el
crimen

Para llegar al pabellón de máxima seguridad del ex penal García
Moreno en donde se encuentra recluido Washington Fernando
Aguirre, principal detenido por el crimen de Jaime Hurtado, se
necesita pasar cinco cacheos, que realizan cinco policías en cada
ocasión. Además, son contados los familiares que pueden pasar a
verlo: su actual compañera sentimental Wendy, de nacionalidad
colombiana, y sus hermanos, oriundos de Quevedo. Los alimentos
que consume Aguirre son llevados por su hermano Franklin, porque
existe el temor de que sea envenenado, nada raro considerando que
ya atentaron una vez contra su vida y tomando en cuenta las
revelaciones del ministro de Gobierno, Vladimiro Álvarez, según
las cuales habría existido un plan para hacer explotar el
pabellón de máxima seguridad, y con ello, eliminar a Aguirre.

Fernando Aguirre, como lo llaman todos en Quevedo, también teme
por su familia. "A raíz de la muerte del diputado Jaime Hurtado
hemos recibido amenazas telefónicas", relata Alba Patricia
Aguirre Freire, hermana del detenido, en su denuncia presentada
en el juzgado IV de lo penal de Quevedo. Es así que el 18 de
febrero, la voz de una mujer le gritó "muerte, muerte", mensaje
que se repitió el 23 de febrero, esta vez por parte de un hombre.
Lo más serio, no obstante, ocurrió el seis de marzo, a las 04H40,
cuando desde una camioneta blanca marca Datsun salieron varios
disparos que impactaron en la fachada de la villa de Alba
Aguirre. La denuncia, pese a que fue presentada oportunamente,
no mereció la atención policial y hasta hoy se espera el
resultado de las investigaciones y de la prueba de balística
realizada a los casquillos de los proyectiles.

La ex mujer de Aguirre, Diana Mendoza, también está escondida.
Aunque reconoce que personalmente no ha sido amenazada, consideró
el tiroteo a la casa de su cuñada como un mensaje para ella
también. Entonces abandonó Quevedo y ahora cambia de casa cada
15 días, "para evitar a la prensa, a la policía y a quienes
quieren hacerles daño a mis dos hijos", expresa refiriéndose a
los dos niños que procreó en los 10 años de convivencia con
Aguirre.

QUEVEDEÑAS

No solo la familia de Aguirre pone los ojos sobre Quevedo en el
caso Hurtado. Michael Stalin Oña Arreaga, muerto por la policía
en un enfrentamiento que luego fue desvirtuado por la prueba de
parafina, era originario de Mocache y atendió un bar por largo
tiempo en dicha ciudad. "Después se perdió por un tiempo y
supimos que se fue a trabajar al Congreso, en Quito, junto a su
hermano", cuenta un amigo de Oña. El hermano al que se refiere
es Pedro Serafín Carranza Arreaga, quien hasta antes de la muerte
de Hurtado trabajaba en la oficina del socialcristiano Xavier
Neira. Carranza estuvo presente al momento de la muerte de su
hermano -quien colaboraba con Lorenzo Saa de la DP- y ahora su
paradero es desconocido. En el juzgado IV de lo Penal de Quevedo
reposa un expediente que acusa a Carranza de la muerte de Jorge
Fabricio Vera Moreira, hecho acontecido en octubre de 1995. El
caso aún no ha sido sentenciado.

El propio Washington Fernando Aguirre se inició como informante
de la policía y de la DEA en Quevedo, invitado por un oficial en
1991. Entonces su preparación para el oficio era casi nula, por
lo que Manta fue su sitio de entrenamiento. Posteriormente
trabajó en Balzar y los viajes a Quito eran constantes. Durante
todo el tiempo en que laboró como informante, nunca utilizó un
arma de fuego ni portaba credencial.
Esto por razones de seguridad, pues sus misiones iban desde
asuntos de narcotráfico hasta de la guerrilla colombiana. "Él
viajaba mucho a la frontera con Colombia, en un sector conocido
como La Hormiga", relata Diana Mendoza. "Incluso yo convencía a
algunas de mis amigas a que se hagan pasar como sus esposas en
sus viajes a Colombia", dice.

Las cosas iban bien en la vida de Aguirre. La embajada
norteamericana le pagaba en dólares y vivía con cierta comodidad
en su casa de Quevedo. Marck Krifchik, director del Servicio
Informativo de los Estados Unidos (Usis) confirmó que Aguirre fue
informante de la DEA aunque no precisó el tiempo por el que
prestó sus servicios.

Los problemas comenzaron dos años atrás, a raíz de que su mujer
enfermó de cáncer y los pagos de la embajada comenzaron a
atrasarse. Las consecuencias fueron que Aguirre se retiró por un
tiempo de su trabajo de informante y finalmente, decidió
abandonar a Diana Mendoza y a sus dos hijos. "Me imagino que como
la mayor parte de mi tiempo pasaba en Cuenca en el tratamiento
de mi cáncer al seno, Fernando se sintió solo y por eso me dejó",
recuerda Mendoza. La última vez que lo vio, fue en el Comando de
la Policía en Quevedo y entonces le aseguró que continuaría como
informante en Quito. Desde entonces trans- currieron dos años y
no volvió a verlo hasta el 19 de febrero último en que lo
reconoció en televisión acusado del crimen de Jaime Hurtado. "Fue
una tremenda impresión. Yo imaginaba que se encontraba en Italia,
junto a unas hermanas suyas, porque no volví a tener noticias de
él. Ese día no podía creer lo que sucedía".

A COLOMBIA

Lo que exactamente fue a hacer Aguirre a Pasto, Colombia, pocos
lo saben. Él asegura que continuó trabajando para la Policía en
casos de narcotráfico y hasta que se infiltró en la guerrilla.
Tal es así, que una de sus últimas misiones fue anticipar la
llegada de 200 kilos de cocaína, justo el mismo día en que
llegaban los sicarios para asesinar a Hurtado. Estas actividades
eran desconocidas para sus familiares. "No se volvió a comunicar
en más de año y medio con nosotros", asegura Franklin Aguirre,
quien dijo desconocer a qué se dedicó su hermano en Colombia. "Yo
tengo entendido que él viajó para seguir trabajando en la
policía, en su mismo trabajo", dice por su parte Diana Mendoza.
Como sea, lo cierto es que todos en Quevedo volvieron a saber de
él en una cadena de televisión, en la que el presidente Jamil
Mahuad anunció que era el contacto con los sicarios colombianos
para el asesinato de Hurtado.

Las piezas del rompecabezas del crimen de Jaime Hurtado están a
punto de encajar por completo. Según Juan de Dios Parra,
integrante de la Comisión Investigadora, la hipótesis más
coherente se refiere "a un conflicto de tierras, de intereses,
de poder, combinados con problemas de venganzas". Esto confirma
algunos puntos fundamentales: la autoría intelectual del crimen
es ecuatoriana y "se trata de un grupo organizado de personas de
la Costa con intereses económicos determinados", asegura Parra.

Vistazo, en su edición del 18 de marzo, presentó un artículo
referente a uno de los últimos conflictos en que participó Jaime
Hurtado y que consistía justamente en una disputa por tierras en
el sector de Palenque, provincia de Los Ríos. Los protagonistas
del problema -la familia Pimentel Delgado y numerosos campesinos
defendidos por abogados del MPD- se acusan de subversivos y
paramilitares, respectivamente, pero lo cierto es que luego de
transcurridos tres años y de haber tres víctimas mortales, la
polémica continúa.

El sector en mención se encuentra ubicado en una zona altamente
conflictiva por los numerosos litigios de tierras. La zona que
comprende Balzar, El Empalme, Quevedo y avanza hasta cerca de
Santo Domingo, ha sido escenario de varios de estos casos. En lo
referente a la Hacienda La Victoria -como la llaman los Pimentel-
o de Artillería de Arriba -como la llaman los campesinos-, no es
la excepción. Jaime Hurtado comenzó a defender a los campesinos
acusados de invasores a partir de agosto de 1998 y en el
transcurso de este tiempo logró la comparecencia de la ministra
de Gobierno Ana Lucía Armijos y del comandante de la Policía
Jorge Villarroel. La defensa, no obstante, quedó trunca.

Lo más curioso de este conflicto resulta ser la abundante
presencia policial en la hacienda. Desde hace dos años, más de
15 policías se turnan cada dos semanas para hacer guardia en el
sector, número alto tomando en cuenta que en el violento cantón
de Vinces, no existen permanentemente más de 10 elementos.
Vistazo estuvo presente en el último relevo en la hacienda, y
según los testimonios de algunos campesinos, la tensión bajó de
tono en los últimos días. "Ahora nos han permitido cosechar,
aunque no sabemos si nos permitirán sacar nuestros productos",
expresan con temor. La tranquilidad entonces, no está asegurada.

De la presencia policial, los campesinos acusan al ex jefe
provincial de Policía Felipe Moncayo y al gobernador de Los Ríos
Olegario Orellana. Hoy Moncayo está al frente de la Policía
Judicial y como tal lidera las investigaciones en el caso
Hurtado, en el que paradójicamente, está acusado por los
familiares del dirigente emepedista.

Diana Mendoza dice recordar con certeza a todos los policías y
agentes que acompañaron a Washington Fernando Aguirre durante su
trabajo en Quevedo. "A algunos de ellos ahora veo por televisión
en el caso del crimen de Hurtado y por la cara los reconozco.
Incluso estuvieron en mi casa", asegura. Se refiere
principalmente a Edison Gallardo Bedón, Jefe de Control
Migratorio del aeropuerto Mariscal Sucre de Quito y Byron Viteri
Estevez, subjefe de Migración del mismo aeropuerto. "Los dos
policías que dejaron salir por el aeropuerto a los sicarios
llegaban a mi casa en Quevedo. Iban en un carro, pitaban, y
Fernando salía de inmediato junto a ellos", recuerda. Lo mismo
dice del mayor Fabián Solano de la Sala, jefe del Centro de
Inteligencia y Coordinación Conjunta de la Policía Judicial.
"También lo conocí en Quevedo y asimismo, llegaba a buscar a
Fernando". En conjunto, todos eran, según Diana Mendoza, el grupo
de amigos de Fernando Aguirre, limitado a los policías. "Siempre
venían de Quito, hasta comían en mi casa, pero yo no los conocía.
Una noche que yo venía de Cuenca, me encontré en la puerta de mi
casa a Byron Viteri con tres más, quien preguntaba por Fernando.
En ese tiempo, él ya no vivía conmigo por lo que lo encontraron
en otra casa, con otra señora que él tenía", recuerda.

Otro de los conocidos de Aguirre es Patricio Viteri Estévez, ex
diputado del PRE y hermano de Byron Viteri. "Fernando siempre me
lo nombraba al capitán Viteri. Me decía que eran amigos y salían
juntos. Además, cuando a Fernando le daban carro y necesitaba una
orden para gasolina, entonces decía que acudiría al capitán
Viteri para que le dé una orden para tanquear. Era como un
superior". A Viteri también lo conocía cercanamente el hermano
de Aguirre, Franklin, presidente de la parroquia 7 de octubre.
"Él siempre apoya a la parroquia", manifiesta por su parte, y
hasta gestionó la construcción de un PAI en el sector. En las
últimas elecciones generales, Patricio Viteri fue candidato a
diputado por el PSC y Franklin Aguirre a concejal de la ciudad,
por el mismo partido.

Finalmente, otra de las personas importantes que conocía
Washington Fernando Aguirre era el actual gobernador de Los Ríos,
Olegario Orellana. "Él a veces me decía que se iba a manejar el
carro a Olegario Orellana, a quien yo también conozco porque es
un político importante y además es un arrocero que siempre viaja
a Colombia. Además, la esposa de Orellana me dio dinero para mis
tratamientos de quimioterapia. Esto fue posible porque yo acudí
al Club de Leones y de ahí me enviaron donde Orellana, pues me
dijeron que era muy humanitario. Me atendió su esposa, le
expliqué que estaba sola y me ayudó unas cuatro veces con dinero.
Con Olegario Orellana nunca hablé y me imagino que ese señor no
debe conocer que yo era la mujer de Fernando Aguirre". (Texto
tomado de La Revista Vistazo)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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