Quito. 19 ene 99. A lo largo de este siglo las mujeres
lograron estar presentes en casi todos las áreas
profesionales. ¿Por qué entonces son aún tan pocas las que
eligen una carrera científica? Tampoco son frecuentes las
mujeres compositoras, o directoras de orquesta, o aviadoras.

por Silvia Ostrovsky

A la hora de pasar de la escuela al laboratorio de
investigación, la mayoría de las que deciden dar el salto
optan por las ciencias de la vida --medicina, ciencias
naturales-- antes que por la física o la ingeniería.

Según un informe de la UNESCO, muy pocas mujeres son
profesoras universitarias, y menos aún las que dictan
disciplinas científicas. En Estados Unidos, donde la tasa
media de profesoras mujeres es la más alta del mundo (18%)
--considerando todas las disciplinas--, solamente el 5% son
encargadas o titulares de cursos en ciencias naturales.

En el Reino Unido estas cifras son del 7,3% y del 3%
respectivamente. En los países de la ex-Unión Soviética las
cosas mejoran: a mediados de los años 80 entre el 20 y el 50%
de los investigadores eran mujeres, y el 40% entre los
profesores de facultad, mientras que en Alemania Occidental no
representaban ni el 2% del cuerpo de profesores de las cinco
grandes disciplinas (biología, física, química, matemáticas y
ciencias de la tierra).

Los países del Cono Sur muestran cifras más alentadoras:
México cuenta con un 12 a 15% de investigadoras en física y
matemáticas en el nivel medio y un 8% en el nivel superior. En
Filipinas las investigadoras son mayoría en biología, farmacia
y química; los hombres en física, ingeniería e investigación
industrial. En China, en 1992, las mujeres dirigían casi la
mitad de los proyectos de investigación de la Academia de
Medicina, pero una minoría ocupaba puestos superiores en la
Academia de Ciencias.

En todos los continentes, sin embargo, las mujeres representan
sólo una ínfima minoría en los consejos científicos y
tecnológicos nacionales. Y eso se aplica también a sociedades
científicas tan prestigiosas como la British Royal Society
(que sólo admite mujeres a partir de 1945), en la que sólo un
3% de los miembros son mujeres.

Radiografía de la desigualdad

Es posible que todavía perduren en la sociedad ciertos valores
simbólicos que consideran al varón como el mejor dotado para
la actividad creativa y racional, y a la mujer como la parte
intuitiva, contenedora y "servicial" en la dupla hombre-mujer.
El resultado es que la forma de plantear los cursos de
ciencias en particular no estimula a las chicas a interesarse
por estas materias.

Durante la escuela primaria, sin embargo, nenas y varones
comparten la curiosidad y el interés por los cálculos, las
matemáticas y los experimentos de ciencia. Pero es en la
adolescencia cuando empiezan a aparecer las diferencias, y
esto es así en Argentina, en Nigeria o en Canadá.

En las escuelas mixtas, las chicas tienen peor rendimiento en
ciencias que en las clases donde sólo hay mujeres: en
presencia de los compañeros tienden a subestimarse en áreas
tradicionalmente consideradas "masculinas". A esta edad ellas
quieren, consciente o inconscientemente, afirmar su identidad
femenina y lo hacen mostrando aprehensión frente a una
disección o a un experimento de química o física.

Por otra parte, los libros de texto contribuyen a reforzar los
estereotipos sexistas: observando los manuales de física para
escuelas secundarias de Gran Bretaña se comprueba que
ilustrando los ejemplos hay de dos a diez veces más hombres
que mujeres. Además, el contenido de los ejercicios de
matemáticas en general se relaciona más con los intereses
masculinos, lo que influye en los resultados. Cuando los
mismos cálculos matemáticos se refieren a bolsas de cemento o
a los ingredientes para una receta de cocina, las nenas son
mejores en el segundo caso.

Asimismo, en las clases, los profesores suelen prestar más
atención, dedicar más tiempo y estimular más a sus alumnos
varones, opina Marie Duru-Bellat, profesora de Ciencias de la
Educación de la Universidad de Bourgogne, Francia, en un
artículo aparecido en la revista Sources, de la UNESCO.

"Durante las clases diarias los experimentos sirven para
reforzar los estereotipos: son en general los chicos los que
siempre son llamados a manejar la computadora o hacer una
instalación eléctrica", señala la docente. Todas estas
experiencias favorecen la categorización de las disciplinas
por sexos: "La física es para los varones; no puedo ser una
chica y tener éxito en esos temas, o competir con mis
compañeros en ese terreno". Las matemáticas no sólo son
percibidas como una disciplina masculina sino que son además
la punta de lanza de la competencia escolar, a la vez que,
según los expertos, la competencia es socialmente censurada en
la mujer.

Más de lo mismo

La doctora Gloria Dubner es astrónoma, investigadora del
CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas) y del Instituto de Astronomía y Física del Espacio,
de Argentina. Se dedica a estudiar lo que la ciencia denomina
"remanentes de supernova" y que ella explica como "restos de
estrellas que explotaron, que es una de las formas de muerte
de estrellas". Su mundo laboral es un ambiente cargado de
masculinidad, donde los hombres tratan a sus colegas mujeres
con una indiferencia agraviante o con un paternalismo
irritante. "Recuerdo que en cierta oportunidad yo trabajaba en
Estados Unidos en sociedad con un colega, el doctor Goss. En
un momento yo dirigía el proyecto y necesitaba que un
asistente en telescopios me enseñara a usarlo bien para poder
avanzar en el experimento. El hombre que debía darme las
explicaciones, sentado frente a nosotros dos, se dirigía sólo
a mi colega pasando su mirada por encima de mi hombro, como si
yo no estuviera presente. Además, a él lo llamaba doctor,
mientras que a mí me llamaba por mi nombre de pila", relata la
doctora Dubner. Otras veces los hombres se comportan como
caballeros galantes y dicen: "Correte que vos no entendés de
esto, dejame que yo lo haga".

Por eso, cuando surgen estos comentarios, la doctora Dubner
recomienda mirar bien para saber hacerlo la próxima vez y no
entrar en discusiones que quitan energía inútilmente.

Otro de los problemas reales con que se enfrentan las mujeres
que sí eligen dedicarse a las ciencias es que en cierto
momento de la vida forman una familia y tienen hijos. A la
hora de buscar trabajo, quienes tienen algo para ofrecer
prefieren, si pueden elegir, a los candidatos varones: "Si
contratamos a un hombre viene uno; si contratamos a una mujer
vienen dos, o más", dicen.

El cuidado de los chicos sigue siendo un problema para muchas
mujeres que trabajan. Y el trabajo científico no reconoce
horarios o límites. De ahí tal vez que una mejor
infraestructura explique en parte los porcentajes más elevados
de mujeres científicas en el antiguo bloque del Este. También
la situación de las mujeres latinoamericanas es más ventajosa
que la de las norteamericanas, por la permanencia de la
estructura familiar. En muchos casos pueden contratar a una
empleada para que cuide a los hijos y, si no, están las mamás,
las tías, las abuelas.

Según la norteamericana Sandra Harding, profesora de filosofía
y estudios sobre la mujer, los institutos científicos
nacionales suelen ser menos discriminatorios que los
laboratorios industriales. En cuanto a la física mexicana Ana
María Cetto, duda de que la discriminación sea suficiente para
explicar la escasez de mujeres en las ciencias: "Quizás ellas
esperan de su tarea algo que no les ofrece la ciencia, que al
menos en América Latina permanece demasiado encerrada en los
claustros universitarios", señala.

La astrónoma Dubner reconoce también que con frecuencia en los
laboratorios se relega a las mujeres a los trabajos más
tediosos, rutinarios y meticulosos. En cuanto a un estilo de
investigación diferente según los sexos, opina que "los
hombres son más rápidos cuando reciben los datos en crudo y
deben procesarlos. Enseguida pueden adelantar cómo va a ser el
resultado. A nosotras, en cambio, nos lleva más tiempo, vamos
más a los detalles con una visión integradora".

Nada por cierto que no pueda ser compatible y hasta
enriquecedor. En ese sentido, Ana María Cetto es optimista y
tiene una visión interactiva de las mujeres con el mundo
científico cuando afirma: "Si tratamos de ser a la vez mujeres
y científicas, sin sacrificar lo uno por lo otro,
encontraremos nuevos modelos que nos permitirán ejercer una
influencia sobre la ciencia". Y también sobre otros terrenos
donde podemos crear. De eso se trata

La informática: una ciencia que nació "masculina"El espacio de
lo femenino
¿Por qué una ciencia tan joven como la informática se
desarrolló como un feudo mayoritariamente masculino? En parte
porque en los comienzos los profesores que la enseñaron fueron
hombres, que a la vez se inclinaron por ciertos tipos de
aplicación. Además, también fue utilizada en principio por
profesionales varones y sus posibilidades de entretenimiento,
los videojuegos, fueron diseñados para complacer los gustos
masculinos. Esta tendencia sin embargo está cambiando. En la
primaria, porque nenes y nenas se muestran apasionados por la
informática, son curiosos y los juegos de todo tipo atrapan a
los participantes de ambos sexos.

En la adolescencia, si bien los varones son los usuarios más
entusiastas, son cada día más las adictas al chateo por
computadora, a la búsqueda de información y a los juegos
virtuales. (Texto tomado de Tiempos del Mundo)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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