Quito. 13 dic 2000. Si se intentara tomar la crisis de la salud agudizada
por el paro de los hospitales, ¿por dónde habría que comenzar?

¿Por las epidemias que, desterradas del país, comienzan a resucitar? ¿Por
los salarios de los trabajadores de la salud comparados con otros
sectores de ingresos? ¿Por la gestión de los hospitales públicos? ¿Por la
crisis del desarrollo humano que muestra hoy un nuevo rostro: escuelas de
Quito sin agua porque no se pagan las facturas? ¿Por la corrupción que
reina en el Ministerio de Salud, donde los ministros son presos de una
red que maniobra desde las distintas dependencias? ¿Por establecer
prioridades entre atención a la desnutrición y enfermedades infantiles
vs. el incremento del número de camas por hospitales?¿O, finalmente, para
irse mucho más allá, por la estructura misma de un Estado sujeto a las
emergencias de las quiebras bancarias y el armamentismo y sin capacidad
para mirar el futuro mediato de generaciones sin salud ni educación?

Tal vez, todos esos hilos se juntan en una sola madeja indescifrable.

El Ministro de Salud ha denunciado, casi sin quererlo, uno de los más
dramáticos: el tratamiento diferenciado que el Estado da a sus
trabajadores: en Petroecuador son funcionarios de primera, en los
hospitales públicos de tercera.

Como si no fuesen suficientes todos estos factores, los medios de
comunicación agregan otra: vender la imagen del drama que enfrenta a unos
pobres con otros: a los trabajadores de la salud con las madres
desconsoladas con sus hijos enfermos en los brazos, presentarlo así, sin
explicación alguna, para incrementar el desconsuelo colectivo. De ese
modo el cuadro de la salud está completo, con todo los ingredientes para
congelarse en el tiempo y no encontrar una salida.

¿Es posible ensayar soluciones?

Más allá de las clásicas -incrementos presupuestarios que pueden no
saciar las necesidades, privatización de los hospitales públicos que
quiebran cualquier esquema de solidaridad social, satisfacción perentoria
de las demandas de los huelguistas que solo prolongan la agonía del
sistema de salud- podríamos volver los ojos al proceso de
descentralización, tan en boga.

¿Qué perspectiva podemos ensayar allí?

Para comenzar, parece imposible abordar el conjunto del tema a nivel
nacional, con todas sus versiones y sus variedades. Trasladar la gestión
de la salud, desde aspectos como la ubicación y administración de postas
médicas y subcentros de salud hasta campañas sanitarias, puede tener
algunas ventajas. Por ejemplo programar con la comunidad el uso de los
servicios, de modo que toda la presión no recaiga sobre los hospitales,
cuando puede existir una serie de problemas solucionables a nivel de
subcentros y centros de salud locales. Por ejemplo, establecer modelos de
gestión comunitaria que sean, a la vez, un control del servicio y una
racionalización del uso de los recursos. Por ejemplo, encontrar
alternativas locales para combatir epidemias como la malaria, que hoy se
enfrentan con el uso criminal de pesticidas prohibidos en el resto del
mundo.

Agónico el Estado protector, le corresponde a la comunidad tomar entre
sus manos el control de servicios básicos como salud y educación. Un
control que exija transparencia en los funcionarios estatales, y recursos
para cumplir con los programas. En síntesis: los actores sociales
gestionando la salud pública.

El Estado central establece las políticas rectoras en materia de salud y
la estrategia para buscar equidad focalizando el servicio hacia las áreas
más pobres y con mayor déficit de salud; mientras tanto, descentraliza la
gestión.

Solo a nivel local será posible articular todas las iniciativas, públicas
y privadas, que existen en materia de salud dirigidas a las poblaciones
pobres. El Ministerio inició, hace algún tiempo, un esfuerzo en ese
sentido.

Se llamaban Entidades Locales de Gestión de Salud. No hemos oído hablar
de ellas. ¿Se ha consolidado el esquema? Sabemos que han cambiado de
nombre y que han podido establecerse, gracias a los consensos entre los
distintos actores sociales, en dos o tres provincias del país, nada más.
Y mientras debatimos el tema del paro de los hospitales, la mortalidad
infantil cae en un proceso lento (de 119 a 44 por mil en 35 años); se han
reducido las camas de hospital con relación al crecimiento de la
población; apenas si han variado los niveles de desnutrición en la última
década; y la anemia sigue afectando al 52% de la población ecuatoriana.

[email protected] (Diario Hoy)
EXPLORED
en Ciudad Quito

Otras Noticias del día 13/Diciembre/2000

Revisar otros años 2014 - 2013 - 2012 - 2011 - 2010 - 2009 - 2008 - 2007 - 2006 - 2005 -2004 - 2003 - 2002 - 2001 - 2000 - 1999 - 1998 - 1997 - 1996 - 1995 - 1994 1993 - 1992 - 1991 - 1990
  Más en el