Guayaquil. 01 ene 98. La emergencia no ha pasado en Posorja.
Los improvisados albergues se mantienen atestados de personas
que perdieron sus casas o que vieron naufragar sus enseres en
una correntada de más de dos metros de profundidad.

Mientras otras abandonan sus viviendas todavía remojadas por
esa sopa de lodo. El segundo comandante de la Defensa Civil en
esta parroquia rural de Guayaquil, Olfer Medina, no se cansa
de advertir a la gente que el peligro no ha terminado.

Después de más de 48 horas de intensas lluvias, que superaron
todos los récords de pluviosidad en la zona, el río El Morro
que había permanecido casi seco por más de 10 años revivió
para inundar más de 6 barrios. Según el pluviómetro instalado
por el Programa de Manejo de Recursos Costeros (PMRC) en Data,
en la vía General Villamil (Playas)-Posorja, el sábado 27 de
diciembre llovió 445 litros por metro cuadrado y el domingo
375.

En los últimos años cientos de familias construyeron sus
viviendas en el cauce, que ya se usaba como calle, pero entre
el domingo y el lunes esa tranquilidad se convirtió en
pesadilla.

El 70% de la población de Posorja, uno de los puertos
pesqueros más importantes de Guayas, sufrió las consecuencias.
Hasta las 17h00 del lunes se evacuaron 1.000 personas.

Algunas se habían negado a dejar sus casas pero cuando el agua
alcanzó hasta dos metros de altura pedían a gritos auxilio.

Teodoro Paladines, presidente de la ciudadela Martha Roldós,
recuerda que desde las 03h00 del lunes comenzó a golpear las
puertas de sus vecinos en busca de ayuda para otras familias
que estaban atrampadas en sus casas.

Nancy Cedeño abandonó su vivienda esquinera para siempre. El
martes solo quedaba la fachada de caña, la correntada destruyó
completamente su hogar y arrastró todas sus pertenencias. Ella
y sus hijos pasaron las primeras horas de la emergencia en la
casa comunal que está en construcción, pero por la estrechez
del sitio se cambió a una escuela.

Un total de 23 familias perdieron sus viviendas a causa de las
inundaciones. Algunas pudieron recuperar las cañas y maderas,
que quedaron flotando en el esterillo, para reconstruir sus
casas en sitios aparentemente más seguros. En las cercas y los
techos se secan al sol los colchones.

Entre los barrios La Fortuna, Lomas de Bellavista, Martha
Roldós, Ciudad de Quito, Narcisa de Jesús, 25 de Julio se
estima que se afectaron más de 1.500 viviendas. La fuerza de
la correntada destruyó casi 200 metros del cerramiento
metálico de la Capitanía de Posorja y destruyó las vías de
acceso a todas los barrios inundados. Ahora la gente tiene que
caminar largos tramos entre el lodo y los animales muertos.

Hace tres meses cuando se conformó la junta parroquial de la
Defensa Civil más se temía por los fuertes oleajes. Este año
el mar terminó de destruir lo poco que quedaba del malecón.

El lunes todas las actividades se paralizaron. Las fábricas
Real y Empesca no estaban cerradas. La mayoría de sus
trabajadores de planta estaba salvando sus familias y sus
enseres. El martes directivos de las empresas localizaban a
los empleados y realizaban una inspección a sus viviendas para
entregar víveres.

En Playas el agua empieza a bajar

Después de un fin de semana de emergencia máxima el cantón
General Villamil (Playas) parece que recobra la normalidad. El
nivel del agua bajó.

En los tres albergues que funcionan en Playas están 17
familias. La atención está a cargo de la Cruz Roja y la
municipalidad.

En las áreas periféricas la situación es diferente. El barrio
San Vicente en la vía Playas-Posorja, más de 100 familias
están completamente aisladas. La única vía de acceso se
convirtió en un río.

La población tiene que cruzar a pie con el agua hasta el
cuello o en endebles canoas. Los víveres ya se están agotando.


Las inundaciones solo afectaron las zonas suburbanas de Playas
pero no los sitios turísticos. La playa está completamente
limpia y a pesar de los tres días de aguaje el mar se mostró
tranquilo. Los comerciantes temen que las noticias sobre
inundaciones asusten a los turistas.

Posorja aún no recibe apoyo

Los bloques, las cañas y el resto de materiales de
construcción han servido para improvisar pequeñas covachas en
el interior de la Casa Comunal de Posorja.

Desde el lunes el local a medio construir, junto al esterillo
que se desbordó sobre las barriadas, tiene 23 familias
albergadas.

Las 300 raciones alimenticias que envió la Defensa Civil desde
Guayaquil se agotan. Cada dos días la motobomba del Cuerpo de
Bomberos de Posorja recorre los cinco albergues (tres
escuelas, un colegio y una casa comunal) para repartir una o
dos fundas de raciones, dependiendo del número de miembros de
cada familia. Aquí la olla común no funciona.

Según el organigrama, la Defensa Civil es responsable de
atender los albergues en las primeras 24 horas de la
emergencia, en lo posterior les corresponde a la Subsecretaría
de Bienestar Social y al Innfa. Pero hasta el martes no
llegaban para hacer frente a la emergencia. La Municipalidad
de Guayaquil, a pesar que Posorja es una de sus parroquias, no
ha enviado ayuda.

El hospital de General Villamil solo el martes pasado el medio
día intentaba instalar la primera brigada, después que la
gente reclamaba atención. El local del centro de salud ha
permanecido cerrado durante años a pesar que en Posorja existe
un inspector de salud. El segundo coordinador de la Defensa
Civil en Posorja, Olfer Medina, dijo que habían llama do por
radio en dos ocasiones a la Base San Antonio, para que
colaboren en las tareas de rescate pero no lo hicieron.

La red de alcantarillado es una bomba de tiempo en Esmeraldas

El fuerte aguacero que se precipitó la madrugada del lunes
sobre Esmeraldas dejó serios daños.

La estación de bombeo de Las Palmas se anegó y quedaron
inutilizadas las dos bombas disponibles. El efecto inmediato:
la ciudad quedó sin un sistema de avacuación de aguas
servidas. Las consecuencias aún no son visibles. Salvo por las
explosiones que se ven en algunas intersecciones de la avenida
Libertad.

Las aguas negras y pútridas vierten espontáneas del pavimento
ante la indiferencia de gente que transita sin advertir el
peligro. Las montañas de basura acumulada de varios días
completan un cuadro desolador, en donde los niños y hasta los
adultos juegan.

El lodo que baja de las laderas se ha esparcido por las tres
vías que conducen a los puertos: El Malecón, La Libertad y
Sucre. Los sumideros de aguas lluvias están taponados.

La crisis de la estación de bombeo complica la vieja red de
alcantarillado, que va desde la calle Montalvo hasta el puerto
a través del colector que colapsó hace más tres meses.

La respuesta de los responsables fue inmediata, pero poco
efectiva. Ayer, trabajadores de la empresa de Agua Potable y
Alcantarillado San Mateo desalojaban las aguas lluvias
estancadas.

La planta cuenta con cuatro unidades de bombeo, pero solo dos
estaban operando para la expulsión -mar adentro- de las aguas
negras que recoge el único colector de la ciudad.

William Medina, de obras públicas municipales, recordó las
advertencias hechas para la inclusión de la estación de bombeo
en los trabajos de reparación de todo el sistema. La planta
operaba a medias antes de los daños.

El continuo taponamiento del colector saturó el sistema y
obligó a realizar -hace tres semanas- una reparación
emergente. El objetivo: descongestionar la tubería para
permitir la fluidez de los desechos.

Este trabajo está en coordinación del Municipio y San Mateo a
través de un convenio que se logró con la Subsecretería de
Saneamiento Ambiental del Miduvi (responsable legal). El
Gobierno hizo una asignación emergente de mil millones.

La obra fue entregada a ocho contratistas que supuestamente
deberían entregar en esta semana los trabajos. La tarea: la
limpieza de los 1.900 metros de tubería. Pero, las lluvias de
las últimas semanas han retrasado el cronograma.

Actualmente, el canal tiene 34 cajas de revisión en tramos de
50, 100 y 150 metros. La red recorre paralelo a la avenida
Malecón.

Este sistema solo cubre un tercio de la ciudad. Para el resto
de la urbe -desde la calle Montalvo hasta Aire Libre y los
barrios periféricos en San Rafael- la evacuación de aguas
servidas se realiza por alcantarillas.

Hay sectores, como la Chamera y otras zonas de invasiones, que
utilizan pozos sépticos o arrojan los desperdicios.

La insalubridad incluso ha llegado al centro de la urbe
esmeraldeña: una alcantarilla que baja de Santas Vainas
explotó y recorre 20 cuadras a la intemperie. (Texto tomado de
El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Guayaquil

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