Guayaquil. 20 abr 98. El Niño impuso un nuevo récord: 14 horas
de lluvias seguidas en los últimos 30 años, pero también
volvió a mostrar su rostro fatal: ochos casas con daños y un
menor de 9 años aplastado por el lodo que bajó desde la parte
alta del cerro Santa Ana, en Guayaquil.

A las 10h00 de ayer, César Calderón contenía las lágrimas,
mientras explicaba a miembros de Homicidios de la Policía
Judicial la muerte de su hijo, Cristian, de 9 años, aplastado
por una avalancha de lodo a las 02h02.

Ocho casas rodaron las laderas del cerro Santa Ana, pero hasta
las 12h00 solo se reportó un fallecido y 14 personas con
heridas menores.

Las precipitaciones llegaron a los 224.7 milímetros (mm.)
durante 14 horas y superaron el récord de enero de 1973,
cuando el registro también marcó 224.7 mm., de acuerdo con un
reporte del Instituto Nacional de Metrología e Hidrología
(Inhami).

Los niveles anteriores fueron los de marzo de 1997 con 154 mm.
de una de las peores lluvias de los últimos años, y el de
noviembre del mismo año, cuando se registró 169 mm. En febrero
de este año, también se presentó una lluvia de 110 mm.

Desde las 16h31 del sábado hubo 50 llamadas telefónicas a la
central de radio de la Defensa Civil. A las 07h00 del domingo,
la ciudad estaba inundada en un 75 por ciento.

Otras ciudades de la Costa también sufrieron este embate,
aunque no con las misma intensidad. En Babahoyo por ejemplo,
el nivel fue de 98.7 mm, en Milagro de 34.6 mm, mientras en
Machala solo de 41.8 mm.

Todo ello se resumió en 50 llamadas que recibió la central de
radio de la Defensa Civil de Guayas, que informaban de
inundaciones en los Ceibos, donde el agua volvió a subir hasta
enun metro en algunos sectores, en las ciudadelas del norte de
la ciudad así como en las cooperativas asentadas en la Isla
Trinitaria.

También el Cerro Azul volvió a ser afectado, donde cerca de 10
mil metros cúbicos rodaron sobre la carpeta asfáltica y
cerraron totalmente la vía Perimetral hasta las 11h00, cuando
maquinaria contratada por el Ministerio de Obras Públicas
abrió la vereda externa, labor que comenzó desde las 07h00.

En Balao, provincia de Guayas, la lluvia fue torrencial
antenoche, aseguraron personeros de la Defensa Civil de ese
cantón. El río Balao, en el sector de Barrio Nuevo se llevó
dos casas, no se registraron heridos pues se tomaron medidas
preventivas.

Entre tanto, en Azuay, María Barreto no solo perdió su
vivienda sino su vida y la de sus dos hijos, de 14 y 3 años,
cuando una parte del cerro Ayacaña se desplomó en el sector de
Sarama en la parroquia Shagli del cantón Santa Isabel. A las
23h00 del viernes una avalancha de lodo cayó sobre la vivienda
de adobe ubicada en la ladera del cerro. No había parado de
llover desde las 19h00, lo que provocó que la tierra se
resquebraje más a causa de una falla geológica.

Posteriormente, Shagli soportó otros tres deslaves hasta la
tarde del sábado, lo que habría provocado la destrucción de 20
viviendas ubicadas en los alrededores. Esta población de
condiciones sumamente pobres está rodeada de tres cerros:
Carashula, Ayacaña y Pataguasi. En este último alrededor de
dos mil personas permanecen desde la madrugada del sábado
cuando evacuaron sus viviendas.

Sarama está ubicada a dos kilómetros de la cabecera parroquial
de Shagli, ubicada en el centro de la cordillera Occidental de
Pucará cercana a la Costa. Es un pueblo ganadero y agrícola de
3.000 habitantes que tiene las vías de acceso totalmente
destruídos a causa del fenómeno de El Niño.

Mientras la Defensa Civil, los Bomberos y la Cruz Roja este
domingo hacían esfuerzos por llevar ayuda hasta los
damnificados, a las 10h00 solo se tenían información
referencial de lo que había ocurrido en esa población. El
padre Luis Sánchez, de Santa Isabel, dijo que el mal estado de
las vías y el clima impedía llegar hasta el sitio. Una brigada
de bomberos salió en la mañana con carpas, alimentos,
medicinas y ropas para los damnificados que se mantienen a la
intemperie a 15 grados centígrados. Maquinaria de obras
públicas debía desalojar un montículo de lodo de 8 metros de
alto en la vía desde Santa Isabel, a la altura de Loma de la
Cruz.

Se conocía que varias personas resultaron heridas con
traumatismos múltiples. Además, se destruyó parte del
cementerio, iglesia y parte de la escuela.

El sector de Masocay, en el centro de la parroquia, está en
peligro de desaparecer. Los cultivos agrícolas y los animales
domésticos se perdieron entre la avalancha de lodo.

Tres deslaves adicionales se produjeron en Manabí, el uno en
San Felipe de la Unión en Santa Ana, 5 kilómetros antes de la
Guaijas, donde murieron sepultadas 8 personas la semana pasada
y solo tres cadáveres han sido rescatados. Catorce casas
fueron sepultadas, felizmente no hubo desgracias personales
pues habían sido evacuados 120 habitantes hace dos semanas.
Otro deslave se registró en la parroquia Quiroga del cantón
Bolívar, al noroeste de la provincia. Hasta ayer en la tarde
no se dio a conocer sobre muertos y pérdidas materiales.

Manabí tiene hambre

La provincia costeña sufre desde hace más de un mes la falta
de agua potable. La razón: la ruptura de los acueductos que
conducen el líquido desde Poza Honda hacia Portoviejo, Manta,
24 de Mayo, Rocafuerte y Montecristi. A este problema se suma
el desabastecimiento de alimentos en los 20 cantones.

En Portoviejo se han formado -frente a la curia de la capital
manabita, ubicada en la vía a Crucita- filas interminables de
camionetas cargadas de tanques, tachos y baldes. El objetivo:
recibir el líquido -gratuitamente- que es extraído de dos
pozos.

En las partes altas, la situación es alarmante. Quienes
pueden, alquilan taxis o camionetas para transportar una
mínima cantidad de agua.

Pero la escasez no es el único problema. La angustia por
conseguirla, causa que muchas veces los consumidores no
comprueben si ésta es apta para el consumo humano. En cuanto
al precio, la carga de un tanquero llegó a cotizarse en 180
mil sucres.

A este problema se suma el desabastecimiento de verduras,
plátanos, queso, arroz, carnes rojas y blancas, lácteos papas
y granos. En los mercados de Chone, Portoviejo, Manta, Santa
Ana, Bahía de Caráquez el caos es evidente.

Quién tiene suerte encontrará una libra de papas a 4.500
sucres, una libra de carne a 8.500 sucres, huevos: 700 sucres
cada uno, arroz: dos mil sucres la libra.

Las instalaciones de la cadena Mi Comisariato de Manta
presentan un panorama desolador: solo algunas golosinas
reposan en las perchas.

El gas de uso doméstico tampoco está presente. En Portoviejo,
un cilindro se llegó a cotizar hasta en 70 mil sucres. Así lo
aseguró el Coordinador de la Defensa Civil en Manabí Roque
Mendoza. En Manta, el precio bajó a 40 mil y en Chone a 30
mil. En lo que se refiere a la gasolina, solo hay extra. La
super se agotó desde el miércoles pasado. La atención de salud
es limitada. Los hospitales de Portoviejo y Manta son los
únicos centros de ayuda. Redacción Manabí

8 horas de lluvia dejaron sin casa a la gente de Puyo

Las ocho horas del intenso aguacero del sábado fueron
suficientes para causar una tragedia en Puyo. En el barrio La
Isla, al este de la ciudad, 10 de las 50 viviendas fueron
arrasadas por la creciente del río Puyo. Todo lo que habían en
su interior se perdió, al igual que las chacras, jardines,
animales y aves.

"Se perdió lo poco que teníamos", dice en medio del llanto
Patricia Auguilla, de 28 años, con su hijo Antonio de 11 meses
en sus brazos. Ella y 30 personas más fueron evacuadas hasta
el edificio de la Cruz Roja, en una acción combinada por
personal de la Cruz Roja y la Defensa Civil.

"Yo ya estaba durmiendo. El aguacero comenzó como a las 7 de
la noche. No cesaba y caía más fuerte. El río ya comenzó a
crecer". Sin embargo, pensó que en esta oportunidad sucedería
lo de siempre, la creciente del río estaría a niveles que no
significaban peligro para las viviendas. "Crecía un poco y
luego bajaba. Así no pasaba nada". Hoy la historia es
diferente. El caudal del río subió alrededor de tres metros y
el cauce llegó a superar los 350 metros en ese sector. "El
agua, cuando me desperté, sacudía con fuerza mi casa. Pude
salvarme con mi esposo Edwin Riera y mis cuatro hijos. "Cuando
había caminado unos 10 metros, con el agua hasta la cintura,
vi que mi casa se iba en el agua".

Según el informe preliminar de la Junta de Defensa Civil de
Pastaza, los daños son graves: se colapsó el puente de
hormigón El Recreo, mil personas están aisladas, la parroquia
Traque está incomunicada. Hubo anegamientos de viviendas por
la crecida de esteros y el taponamiento de alcantarilladas en
los barrios Cumandá, México y Ciudadela del Chofer.

El servicio de agua potable que abastece a Puyo quedó fuera de
servicio y 40.000 personas sufren el desabastecimiento.

"Entendemos que hay más problemas. La gente afectada avanza a
Defensa Civil a reportarnos nuevos daños en otros sectores",
dijo el coordinador de Defensa Civil, Patricio Jácome. Para
él, el aguacero fue espectacular, se repite a los 25 o 30
años.

"Fue una tragedia anunciada", sintetiza el Alcalde de Puyo,
Raúl Valverde, al referirse a la inundación del barrio La
Isla. Este sector es producto de una invasión de gente de
bajos ingresos económicos a una propiedad municipal. Allí
están asentadas 70 familias, muy cerca al cauce del río Puyo,
en la parte más baja de la ciudad.

Los intentos de reubicación de, por lo menos, 30 familias se
remotan al inicio de la actual administración del
ayuntamiento. Sin embargo, se han negado radicalmente a salir
del área.

El mismo Municipio lotizó terrenos para quienes habitan en el
sector más crítico de la Isla, en el barrio Mariscal, en la
salida a Macas. Se lo dotó de varios servicios básicos.
Redacción Puyo (Texto tomado de El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Guayaquil

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