Guayaquil. 10 oct 2000. Cada 48 horas se registra un movimiento telúrico mayor a los 4.0 grados en la escala de Richter en alguna parte del territorio continental ecuatoriano o en sus aguas cercanas. Solo en 1999 se sintieron 242 movimientos, con un promedio mensual de 20 sismos. En los primeros ocho meses de este año los cincuenta sismógrafos distribuidos en las cuatro regiones del país, registraron 148, con un promedio de 18 por mes. De acuerdo con Hugo Yépez, estos movimientos no son provocados por eventos volcánicos, si no que se consideran de carácter tectónicos. El Ecuador se encuentra ubicado en una zona de alto riesgo, a 1 200 km del otro lado de las Galápagos. Es una enorme capa de corteza submarina que hace fuerza contra la parte continental para penetrarla como cuña hasta seis centímetros cada año. Esa es precisamente una de las intensas fuentes de movimientos sísmicos que no solo expone a los ecuatorianos al riesgo de terremotos, sino a los países ubicados entre Chile y Colombia, en la parte sudamericana, así como a los del norte del continente. Históricamente ocurrieron grandes desastres en Ecuador, pero el más destructor fue el de 1906, cuyo epicentro estuvo en Esmeraldas y que aún se lo ubica como el quinto terremoto más poderoso de la historia instrumental de la sismología en el mundo. Un evento de similar condiciones se espera para los próximos años. Un pronóstico hecho por Stward Nishenko ubica cuatro sitios en el mundo que tienen alta potencialidad sísmica. Uno de ellos es Esmeraldas. Este científico de ascendencia rusa, nacionalizado estadounidense, hace un pronóstico de la ocurrencia de terremotos, a nivel de la cuenca del Oceáno Pacífico y considera que en la zona que empieza en Jama, Manabí, hacia el norte hasta Tumaco, se podría desatar entre 1990 al 2000, un gran terremoto de magnitud mayor o igual a 7.7. Aunque algunos científicos ecuatorianos consideran que el sentido el 4 de agosto de 1998 en Bahía de Caráquez, con una intensidad de 7.1 en la escala de Richter, desestimuló los mecanismos para ese gran evento. Sin embargo, los tres movimientos que ocurrieron entre el 20 y 28 de septiembre del 2000, con intensidad de 5.4, 4.7 y 5.1, con epicentros en Valdivia y El Triunfo (Guayas) y Bahía de Caráquez (Manabí), ponen en alerta a los científicos ecuatorianos. Solo en Guayaquil los daños económicos por un temblor en una escala superior a los 7.5 grados generaría pérdidas totales directas e indirectas de hasta de 2 mil millones de dólares. Esos son los cálculos hechos en el estudio ¿Hacia la definición del Riesgo Sísmico de Guayaquil?, elaborado por técnicos de la Universidad Católica y el Municipio de Guayaquil. Es precisamente en Guayaquil, donde se elaboró el primer mapa de amenazas naturales. Ahí se registraron cuatro orígenes de desastres, uno de ellos son los movimientos sísmicos, en el que se ubican 24 epicentros históricos (superiores 4.0 en la escala Richter) y 6 fallas geológicas, capaces de generar actividad sísmica. El 15 de junio de este año, la Dirección Nacional de Defensa Civil, propuso que los municipios, consejos provinciales y cámaras de la construcción de todo el país elabore un mapa similar. Pero Amador Aguilera, del Comité Ecuatoriano de Ciencias Geológicas, coordinador en la Defensa Civil del Guayas, dice que para levantar un mapa como el de Guayaquil necesita una inversión de 200 mil dólares. Según Aguilera, difícilmente otros municipios que no sean el de Guayaquil, Quito o Cuenca, tendrían para financiar las investigaciones que se requieren. La Escuela Politécnica Nacional (EPN), Instituto Oceanográfica de la Armada (Inocar) y Petroecuador, con financiamiento del Instituto Francés para la Investigación (IRD, por sus siglas en inglés) trabajan en un proyecto de investigación sobre la vulnerabilidad sísmica. Comenzó en marzo de 1998, con un recorrido por las costas ecuatorianas. De los 148 sismos con intensidad mayor a los 4.0 grados en los primeros ocho meses del 2000, la ciudad con mayor registro es Esmeraldas, con 32 movimientos cuyos epicentros estuvieron en áreas cercanas. En segundo lugar con mayor registro aparece la ciudad de Macas, en el oriente ecuatoriano, con 17 sismos en los alrededores. En Portoviejo la tierra se movió en 16 oportunidades. Machala en la provincia de El Oro, y al norte del país, el número de sismos fue 10. En Guayaquil se registraron 6 sismos. En Quito 4 sismos cercanos y en Riobamba 9 epicentros. La mayor parte de estos sismos no es perceptible a los ciudadanos, pero sí registrados por los sismógrafos, cuya capacidad es precisamente captar movimientos de baja intensidad. A estas cifras hay que sumar los 3 movimientos de septiembre de este año. Dos en la provincia del Guayas y un tercero en Manabí. Finalmente el fenómeno sísmico que más ha llamado la atención es el de Bahía de Caráquez donde se han producido aproximadamente 356 sismos de baja intensidad en tan solo cinco días. Esto se debe a la posición de la zona de subducción entre las capas tectónicas de Nazca y Sudamericana, a lo cual se debe agregar el complejo sistema de fallamiento superficial del territorio nacional, que tiene un aproximado de 120 fallas geológicas. Solo la zona de subducción afecta aproximadamente entre 300 y 400 kilómetros a lo largo y ancho del continente, esto quiere decir que un movimiento en esta zona, puede producir réplicas en este perímetro, muestra de ello es lo que sucedió en el terremoto de 1906 en donde el movimiento alcanzó hasta Buenaventura en Colombia. "El hecho de que las placas continúen en movimiento hace que nos debamos acostumbrar a vivir en sismicidad constante", dijo Alexandra Alvarado, sismóloga del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional. Pero esta sismicidad no debe ser necesariamente alarmante, pues la mayoría de esta actividad es microsísmica. Sin embargo, se debe tomar en cuenta que no toda la actividad sísmica parte de la zona de subducción, sino también de la actividad volcánica, la cual no está necesariamente vinculada con erupciones constantes, sino por la presión de la materia magmática que se encuentra en el interior de los volcanes. Cualquiera sea el origen de la actividad sísmica, el Ecuador debe estar preparado pues los eventos continuarán repitiéndose con mayor o menor frecuencia e intensidad. Historia con sismos Ecuador es un país sísmico, así lo demuestran los eventos telúricos sucedidos en 1906, 1958 y 1976 en Esmeraldas; 1942 y 1980, en Guayaquil; 1949, Ambato; 1970, Loja; 1987, Amazonia; 1990, Quito; y, el más reciente, en Bahía de Caráquez en 1996, según un estudio del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional realizado en 1999. Estos datos fueron tomados como referencia de la sismicidad ecuatoriana solo en este siglo, cuya causa principal es la zona de subducción entre las placas de Nazca y Sudamericana "La placa de Nazca se mueve un promedio de 78 milímetros por año", afirma Alexandra Alvarado, sismóloga del Instituto Geofísico. Pero, este movimiento no tiene una velocidad determinada, esto hace que si la placa recorre un gran espacio la sismicidad sea fuerte. En un informe Jorge Acosta, geólogo del Centro de Levantamientos Integrados de Recursos Naturales por Sensores Remotos (Clirsen ), ve a los sismos generados en Pelileo, 1949; Esmeraldas,1958, 1976; Alausí, 1961; Pastocalle, 1976; la zona del Reventador 1987; y, en la actualidad, la reactivación de los volcanes Guagua Pichincha y Tungurahua, como la causa de desequilibrios en los aspectos social, económico y ambiental, sin que importe mucho si su origen es volcánico o tectónico, los resultados son siempre catastróficos. Las placas tectónicas imponen la sismicidad Alfred Wegner, en 1912, planteó que las doce grandes zonas de la corteza terrestre, denominadas placas tectónicas, están en continua modificación. Este cambio continuo dio paso a la formación de los continentes a partir del único llamado Pangaea. Tal formación se dio hace miles de millones de años. Sin embargo, el movimiento de las placas no se detiene. Estos eventos originan dos zonas básicas, la una, se denomina dorsal, en donde dos placas tectónicas se encuentran y rozan. La otra, es la zona de subducción, en donde al encontrarse dos placas la una se superpone a la otra, (casi siempre la más pesada se va al fondo). Los terremotos, se producen entonces, por la liberación brusca de energía por contacto de las placas tectónicas (a más de 60 kilómetros de profundidad). A continuación estos sismos producen ondas de varios tipos que se propagan a partir del foco en todas las direcciones. Un registro de ondas sísmicas refleja el efecto combinado del mecanismo de rotura en el foco, de la trayectoria de propagación. Pero el movimiento no se detiene ahí. Como las dos enormes placas de tierra están bajo gran presión, estas placas se fracturan tanto a lo largo como a lo ancho de toda su extensión, produciendo nueva sismicidad con el tiempo. Esto hace que los epicentros no solo estén en la zona de subducción, sino que existe un campo de acción de entre 300 y 400 kilómetros a lo largo y ancho del continente. Los movimientos se dan entonces debido al colapso magmático en cavidades subterráneas, o por la rotura violenta de las masas rocosas a lo largo de las fallas o superficies de fractura. Las principales zonas sísmicas del mundo coinciden con los contornos de las placas tectónicas y con la posición de los volcanes activos de la Tierra. Los tres principales cinturones sísmicos del mundo son: el cinturón Circunpacífico, el cinturón Transasiático (Himalaya, Irán, Turquía, Mar Mediterráneo, Sur de España) y el cinturón situado en el centro del océano Atlántico. Además, las principales zonas de subducción se encuentran en China, Alaska, Japón, Chile, Perú, Costa Rica y México, países en los cuales, por supuesto, se presenta con frecuencia una gran actividad sísmica. De acuerdo a un estudio efectuado por Hanus V. y Vanek J., de la Academia Checoslavaca de Ciencias, en nuestro medio se diferenciaron tres grupos genéticos de terremotos: uno localizado en la zona de Benioff, y el otro en la zona de subducción; estos juegan un papel importante en la producción del riesgo sísmico en el país. Un análisis detallado de la geometría de la distribución de los terremotos en la placa sudamericana, mostró que estos no están dispuestos indistintamente, sino que se acumulan en zonas de fallas bien definidas, sean estas inducidas o activadas por el proceso de subducción. En el país existe una zona de subducción determinada entre las placas de Nazca y Sudamericana, esto hace que existen movimientos sísmicos, pueden variar en intensidad pero no detenerse. (Texto tomado de El Comercio)

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dmunoz en Ciudad Guayaquil

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