Quito. 29.08.93. El cacho ya es viejo: los ecuatorianos no
leemos, y tenemos cortadas las alas para percibir arte.
Hace una semana, en este mismo diario, se publicó una encuesta en
la que los ecuatorianos demostrábamos que sabemos más de bailes
del perrito y telenovelas que de los nombres básicos de la
literatura.

Y antes no éramos así, dicen los intelectuales que han vivido los
años 60, los 70. Ellos hablan de muchas causas para el bajón de
interés por la cultura de los libros: que el boom petrolero, que
la economía, que la época, que la desvalorización de las ciencias
sociales, que la esperanza en la técnica, que la llegada de la
televisión.

Pero -tal vez porque es causa y consecuencia inherente a todo el
problema, o por cansancio- no se habla mucho de la educación
formal. Y ahora que estamos en "Siglos XXI" y grandes proyectos
de reforma educativa -que ya mismo, ya mismo, pero todavía no
salen- es oportuno unos pequeños blablás sobre la inclusión del
arte en la educación formal. Así que allá vamos.

Las telarañas de la educación

Desde hace más de 10 años no se cambian los planes de estudio en
el Ecuador, nos comenta María Eugenia Lasso, profesora de
literatura en el Colegio Americano y la Universidad Católica,
Quito. ¿Entonces, el sistema educativo no influye en el rechazo
actual a la lectura? ¿Si nada ha cambiado...? Claro que sí
influye, lo que pasa es que influye el sistema y también lo que
no está planificado dentro del sistema.

Lo que no estaba planificado en pensum y demás disposiciones
estáticas, y que ha hecho que la afición a la lectura disminuya,
-según María Eugenia- es la desvalorización de las ciencias
sociales en las instituciones educativas y en toda la sociedad,
gracias al boom petrolero que vertió el interés en la educación
técnica. La llegada de la televisión es otro factor, asimismo la
salida de la diversión del hogar, de los recreos interiores, de
la lectura, a las diversiones masivas, de grandes conciertos, de
sensaciones rápidas. También ha pasado algo con los profesores
-dice María Eugenia-, ya no existen los grandes maestros que
enlazaban a los estudiantes para toda su vida al placer de la
lectura.

Pero también en lo planificado la asignatura de literatura ha
sido y es un desastre. Literatura se empieza a estudiar en cuarto
año de secundaria, mientras debería estar presente desde el
jardín de infantes, cuando el niño ni siquiera lee, enfatiza
María Eugenia.

Y coincide en ello otro de nuestros entrevistados Edgar Allan
García, escritor y también profesor. Además la enseñanza de la
literatura está distribuida en cuarto, quinto y sexto año de
secundaria, como en una chistera de mago, en un despelote
descomunal. En cuarto año "enseñan" literatura española, en
quinto literatura universal, y en sexto literatura ecuatoriana.

¿Por qué un año entero para literatura de un solo país (España,
rezagos de la Corona)? ¿Por qué literatura universal en el medio
cuando debería ser o inicio o final, o constante? ¿Por qué se
termina sin estudiar nunca literatura hispanoamericana? ¿Por qué
literatura ecuatoriana se estudia a carreras en último año, hasta
quedarse solo en "Cumandá y "A la Costa"?

Pero además ¿por qué la historia de la literatura, que puede
llegar a ser tan pesada para los jóvenes, tan pesada -como el
Sancho Panza de Don Quijote, o las armas de los héroes de La
Ilíada- es más importante que la literatura contemporánea, la
literatura que está en nuestro contexto, en nuestro tiempo, en
nuestro espacio? Grecia antigua, el Siglo de Oro Español, la
colonia están muy bien como base, como contexto histórico, como
referencia, pero no como única aproximación a la literatura y al
instrumento del conocimiento que es la lectura.

Esto se suma a que se le da más importancia a la gramática, la
ortografía, antes que a la comprensión y el goce de la
literatura; que los autores contemporáneos no son leídos -en
parte porque tienen una producción que no motiva a la niñez y
juventud-; que los libros cuestan y no están organizados con
proyección a la educación; que los profesores se guían por
manuales sobre las obras literarias y no en las obras literarias,
toman exámenes "objetivos" de literatura (¿cómo puede tomarse un
examen de literatura objetivo?) y exigen lecturas no adecuadas
para las edades e intereses de los jóvenes, sin secuencia,
actualidad ni contexto; que existe presión sobre la velocidad y
la pronunciación en la lectura, en lugar de su comprensión; que
la enseñanza de la lectura es memorística, se limita al resumen,
a los personajes principales, a localizar figuras literarias,
cuadros sinópticos, fechas, antes que a los significados, las
interpretaciones, las interiorizaciones, las sensibilizaciones
del estudiante, a partir del instrumento lectura. ­Fffff! ...

Y las facultades de letras siguen educando profesores bajo estos
parámetros, actuales estudiantes que ahora son víctimas, pero
después victimarios de este tipo de literatura que tortura.
Coincidimos con los dos entrevistados.

Y por último, algo muy importante: entre todas las
manifestaciones artísticas es únicamente la literatura la que
ingresa en la educación formal -mal o bien pero ingresa-, ¿qué
pasó con las artes plásticas, las artes escénicas, en donde está
la pintura, la escultura, el teatro, la música, la danza?

Educación para el corazón, no solo para el cerebro

Entonces cambiar todo lo que se cuestionó antes (cambios, no
reformas). Pero principalmente "la educación debe estar
encaminada a lo afectivo como su eje. No es por ignorancia que el
profesor somete a sus alumnos, es por falta de sensibilidad. Se
hace un énfasis excesivo en lo racional, en diseccionar una obra
de arte, y no en el gusto, la emoción que puede provocar esa obra
de arte", dice Edgar Allan García, que también es motivador de
talleres literarios y justamente está por publicar su libro sobre
formas de motivación hacia la lectura y la escritura.

El asunto es equilibrar la importancia de la razón y la emoción
en la educación, equilibrar conocimiento y sensibilidad,
equilibrar arte y ciencia, y, como dijo María Eugenia Lasso,
equilibrar los conocimientos convergentes y divergentes; y
relacionar todas las manifestaciones artísticas entre sí. Pero...

El peligro del arte

Pero... "todas las materias artísticas impulsan el pensamiento
divergente -dice María Eugenia-. Todo lo que significa arte y
pensamiento divergente no se acomoda al sistema educativo
ecuatoriano, que ha endiosado al pensamiento convergente, a la
respuesta única ante la pregunta dada; sistema que rechaza las
respuestas múltiples, y las materias que promueven esa forma de
acceder a la realidad. Es tan escandaloso esto que al arte le han
hecho materia de pensamiento convergente (por ejemplo, con la
geometría, el dibujo técnico); y al calificar estas materias las
convierten en cuerpo científico que hay que aprender de memoria,
y no el vehículo de expresión que es el arte".

Para cambiar esto se inmiscuye una decisión política con respecto
a un nuevo sistema educativo: no temer al arte.

La creatividad a la que puede llevar la lectura, la libertad de
pensamiento, de acción, de expresión, el arte, hasta hoy es
considerada peligrosa para los hogares, para los colegios, para
las escuelas, para los lugares de trabajo, para el país.

Arte peligroso, creatividad peligrosa... ­Hey, proyectos de
cambio al sistema educativo!: si no cambian esto... m.m... no se
cambia nada. (2C)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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