Quito. 29.11.92. En agosto pasado, pocos días antes de mi
regreso a Quito, se produjo en Lima -en acto de gran
resonancia- el lanzamiento de la obra "Perú y Ecuador -Tiempos
y testimonios de una vecindad" (1348 pp. 3 tomos, ed. CEPEI,
Lima ,1992), cuyo autor es el Dr. Juan Miguel Bákula,
embajador en retiro del Servicio Diplomático del Perú, ex
secretario general de la Cancillería de Torre Tagle y ex jefe
de la misión diplomática de su país en Ecuador(1967-1972).

Juan Miguel Bákula ha sido privilegiado testigo y protagonista
de la relación ecuatoriano-peruana desde 1941, cuando vino a
Quito por primera vez en las funciones de tercer secretario de
la entonces Legación del Perú. Cerca de diez años de su
dilatada carrera diplomática los vivió en nuestro país. Se
trata entonces de una autorizada voz en capacidad, como lo
demuestra su obra, de ofrecer una visión de conjunto sobre las
relaciones entre el Ecuador y el Perú. Lo primero que llama la
atención del ambicioso proyecto de Bákula es la impresionante
bibliografía y referencias documentales que exhibe y que
ocupan un tomo completo de la obra(410pp.). Como acertadamente
lo señala: "...el punto de partida de todo estudio es el
conocimiento de las fuentes". Se destaca que la bibliografía
anotada de fuentes ecuatorianas casi duplica la similar de
fuentes peruanas. No conozco de la existencia en el Ecuador
de un reciente estudio interdisciplinario comparable que
ofrezca una visión global de la problemática relación
ecuatoriano-peruana, ni proponga una perspectiva de largo
alcance; posiblemente, por la gran carga emocional que suscita
el tratamiento del tema en el Ecuador, debido a los dolorosos
períodos que vivió en el pasado nuestro país en la relación
histórica con su vecino del sur. Sin embargo, el estudio de
Bákula plantea un desafío intelectual a historiadores y
estudiosos de las relaciones exteriores para proyectos
similares, desde la óptica ecuatoriana.

La obra del Embajador Bákula es seria, profunda, meticulosa y
consistente de principio a fin. Intenta desentrañar algunos
hechos que hasta hoy no han sido tratados de manera suficiente
en ambos países. Desde luego que hay juicios, descripciones y
conclusiones que no comparto e interpretaciones de pasajes
históricos que podrían causar polémica, pero el espíritu que
guía a su autor es el de una gran nobleza -fiel reflejo de su
personalidad- lo que traduce en un esfuerzo por conseguir "la
tan ansiada objetividad"..."He tratado -dice en su Nota
Preliminar- de llenar una ausencia, que ha perjudicado la
equilibrada comprensión de la relación política entre el Perú
y el Ecuador. Y es para intentar una versión que llene el
vacío de los últimos cincuenta años, que me ha animado a
facilitar el acceso de muchos más al conocimiento del tema".
Para reiterar lo citado dice -próximo al final de su estudio:
"Si lo hecho tuvo una virtud, fue la de trabajar sin
estridencias, al punto que muchas gentes no se han percatado
que se ha producido un cambio irreversible. Y mejor así,
porque algunos no han tenido la ocasión para oponerse. Pero
esos son los menos. Los demás, casi treinta millones de seres
humanos (se refiere a la población conjunta del Ecuador y del
Perú), saben que para descifrar el tiempo nuevo hay que
entenderlo como su destino solidario". Ya desde la primera
página, al dedicar también su estudio "a mis hijos y nietos,
peruanos y ecuatorianos", se vislumbra una intencionalidad
constructiva e inteligentemente concebida hacia el buen
entendimiento entre los dos países, actitud que suscribo
plenamente.

Los partes principales del estudio se denominan: "el control
del espacio","la ruptura","la acción diplomática, una larga
porfía", "la voluntad de cooperación" y "la visión del otro".
Sobresalientes capítulos, con vastísimas referencias y notas
son los dedicados al espacio en la época incaica, "la cuestión
de Guayaquil", la ruptura y sus causas (el nacimiento de las
nuevas repúblicas), la convención arbitral de 1887, el
Arbitraje del Rey de España, entre otros.

Hay muy interesantes descripciones y reflexiones en torno a la
fórmula de "la transacción honrosa", divulgada por primera
ocasión por el presidente Velasco Ibarra, el 28 de agosto de
1967, con informaciones, según el autor "muy veraces" e
inéditas para el gran público.

Merecen transcribirse algunos pasajes del estudio de Bákula
para apreciar su línea de pensamiento. En el análisis del
espacio andino y del Tahuantinsuyo detalla algunas de sus
conclusiones iniciales:"...el Perú y el Ecuador han sido algo
más que pueblos contigüos, ya que tanto en el tiempo como en
el espacio se han desarrollado no como entidades adyacentes
sino como sociedades coexistentes y superpuestas" y agrega:
"..un espacio coherente ha favorecido la simbiosis de los
pueblos allí instalados que, aún tratándose de grupos con
culturas propias y en diferentes momentos de evolución
histórica, han podido aprovechar conjuntamente su acción sobre
un espacio que, por ser común, no les era extraño". En el
apartado del espacio americano, expresa:"...los acuerdos
hispano -portugueses en los que España, si bien mantiene el
predominio en el Río de la Plata, deja en segundo lugar sus
intereses en el Amazonas....En definitiva, en la medida que
España perdía iniciativa e importancia en el concierto
europeo, su principal centro de poder en América del Sur,
Lima, seguía igual suerte" (se refiere a la creación de los
Virreinatos del Río de la Plata y de Nueva Granada). Y en otra
parte del estudio anota: "... los relatos proclives a dar una
visión epidérmica de la negociación diplomática, tienden a la
simplificación al intentar reducir el drama de las relaciones
internacionales al debate entre sus plenipotenciarios. Los
gobiernos no son los únicos personajes que intervienen;
.....dentro y fuera de los estados juegan papel preponderante
las ideologías políticas, los intereses económicos, los grupos
militares, las iglesias, las fuerzas transnacionales y otros
estados...". En el capítulo "Los cimientos de la
colaboración", al resumir la relación bilateral en 1968 indica
que "La actitud ecuatoriana como elemento de un proceso
histórico -sin calificar las causas, ni el error o el acierto
de sus motivaciones- tenía las características de un estado de
conciencia nacional. Para quienes conocen la historia del Perú
no resulta difícil comprender este temperamento". Al referirse
a la ausencia o no de referencias a la cuestión del Perú "como
leit motiv de las pugnas domésticas" anota con satisfacción
que algunos gobiernos contemporáneos en el Ecuador
prescindieron del uso insistente del tema y concluye
advirtiendo que:...." Ha sido así, afortunadamente, en los
años posteriores, lo que ha permitido afirmar al Presidente
Borja que, en ninguna de las tres campañas electorales en las
que participó, hizo uso de ese argumento...".

Bákula sostiene como una constante en su análisis de la
azarosa vida de relación ecuatoriano-peruana la influencia,
muchas veces decisiva, de los gobernantes de uno y otro país
en la marcha de los acontecimientos bilaterales y en el
cambio, varias veces concluyente, en el desenlace de una
época, como fruto de la ideología imperante en un momento
determinado, de la profundidad de las crisis internas de los
países y del entorno internacional y, claro está, del estilo
de los presidentes constitucionales o no, de los cancilleres y
de los plenipotenciarios de ambos países.

Proyectos similares a la obra de Juan Miguel Bákula -en
Ecuador y en Perú- estoy seguro se están incubando. De eso y
de muchas otras cosas hablamos con él mismo y con otros ex
embajadores del Perú en los animadas diálogos limeños. He
compartido con varios amigos ecuatorianos lo mismo, a mi
regreso a Quito; estos esfuerzos deberían alcanzar el mismo
propósito: una mayor y más objetiva comprensión entre dos
pueblos hacia la cimentación de la confianza recíproca, lo
cual contribuirá a la solución definitiva, pacífica y justa
de nuestra vieja controversia y a sólidas metas de
colaboración en el futuro. Trabajos similares y si fuere
posible conjuntos, de investigadores ecuatorianos y peruanos,
apuntarían en los dos países a una "reeducación", en el mejor
sentido del término, a una interacción positiva de
historiadores de uno y otro lado de la frontera y a un
esfuerzo por intentar nuevas reflexiones e interpretaciones de
nuestra vieja historia común. Esto también ayudaría a la
reconciliación definitiva del Ecuador y del Perú, a ocho
escasos años del del siglo XXI.

*Por: Hernán Escudero Martínez Ex Subsecretario de relaciones
Exteriores para Asuntos Bilaterales Ex Embajador del Ecuador
en el Perú
EXPLORED
en Ciudad N/D

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